Damián Blackwood, es un Alfa dominante que ha construido un imperio oculto entre humanos, jamás pensó que una simple empleada pondría en jaque su autocontrol. Isabella, con su espíritu desafiante, despierta en él un deseo prohibido… pero lo que comienza como una peligrosa atracción se convierte en una amenaza cuando descubre que ella es su compañera destinada. Una humana...
Bajo la sombra de antiguas profecías y oscuros secretos, sus destinos colisionan, desatando fuerzas que nadie podrá contener.
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Preparativos silenciosos
Parecía que el tiempo corría velozmente, el día de la fiesta se acercaba más rápido de lo que Selene quería admitir.
Los correos internos iban y venían: recordatorios sobre la hora de la fiesta, sugerencias de vestimenta, mensajes entusiastas de compañeros que ya planeaban ir en grupo. Carla le había insistido tres veces en que salieran juntas del departamento de marketing, incluso le ofreció prestarle un vestido, pero Selene seguía en negación.
Hasta que el miércoles, al cerrar su portátil, se miró en el reflejo de la pantalla apagada, y suspiró.
—No puedo ir con lo primero que encuentre en el clóset, ¿verdad?. Es un evento importante, y no puedo ir mal vestida.—se dijo con resignación.
Esa misma noche fue al centro comercial. Tardó más de lo que quería en encontrar algo que le gustara. Nada muy ajustado, nada demasiado llamativo. Terminó eligiendo un vestido negro, sencillo pero elegante, con una caída que favorecía sus curvas sin hacerlas protagonistas. Cuando se lo probó frente al espejo, por primera vez pensó: No está tan mal.
Y por algún motivo que se negó a analizar, se preguntó si Damián la vería.
Sacudió la cabeza de inmediato.
—No seas ridícula, Montero —se dijo, saliendo del probador.
Mientras tanto esa misma semana en la oficina, la fiesta ocupaba apenas un rincón en la mente de Damián.
El evento era una formalidad, un ritual anual de la empresa que, en realidad, funcionaba como excusa para reunir a los miembros de su manada y algunos invitados de otras, bajo el pretexto de una celebración corporativa. Pero cuyo objetivo principal era ver quienes eran los bendecidos por la Diosa de la Luna. Marcus se encargaba de todos los detalles, como siempre. Y como siempre, a Damián le bastaba con aparecer, decir unas palabras antes del brindis y observar. No tenía expectativas de encontrar a su pareja, de hecho no tenía la necesidad de encontrarla aunque sabía que eventualmente eso podría pasar en algún momento.
Pero esa semana, por alguna razón, el lobo de Damián estaba más inquieto de lo habitual.
*Estás demasiado alterado* —le dijo mentalmente la noche anterior a la fiesta, mientras trabajaba en su penthouse.
*Ella irá —murmuró la voz interior —Va a estar allí, hermosa, elegante. Ansió verla.*
Damián cerró los ojos con fuerza, con fastidio y resignación.
*Ya hablamos de esto. Ella no es para ti. Ni para mí —le dijo intentándo que él entendiera —Ella no es para nosotros*
*No puedes mentirte. Tú también lo sientes. Cuando está cerca, todo en ti cambia.* —replicó su animal interior.
Damián no respondió. Porque no podía negar que él tenía razón. Lo había notado. Desde que su relación con Selene había dejado de ser un campo de batalla y se había convertido en una tregua implícita, sus sentidos estaban aún más alerta a la presencia de la muchacha, a su voz, a sus silencios.
*Tal vez la fiesta te ayude a ver las cosas mejor* — insistió su lobo.
*No hay nada que ver* —gruñó Damián en voz baja, negándose una vez más a la atracción evidente que sentía por Selene.
La fiesta se realizaría ese sábado en el lujoso salón que la firma poseía, la empresa encargada de la organización ya tenía todo listo. Solo faltaban las personas que concurrirían al evento.
El reloj marcaba las siete en punto cuando Selene se observó una vez más en el espejo de su habitación. El horario de inicio de la fiesta estaba previsto para las nueve de la noche, y aunque todavía faltaba bastante la muchacha no podía evitar sentirse nerviosa.
Pero aún, así ahí estaba ella preparándose para asistir.
El vestido negro que había elegido caía con elegancia sobre su cuerpo. Se había hecho un peinado sencillo, apenas unas ondas suaves que enmarcaban su rostro, y un maquillaje natural que solo resaltaba lo justo. No se veía mal. De hecho, probablemente se veía mejor de lo que esperaba.
Y aun así, sentía que algo no estaba bien.
Ajustó el tirante del vestido por tercera vez. Dio una nueva vuelta frente al espejo. Respiró hondo. Pero el nudo en su estómago no desaparecía.
—Es solo una fiesta —murmuró, como si con eso pudiera convencer a su reflejo —Solamente serán un par de horas, saludar a los conocidos, brindar y luego salir de allí.
Una parte de ella quería quedarse en casa, ponerse un pijama cómodo y ver una película tonta. Pero otra parte, la que era racional y un tanto obstinada le recordaba que no podía evitar todo lo que le incomodaba. Que era una oportunidad para demostrar (aunque nadie se lo hubiera pedido)que podía estar en ese mundo corporativo, en ese entorno de élite, sin perder su esencia.
Además, era solo un rato. Haría acto de presencia, charlaría lo mínimo, brindaría con Carla, y luego se marcharía sin que nadie notara su ausencia. Volvió a repetirse.
Pero no comprendía, ¿por qué tenía ese temblor en las manos? ¿Por qué sentía esa presión en el pecho, que no le daba buena espina?
Finalmente, obligándole a calmar esas ansias que sentía, Selene se sentó al borde de la cama, mirando sus zapatos. Eran bonitos, sí, pero no eran los causantes de su inquietud.
Se mordió el labio, incómoda.
"No es la fiesta lo que te tiene así" —se dijo mientras miraba el reflejo que le devolvía el espejo.
La idea le cruzó la mente como un susurro, como una verdad que no quería nombrar.
"¿Será por él?" —se preguntó titubeante.
Sacudió la cabeza de inmediato, como si con eso pudiera borrar la pregunta.
—¡No seas ridícula! —se dijo en voz alta— Solo es un evento. Solo es una noche. Y él solo es El Jefe.
Luego de eso la muchacha se obligó a levantarse, a tomar su bolso, a caminar hacia la puerta con la espalda recta. Su reflejo le devolvió una mirada firme y segura. O al menos, eso aparentaba.
Porque por dentro, esa extraña sensación seguía allí. Como una advertencia muda. Como una corriente eléctrica bajo la piel.
Pero decidió ignorarla. No tenía tiempo para darle importancia a sensaciones absurdas y desconocidas.
Después de todo, nada iba a pasar esa noche. ¿Verdad?
que de costumbre y no permita que le haga daño a Selene.