¡UN MILLÓN POR DIEZ NOCHES! (Dinastía Belf III)

El panorama que ofrecía Londres, en esa temporada decembrina era espectacular. La nieve que abarcaba casi todo Londres, además de las luces, los adornos, la música y el sentimiento cálido.

Esta era la época favorita del año de Tanya y para complacer a su hermana, Victoria se tomó el día, para hacer por adelantado las compras navideñas.

Tanya arrastraba a Victoria a cada boutique dónde veía conjuntos de ropa para ella.

—Victoria—Paremos un rato Tanya, estoy agotada.

—Tanya —Solo una boutique más, Vika.

Suplico Tanya, a lo que Victoria rodó los ojos.

—Victoria—Solo una.

Tanya volvió a arrastrar a Victoria por los pasillos del centro comercial, hasta que pasaron frente a una tienda de revistas se detuvo. Frente al cristal de la tienda se exhibían las revistas que tenían mayor venta, que eran aquellas que exponían la vida privada de las personas más importantes del medio artístico, político y del entorno empresarial.

Tanya estaba frente al cristal, mirando una en especial.

—Victoria—Apresúrate Tanya.

Tanya leyó con prisa el titular de la revista.

—Tanya—Vika, tienes que ver esto.

—Victoria—Sí tanto te interesa comprala y la leés en casa.

Tanya camino hasta Victoria y la jalo del brazo para llevarla frente al cristal.

—Victoria—¿Qué cosa quieres que vea?

Su hermano apuntó hasta la revista donde estaba publicada una fotografía de Arthur Belf y otra de Jessica Varley.

De mala gana, Victoria posó su vista en la revista que su hermana señalaba, miró primero la fotografía de Arthur y con interés leyó el título. Sus ojos se abrieron poco a poco como platos.

...LA FAMILIA BELF HERTFORD CELEBRARÁ MUY PRONTO LA FELIZ UNIÓN DE SU HIJO ARTHUR BELF CON LA SEÑORITA JESSICA VARLEY. PROMETE SER LA CELEBRACIÓN DEL AÑO, DONDE SOLO LA ALTA SOCIEDAD TENDRÁ EL PLACER DE ASISTIR....

—Tanya —Tu novio se va a casar.

—Victoria —Ya te había dicho que es mi novio, Tanya.

—Tanya—Pero, Vika...

—Victoria—Date prisa, estoy muy cansada y aún falta comprar los regalos.

Tanya observó a Victoria, supuso que debería estar molesta; sin embargo, Victoria solo mostraba indiferencia.

Continuaron con las compras, Tanya no dejó de entusiasmarse con cada cosa navideña que veía. Todo lo contrario a Victoria, quien solo fingía una sonrisa o asentía con la cabeza, cada que vez que Tanya le mostraba o le preguntaba algo.

Había intentado no darle importancia al tema de Arthur, al fin y al cabo, solo debían estar juntos nueve noches más y después de eso sus vidas no se verían mezcladas otra vez.

Pero su mente siempre le llevaba de vuelta los titulares de la revista y la fotografía de la chica, pues era la misma que había aparecido en el restaurante, "la chiquilla caprichosa" según las palabras de Arthur.

Por su parte Arthur no había hecho nada para desmentir los titulares de las revistas de chismes, para él ni siquiera tenía caso. Únicamente se tomaría el tiempo de visitar a Jessica Varley en su villa y aclararle que dicho compromiso, nunca sucederá.

A la mañana siguiente Victoria observó el calendario que había en su habitación, justo hoy se cumplían dos semanas desde la última noche que pasó con Arthur.

El timbre de la puerta sonó y como siempre Tanya salió disparada hacia la puerta para abrir.

—Tanya —Llegó algo para ti, Vika.

Gritó desde la puerta. Una pequeña emoción hizo que el corazón de Victoria diera un salto, salió de la habitación y camino hasta Tanya, ella sostenía en sus brazos una caja grande, dorada, con un moño plateado.

—Tanya—Ábrelo.

Exigió su pequeña hermana, llena de curiosidad.

Victoria deshizo el moño y quito la tapa. Dentro de la caja había un vestido muy bello y dentro de otra pequeña caja, un antifaz y un par de zapatos a juego con el vestido.

—Tanya —¿Quién te lo envió, Vika?

Pregunto emocionada.

—Victoria—No lo sé.

Tomó el vestido dorado y cuándo lo saco de la caja, un sobre blanco cayó al suelo. Victoria se inclinó hasta el suelo para tomarlo, del sobre saco una invitación muy llamativa y una nota.

"Eh anhelado verte de nuevo, espero que esta sea mi noche de suerte".

Arthur Belf.

—Tanya—¿Vika?

Victoria levantó el rostro hasta Tanya.

—Victoria—Es de Arthur.

—Tanya—¿Qué?

Tanya suspiró y se dejó caer en el sofá.

—Tanya—Que bello detalle. ¿Pero, por qué te invitaría si se va a casar?

Victoria se sentó a su lado, en silencio.

—Tanya—¿Asistirás?

Pregunto Tanya. Victoria exhaló con fuerza y molió su mente de nuevo con la pregunta de su hermana. ¿Realmente iría?

En el hotel Hertford se llevaba a cabo el glamouroso evento de máscaras, de la empresa de Arthur.

El Joven Belf removía otra vez el moño negro que yacía en su cuello, por la ansiedad y los nervios. Miró la muñeca de su mano y observó la hora por décima vez esa noche, 10:56 pm y ella aún no aparecía. Suspiró con decepción y miró hacia la puerta, su esperanza de que Victoria apareciera esa noche antes sus ojos, se había esfumado.

Una hermosa dama bajaba los enormes escalones de mármol blanco, tapizado de una fina alfombra roja.

Iba fundada en un bello vestido dorado como su cabello. El vestido marcaba a la perfección su cuerpo, que hacía ver su andar más exquisito y sensual. A su pasó dejaba a cada hombre deslumbrado y deseoso.

Arthur tomo una copa de champán y la llevó a su boca de prisa, buscaba que el alcohol le ayudara a ser más llevadera esa noche.

—Invitado—¿Quién será esa hermosa mujer?

—Invitado 2—Su identidad importa un bledo, lo interesante será saber como se escuchara su voz gimiendo mi nombre.

Murmuro con descaro un hombre cerca de Arthur, el ni siquiera se tomó la importancia de mirar hacia donde esos hombres tenían puestos los ojos, pues para él cualquier mujer sería nada, a lado de Victoria.

—invitado—Viene en dirección a nosotros.

—Invitado 2— Dirás hacia mí, observaba como salgo de aquí con mi mano en su cintura.

Aseguró el "Casanova". Se acercó a la hermosa dama con una sonrisa, que para ella parecía solo una mueca fingida.

—Invitado 2—Buenas noches...

La mujer pasó de largo, sin darle siquiera una mirada. El compañero del hombre soltó una risa burlona por su fallido intento acercarse a la dama misteriosa.

Arthur tomó otra copa cuando el mesero pasó por su lado, sin darse cuenta que por su espalda se acercó la misteriosa mujer.

—Victoria—Me invitas una copa.

Pidió ella con una voz delicada y sensual. El corazón de Arthur golpeaba fuerte su pecho, al escuchar esa voz inconfundible.