Nelly es una elfa a quien el destino le ha jugado una mala pasada, siendo engañada por su hermana, ella se ve envuelta en una situación tensa. ah pasado la noche en la habitación de un hombre al que no conoce. Al perder su honor es exiliada de su familia. Cuatro años después regresa por trabajo acompañada de un pequeño niño, y siendo acosada por un hombre que solo quiere pagar una deuda, por petición de su abuela... Ellos no sabían que sus destinos ya habían sido marcados por el lazo de un Después.
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una cabaña
POV KAIDEN
Me miraba al espejo por quinta vez, pero no para ver qué tan bien me quedaba la camisa.
Era más como si buscara algo en mis propios ojos, algo que me diera la fuerza para lo que venía.
La camisa azul marino, la blanca... ¿qué importaba? Dará estaba tirado en el sofá, con los pies sobre la mesa de centro, jugando algo en su Switch y soltando risitas ocasionales. Su despreocupación era un contraste brutal con el nudo que tenía en el estómago.
—¿Crees que sirva de algo, Dara?— pregunté, sin girarme. La voz me salió más ronca de lo que esperaba.
Dará subió el volumen de su Switch por un segundo, luego lo bajó. Se incorporó un poco, dejando la consola en su regazo. Y me miró con seriedad, algo raro en él.
—¿Servir de algo qué, hermano? ¿Ir? Claro que sí. Es un paso. No puedes arreglar algo si no te presentas—
Asentí, aún mirando mi reflejo. "Arreglar". Esa palabra sonaba tan pequeña para lo que había pasado.
Hace cuatro años.
Cuatro años que me habían pesado como una losa, cada día. La imagen de Selene, el recuerdo de lo que hice...
Era como un fantasma que me seguía a todas partes, un nivel de dificultad que no podía superar en ningún videojuego.
—Es que no es cualquier encuentro, amigo— le dije. —Es Selene. Y necesito... necesito intentar compensar el daño que le hice. Ese daño tan profundo—
Dara se levantó del sofá y se acercó, poniéndome una mano en el hombro. —Sé que es pesado. Sé que lo es. Pero el hecho de que quieras ir, de que quieras hacer las cosas bien... eso ya es algo. Mucha gente se esconde. Tú estás dando la cara—
Me pasé una mano por el pelo, sintiendo la frustración. Era una situación tan jodida. Quería hacer lo correcto, quería intentar reparar lo irreparable, pero la desconfianza hacia Elena era como un ruido constante en mi cabeza, una distorsión en la señal.
—Quiero que ella vea que... que de verdad lo siento. Que he vivido con esto, que me duele. Que no soy el mismo Kaiden de hace cuatro años—
Dará me dio una palmada en la espalda. —Solo ten cuidado con Elena. Y mantén la cabeza fría—
El tráfico de la ciudad era una tortura, cada minuto se sentía como una hora. Cada semáforo en rojo era un freno no solo para el coche, sino para mi corazón que latía con una mezcla de ansiedad y una punzada de esperanza que no me atrevía a reconocer del todo.
¿Cómo estaría? ¿Me odiaría? ¿Me reconocería?
Llegué por Elena a la boutique.
Llevaba un vestido sencillo, pero elegante.
—Hola Kaiden— dijo, su voz tan dulce como siempre, pero yo sabía que era algo forzado.
—Elena— respondí, intentando mantener la voz neutra. —Gracias por hacer esto. Por... por encontrarla—
Ella solo sonrió. —No hay de qué. Vamos. Te guiaré—
Me subí al asiento del copiloto, y ella tomó el volante. El silencio en el coche era pesado, solo roto por el suave murmullo de la radio que ella había puesto a un volumen casi inaudible.
Era música instrumental, de esa que te relaja, pero a mí me ponía más tenso.
—¿Entonces... dónde vamos?— pregunté, rompiendo el hielo.
Ella me miró de reojo, con una sonrisa pequeña. —A un lugar tranquilo, Kaiden. Lejos del ruido de la ciudad. Necesitamos paz. Y tú también, supongo—
"Paz", pensé. Y yo necesitaba verla. Necesitaba saber que estaba bien.
Necesitaba, de alguna manera, intentar cerrar esa herida que me había acompañado por años.
Los minutos pasaban, y nos adentrábamos cada vez más en la periferia. Los edificios altos dieron paso a casas más bajas, luego a zonas más verdes, y finalmente, a carreteras que yo no reconocía.
El paisaje se volvía más rural.
—Estamos yendo muy lejos, Elena—
El paisaje empezaba a cambiar, los árboles eran más densos, las casas más escasas.
Esto no era un café tranquilo, ni un parque. Esto era... el medio de la nada.
Ella se rió, una risa leve.
—Confía en mí, Kaiden. Es el mejor lugar para ella. Necesita un espacio donde no se sienta expuesta. Es una cabaña que tienen unos amigos de la familia. Está un poco apartada, pero es perfecta para lo que necesitamos—
Una cabaña.
Apartada.
Las palabras resonaban en mi cabeza como una alarma. Esto no me gustaba nada. Una cabaña casi abandonada, fuera de la ciudad... mi radar de situación sospechosa se encendió como un árbol de Navidad.
Era como si en un juego de rol te dijeran que vayas a una cueva "tranquila", y ya sabes que te espera un boss gigante o una trampa mortal. Pero esta vez, el tesoro era Selene.
—¿Una cabaña?— repetí, intentando que mi voz sonara casual. —Nunca me dijiste que iríamos tan lejos. Pensé que sería en algún lugar más... accesible—
—Sorpresa— dijo ella, con esa sonrisa que no me convencía. —Es por aquí. Giramos a la derecha en el próximo cruce. Después de eso, es un camino de tierra. No te preocupes, el coche aguanta—
El camino de tierra. ¡Claro que sí! Justo lo que necesitaba.
La desconfianza hacia Elena se disparó. ¿Por qué tanto secreto? ¿Por qué tan lejos? ¿Qué tenía que ver una cabaña casi abandonada con Selene y con lo que yo tenía que hacer?
Sentí un escalofrío que no tenía nada que ver con el aire acondicionado. Esto no era solo una misión de disculpa; esto se estaba convirtiendo en una expedición a territorio desconocido, y mi guía no me inspiraba ninguna confianza.
Pero la idea de ver a Selene, de por fin estar cerca.
El coche se adentró por el camino de tierra, levantando una nube de polvo que se disipaba lentamente en el aire.
Los árboles se hicieron más densos, formando un túnel verde que apenas dejaba pasar la luz del sol.
El silencio era casi absoluto, solo roto por el crujido de las ruedas sobre la grava y el canto lejano de algún pájaro.
Miré a Elena.
Su perfil era sereno, como si estuviera conduciendo por la avenida principal de la ciudad.
No había ni una pizca de nerviosismo en ella. Era como si supiera algo que yo no, algo que la mantenía tan tranquila en este camino a ninguna parte.
—¿Cuánto falta?— pregunté, mi voz sonando más tensa de lo que quería.
Elena sonrió, una sonrisa pequeña y enigmática. —Ya casi llegamos. Es al final de este camino. No te preocupes, Kaiden. Selene está bien. Está... esperando—
"Esperando". Esa palabra me taladró el cerebro. ¿Esperando qué? ¿Mi llegada? ¿O esperando que todo esto terminara?
Finalmente, el camino de tierra se abrió a un pequeño claro.
Y allí estaba. La cabaña.
porque si no es como yo lo pienso o me lo imagino y de verdad Skailer cayo en la trampa y le dio la casa y la tarjeta confiando en que Elena hará lo que el dice sería idiota y un ingenuo
y esa será la prueba que ellas necesitan para su mentira
pd: espero que no la encuentren
ya que cuando estuvo con Nancy el sintió muchas cosas y que se de cuenta que eso es una trampa