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Jugando Con Fuego Libro #1

Jugando Con Fuego Libro #1

Status: Terminada
Genre:Malentendidos / Traiciones y engaños / Amor-odio / Mujeriego enamorado / Completas
Popularitas:583
Nilai: 5
nombre de autor: Mar-4538

Conoce a Morgan, deja que te envuelva en su historia y siente cada una de sus emociones como si fuera tuya.

NovelToon tiene autorización de Mar-4538 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo: 12

MORGAN.

Caleb es tan estúpido. Arruinó todo, incluso la posibilidad de una amistad. Es viernes y estoy en casa cuando suena el timbre. Me arrastro hasta la puerta, rodando los ojos.

—¿Quién carajos será ahora? —murmuro, molesta.

Abro la puerta y veo a Caleb parado frente a mí, mirando sus zapatos.

—No estoy de humor, idiota —le digo, intentando cerrar la puerta.

Pero él, por supuesto, no se rinde. Mete el pie para evitar que la cierre por completo.

—Caleb, estoy cansada. Meg no para de enviarme mensajes diciéndome que soy una hija de puta por lo que les hice a Brandon y a Jessica, y mi papá viene de visita, así que vete —le explico, desesperada.

—No me voy. Necesito hablar contigo de algo importante.

—¿De qué? —pregunto, dejándolo pasar.

Tomo asiento en el sofá y le indico que haga lo mismo.

—De mi trabajo, Morgan.

—¿Trabajas?

Él suspira, me mira fijamente y después habla. —Mi futuro trabajo.

—¿Qué hay con tu futuro trabajo? —pregunto, confundida.

—Seré el líder de una mafia —confiesa, con una seriedad que me hace estallar en carcajadas.

Caleb, en una mafia. Dios, qué imaginación.

—Y yo soy la Reina del Sur —le digo, con ironía.

—Morgan, hablo en serio —responde, con un tono cortante que me hace detener la risa.

—Pero, ¿cómo? ¿Cómo conseguiste trabajo en una mafia, y para ser el líder, nada menos?

—Bueno, la mafia es de mi padre y pasará a mis manos.

—Okay —digo, sin entender a dónde quiere llegar.

—¿"Okay"? ¿Eso es todo lo que dirás? ¿No te da miedo?

—¿Por qué me debería dar miedo?

—Porque si te estoy diciendo esto es para advertirte. Si veo que alguien se te acerca con intenciones de algo más que una simple amistad, le cortaré el pene y la cabeza —me amenaza, y mis ojos se abren de par en par.

—¿Qué? —pregunto, horrorizada.

—Así que despídete de ese amiguito tuyo, Mason, si no quieres que le corte el pene por andar entre tus piernas —dice, acercándose a mí.

Me da un beso en la boca, se da la vuelta y se va sin decir ni una palabra más.

Después de que se fue, me tomé una ducha y me vestí para cuando llegara mi padre. Me puse algo bonito y me maquillé un poco.

Estaba muy nerviosa. No sabía por qué mi padre venía, pero algo me decía que no era nada bueno.

Después de unos minutos, el timbre sonó. Sabía que era él. Caminé lentamente hacia la puerta y la abrí. En ese instante, me arrepentí.

—Hola, Morgan —dijo la que suponía que era mi madre.

Me tomó unos segundos reponerme, pero cuando lo hice, mi expresión se endureció.

—No dijiste que ella venía contigo —le reproché a mi padre.

—Morgan, esto es importante. No empecemos mal.

—Bien, pasen —respondí, con un tono frío.

Los tres nos sentamos. Esperé pacientemente a que mi padre empezara a hablar.

—Morgan, ¿cómo has estado? —preguntó mi padre, tratando de romper el hielo.

—Muy bien. Hace dos años, mi papá me abandonó por creerle a la que decía ser mi madre —le respondí, sin rodeos.

—Morgan, sé que estuvo mal, pero esto es importante y delicado.

—Entonces habla. Mientras más rápido lo hagas, más rápido se van —le dije.

Mi padre suspiró, dándose por vencido. Se dio cuenta de que no sacaría de mí a la hija que una vez fui.

—Morgan, no sé cómo decirte esto, pero... tu mamá murió cuando eras solo una bebé.

¿Qué? ¿Escuché bien? ¿Cómo era eso posible? La indiferencia de la mujer frente a mí tenía sentido. No éramos familia. No teníamos la misma sangre. No podía creerlo. Me sentía decepcionada, furiosa y dolida. Las lágrimas se agolparon en mis ojos.

—Además, tienes una hermana gemela.

—¡Qué! —grité. No podía creer que lo soltara así, sin anestesia. Perdí la paciencia y exploté. —Eres un maldito mentiroso. ¿Qué quieres lograr con esto? ¿Qué te perdone? ¿Que perdone que te fueras con la mujer que trato de matarme?

—Morgan, ella no hizo eso. Si te lo digo es porque tu tía Ana ya no puede controlarla. Quiere conocerte —dijo mi padre.

—¿Por qué? —susurré, con la voz entrecortada.

—Porque eres su hermana.

—No, ¡¿Por qué me mentiste?! ¿Por qué no me dijiste que no tenía madre y que me alejaste de mi hermana? ¡De la única persona que posiblemente me hubiera dado el cariño que tú y está mujer no me pudieron dar nunca!

—Morgan, no quería que sufrieras, hija. Escúchame...

—Dame el número de mi tía Ana —le dije, matándolo con la mirada.

Él tomó un trozo de papel, escribió el número y me lo dio.

—Ahora, lárgate de aquí. De ahora en adelante, recuerda que tu hija está muerta para ti, así como tú lo estás para ella —le dije, mirándolo con todo el odio del mundo.

Cuando se fueron, cerré la puerta y tomé mi teléfono. Marqué el número y esperé a que contestaran.

—Hola, ¿quién habla? —dijo una voz.

—Tía Ana, soy Morgan —le susurré.

—Morgan, pequeña. Espera.

Escuché otra voz y un poco de bullicio. Luego, una voz volvió a hablar.

—¿Morgan?

—¿Quién habla?

—Morgan, soy yo. Madison, tu hermana.

Le colgué.

Salí del departamento y subí a mi auto.

Las lágrimas me nublaban la vista, pero seguí conduciendo hasta mi destino. Me bajé sin siquiera cerrar la puerta y corrí a tocar el timbre.

Después de unos segundos, alguien salió. Me lancé a sus brazos, sollozando.

—Estoy tocando fondo. Necesito tu ayuda, Caleb.

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