La Autora Maldita

Es la hora del almuerzo y mi prometido aún no ha dado señales de aparecer. Empiezo a pensar que su 'cartita informativa' fue solo un intento barato de asustarme, pero no va a lograrlo. Mi estómago ruge más fuerte que cualquier truco barato. La comida es lo primero, y ahora es él quién tendrá que esperar por mí.

El sol calienta el jardín y el aroma de las flores se mezcla con el de la comida que acaban de servir. He pedido que me traigan el almuerzo aquí. Si mi prometido no aparece pronto, tendrá que esperar a que termine de comer. No puedo esperar más, necesito comer, porque con hambre mis neuronas no funcionan.

El sabor de la comida inunda mis papilas gustativas, una explosión de placer que me hace estremecer de felicidad. Después de crear mundos con palabras, mi mayor pasión es explorar el universo de los sabores, deleitándome con cada textura, cada aroma, cada presentación.

__Mi lady, el príncipe heredero aguarda en el recibidor y solicita su presencia__. La inesperada noticia de la visita del príncipe heredero me tomó por sorpresa en medio de mi almuerzo. Un trozo de carne, que hasta entonces me sabía al mejor manjar, se atragantó en mi garganta ante la impresión. La oportuna intervención de Leonor me salvó de un final desastroso, aunque no pude evitar lamentar el desperdicio de tan suculento bocado.

__No entiendo por qué el príncipe heredero quiere verme a mí en lugar de a mi hermana. No puedo negarme a verlo, sería una ofensa a la realeza y no necesito más problemas. Leonor, dile que lo recibiré en el jardín__. En la historia original el príncipe heredero de este imperio, en su ambición por el poder, ideó un plan para debilitar al Emperador de los cambiaformas: cortejar a Zephyr, la elegida para ser su esposa. Buscaba enamorarla para que traicionara al emperador, brindándole la oportunidad de asesinarlo y reclamar el poder. Sin embargo, sus planes se vieron frustrados cuando Zephyr vivió encerrada sus últimos dos años de vida, sufriendo un triste destino que le impidió acercarse a ella.

__Buenas tardes, mi lady. Gracias por recibirme. Llevo tiempo deseando hablar con usted, pero siempre me informan que está indispuesta. Lady Raven me comentó que su salud no ha sido la mejor últimamente, y por eso no suele salir de su habitación__. La voz del príncipe resonó en el salón, interrumpiendo el curso de mis pensamientos. Con un movimiento fluido, me levanté del asiento y, consciente de la diferencia de rango, ofrecí una reverencia respetuosa.

__Su Alteza__. Comencé, manteniendo la compostura__.

__Agradezco su presencia, pero no entiendo por qué ha venido a verme. Nunca hemos hablado en los eventos del palacio, y ahora... ¿qué pretende? Soy una mujer comprometida, y aunque usted sea el futuro emperador, su insistencia en visitarme solo puede dañar mi reputación__. La sonrisa que lo adornaba se borró de su rostro al oír mi tono frio. No pienso darle la satisfacción de creer que puede manipularme con su rango, su atractivo y sus palabras melosas.

Observé al príncipe, luchando por conectar sus pensamientos, y aproveché para examinarlo discretamente. Aunque no me agrada, debo admitir que tiene lo suyo: ojos azules, cabello rubio, piel luminosa y delicada. Pero no es mi tipo. Se ve frágil, demasiado joven. Yo prefiero hombres rudos, varoniles, mayores que yo, no un niño con una neurona perdida en un mundo que no entende y quiere dominar.

__Mi lady, lo menos que deseo es causarle problemas, pero no puedo quedarme de brazos cruzados viendo cómo se casa con un hombre que no ama, ¡y que no soy yo! Desde la primera vez que la vi, Zephyr, usted me cautivó. No puedo permitir que una su vida a ese emperador. Usted me importa demasiado, y estoy dispuesto a todo para liberarla de ese compromiso__.

__Jajaja__. No pude evitarlo. Las ridiculeces del principito sin cerebro me hicieron reír, pero mi risa, a juzgar por su expresión, no le parece gracioso que me esté riendo de él, y no con una sonrisa disimulada como las doncellas de la alta sociedad, sino a carcajadas.

__Perdón, su alteza. Creí que bromeaba, pero su rostro serio me indica lo contrario. Entienda que nuestras interacciones han sido escasas desde mi debut en sociedad, y su reputación no favorece la fidelidad. Además, le recuerdo que soy una mujer comprometida. Si bien este compromiso fue impuesto y al principio me causó gran tristeza, ahora entiendo que mi matrimonio es beneficioso para ambos imperios y ya no me molesta casarme con el emperador de los cambiaformas__.

Mi respuesta no le gustó al príncipe. Su rostro, habitualmente perfecto, se frunció ligeramente. Pero no me importó. Para mí, no es más que una lacra venenosa que nunca se ensucia las manos, prefiriendo manipular a otros para hacer el trabajo sucio.

__Mi lady__.El príncipe intentó acercarse y tomar mi mano, pero retrocedí por instinto.

__Su alteza, le ruego que me disculpe si mis palabras le parecen inapropiadas, pero debo proteger mi reputación y mi compromiso de cualquier posible escándalo. Y no olvide que mi hermana tiene un gran interés en usted. No soy de las que compiten por el afecto de un hombre con su hermana__. Ante mi negativa, el príncipe abandonó su máscara de felicidad y seducción. Su rostro se transformó, revelando la frustración de no obtener lo que desea.

__Mi lady, creo que tanto encierro ha afectado su juicio. Casarse con un hombre al que la mayoría considera una bestia, y al que no ama, no es una decisión sensata. Necesita ayuda__. La hipocresía de este príncipe es asombrosa. Si no conociera su verdadera naturaleza, quizás me enternecería su preocupación por mí "triste destino" en un matrimonio impuesto.

__Su alteza, su visión del mundo es simplista. No se puede juzgar a un hombre solo por su reputación. Mi prometido podrá ser una "bestia", pero también es un emperador competente. No espero amor, pero sí un matrimonio funcional. Recuerde, alteza, que los matrimonios de la nobleza no se basan en sentimientos, sino en alianzas políticas. Así que, por favor, abandone esa idea romántica. Mi compromiso es inquebrantable, y no pondré en riesgo el destino de dos imperios por un capricho__.

__Pero mi lady...__.

__Príncipe Brennan, la voluntad de mi prometida es inquebrantable y nuestro compromiso es sólido. Su insistencia en cortejarla me obliga a cuestionar sus intenciones, y me preocupa que sus acciones puedan poner en peligro la paz que tanto nos ha costado mantener__. Los intentos del príncipe por acercarse y replicar mis palabras cesaron abruptamente ante una voz fuerte y grave que lo interrumpió, asustandome a mi también al reconocer quien es el dueño de esa voz.