Un CEO Para La Villana

ALEXANDRO MORETTI:

Observo a la pelirroja dormir en mi hombro y suspiro algo confundido.

No parece ser la chica con la que he tratado todo este tiempo.

Miro sus rosados labios y sus largas pestañas oscuras dándole un toque exótico a su lindo rostro.

—¿Se le ofrece algo de comer señor Moretti?

Pregunta la azafata y la miro de reojo.

—No por ahora, puedes retirarte.

Le digo de manera seca y ella se marcha sin más.

Con un suspiro acomodo el rostro de mi asistente en mi hombro y me dispongo a cerrar los ojos para poder descansar un poco.

EMMA:

Escucho una voz que habla de aterrizar, pero no quiero abrir los ojos y me acomodo mejor para así continuar durmiendo.

—Ya llegamos, es hora de despertar.

Escucho una ronca voz y solo suspiro deseando escucharla siempre.

—Cinco minutos más por favor.

Murmuro.

—Me encantaría, pero tenemos que abrocharnos los cinturones, así que vamos, ya despierta.

Arrugo el ceño y todo viene a mí de golpe haciendo que abra los ojos de inmediato.

Me enderezo de inmediato y observo a mi jefe que me mira alzando las cejas.

—Ya vamos a aterrizar abrochate el cinturón.

Hago lo que él me dice y comienzo a sentir como esa cosa comienza a moverse llenandome de pánico otra vez.

Alexandro toma mi mano y trata de tranquilizarme.

—Todo estará bien, vamos respira.

Hago lo que me dice y trato de respirar varias veces hasta que la cosa esa deja de moverse.

—¿Ya lo vez? Ya llegamos, no pasó nada.

Su voz calmada me da tranquilidad y yo respiro profundamente.

—De acuerdo, bajemos de esta cosa.

Digo mientras me coloco en pies, tomo mi pequeña maleta y comienzo a caminar hacia la salida.

—Si que tienes prisa por salir.

Alexandro toma mi pequeña maleta entre mis manos y se coloca delante de mí para salir.

No menciono palabra y al salir una fila de hombres vestidos de negro nos esperan haciendo que me sorprenda un poco.

Alexandro le entrega mis pertenencias a uno de los hombres vestidos de negro y este se retira de inmediato.

Caminamos un poco hasta que él se detiene frente a un auto lujoso de color negro.

—Me alegra volver a verte muchacho.

Un hombre mayor con una sonrisa se acerca a Alexandro y le da un corto abrazo.

—Marcos, lo mismo digo, ¿cómo está todo por aquí?

—Todo marcha bien.

Dice el hombre con una sonrisa genuina hasta que me mira y me saluda con formalidad.

—Señorita Miller, es un placer tenerla aquí otra vez.

—El placer es mío.

Menciono mientras busco su rostro en los recuerdos de este cuerpo, pero nada, al parecer no recuerdo todo lo que vivió la antigua Emma.

Marcos nos abre la puerta y entramos al auto mientras él se sube en el lado de conductor.

El viaje comienza y ellos comienzan a hablar en italiano, el cual entiendo a la perfección, pero como su conversación no me interesa, así que acomodo y cierro los ojos para dormir un poco.

—Ya llegamos, despierta dormilona.

Escucho su voz y la verdad estoy comenzando a odiarlo.

—¿No puedes dejarme dormir?

—No, vinimos a trabajar, no a estar durmiendo.

Le sonrío de manera forzada y me bajo del vehículo.

—Tus pertenencias ya están en la habitación, date un baño, y cámbiate que tenemos que ir a una larga y extensa reunión con unos inversionistas.

Suspiro y asiento mientras lo sigo a la elegante y hermosa casa.

—Ya sabes dónde está tu habitación, no tardes.

Dice y me quedo de pies sin saber qué hacer.

—Alexandro.

—¿Si?

—Lo casa es... No me acuerdo dónde está mi habitación... ¿Podrías decirme?

El entrecierra los ojos por unos segundos y luego suspira.

—Segunda habitación, a la derecha.

Menciona señalándome un pasillo y yo asiento dirigiéndome esa dirección.

ALEXANDER MORETTI:

—Alexandro.

Me llama Marcos y yo me giro para mirarlo.

—¿Si?

—Tengo información para tí.

Dice señalandome el despacho y yo me dirijo ahí junto a él.

Al entrar Marcos me entrega un sobre y yo lo abro de inmediato.

—¿Esto que es?

—Luego de la señorita Miller marcharse de la habitación en la que estuvo junto a usted, fue al departamento de David.

Frunzo el ceño y miro las fotos de un cuerpo en el suelo.

—¿Estás seguro?

Le pregunto y Marcos me muestra fotos de ella que fue captado por las cámaras del residencial de dónde vive mi primo.

—¿Y estás fotos?

Pregunto y Marcos suspira.

—Alguien tomó fotos de un cuerpo que estaba tirado, llamaron al nueve once y dijo que una persona se había lanzando desde el balcón desde el segundo piso.

—Investigando pude ver en las cámaras de vigilancia cuando su primo salió junto a la hermana de la señorita Miller minutos después del accidente.

—¿Crees que haya sido él?

Le pregunto a Marcos y este se encoge de hombros.

—No lo sé, pero te voy a dar un consejo, sé que esa chica siempre te ha gustado, pero debes alejarte de ella, estoy más que seguro que David tuvo algo que ver para que ella se acostara contigo.

—Marcos...

—Se que sabes que tengo razón, no es buena para tí si se está dejando usar de esa rata que se hace llamar familia tuya.

Suspiro.

—Marcos... Hay algo que no entiendo... ¿cómo puede estar tan bien si fue lanzada de una segunda, debería de estar en un hospital todavía.

Marcos me mira y luego alza la mirada al techo.

—Ese ya no es nuestro problema, solo alejate de ella, puede hacerte daño

—Vi cómo ese imbécil la golpeaba.

Murmuro sintiendo frustración.

—¿Qué?

—David, ví como esa basura golpeaba a Emma.

Marcos me mira por varios segundos para luego decir.

—Solo te diré algo Alexandro... No te ciegues con esa chica, podría ser tu perdición.

Él sale del despacho dejándome solo y paso la mano por mi cabello.

—Ya es mi perdición.

Murmuro mientras los recuerdos de aquella noche vienen a mí.