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AETHERIA

AETHERIA

Status: Terminada
Genre:Aventura / Batalla por el trono / Viaje a un mundo de fantasía / Mundo de fantasía / Mundo mágico / Completas
Popularitas:624
Nilai: 5
nombre de autor: Yohe kim

Tres hermanos crecieron escuchando las historias de Aetheria, un mundo mágico que su madre les contaba. Tras su repentina partida y obligados a ir a un orfanato, descubrirán que Aetheria es más que un cuento... es una llave a un destino que nunca imaginaron. ¿Que sucederá con los tres hermanos?

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CAPITULO #10

—¿Qué les pasa? —preguntó Sofía, con preocupación.

—Estamos perdiendo nuestros árboles —respondió una de las dríadas—. La oscuridad está consumiendo el bosque, y nuestros árboles están muriendo.

—¿Podemos ayudarles? —preguntó Eli.

—No lo sé —respondió la dríada—. La oscuridad es muy poderosa. Pero si pudieran encontrar una forma de detenerla, tal vez podríamos salvar nuestros árboles.

Los niños se sintieron inspirados por las palabras de las dríadas y decidieron ayudarles. Sabían que debían encontrar el último talismán y detener la oscuridad antes de que consumiera todo AETHERIA.

Continuaron su camino, enfrentando peligros y superando obstáculos. En cada encuentro, aprendieron algo nuevo sobre AETHERIA y sobre sí mismos. Se dieron cuenta de que eran más fuertes y valientes de lo que jamás habían imaginado.

Después de muchos días de viaje, finalmente llegaron a un castillo oscuro y ruinoso que se alzaba en la cima de una colina.

—Este debe ser el Castillo de las Sombras —dijo Eli—. Se dice que allí se encuentra el último talismán.

Los niños se miraron, sintiendo que el momento final se acercaba. Sabían que debían enfrentarse a sus miedos y superar sus límites para salvar AETHERIA.

Después de muchos días de viaje, finalmente llegaron a un castillo oscuro y desolado que se alzaba en la cima de una colina. El castillo parecía estar hecho de sombras, y el aire a su alrededor estaba cargado de una energía negativa que les hacía sentir escalofríos.

—Este debe ser el Castillo de la Sombra —dijo Eli, con la voz temblorosa—. Se dice que está custodiado por un ser malvado que controla la oscuridad.

—¿Están seguros de que quieren entrar? —preguntó Ailan, con preocupación—. Podría ser una trampa.

—No tenemos otra opción —respondió Sofía—. El último talismán debe estar en alguna parte de este castillo.

Con el corazón lleno de valentía y temor, los niños se acercaron al castillo. La puerta principal estaba cerrada, pero encontraron una ventana rota por la que pudieron entrar.

El interior del castillo era aún más oscuro y desolado que el exterior. Los pasillos estaban llenos de telarañas y polvo, y el aire olía a humedad y descomposición. Los niños avanzaron con cautela, prestando atención a cada sonido.

De repente, escucharon un ruido extraño que venía de una habitación cercana. Se acercaron a la puerta y la abrieron lentamente. En el interior, encontraron a un grupo de fantasmas que estaban jugando a las cartas.

—¿Quiénes son ustedes? —preguntó uno de los fantasmas, con una voz espectral.

—Somos niños del mundo exterior —respondió Eli—. Estamos buscando el último talismán.

—¿El talismán? —dijo el fantasma, con una sonrisa maliciosa—. Está en la torre más alta del castillo, pero no podrán llegar hasta allí. Está custodiada por un dragón.

Los niños se miraron, sintiendo que la esperanza se desvanecía. ¿Cómo iban a enfrentarse a un dragón?

—Tal vez podamos engañarlo —sugirió Samuel—. Podemos ofrecerle algo que le guste.

—¿Qué podríamos ofrecerle a un dragón? —preguntó Ailan.

—No lo sé —respondió Samuel—. Pero debemos intentarlo.

Los niños agradecieron a los fantasmas por la información y se dirigieron a la torre más alta del castillo. A medida que subían las escaleras, el aire se volvía más caliente y el olor a azufre se hacía más fuerte.

Finalmente, llegaron a la cima de la torre. En el centro de la habitación, encontraron a un enorme dragón que estaba durmiendo sobre un montón de oro.

—¡Es enorme! —susurró Sofía, con la voz temblorosa.

—Debemos tener cuidado —dijo Eli—. Si lo despertamos, estaremos perdidos.

Los niños se acercaron al dragón con cautela, tratando de no hacer ruido. Samuel sacó una manzana de su mochila y se la ofreció al dragón.

—Toma —dijo Samuel—. Es para ti.

El dragón abrió un ojo y miró a Samuel con curiosidad. Luego, olió la manzana y la tomó con cuidado.

—Gracias —dijo el dragón, con una voz grave y resonante—. No había comido una manzana en mucho tiempo.

—¿Podemos pedirte un favor? —preguntó Eli.

—¿Qué quieren? —preguntó el dragón.

—Estamos buscando el último talismán —respondió Eli—. ¿Podrías decirnos dónde está?

El dragón sonrió y dijo:

—Está justo aquí.

El dragón se apartó del montón de oro y reveló el último talismán, una esfera de luz que brillaba intensamente. Los niños se acercaron al talismán y lo tomaron con cuidado.

—Gracias —dijo Eli—. Nos has salvado.

—No hay de qué —respondió el dragón—. Ahora, deben irse. La oscuridad está a punto de despertar.

Los niños agradecieron al dragón y salieron corriendo del castillo. A medida que se alejaban, vieron que el cielo se oscurecía y la tierra temblaba. La oscuridad estaba llegando.

—Debemos darnos prisa —dijo Eli—. Debemos detener la oscuridad antes de que consuma todo AETHERIA.

Con los cuatro talismanes en sus manos, los niños corrieron hacia el centro de AETHERIA, donde sabían que debían enfrentarse a la sombra oscuras.

Con aquellas sombras de la oscuridad, AETHERIA floreció bajo una nueva era de paz y prosperidad. Los niños, ahora convertidos en jóvenes héroes, se dedicaron a proteger los talismanes y a mantener el equilibrio en el mundo. Sin embargo, la tranquilidad no duraría para siempre.

Un día, una profecía olvidada resurgió, hablando de una amenaza aún mayor que se cernía sobre AETHERIA. Se decía que en las profundidades del Abismo, donde la Sombra Oscura había sido desterrada, una entidad ancestral conocida como el Devorador de Mundos estaba despertando. Esta entidad, capaz de consumir planetas enteros, se alimentaba de la energía vital de los mundos, dejando tras de sí un vacío desolado.

Los talismanes, sintiendo la creciente amenaza, comenzaron a vibrar con inquietud. Eli, Ailan, Sofía y Erick se reunieron en el Altar de la Luz, preocupados por la profecía. Sabían que debían actuar rápido para evitar que el Devorador de Mundos llegara a AETHERIA.

—Debemos encontrar una forma de detenerlo —dijo Eli, con determinación—. No podemos permitir que destruya nuestro mundo.

—Pero, ¿cómo vamos a enfrentarnos a una entidad capaz de consumir planetas? —preguntó Ailan, con preocupación—. No tenemos el poder suficiente.

—Tal vez haya una forma —dijo Sofía, pensativa—. Los antiguos textos hablan de un artefacto legendario conocido como el Corazón de la Creación. Se dice que este artefacto tiene el poder de controlar la energía vital del universo.

—¿Dónde podemos encontrarlo? —preguntó Erick.

—Los textos no son claros —respondió Sofía—. Solo dicen que está escondido en un lugar donde el tiempo no existe, un lugar más allá de la comprensión mortal.

Los niños sabían que la búsqueda del Corazón de la Creación sería peligrosa y desafiante. Debían viajar a lugares inexplorados, enfrentarse a criaturas inimaginables y superar pruebas que pondrían a prueba su valentía y sabiduría.

Sin dudarlo, se embarcaron en una nueva aventura, dejando atrás el Altar de la Luz y adentrándose en lo desconocido. Los talismanes, brillando con esperanza, los guiaron a través de portales dimensionales, llevándolos a mundos extraños y maravillosos.

En uno de estos mundos, se encontraron con una civilización antigua que había dominado el arte de manipular el tiempo. Los ancianos de esta civilización les revelaron la ubicación de un portal que conducía al lugar donde el tiempo no existía. Sin embargo, les advirtieron que el portal estaba protegido por un guardián, una criatura ancestral con el poder de controlar el tiempo.

Los niños se prepararon para enfrentarse al guardián, sabiendo que debían usar su ingenio y los poderes de los talismanes para tener éxito. Eli, con su liderazgo, ideó un plan para distraer al guardián mientras Ailan, con su inteligencia, descifraba los códigos que protegían el portal. Sofía, con su conexión con la naturaleza, invocó a los espíritus del tiempo para que los ayudaran. Erick, con su valentía, se enfrentó al guardián, protegiendo a sus amigos.

Después de una ardua batalla, lograron derrotar al guardián y abrir el portal. Sin dudarlo, se adentraron en el lugar donde el tiempo no existía, un lugar donde las leyes de la física se rompían y la realidad se distorsionaba.

En este lugar, se encontraron con paisajes imposibles, criaturas extrañas y fenómenos inexplicables. El tiempo fluía de forma caótica, creando bucles y paradojas. Los niños debían tener cuidado de no perderse en el laberinto del tiempo, ya que corrían el riesgo de quedar atrapados para siempre.

Después de mucho buscar, finalmente encontraron el Corazón de la Creación, un artefacto brillante y pulsante que irradiaba una energía inmensa. Sin embargo, el artefacto estaba protegido por una barrera mágica que solo podía ser desactivada por alguien con un corazón puro y una voluntad inquebrantable.

Eli, Ailan, Sofía y Erick unieron sus manos, canalizando su amor y su determinación a través de los talismanes. La barrera mágica se debilitó, permitiéndoles acercarse al Corazón de la Creación.

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Yorneth Garcia
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