NovelToon NovelToon
"Infancia Robada, Poder Sellado"

"Infancia Robada, Poder Sellado"

Status: En proceso
Genre:Venganza / Familias enemistadas / Secretos de la alta sociedad / Mundo mágico
Popularitas:3.9k
Nilai: 5
nombre de autor: Vic82728

En las tierras frías del Reino de Belfast, un niño fue arrancado de los brazos del amor y lanzado al abismo del desprecio. Victor, de apenas ocho años, sobrevive bajo el techo de sus propios enemigos, el Rey y la Reina que arrasaron su pasado. Lo llaman débil, lo humillan, lo marcan con su odio… sin imaginar lo que realmente duerme en su interior.

Esta no es la historia de un héroe elegido. Es la travesía de un alma quebrada que se arrastra por los escombros del trauma, el dolor y la soledad. Cada mirada de desprecio, cada palabra cruel, cada herida invisible es una chispa que alimenta una tormenta silente. Y cuando el momento llegue… ni el trono ni la sangre real podrán detener lo que ha nacido del silencio.

Un cuento oscuro donde no hay luz sin sombras, ni infancia sin cicatrices. Un viaje que transforma al niño temeroso en la incógnita más temida por todos.

NovelToon tiene autorización de Vic82728 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 12 – La Semilla del Odio

—Lo que yo quiero es venganza.

Su voz, aunque aún débil, cargaba algo nuevo. Algo peligroso.

—Quiero destruir el reino de Carlos. Quiero ver sus torres caer, quiero ver su trono arder… y a él, a su esposa y a su hija… suplicando.

Las palabras no eran de un niño.

Eran de alguien que ya no tenía nada que perder.

Dryas permanecía en la sala, sentada a una distancia prudente, pero sin apartar la mirada. No lo interrumpió. No hizo preguntas. Esperó.

Víctor bajó la mirada. Sus puños temblaban.

—Me lo arrebataron todo. Mi madre. Mi padre. Mi hogar… mi infancia. —cerró los ojos—. No quiero consuelo. No quiero piedad. Solo quiero que paguen.

Un silencio largo se apoderó del lugar.

—¿Y qué crees que hallarás cuando los veas caer? —preguntó Dryas finalmente.

Víctor la miró con rabia contenida.

—Justicia.

Ella asintió, con una sombra de tristeza en los ojos.

—Eso no es justicia, niño. Es fuego. Y el fuego… consume todo, incluso a quien lo enciende.

Víctor apretó la mandíbula, pero no dijo nada.

---

Horas más tarde, caminaba por los pasillos del gran árbol bajo la vigilancia silenciosa de dos centinelas hombres-bestia. Su paso era lento, por el dolor en sus músculos, pero sus ojos miraban cada rincón, cada símbolo tallado en la madera viva, cada lámpara de cristal que flotaba como suspendida por magia.

Cuando llegó a la plaza exterior, lo recibió un aire fresco que olía a hojas húmedas. La fuente en el centro murmuraba con su agua cristalina, pero las miradas que recibió fueron como piedras.

Los habitantes de Seirei no Tami se detenían a observarlo. Algunos fruncían el ceño. Otros apretaban los dientes. Había oídos susurrando cosas que él no entendía, pero podía sentir. Odio. Miedo. Rechazo.

—Un humano.

—¿Qué hace aquí?

—¿Por qué Dryas lo protege?

Una niña elfa lo miró con curiosidad, pero su madre la apartó bruscamente y le murmuró: “No te acerques, es peligroso.”

Víctor no dijo nada. Solo bajó la mirada y caminó.

Era como en el castillo. Solo que esta vez no había gritos ni golpes. Solo una indiferencia que cortaba más hondo.

---

Esa noche, Dryas se presentó ante el Consejo de Ancianos. El salón del árbol-senado estaba iluminado por esferas flotantes, y los diez ancianos de las diferentes razas no humanas esperaban con rostros tensos.

—Dryas —dijo uno de ellos, un enano de barba blanca como la sal—. ¿Trajiste a un humano a nuestra aldea?

—Sí. Y vivirá.

Un murmullo indignado recorrió la sala.

—¡Eso va contra todo lo que defendemos! —exclamó una mujer alada—. ¡¿Después de siglos de persecución, traes a uno de ellos aquí?!

—Él no es “uno de ellos”. Es un niño. Un niño que ha sido destruido por el mismo mundo que nos odia.

Otro anciano, de piel oscura y ojos dorados, habló con voz pausada.

—¿Y qué propone, Dryas? ¿Que lo adoptemos? ¿Que lo entrenemos?

Dryas bajó la mirada un instante.

—No. Solo… que lo escuchemos. Que lo dejemos respirar. Que decida su propio camino.

Hubo silencio. Tenso. Largo.

El anciano enano habló por todos.

—Solo si jura jamás levantar su mano contra nosotros… podrá quedarse.

---

Esa noche, Dryas regresó junto a Víctor. El niño estaba sentado frente a una pequeña vela, jugando con la cera seca.

—Puedo quedarme, ¿verdad?

—Sí. Pero hay condiciones.

—¿Tengo que prometer algo?

—Sí. Que no nos traicionarás. Que, si buscas venganza, no arrastrarás a este lugar contigo.

Víctor asintió, sin dudar.

—No quiero que nadie más sufra lo que yo sufrí. Solo… necesito volverme más fuerte.

Dryas lo miró, con una mezcla de compasión… y temor.

—Entonces comienza ahora. A partir de mañana, empezarás a aprender lo que significa vivir… entre aquellos que te temen.

---

Y así, en lo profundo del bosque prohibido, un niño roto por la crueldad humana, sembraba la semilla de su nueva identidad.

Una semilla regada con odio…

… Pero también con una voluntad que, si algún día florece, cambiará el mundo para siempre.

Capítulo 12 – La Semilla del Odio (Parte 2)

—¡Pero por favor… déjenme vivir aquí!

La voz de Víctor se quebró. Cayó de rodillas frente al consejo reunido, rodeado por figuras de aspecto imponente: elfos, enanos, hombres bestia, todos envueltos en túnicas ceremoniales, todos con miradas frías y desconfiadas.

—No tengo a dónde ir… Si regreso al reino de Carlos me van a matar. Lo juro. Me matarán. No quiero morir…

Sus palabras colgaron en el aire, como un susurro en un cementerio.

El Consejo de Ancianos, formado por las razas espirituales más sabias, no era conocido por su compasión. Pero incluso ellos dudaron al ver al niño tan pequeño, con los ojos rojos de tanto llorar, el cuerpo aún marcado por heridas frescas, con la desesperación tatuada en cada palabra.

—Si quieren, me iré cuando cumpla los trece años. Solo… solo déjenme quedarme hasta entonces. Yo trabajaré, ayudaré en lo que sea. Limpiaré, cargaré cosas… ¡Lo que quieran! Pero no me echen, por favor…

Una ráfaga de viento sopló por entre las hojas del Gran Árbol. El silencio era sepulcral.

Una elfa joven entre los ancianos bajó ligeramente la mirada. Su rostro, aún rígido, mostraba una sombra de duda.

—Tiene miedo —murmuró ella—. Miedo verdadero… pero también voluntad.

—¿Voluntad para qué? —espetó el enano del consejo—. ¿Para volverse uno de nosotros? ¡No es más que un humano!

—No es un humano —interrumpió Dryas, con una voz tan serena que estremeció la sala—. Es un sobreviviente.

Todos se giraron hacia ella. Su presencia era siempre etérea, como si la misma naturaleza la escuchara.

—¿No fue eso lo que fuimos nosotros, cuando los humanos nos expulsaron? ¿Sobrevivientes?

Sus palabras calaron profundo. El anciano hombre alado asintió lentamente.

—Puede quedarse. Hasta los trece años. Pero…

Víctor levantó la cabeza, sus ojos aún húmedos.

—…trabajará. Comerá poco. Dormirá donde se le diga. Y si rompe una sola regla, si hace algo que represente un riesgo para la aldea… será desterrado. Sin juicio.

—Acepto —dijo de inmediato Víctor, sin pensarlo, sin dudar.

No lo hacía por comodidad. No lo hacía por cariño. Lo hacía porque… lo necesitaba. Porque, por primera vez, había encontrado un rincón donde al menos… podía respirar.

---

Esa noche durmió en un pequeño almacén de madera al borde del pueblo. No tenía cama, solo una manta y un poco de heno. Pero el suelo no apestaba a humedad ni sangre. Y nadie vino a patearlo mientras dormía.

Para Víctor, eso ya era suficiente.

Cerró los ojos, pero no soñó.

No había espacio para sueños en un corazón lleno de cenizas.

---

Al amanecer, fue despertado por un gruñido.

—Levántate, humano.

Era un hombre-bestia alto, de pelaje gris y colmillos afilados.

—Te toca recoger las hierbas en los campos del norte. No hables. No preguntes. Solo hazlo.

Víctor se puso de pie sin decir una palabra. Tenía hambre. Le dolía todo el cuerpo. Pero no protestó.

Durante todo el día trabajó bajo el sol. Cortó raíces con las manos desnudas, cargó cubetas, fue empujado, ignorado, vigilado. A su alrededor, los niños espirituales lo miraban como si fuese una plaga. Algunos le lanzaron piedras pequeñas cuando nadie veía. Otros simplemente lo ignoraban por completo.

Él no reaccionó.

No porque no quisiera…

Sino porque sabía que, si lo hacía, perdería su único refugio.

---

Al caer la noche, regresó al almacén con las manos ensangrentadas y los pies cubiertos de barro. Se echó sobre el heno sin cambiarse. Miró al techo de madera por un largo rato.

Y murmuró, casi sin voz:

—Solo… cinco años más. Solo hasta los trece…

El viento sopló entre las grietas de la pared.

La semilla de la venganza había echado raíces.

1
Rubi Cuerbo
mui bien
Vic
No se preocupen ya subí el capítulo 36 y 37 mañana a la 7am se sube el capítulo 38
Rubi Cuerbo
quiero ver más capitulos
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play