Dos vidas marcadas por cincunstancias dificiles, dos personas que se enfrentan a una realidad triste y dolorosa, marcada por la traicion, la enfermedad y la muerte, sacaran fuerzas de donde no tienen ninguna y renaceran de sus propias cenizas, esta es la historia de Aurelio Martinez y Saray Salazar.
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Cap 13: Verdades y oportunidades
Saray decidió apoyar a algunas empresas que se encontraban al borde de la quiebra aunque habían hecho de todo por mantenerse a flote sus esfuerzos no eran suficiente.
Invirtió en una pequeña empresa de procesamiento de frutas y vegetales.
La empresa se dedicaba a la elaboración de coladas para niños, mermeladas y salsas, aunque, sus productos eran buenos, otras empresas del mismo rubro la estaban socavando lo más triste es que estas empresas utilizaban muchos químicos y colorantes.
Los productos eran cien porciento orgánicos aunque utilizaban conservantes no eran tan dañinos como los empleados por las otras empresas.
Saray viajó personalmente a Canadá para cerrar el trato.
Otra de las empresas que decidió apoyar fue una ya declarada en bancarrota, una empresa tecnológica que tenía muy buenas ideas en sus comienzos, pero que al parecer sufrió un estancamiento y luego hicieron negocios con los estafadores.
Descubrió en su investigación que dicha empresa en sus inicios perteneció a una joven brillante que fue engañada por sus socios y luego la dejaron sin nada.
En un principio pensó en no comprar nada, pero se reunió con la chica a la que estafaron, quien le mostró sus nuevas ideas tecnológicas y en lugar de asociarse, decidió comprar la empresa.
Aunque los propietarios no deseaban vender no les quedo alternativa.
Los equipos se encontraban en buen estado, pero decidieron cambiar un poco la fachada y por supuesto darle otro nombre.
Fabiola Scott sería su socia y la mente maestra detrás de cada avance tecnológico.
FaSar tecnología abrió sus puertas bajo la dirección de Fabiola.
Al ser una experta en el tema ella contrató a su equipo y a una semana de la compra las mejoras comenzaron.
Nuevas oportunidades fueron brindadas por Saray.
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En la empresa importadora donde Aurelio trabajaba se revelaban grandes verdades.
Desde el despido de Aurelio todo se volvió un caos, el desorden en los libros contables daba claros indicios de quien hacia todo el trabajo administrativo.
El CEO estaba furioso, todo estaba mal y los números no cuadraban.
El jefe del área administrativo estaba más perdido que el chinito en el bosque de la China.
La secretaria de este, cansada renuncio luego de una acalora discución en donde le dijo varias verdades.
Así fue como todos supieron quien llevaba en realidad la contabilidad de la empresa, Aurelio Martínez era el pilar fundamental del área y al no estar todo se deterioró y estaba al borde del colapso.
En casa de Aurelio, este se despertaba de otra noche difícil.
La debilidad en lugar de disminuir aumentaba, la mala alimentación era principalmente el motivo.
Una semana había pasado desde que su esposa e hijo lo abandonaron a su suerte.
Desde entonces la única comida decente fue la sopa de vegetales que le preparo el abogado.
Se mantenía a base de frutas y galletas integrales, el solo levantarse para ir al baño constituía un esfuerzo gigantesco.
La ropa sucia se acumulaba al igual que el polvo en el lugar y los desechos en la basura.
No tenía a quien llamar, por idiota había cortado lazos con su familia y amigos cercanos.
Nunca socializó con sus vecinos, pues con el trabajo tan demandante a duras penas y tenía tiempo.
Su cuenta bancaria estaba en cero, contratar a alguien no era una posibilidad.
El internet lo habían cortado, no tenía saldo en su teléfono y seguro pronto cortarían la electricidad.
El poco efectivo que tenía pensaba usarlo para pedir más frutas, galletas y algunas bebidas a domicilio.
Esa mañana se sentía realmente mal, lloro en silencio y elevo una plegaria a Dios por ayuda.
Escucho toques en la puerta y pensó que alucinaba, pero los toques continuaron.
Sujetándose de las paredes camino hasta la sala, ahí estaba una mujer que reconoció como la señora de la esquina dueña de la propiedad pequeña cinco casas de la suya.
La mujer lo miro con preocupación y no era para menos, estaba demasiado pálido y con unas ojeras tan marcadas que parecía un mapache.
Señor Martínez dijo asustada y se apresuró a sostenerlo, cuando abrió la puerta.
Isabel fue como un ángel la señora de 58 años era una enfermera retirada, que al notar que nadie entraba o salía de la casa se preocupó.
Isabel lo llevo al sofá y corrió por un vaso de agua.
Aurelio le contó entre sollozos la situación, Isabel estaba consternada.
Abrió las ventanas para que entrara aire.
Reviso la nevera, la mayoría de cosas estaba descompuestas.
Limpio todo, saco la basura que olía terrible.
Fue a su casa y trajo vegetales y pollo para prepararle algo saludable.
Los vegetales se los hizo al vapor y el pollo a la plancha.
Aurelio comió despacio ante la atenta mirada de la amable mujer.
Isabel cambió las sabanas, lavo la ropa, hizo aseo general y al final del día estaba agotada, pero con una satisfacción que hacia mucho no sentía.
Aurelio se sentía un poco mejor luego de comer, por lo que se dio un baño, al mirarse al espejo noto los espacio pelones en su cabeza su cabello estaba comenzando a caerse.
Su aspecto era horrible y comprendió la cara que puso Isabel al verlo.
Para la cena le preparo una crema de vegetales y un poco de gelatina.
Aurelio no paraba de agradecerle.
Estaba por marcharse cuando un auto negro se detuvo frente a la casa.
Aurelio tienes visitas.
Imposible respondió, quien podría visitarlo.
Pues el imposible viene hacia acá y muy elegante debo decir.
El Ceo y su asustente tocaron la puerta.
Isabel abrió la puerta mientras Aurelio caminaba despacio de la cocina a la sala.
Su jefe al verlo abrió grande los ojos y es que su aspecto no era para menos.
Lo invito a tomar asiento, agradecía que todo estuviese limpio.
El CEO le contó de los problemas y de las verdades reveladas por la secretaria del ex jefe de administración quien formaba parte de los desempleados desde es misma mañana.
Le propuso llevar la contabilidad de su empresa por obvias razones lo haría desde casa, su asistente quien era en quien más confiaba le traería cada día la información que no podía ser enviada por razones de seguridad.
Aurelio se sorprendió con la cantidad que sería su nuevo salario sin contar que no debía preocuparse por el seguro.
Isabel sonreía.
¿Trabajarías para mi Isabel? le pregunto una vez su jefe y asistente se hubieron marchado.
Isabel asintió y le dedico un abrazo.
Aunque no necesitaba el dinero se aburría mucho en la soledad de su hogar, sus hijos vivían lejos y poco la visitaban.
Así que una nueva oportunidad llegaba a Aurelio sin dudas Dios escucho sus plegarias.
