Las aventuras de la princesa Bella Volt del Imperio de Oro de un gran mundo mágico.
El mundo mágico también incluye las novelas
1) Cambiaré tu historia
2) Una nueva vida para Lilith
3) La identidad secreta del duque
4) Revancha de época
5) Una asistente de otra vida
6) Ariadne una reencarnada diferente
7) Ahora soy una maga sanadora
8) La duquesa odia los clichés
9) Freya, renacida para luchar
10) Volver a vivir
11) Reviví para salvarte
12) Mi Héroe Malvado
13) Hazel elige ser feliz
14) Negocios con el destino
15) Las memorias de Arely
16) La Legión de las sombras y el Reesplandor del Chi
17) Quiero el divorcio
18) Una princesa sin fronteras
19) La noche inolvidable de la marquesa
20) Ni villana, ni santa
21) Salvando a mi Ernesto
** Todas novelas independientes **
NovelToon tiene autorización de LunaDeMandala para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Esa noche
El beso que había comenzado torpe no terminó en un instante; se prolongó, se profundizó. Cada vez que intentábamos separarnos, una risa nerviosa o una mirada hacía que volviéramos a buscarnos. Mis manos rozaron su cuello, mientras las de Ernesto, temblorosas al principio, se afirmaron en mi cintura como si temiera que pudiera desvanecerme.
La tarde se deslizó entre caricias cada vez más audaces. El licor había desaparecido de nuestras manos, pero el calor que dejaba en la sangre seguía presente, mezclado ahora con otro fuego, uno que ardía más intenso y más real.
No recuerdo en qué momento dejamos el comedor. Solo recuerdo su mano entrelazada con la mía, las risas apagadas en el pasillo, los besos furtivos que se multiplicaban como si temiéramos que el tiempo nos robara esa intimidad.
Cuando la puerta de la habitación se cerró tras nosotros, el silencio se llenó de susurros entrecortados. Lo que había nacido en cartas y miradas contenidas estalló en una pasión inesperada, poderosa, que ninguno de los dos intentó frenar.
Esa noche, la habitación se llenó de una electricidad que ninguno de los dos había sentido antes. Cada roce de nuestras manos, cada suspiro compartido, parecía amplificarse en el aire, haciendo que la distancia entre nosotros desapareciera por completo.
Nos encontramos entrelazados en la penumbra, jugando con la curiosidad de cada gesto, explorando con suavidad los límites del otro. Las risas se mezclaban con susurros, y cada caricia llevaba consigo un dejo de desafío y complicidad. Era como si estuviéramos descubriendo un lenguaje secreto, solo nuestro, hecho de miradas, labios y dedos que rozaban con picardía.
El calor entre nosotros creció rápidamente, y cada intento de separarnos se convertía en un nuevo acercamiento, en un beso robado, un roce atrevido, una sonrisa traviesa. La pasión que habíamos contenido en cartas y miradas ahora se desbordaba, y aunque no decíamos palabras claras, cada gesto hablaba más que cualquier declaración.
Nos dejamos llevar por la curiosidad, el deseo y la emoción de la novedad, mezclando ternura y travesura en cada instante. La noche fue nuestra, un juego de provocación y complicidad donde las barreras desaparecieron, y cada segundo estaba cargado de ese picante dulce que solo surge entre dos personas que se desean con intensidad y confianza.la mañana siguiente nos encontró entrelazados en la cama, el sol apenas colándose por las cortinas, iluminando los mechones de su cabello oscuro. Ernesto estaba allí, pero no era el barón nervioso de antes ni el hombre rígido de etiqueta: era alguien completamente atento, delicado y considerado.
se despertó despacio, como si temiera perturbar mi sueño, y lo primero que hizo fue asegurarse de que estuviera cómoda. acomodó las mantas sobre mis hombros con cuidado, sin un gesto brusco, y se inclinó para rozar mis labios con un beso suave, lleno de ternura, como diciéndome sin palabras que todo estaba bien.
Me ofreció un sorbo de agua antes de levantarse, y cada movimiento parecía pensado para que yo no tuviera que esforzarme, para que pudiera seguir descansando. cuando me apoyé un instante en su hombro, él me rodeó con el brazo, firme pero sin presionar, y dejó que mi cabeza descansara allí mientras hablábamos en susurros, riéndonos de cosas triviales, cuidando cada palabra para no incomodarme. su mirada estaba llena de admiración y respeto, y cada gesto mostraba que no solo deseaba mi cercanía, sino que valoraba cada momento que compartíamos. incluso en la intimidad más reciente, Ernesto se mostró considerado: atento a mi comodidad, a mis emociones, a mis silencios. cada detalle era un recordatorio de que mi bienestar le importaba más que cualquier formalidad o deseo pasajero.
- me iré a dar un baño y volveré no te levantes por favor.
Bella asintió y se recostó aun asimilando todo lo que habia pasado.
[Mientras el agua caliente caía por mi espalda, no podía dejar de pensar en cada instante de la noche anterior. la sensación seguía viva en mí, pero no solo por el deseo o la pasión; había algo más profundo, algo que me hacía sonreír incluso entre el vapor y el jabón. ella me había entregado su primer beso, su primer roce verdadero… su primera vez. yo, de algún modo, había sido su primer hombre. Solo pensar en eso me llenaba de una mezcla de respeto, asombro y gratitud que aún me resultaba difícil de procesar. No era algo que cualquiera pudiera experimentar .. alguien que confiara en ti tanto como para darte su vulnerabilidad más íntima. Recordaba cómo sus ojos, entrecerrados por el placer y la ternura, me miraban mientras nos descubríamos, cómo su risa suave y sus susurros me hacían sentir que no solo me aceptaba, sino que me elegía, por encima de cualquier otra persona en el mundo. la confianza que depositó en mí era un tesoro que no tenía intención de romper jamás. Sentí un calor distinto al físico, uno que llenaba cada rincón de mi pecho.. orgullo, felicidad y un amor silencioso pero absoluto. Que Bella, una princesa, alguien que había vivido en palacios y cartas de protocolo, me eligiera para ese momento… significaba más de lo que podía poner en palabras. era un recordatorio de que la vida podía sorprenderte con regalos que nunca imaginaste, y que la felicidad verdadera podía ser tan simple y tan intensa como un susurro en la oscuridad, un roce de manos y un corazón abierto que se confía por completo. Me dejé llevar por el agua, pero sobre todo por la sensación de asombro y gratitud: sabía que jamás olvidaría esa noche, ni el hecho de que yo había sido su primer hombre, ni la responsabilidad dulce y sagrada que eso conllevaba.]
[Mientras me recostaba sobre la almohada, con el calor de la noche aún en mi piel, mi mente volvió a esos momentos que parecían suspendidos en el tiempo. Recuerdo cómo Ernesto me sostenía con cuidado, con la ternura que solo él sabía mostrar, y cómo su voz, baja y temblorosa, atravesaba el silencio de nuestra intimidad.
—Bella… te amo —me había susurrado, y el corazón me dio un vuelco—. Desde la primera carta.
Sentí cómo cada palabra se filtraba en mí como un calor dulce y persistente, y no pude evitar sonreír contra su pecho. No era solo un "te amo" dicho a la ligera; había en sus ojos, en la manera en que me miraba, una sinceridad que me atravesaba. Cada carta que habíamos intercambiado cobraba un nuevo significado, y ahora, escucharlo mientras nuestras manos se entrelazaban, mientras compartíamos un espacio que era solo nuestro, lo hacía todo infinitamente más real. Me estremecí al recordar cómo sus labios rozaban mi frente mientras pronunciaba esas palabras, y cómo su respiración se mezclaba con la mía, como si nuestro mismo aliento fuera un pacto silencioso de confianza y deseo. Era imposible no dejarse envolver por él, por la sensación de que, tras meses de distancia y cartas, finalmente habíamos encontrado un momento que era solo nuestro, un instante donde nada más importaba que ese amor que crecía con cada gesto, con cada palabra. pensé en la primera carta que me había escrito, en cómo me había presentado con tanta sencillez y a la vez tanta intensidad. Y ahora, en la penumbra de aquella noche, entre caricias y risas suaves, comprendí que todo lo que habíamos compartido en papel había sido solo la antesala de este momento: un amor que se sentía inevitable y dulce, tan natural como la respiración que compartíamos.]