Alma Rota: El Despertar De Aria

Punto de vista de Aria

Me estaba volviendo loca. No entendía qué me estaba pasando. Hace solo unos segundos, en la sala, sentí una fuerza incontrolable que salía de mi interior, algo que me aterró por completo.

Mis padres me miraron. En sus ojos no había sorpresa ni miedo. Sabían algo, y no querían decírmelo. Furiosa, subí a mi habitación, con la ansiedad ganándome la batalla. Caminaba de un lado a otro, intentando calmar mis nervios. Escuché mi teléfono sonar, pero no estaba de humor para hablar con nadie. Lo agarré y, al ver de quién se trataba, miré por la ventana. Ahí estaba él: Ethan. ¿Cómo le explicaría lo que me estaba pasando? Los ojos se me llenaron de lágrimas y el aire se encapsuló en mis pulmones. Esto no me podía estar pasando, no ahora. Colgué la llamada y cerré la ventana. Lo último que quería era que me viera haciendo algo extraño y pensara que soy una mutante.

Con el corazón destrozado, me senté en la cama, dejando que las lágrimas corrieran sin control. Era la primera vez que alguien se fijaba en mí, la primera vez que me hacía sentir especial, y ahora resultaba que no era la persona que él creía.

Mis padres entraron en la habitación, mirándome con preocupación.

—Tenemos algo que decirte —dijo mi padre, acercándose.

—¿Qué me está pasando? ¿Qué fue lo que sucedió allá abajo? —Mi voz salió entrecortada, envuelta en el más profundo terror.

—Antes de empezar, queremos que sepas que todo lo hicimos por ti —intervino mi madre, con los ojos llorosos—. Eres nuestro mayor tesoro y solo queríamos que tuvieras una vida normal.

—¡No le den más vueltas! —grité, desesperada—. Por favor, díganme qué está pasando.

Los tres nos sentamos. Ellos comenzaron a hablar de la reencarnación, el tema favorito de mi madre. La verdad, no tenía ganas de escuchar sus historias; lo único que deseaba era que me dijeran la verdad sobre mí. Pero cuando mi padre, un hombre tan serio y pragmático, apoyó la historia de mi madre, me quedé de piedra. Me estaban diciendo que mi mamá había vivido varias vidas, y que en todas ellas su destino era fatal. Que en varias ocasiones había muerto a manos de mi padre, pero que su amor era tan fuerte que fue capaz de vencer las barreras del tiempo.

Estaba conmocionada, pero eso no era lo más bizarro. Cuando comenzaron a hablar de mí y de cómo llegué al mundo, sentí que todo a mi alrededor empezaba a girar. Era ilógico. Mis padres, las personas en las que más confiaba, me estaban contando una historia que desafiaba toda lógica.

—¿Y qué tiene que ver esto conmigo? —logré balbucear.

Mi madre tomó mi mano.

—Aria, tu alma no es de este tiempo. Tu alma es una fragmentación. Cuando la vida de tu padre y la mía se cruzaron en su última reencarnación, antes de que tú nacieras, una fuerza oscura intentó separarnos, pero tu padre logró logro salvar mi vida y en ese momento un pacto se estableció entre nosotros, un pacto de amor eterno. Todo el tiempo pensábamos que se trataba de salvar mi vida, pero cuando tú naciste nos dimos cuenta de que realmente se trataba de ti, eras tú quien tenías que nacer y así proteger al mundo de algo terrible que nos acecha.

El aire se me fue por completo. La cabeza me daba vueltas. Me estaban diciendo que yo era una especie de contenedor de poderes. Las lágrimas volvieron a caer, pero esta vez de impotencia. Miré a mis padres, a los que siempre había creído honestos y sinceros, y solo vi a dos extraños.

—¿Entonces soy un experimento? ¿Un recipiente? ¿Una cosa? —Mi voz sonó hueca.

Mi padre se levantó, su rostro un reflejo de dolor.

—¡No, mi amor! ¡Claro que no! Eres nuestra hija, nuestro regalo. Queríamos protegerte, que fueras feliz. Te dimos una vida normal y tranquila.

—¿Una vida normal y tranquila? —Me levanté de golpe, señalando la ventana, por donde se veía la figura de Ethan—. ¡Mi vida no es normal ni tranquila! ¡No sé ni quién soy! ¡Ustedes me mintieron! ¡Me mintieron toda la vida!

El nudo en mi garganta se volvió insoportable. Necesitaba salir de allí, escapar de esas paredes que de repente se sentían como una prisión. Corrí a la puerta, ignorando los gritos de mis padres. Bajé las escaleras a trompicones y salí por la puerta principal. No sabía a dónde iba, solo sabía que tenía que huir de ellos y de esa verdad que me estaba destrozando.

El amanecer se estaba haciendo presente, vague por las calles del pueblo desesperada y sin tener noción de lo que ocurría a mi alrededor. Camine por horas hasta llegar a un lugar apartado, necesitaba pensar y analizar lo que acaba de descubrir. Mi cumpleaños estaba a horas de llegar y según mis padres ese evento revelaría mi verdadera naturaleza. Me sentía tan sola, tan perdida y no tenía a nadie a quien contarle lo que me estaba pasando, fue entonces que pensé en Ethan él podría ayudarme a solucionar esta situación, pero también tenía miedo a su rechazo cuando se entere de que no soy lo que el cree.

Saque mi móvil para llamarlo, al menos quería pasar mi último día como una humana y no como en la criatura en la que me convertiría.

El teléfono sonó varias veces antes de que él contestara. —Aria, me tenías preocupado. ¿Dónde estás?

Hice silencio por unos segundos aún pensando si podía confiar en él. —Estoy alas afuera del pueblo, al pie de la montaña. ¿Puedes venir por mí?.

—Claro que sí, voy saliendo para allá.

Colgué la llamada y me quedé mirando al vacío pensando en lo que sería de mi vida de ahora en adelante. Pero mis pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de mi celular, eran mis padres seguramente preocupados por no saber de mí, pensé dejarlos sufrir un rato más; sin embargo, ellos hicieron las cosas solo para protegerme.

—Estoy bien, solo necesito tiempo para procesar esta información. —Dije después de contestar la llamada.

—Solo vuelve a casa hija, estás a punto de sufrir tu transformación y tenemos miedo de lo que te pueda pasar. — La voz de mi mamá sonaba preocupada.

—Estaré bien, si soy tan poderosa como ustedes dicen no creo que algo pueda lastimarme.

No di tiempo a su respuesta cuando colgué la llamada, el destino era cruel, toda la vida me habían llamado rara y resulta que cuando por fin soy normal algo cambia y terminaré siendo algo que nadie nunca a imagino.