La seducción femenina es un arte que he dominado con gracia y precisión. Mi nombre es Ela West, y soy una mujer que inspira deseo y envidia en igual medida. Mi belleza es mi arma más poderosa, y la uso con sabiduría.
Mi vida estaba siendo perfecta, hasta el momento en que el socio de mi padre decide jubilarse y dejar en su lugar a su hijo mayor, quien me hizo la vida imposible siendo una niña, ahora es mi momento de hacerle la vida imposible a él.
Pero no esperaba que mis sentimientos por él volvieran a arder con tanta intensidad. Pensé que había logrado apagar las llamas de la pasión y el amor, pero parece que solo estaban dormidas, esperando el momento adecuado para renacer de las cenizas.
La memoria de nuestros momentos juntos comenzó a regresar, y con ella, el dolor y la nostalgia. La llama del amor que creí extinguida volvió a encenderse, y ahora me encuentro en una encrucijada. ¿Podremos estar juntos esta vez?
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Deseo Consumido
El calor que sentía al recorrer por mi cuerpo estaba haciendo tan sofocante. Ansiaba su toque de tal manera que hacía añicos mi orgullo y egocentrismo. En ese momento éramos piel y sensaciones, envueltos en la broma de un deseo contenido.
Nuestros labios se buscaron una vez más, perdiéndose en un juego que no daba cabida para perder o ganar. Sus labios son tan adictivos y calientes, provocan en mi ser un centenar de escalofríos que se centran en mis zonas más sensibles.
La forma de besarnos, de tocarnos y de tentarnos provocó una explosión entre nuestros cuerpos. Dante me levantó En sus brazos y me llevó consigo a un lugar incierto, donde acribilló mi cuerpo y me besó A su antojo mientras con una de sus manos envolvía mi cuello, alterando de por sí mi palpitar.
Descendió su mano por el valle de mis senos hasta llegar más abajo de mi ombligo y palpar entre sus dedos la humedad que yacía entre mis piernas. Acaricio con lentitud, pero con una fuerza tan poderosa que me hizo vibrar y gemir de gusto y ansia. Deslizaba sus dedos por mis pliegues, haciéndome mover la cadera en busca de más contacto.
Solté un sonoro gemido al instante que adentró sus dedos en mi interior y llegaron más allá de mí.
—Aunque por fuera seas tan amarga como la hiel y fría como un bloque de hielo, realmente eres tan dulce y cálida—murmuró en mis labios, explorando mis adentros de forma lenta y circular. —Te haré mía, como tanto lo he soñado y como desde un principio debió ser—
Nuestras miradas hicieron conexión y los espasmos entre mis piernas se intensificaron. No podía más, la presión de sus dedos y la fuerza de su mirada me tenía vuelta un desastre. No podía hablar, porque los gemidos no me lo permitían. Me encontraba tan sensible y no es para menos, si hace mucho tiempo no soy acariciada por un hombre.
Cerré los ojos y sentí que todo mi cuerpo caía al suelo, pero Dante me sostuvo, llegando muy profundo de mí sin perder la rapidez de sus movimientos, mis caderas se mecían al compás de sus dedos, completamente desatadas por las maravillosas sensaciones que sentía por todo mi ser
Paso sus labios en mi cuello y succionó mi piel con fuerza, creando una mezcla exquisita de placer que me hizo nublar la mente y la razón, pero cuando estaba a punto de caer vencida entre sus brazos, sustituyó sus dedos por su hombría, explotando todos los sentires que me tenían al borde de un abismo.
Se hundió en mí con rudeza ya tan profundamente como si quisiera atravesarme por completo. Se aferró a mis caderas, enterrando las uñas en mi carne mientras temblaba y cerraba los ojos con total gusto. El gemido que escapó de sus labios se me hizo tan tierno y a la vez tan sensual, que las corrientes me gobernaron y me hicieron apretarlos con fuerza.
Lo vi morderse los labios, antes de abrir los ojos y someterme a sus rudas, profundas y malintencionadas embestidas. La fuerza con la que se perdía en mí y me hacía gritar de goce era algo totalmente alucinante. La posición en la que nos encontrábamos hacía que lo sintiera más allá de mí, llegando a ese punto que ningún otro hombre había alcanzado antes.
Me aferre de su cuello y busque sus labios una vez más, dejándome envolver por el calor que se hacía cada vez más intenso entre mis piernas y de esos ricos calambres que sentía en cada golpe profundo y certero que dejaba en mí.
Me bajo al suelo y me dio media vuelta, haciendo recostar mi cuerpo sobre la barra de la cocina. Abrió mis piernas lo más que pudo y se volvió a hundir en mí con una fuerza brutal, arrebatándome un alarido que se intensificó cuando tomo mi cabello en su mano y lo tiro hacia atrás.
Me sostuve del borde de la barra al sentirme completamente rebasada. Dante no me daba tregua a nada, sus estocadas eran certeras profundas y la posición tan sucia en la que me tenía no me permitía huir de él y su intensidad.
—Eres mía y nadie podrá borrar ese hecho, así mañana lo niegues en mi propia cara— susurró en mi oído, guiando una de sus manos a mis senos.
Las corrientes se hicieron más intensas en cuanto masajeó mis senos y pellizco mis pezones. Me sentía muy caliente y satisfecha, siendo atendida por el hombre que tanto he deseado y amado. Esto se siente mejor que todos los sueños que me hice con el. Sus manos son tan grandes, suaves y calientes, encajan a la perfección en mi cuerpo.
Dejó ir mi pierna y siguió hundiéndose en mi interior con total libertad y fiereza, tocando con sus manos mis puntos más sensibles, prolongando el placer que nos mantenía envueltos hasta explotar y llegar juntos a la cima del éxtasis.
Agitados, acalorados y con las ganas mas vivas que nunca. Nos volvimos a fundir en la piel del otro. liberando todo ese cúmulo de pasión, deseos, sentimientos y sentires que se acumularon por tantos años. Con el alcohol de por medio y el deseo siendo dueños de nuestras pieles y nuestra razón, es difícil que en una noche podamos saciarnos...