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La Venganza De Alaia

La Venganza De Alaia

Status: En proceso
Genre:Venganza / Traiciones y engaños / Familias enemistadas / Secretos de la alta sociedad
Popularitas:4k
Nilai: 5
nombre de autor: Heidy Pilicita Y.

En un ducado renacido de las cenizas, Finnian Seraphina se alza como el salvador, ajeno a la sombra que se cierne sobre él. La enigmática Lady Nayana irrumpe en su vida, una exitosa comerciante cuyo ingenio y belleza ocultan un fuego inextinguible: el de Alaia Elowen. Impulsada por la pérdida de su familia a manos de Finnian, Alaia se infiltra en su mundo, usando sus negocios y su intelecto para tejer una red de engaño, mientras Cataleya la celosa amante de Finnian, ve su posición amenazada y se consume en la ira, Finnian se siente extrañamente atraído por Nayana, ajeno a que cada palabra halagadora, cada gesto calculado es un paso más en la implacable "Venganza de Alaia". ¿Logrará su sed de justicia consumirlo todo, o el precio de la venganza será demasiado alto?

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Capítulo 12

En cambio, Cataleya al llegar a su habitación comienza a destruir todo lo que encuentra, Los gritos de Cataleya y el sonido de la destrucción resonaron por los pasillos del ducado. Enseguida, un grupo de empleados, pálidos y temblorosos, se apresuró al despacho de Finnian para informarle del caos.

- Duque - dijo uno de los mayordomos, con la voz apenas un susurro -, la señorita Cataleya... está... está destrozando sus aposentos. Hay un gran alboroto, y no sabemos cómo proceder.

Finnian levantó la vista de sus pergaminos, sus ojos, profundos y sin emoción, se posaron en el mayordomo. No había preocupación, ni enfado, ni siquiera una pizca de curiosidad.

- Déjenla - dijo Finnian, su voz tan tranquila como siempre -, que se desahogue. Es la forma en que algunas personas manejan sus frustraciones.

Los empleados intercambiaron miradas de sorpresa y desasosiego, pero no se atrevieron a replicar. Finnian volvió su atención a los mapas y cálculos, su mente ya inmersa en la intrigante posibilidad de lo que Lady Nayana podría aportar a sus planes.

- Esperen, cuando se calme díganle que todo lo que haya que reemplazar será descontado de su paga.

- Claro Duque, permiso.

Los empleados le hacen una reverencia y se retiran, después de un largo tiempo por fin no oyen mas gritos, ni objetos rompiéndose, el mayordomo toca la puerta, junto a dos empleadas.

-  Lady Cataleya, el Duque me pide que le informe, que todo lo que se reemplace dentro de la habitación debido a su abrupto, será descontado de su paga. Si le parece apropiado las empleadas podrían ingresar a ordenar su habitación.

- No, salgan, lo harán después.

Cataleya no puede creer las palabras que le acababa de decir el mayordomo, por fin se percato del desastre que había hecho, un jarrón de porcelana fina que había estrellado contra la pared, esparciendo fragmentos afilados como dagas. Un espejo de cuerpo entero cedió bajo un puñetazo furioso, y su reflejo fragmentado se disolvió en mil astillas. Cortinas de terciopelo fueron arrancadas de sus soportes, joyas fueron arrojadas al suelo, Cataleya sin pensarlo se agacho a recoger las joyas, ciertos fragmentos de porcela y cristales rotos lastimaron sus manos, al ver sus manos sangrar la ira se disipo y entro en llanto, una vez que se calmó, llamo al personal para que la ayudara, al ver el estado de sus manos los sirvientes nerviosos tuvieron que volver a interrumpir al Duque.

Con pasos temblorosos, el mayordomo se presentó de nuevo ante Finnian, quien apenas había movido un músculo desde la última vez.

- Duque - comenzó con cautela -, la señorita Cataleya... sus manos están heridas. Necesita un médico.

Finnian ni siquiera levantó la vista de sus pergaminos, su voz, plana y distante, resonó en la habitación.

- Llamen a un doctor y encárguense de atenderla. No me molesten más, ella sola se hirió, espero que con esto entienda de una vez que cada acto, tiene una consecuencia. Tengo asuntos urgentes que resolver, recibe al doctor, encárgate de pagarle, y limpien su habitación, haz una lista de las cosas que rompió, ahora retírate.

- Como ordene Excelencia.

El mayordomo cumplió las órdenes a cabalidad, mientras esperaban la llegada del doctor saco a Cataleya de su habitación, para limpiarla, una vez que estuvo lista, le permitió el ingreso de nuevo al lugar, donde el doctor la atendió apropiadamente, tras hacer su trabajo se retiró del sitio dejando las indicaciones de cómo tratar sus heridas después, pero Cataleya hizo un pedido, quería que el Duque venga a verla.

- Lady Cataleya el Duque ha pedido que no le interrumpan con este asunto, no es posible su pedido.

- Acaso no se da cuenta que estoy en este estado por su culpa.

- Si necesita algo más, no dude en llamarnos, permiso.

- No quiero que entren a mi habitación.

Cataleya, al escuchar la indiferencia de Finnian, sintió un frío peor que cualquier dolor físico, las vendas en sus manos ardían, pero era el vacío en su pecho lo que más dolía. Era evidente, su furia, sus lágrimas, sus heridas... nada de eso le importaba. La tristeza se apoderó de ella, una pena profunda y amarga al comprender que su posición junto a Finnian era más frágil de lo que jamás había imaginado, y que, para él, ella no era más que una pieza desechable en su implacable juego de poder, no entendí como el amor que sentían se podía desvanecer en un instante.

Al día siguiente lejos del Ducado, Nayana se alistaba poniendo atención a cada detalle. No era solo una visita, el resultado de su encuentro marcaria de forma crucial su siguiente movimiento.

Su vestimenta era vital, no podía ser ostentosa, pero debía reflejar sofisticación y un gusto impecable, sutilmente exótico, que la distinguiera de las damas de la corte Seraphina. Con la ayuda de Anastasia, eligió un vestido de seda en tonos azules profundos, casi marinos, que complementaban sus ojos verdes y su cabello cobrizo. El corte era elegante y fluido, con bordados discretos en plata que insinuaban riqueza sin gritarla, la idea era proyectar confianza y una belleza serena, no desesperación por impresionar. Su actuar debía ser perfecto, sabía que él la estaría evaluando, buscando debilidades, midiendo su utilidad. Y ella estaba lista para ser la pieza que él creía poder manipular, pero que en realidad sería la que desmantelaría su juego desde dentro.

Cuando estuvo lista salió de su habitación, y al ir a la entrada de su residencia el carruaje ya la estaba esperando, a su lado, sus dos fieles guardias, silenciosos y de aspecto formidable, la protegerían, mientras Anastasia, su doncella de confianza, se mantenía cerca, su presencia reconfortante y familiar. Nayana respiró hondo, era hora de adentrarse en la jaula del león.

-  Mi señorita, está segura de lo que haremos… - cuestiona Anastasia.

-  Ya comenzamos con este camino, y no hay vuelta atrás, estoy cociente de los peligros que existen, pero estoy dispuesta a enfrentarlos.

-  Si está segura, la apoyare en todo – coloca su mano sobre la de Nayana -, no está sola.

- Gracias Anastasia, todo debe salir a nuestro favor, tenemos que reunirnos con Caspian.

- Lo lograremos, en menos tiempo del que piensa.

Nayana a lo largo del viaje veía los campos cultivados a los lados de la carretera, los pequeños asentamientos y los rostros de los campesinos que trabajaban la tierra, todo parecía haber recuperado un aire de prosperidad bajo el mando de Finnian. Era un ducado que había resurgido de sus cenizas, irónicamente, gracias al hombre que había provocado su caída.

A medida que el carruaje ascendía por el camino empedrado que llevaba al Ducado, la magnitud de la fortaleza de Seraphina se hizo más evidente, sus muros de piedra oscura se alzaban, poderosos y antiguos.

El carruaje se detuvo ante el imponente portón principal, dos guardias ducales, con el emblema de Seraphina bordado en sus jubones, se adelantaron para abrirlo, al bajar del carruaje, Nayana ajustó los pliegues de su vestido azul profundo. Su cabello cobrizo resplandecía bajo el sol y sus ojos esmeralda, ahora más alerta que nunca, absorbían cada detalle del patio interior. Los guardias la observaron con una mezcla de curiosidad y respeto. Detrás de ella, Anastasia y sus dos protectores se mantuvieron firmes, un muro silencioso de lealtad.

Un mayordomo, de aspecto grave y pulcro, se adelantó para recibirlos.

- Lady Nayana - dijo con una inclinación de cabeza, su voz formal -. El Duque Finnian la espera en su despacho, por favor, sígame.

Nayana asintió, su rostro impasible, pero por dentro, una fría determinación se asentó en su alma. Cada paso que daba por los amplios corredores del lugar, cada eco de sus tacones en el mármol pulido, era un recordatorio del propósito de su visita. No era una simple forastera buscando patronazgo, ni una rival celosa. Era Alaia Elowen, de vuelta en el corazón de su enemigo, lista para desatar una venganza que él jamás vería venir.

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Limaesfra🍾🥂🌟
y va ebtrando de a poco. La venganza es pasito a pasito
odonoroc
uy qué buena historia espero más capitulos
Limaesfra🍾🥂🌟
prepárate Alaia se fuerte, aprende a defenderte de mente cuerpo. Preparate en defensa personal espada y toda clase de armss
Limaesfra🍾🥂🌟
muy interesante, vamos a una nueva aventura
Francireth Riera
Se ve interesante...
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