NO RENUNCIARÉ A NOSOTROS.

Luciana.

🍁🍁🍁

Entro a mi habitación por la ventana con el corazón desbocado, lleno de nervios y angustia, me duele todo, emocionalmente. Siempre he vivido aquí, aquí nací, aquí he crecido, aquí está todo lo que amo, lo que me hace feliz, me gusta el campo, la naturaleza, los animales, el aire limpio y fresco que se respira aquí.

Amo todo, pero lo que más me duele dejar es a Alejandro, él, primero fue mi amigo y ahora mi novio, lo quiero mucho y me duele todo lo que mis padres nos están haciendo para separarnos, pero voy a obedecer, me iré al internado y estudiaré, seré la mejor en mi clase y le demostraré a mis padres que lo que siento por Alejandro es fuerte y grande, es algo bonito y sincero que nunca se olvida, voy a demostrar que ni el tiempo ni la distancia harán que deje de quererlo.

La habitación está a oscuras así que camino despacio buscando a tientas el interruptor de la luz, pero antes de encontrarlo las luces se encienden dejándome detallar a mi madre en pijama, su mirada me deja saber que está muy enojada.

Un miedo intenso recorre mi cuerpo, mi corazón amenaza con salirse de mi pecho.

_ ¿A quién estás intentando imitar, Cenicienta o Rapunzel? _ pregunta con voz dura.

_ Para imitar a esas princesas tu tendrías que ser o la malvada madrastra o la bruja. _ me atrevo a reprochar aún en medio de mi miedo.

_ ¡No seas insolente! _ se acerca y me toma de mano para acercarme más a ella. _ ¿En dónde estabas y que hacías a estás horas afuera?

_ Solo estaba tomando aire, no podía dormir, mamá. _ miento.

_ ¿A la una de la mañana? No me creas estúpida, Luciana, tengo más de dos horas esperando aquí por ti. _ me zarandea. _ vine a ver cómo estabas, y cuando llego encuentro la puerta cerrada, busqué las llaves y al entrar no hallo nada, decido esperar y la espera constó de dos horas, ya estaba a punto de despertar a tu padre y a todos los empleados para salir a buscarte ¡muchachita inconsciente!.

_ No volverá a pasar, mamá...

_ Claro que no volverá a pasar. ¿Qué hacías con ese muchacho allá afuera y a estas horas? Porque no podrás negarme que estabas con él ¿o ahora también estabas con Guadalupe? _ niego con los ojos inundados en lágrimas.

_ No hacíamos nada malo, solo me estaba despidiendo de él.

_ ¿De qué manera? _ no entiendo su pregunta así que me quedo callada. _ ¿Qué hiciste, Luciana?

_ Nada malo, mamá, solo hablamos y lloramos juntos, ninguno se quiere separar del otro, nos queremos mamá...

Ella me mira como estudiándome, repara mi rostro y luego mi cuerpo.

_ ¿Te entregaste a ese muerto de hambre? ¿Dejaste que te tocara, que se robara tu pureza? ¡Contéstame! _ está histérica.

_ ¿Qué? Claro que no mamá, entre Alejandro y yo nunca ha pasado nada, el me respeta mucho. _ me defiendo ante las acusaciones de mi madre.

_ No te creo. _ me dice y yo me retuerzo hasta liberarme de su agarre.

_ ¡Te juro mamá que Alejandro no me ha hecho nada!

_ Eso lo quiero comprobar ahora mismo.

No entiendo nada, ella sale de mi habitación y yo me lanzo a mi cama a llorar, no entiendo por qué todo debe ser tan difícil, por qué ella tiene ser así conmigo, tan dura e incomprensible.

Minutos después mamá entra nuevamente a mi habitación acompañada por una de las empleadas; la señora María, una mujer mayor de unos sesenta años.

_ Quítate el pantalón y la ropa interior. _ ordena mamá y yo me incorporo sobre la cama inmediatamente, no estoy entendiendo nada.

_ ¿Y eso para qué? _ cuestiono asustada.

_ María va a revisarte. _ dice mi madre.

_ No, no dejaré que nadie me toque, ni mucho menos me vea desnuda.

_ No he pedido tu opinión, Luciana, te he dado una orden y por tu bien obedece, si no la debes, no la temes.

_ ¿Para qué quieres que la señora María me revise?

_ Quiero saber si aún eres virgen. _ me duele su desconfianza.

_ Ya te dije que no he hecho nada, siempre me he portado bien, te juro mamá que si soy virgen. _ mi llanto se intensifica.

_ El que salgas de tu habitación a encontrarte con un muchacho a mitad de la noche, deja mucho que pensar, no confío en él, es un pobre diablo y de seguro se ha valido de trucos sucios para aprovecharse de ti. _ no sé que me duele más, el que no me crea o el que se refiera de forma despectiva hacía Alejandro, siempre he odiado que hable mal de él o del cualquier empleado, leyó sobre todo de Alejandro de su madre.

_ Créeme, mamá, te juro que soy virgen, nadie me ha tocado. _ me siento en el borde de la cama uniendo mis manos en súplica.

_ Quiero comprobarlo ¿O prefieres que lo acuse con la policía y diga que abusó de ti? ¿Eso quieres? _ niego. _ entonces obedece, quítate la ropa y acuéstate sobre la cama.

_ Lo que estás haciendo es injusto y hasta ilegal.

_ Soy tu madre.

El miedo, la rabia y la decepción se unen haciendo añicos mi vida, no me queda otra opción, con toda la vergüenza de mi vida me quito la ropa con manos temblorosas y me acuesto sobre la cama, yo jamás permitiría que a Alejandro le suceda nada malo, yo estoy segura de que aún soy virgen, Alejandro nunca me ha faltado al respeto, jamás me hecho o dicho algo que me haga sentir incómoda, el es todo un caballero.

_ Abra las piernas, señorita. _ me pide la señora María, convirtiéndose en la primera, empleada que odio, no sé cómo se puede prestar para humillarme de esta manera.

Abro las piernas despacio, y cierro los ojos fuertemente cuando ella comienza a tocarme, esto es denigrante, humillante, doloroso y vergonzoso.

_ Todo está bien señora, la señorita sigue siendo virgen. _ le dice la señora María a mi madre y entonces abro mis ojos, para mirar a mi madre con odio y dolor.

_ Jamás te voy a perdonar esto, madre.

_ Cuando seas grande me entenderás. _ es lo único que dice antes de salir acompañada por la empleada.

Y yo me arropo de pies a cabeza, envuelta en la humillación y el dolor que me causa todo lo que acaba de pasarme, una situación de estás no se la deseo a nadie...