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En Blanco

En Blanco

Status: En proceso
Genre:Romance / Yaoi / Pérdida de memoria / Traiciones y engaños / La Vida Después del Adiós
Popularitas:900
Nilai: 5
nombre de autor: Marianitta

Cuando Aiden despierta en una cama de hospital sin recordar quién es, lo único que le dicen es que ha vuelto a su hogar: una isla remota, un padre que apenas reconoce, una vida que no siente como suya. Su memoria está en blanco, pero su cuerpo guarda una verdad que nadie quiere que recuerde.

NovelToon tiene autorización de Marianitta para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Un paso antes del encuentro

Wharekura, día 5.

Leo sostenía entre las manos un trozo de papel que alguien había dejado pegado en la parte trasera del Café Kaimana. Era una de las tantas notas sueltas que la gente solía clavar en la vieja pizarra de madera: mensajes anónimos, frases poéticas, dibujos de niños.

Pero ese papel no era cualquier cosa.

Era un retrato.

Trazos de carboncillo, líneas limpias, pero temblorosas. Una silueta masculina, con la cabeza agachada y una expresión que no se veía, pero que dolía. En la esquina inferior, una firma que Leo reconoció de inmediato, aunque nunca la había visto antes.

Kai.

El mismo nombre que había escuchado en la librería.

El mismo nombre con que Aiden se había estado ocultando.

Sintió que se le encogía el pecho.

—¿Quién puso esto? —le preguntó a la encargada del café.

La mujer lo miró, como si dudara un momento entre seguir negándolo todo… o ceder.

—Lo dejó un chico esta mañana. Rápido. No se quedó.

Leo no podía creerlo.

—¿Podría describírmelo?

—Cabello rizado, algo desordenado. Delgado. Tenía pintura en los dedos. Como siempre.

Leo casi se tambalea.

Era él.

Después de días recorriendo en círculos, había estado a solo unas horas de encontrarlo.

—¿Dijo algo más? ¿A dónde iba?

La mujer negó.

—Solo dejó esto.

Leo guardó el dibujo con manos temblorosas. El corazón le latía tan fuerte que no escuchó el celular sonar de inmediato.

Fue la vibración insistente en su bolsillo lo que lo obligó a sacarlo.

Número del consultorio.

Contestó con la voz quebrada.

—¿Sí?

Del otro lado, la voz de su abogada sonaba diferente. Más tensa. Más grave.

—Doctor Tanaka… lo siento mucho. Necesita regresar. Es urgente.

—¿Qué pasó?

—Una paciente… la señora Ayala. La que vino hace tres semanas por un carcinoma en la espalda. Murió anoche en el hospital.

Leo sintió que el piso se movía.

—¿Qué?

—Su familia presentó una denuncia formal por negligencia. Dicen que usted no actuó a tiempo, que debió haberla referido a oncología antes. Hay muchos abogados involucrados. Y el Colegio Médico ya pidió una audiencia preliminar.

—No… —susurró—. Eso no tiene sentido. Yo hice lo que debía. Le indiqué biopsia, le ofrecí opciones…

—Lo sé, Leo. Pero necesita regresar. Hoy mismo, si puede.

Leo se quedó en silencio.

Tenía el dibujo de Aiden en una mano.

El teléfono en la otra.

Y el alma rota en dos direcciones.

Una hora después, empacaba.

Cada prenda le pesaba como si llevara piedras.

Dejó la habitación donde había dormido, caminó por la plaza, pasó frente al albatros. Y se detuvo.

En la banca donde se había sentado días atrás, ahora había una flor seca, enrollada en una tira de papel.

Leo la tomó.

El papel decía:

“No sé quién soy, pero a veces creo que alguien me está esperando.”

– K.

Leo se agachó. Se llevó las manos al rostro.

Estaba tan cerca.

Mientras subía al ferry de regreso, no dejaba de mirar el mar.

Pensaba en todo lo que no había dicho. En todo lo que no había hecho.

Pensaba en cómo iba a enfrentarse ahora a su mundo real, lleno de abogados, acusaciones, firmas y silencio.

Pero sobre todo pensaba en él.

En Aiden.

En lo que habría pasado si no hubiera sonado el teléfono.

Wharekura – Esa misma tarde

Aiden caminó por la plaza, sintiéndose extraño.

Había soñado algo que no recordaba bien, pero que lo había dejado agitado. Soñó que alguien lo buscaba, que lo llamaba por su nombre en una estación llena de niebla. Que sus dedos rozaban los suyos, pero siempre un segundo tarde.

Se sentó en la banca del albatros.

Miró al mar.

Y suspiró.

Algo en su pecho dolía.

No sabía por qué.

Pero esa tarde se sentía más solo que nunca.

Casa de Thomas Makoa – Noche

Thomas leía en su sala, cuando recibió el segundo mensaje.

—Se fue —dijo su contacto del puerto.

Thomas no preguntó quién.

Solo asintió.

Encendió un cigarro.

Y sonrió.

—Te lo advertí hijo. Nadie te va a salvar esta vez.

En el ferry

Leo sostenía la hoja con la firma “Kai” y la flor seca entre sus dedos.

No podía dejarla.

Sabía que no podía quedarse más tiempo.

Tenía que limpiar su nombre, enfrentarse a todo.

Pero sentía que se estaba rindiendo justo cuando la historia estaba por cambiar.

Y sin embargo, no tenía opción.

Susurra para sí mismo:

—Espérame un poco más, Aiden. Solo un poco más.

El mar lo tragó en la niebla.

Y la isla quedó atrás.

1
Maru Sevilla
/Frown/
Maru Sevilla
El capitulo está interesante /Smile/
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