Jamás imaginé que la pantalla de mi móvil pudiera cambiar mi vida y mucho menos destruirla.
NovelToon tiene autorización de ariana mejia para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Precios del amor
El tratamiento seguía, y aunque las náuseas y los dolores no cesaban, mi mente seguía enfocada en Elías, pensaba en ¿qué día viajaría a Panamá para estar con él?. Cada vez que me sentía débil o triste, me convencía de que todo valdría la pena cuando estuviera con él. Me repetía que aguantaría un poco más, que todo iba a cambiar. Me enfocaba demasiado en que tenía que sobrevivir para estar con él.
Apenas recibí el primer depósito de mi beca de estudios, me sentí un poco más tranquila. No era mucho, pero al menos alcanzaría para algunas medicinas y ahorrar para los gastos del viaje a Panamá, aunque ya empezaba a ver ese plan cada vez más lejano. Ya que aún estaba estudiando mi último grado de preparatoria.
Lo que no esperaba era que esa misma tarde, Elías me escribiera con un tono que me incomodó desde la primera línea.
-“¿Y mi regalito?”
Fruncí el ceño.
-“¿Qué regalito?” respondí, sin entender.
-“Pues ya te depositaron la beca, corazón. No seas mala, cómprame algo en Mercado Libre. Unas cartas de Pokémon, unas cartas de structures decks lo que sea. Sabes que me encantaría que tuvieras ese detalle conmigo.”
Me quedé leyendo el mensaje, sin saber qué contestar.
Por un lado, no quería ser grosera ni hacerle sentir que no me importaba, pero por otro, apenas me alcanzaba para lo mío. Ya debía dinero, debía las medicinas y mi mamá había dejado claro que no tenía para ayudarme más. El medicamento era demasiado caro pero gracias a la señora María podía estar al pendiente con mi tratamiento.
-“Elias, la verdad es que apenas me alcanza para lo mío. Tengo que pagar los estudios y las medicinas y también materiales de la escuela, aún estoy estudiando y lo sabes.”
Me respondió de inmediato.
“Ay, Isabella, siempre es lo mismo contigo. A veces parece que ni me quieres. Yo solo quiero un detalle, corazón. No es como si te pidiera un celular o algo carísimo. Pero bueno… ya veo que- cuando se trata de mí, siempre hay pretextos.”
Sentí cómo se me apretó el pecho.
-“No es pretexto, amor. Es que ando mal de dinero y de salud. Sabes mi situación médica por el momento no podré comprarte nada.”
-“Siempre tienes dinero para Mariana, para salir, para tonterías, pero nunca para mí e incluso para salir con Max.”
Eso me dolió. Porque no era cierto. Yo no gastaba en nadie más. De hecho, ni salía.
-“Yo no gasto en nadie más, Elías.”
-“Entonces no quieres esforzarte. Cuando uno ama, hace sacrificios. Yo ya le dije a mi mamá que vamos a estar juntos. Ella ya te ayudó, ¿o ya se te olvidó? También en todo lo que ha invertido en tí son demasiados dólares que no son fáciles de ganar.”
Sentí el golpe directo. Sabía que tarde o temprano me lo iba a sacar. Que usaría ese favor para exigirme cosas. Y justo ahí estaba.
Me cubrí la cara con las manos.
No era justo.
Pero tampoco me sentía con la fuerza para pelear.
Le respondí.
-“Está bien. Te voy a comprar cartas de Pokémon, pero hasta que me depositen la otra parte.”
Él contestó con un emoji de corazón y un “te amo, nena. Por eso eres la mejor novia.”
Pero lejos de sentirme bien, me sentí usada.
Esa noche, Mariana llegó a mi casa con una bolsa de pan dulce y leche. Se acostó a mi lado y, sin que yo le dijera nada, supo que algo andaba mal.
—¿Qué te hizo ahora? —preguntó.
Le conté. Todo. El mensaje de Elías, la presión, la deuda con su mamá, las exigencias, y cómo me había chantajeado emocionalmente.
Mariana solo negó con la cabeza.
—Esto no va a parar, nenita. Y entre más le des, más te va a quitar.
—Es que ya no sé cómo salir de esto —admití.
Ella me tomó la mano.
—Lo primero es dejar de justificarlo. Esto no es amor. Es control. Y tú no tienes que comprarle nada. Ni cartas, ni gorras, ni camisetas o celulares como él lo menciona. Si de verdad te amara, estaría preocupado por ti, no por lo que le vas a regalar.
Sentí las lágrimas brotar.
—No puedo, Mariana. Siento que si no lo hago… se va a ir. Me voy a quedar sola, no veo mi vida sin él, no se que hacer.
—Y si se va, nenita, mejor. Porque alguien que te mide por lo que le compras no vale la pena. Es más el novio es el que debe ser detallista contigo, mandarte flores, chocolates o cosas así y si menciona la distancia para el amor no hay imposible.
Me quedé en silencio.
No sabía si podía hacerlo.
No sabía si era capaz de soltarlo.
No sabía poner un alto a sus chantajes.
Pero por primera vez en mucho tiempo, una parte de mí empezaba a preguntarse si tenía razón.
Si lo mío con Elías… no era amor.
Y si lo había confundido todo desde el principio.