El Secreto De Lady Midnight

El taxi se detuvo justo antes de la entrada al puente. Aithana y Valeria pagaron rápidamente y se bajaron, sus ojos escanearon el lugar. Y ahí estaban. No en un auto de lujo como esperaban, sino con una actitud que las dejó boquiabiertas.

Lorenzo y Javier estaban apoyados en dos motos deportivas, que brillaban bajo las luces de los postes, como si hubieran salido de una película.

La escena era pura adrenalina y estilo.

Lorenzo, con una presencia imponente, vestía unos jeans negros ajustados que resaltaban su figura, combinados con una chaqueta de cuero negra que le daba un aire rudo y sofisticado. Debajo, una camisa negra de lana con cuello alto. Su cabello oscuro, ligeramente despeinado, le daba un toque aún más atractivo.

Javier, por su parte, tenía un estilo más desenfadado pero igual de impactante. Llevaba una chaqueta de cuero café que contrastaba con unos jeans blancos, mostrando una combinación arriesgada y con personalidad. Completó con una camisa negra, que hacía juego con la de Lorenzo.

Las chicas se quedaron inmóviles por un momento, la sorpresa grabada en sus rostros. No tenían ni idea de que estos hombres, dueños de conglomerados y con aires de empresarios, fueran también aventureros y dueños de motos tan imponentes.

No parecían, para nada, de ese tipo de hombres. La imagen que tenían de ellos se desvaneció, reemplazada por una mucho más intrigante y emocionante.

Después de unos segundos de asombro mutuo, Aithana y Valeria reaccionaron, intercambiando una mirada de complicidad antes de caminar hacia los dos hombres. Con cada paso, la curiosidad y la emoción crecían.

Al llegar junto a ellos, Lorenzo fue el primero en hablar, con una sonrisa encantadora y una voz suave.

—Buenas noches, señoritas. Me parece que nuestra aparición las ha tomado por sorpresa. ¿O me equivoco?— Su tono era respetuoso, pero con un toque de picardía.

Javier, con una sonrisa igual de cautivadora, añadió: —Nos disculpamos si hemos alterado sus expectativas. Es que, a veces, nos gusta añadir un poco de emoción a la velada. ¿Están listas para la aventura, o el impacto fue demasiado fuerte?— Su mirada se posó en Valeria, con un brillo divertido.

Aithana, aún un poco aturdida por la imagen, logró sonreír. —La verdad es que sí, nos han sorprendido un poco. No esperábamos... esto— Señaló las motos con un gesto, intentando disimular su asombro.

Valeria, recuperándose más rápido, se rió suavemente. —Digamos que nuestra idea de una salida casual acaba de tomar un giro inesperado. Pero, ¿quién le dice que no a una buena sorpresa?— Su tono era coqueto, ya lista para lo que viniera.

Javier, con una sonrisa que le iluminaba el rostro, preguntó: —¿Bueno, se quieren quedar aquí o nos vamos?—

Valeria no esperó ni un segundo. Con una agilidad sorprendente, se dirigió hacia Javier. —¡Vamos!— exclamó, tomando el casco que él le ofrecía con una risa. Se lo puso con decisión, lista para la aventura.

Aithana, un poco más reservada, se acercó a Lorenzo. Él, en lugar de simplemente entregarle el casco, se lo ofreció con una delicadeza inesperada. Luego, se inclinó ligeramente para ajustárselo, abrochando el click bajo su barbilla.

—¿No te aprieta?— le preguntó, con su voz cercana y cálida.

Aithana, un poco tímida por la cercanía, respondió con un leve —No, así está bien—

Lorenzo subió a su moto, su figura imponente esperó a Aithana. Ella, con un poco de nerviosismo, se subió detrás. Justo en ese momento, Javier arrancó su moto, el fuerte zumbido del motor resonó en la noche.

Lorenzo, antes de seguirlo, se giró ligeramente hacia Aithana. —Sujétate fuerte— le dijo, su voz resonando por encima del ruido. Aithana, sin dudarlo, rodeó su abdomen con sus brazos, sintiendo la firmeza de su cuerpo.

El motor de la moto de Lorenzo rugió y, con un movimiento suave pero potente, también arrancaron, siguiendo el rastro de luces rojas de Javier y Valeria, perdiéndose en la noche. La aventura había comenzado.

Llegaron a la calle que les había indicado Valeria, la misma donde habían estado la semana pasada.

La escena era vibrante: Camila y varios amigos de la universidad ya estaban allí, el ambiente esta cargado de risas, música y la emoción de las carreras clandestinas.

Las motos de Lorenzo y Javier no pasaron desapercibidas; varios amigos se acercaron para elogiarlas, con sus ojos brillando de admiración.

Como era costumbre en estas reuniones, las apuestas no tardaron en aparecer. Lorenzo, sin dudarlo, sacó su billetera y, con un gesto casual, pagó no solo su parte, sino también la de Javier.

Aithana, sintiendo un poco de sed, les dijo que iría por una botella de agua. Mientras regresaba, se encontró con Jacob.

Él había estado interesado en Aithana desde hacía un tiempo, pero ella nunca le había dado pie. Hoy, sin embargo, parecía más insistente.

Jacob se acercó a ella, con su mirada intensa. —Aithana, ¿por qué no vienes conmigo? Te llevo en mi moto, la pasaremos bien—

Aithana suspiró, intentando mantener la calma. —No, gracias, Jacob— Intentó seguir su camino, pero él la detuvo, tomándola firmemente de la muñeca. —Jacob, suéltame por favor, ya te dije que no—

Él se rió, y no cedió su agarre. —¿Conmigo no quieres pero con ese con que viniste sí? ¿Qué te está dando él? Yo también puedo dártelo y mejor— dijo, atrayéndola más hacia él.

—¡Jacob, suéltame!— exclamó Aithana, levantando un poco la voz. Detrás de Jacob, dos de sus amigos reían, disfrutando del espectáculo.

En ese instante, Lorenzo apareció. Su mirada se posó en la escena, y su rostro se endureció.

—Quíta tus sucias manos de ella—

Jacob soltó una risa desafiante. —¿O si no qué?— preguntó, con su arrogancia palpable.

Lorenzo dio un paso al frente, con su cuerpo tenso, y listo para la confrontación. Pero justo cuando se abalanzaba sobre Jacob, Aithana intervino. Se colocó rápidamente entre los dos hombres, poniendo sus manos en el pecho de Lorenzo, intentando detenerlo.

—Por favor, no lo hagas, déjalo— suplicó Aithana, con su voz cargada de urgencia.

En ese mismo momento, Javier llegó también, alertado por el tono de voz de Aithana y la tensión en el aire. —¿Qué está pasando aquí?— preguntó, recorriendo con su mirada a los tres hombres.

Aithana, con una rapidez mental y impresionante, se giró hacia Javier. —No es nada— dijo, intentando restarle importancia. Le lanzó una mirada rápida a Valeria, quien entendió al instante.

Valeria se acercó a Javier, tomándolo del brazo. —No es nada, Javier. Solo un imbécil que le gusta presumir— dijo, llevándose a Javier lejos de la situación, mientras Aithana intentaba calmar a un furioso Lorenzo.

Lo que menos querían era que una pelea arruinará su noche...