Raptada Por El Mafioso. (Temp. I)

***Elizabeth ****

Un dolor en mi abdomen me hace despertar, un poco adolorida abro los ojos para comprobar que Marc tiene su brazo en mi cuerpo, un poco asqueada intento quitar sus brazos de mí, mientras mis lágrimas se desbordan como cascada, pero causó que se despierte. Sin esperar nada lo alejo bruscamente y le dirijo una mirada de odio y repulsión.

Aún tengo los recuerdos intactos de todo el sufrimiento que he tenido que vivir por él, como maldigo el día que lo conocí.

- ¿Cómo amaneces?. - me pregunta.

¿Qué tan cínico puede llegar a ser?, como quiere que esté, cuando estoy aquí en contra de mi voluntad.

- No me responderás?, sé que estás molesta y es comprensible pero te aconsejo que entre más rápido aceptes tu nueva realidad, mejor será para todos.- dice fuertemente.

Solo siento como mi mundo se cae en pedazos, no sé que hice para que me odie tanto y quiera verme de esta manera, con mucha impotencia ahogo mis gritos entre las sabanas, pero parece que mi actitud le molesta.

- Para de llorar Elizabeth, porque he sido demasiado flexible contigo, pero mi paciencia tiene un límite que se está comenzando a acabar y te aseguro que no te va a gustar verme enojado.- dice estas palabras mientras me toma de la cara para luego soltarla y salir de la habitación.

Lo único que puedo hacer es llorar y gritar de dolor mientras tiro todo a mi alrededor.

- No sabes cuanto te aborrezco Marc Salvatore, te maldigo y quiero que sufras tanto como lo estoy haciendo yo.- Hablo con profunda amargura, solo quiero verlo tan destruido como me encuentro en estos momentos.

Luego de una hora una señora de edad avanzada entra a la habitación con comida, que según ella el médico lo recetó y es mi obligación comerlas o si no el señor no estará contento, cosa que hace explotar mi furia, así que tomo la bandeja y la dejo caer al suelo.

- Dile a tu Jefe que sus órdenes me importa un pepino, que tarde o temprano saldré de aquí.- digo decidida.

Por más que llore y maldiga mi situación no cambiará, así que debo pensar con cabeza fría y encontrar una solución.

- Señorita, porque hizo eso, el señor Marc no le agradará.- dice preocupada al observar los alimentos en el suelo.

Luego de recogerlos se retira, para darle paso a un Marc enojado que me toma de los brazos y me obliga salirme de la cama.

- Escúchame bien, harás lo que yo diga te guste o no, recuerda que tu vida están en mis manos.- Me amenaza.

- Hazlo, me harías un gran favor, porque jamás me someteré a ti, recuerda que te aborrezco con todo mi ser Marc Salvatore.- le escupo estas palabras con todo el rencor que siente mi corazón hacia él.

Puedo observar como su mirada clara se tornan oscura, haciendo ver que lo he irritado.

- No sabes a quién estás retando mi dulce Isa, puedo enviar a toda tu familia y amigos al infierno por estas simples palabras, así que cuida tu lenguaje desde ahora, porque no sé que haré si me provocas.- me susurra al oído.

Sus palabras me aterra, por su tono sé que no está jugando y de tan solo imaginar que le puede hacer a mis familiares me hace temblar.

- Desde ahora vas a ser obediente o verás las consecuencias de tus actos y deja de llorar que tu belleza se opaca y es algo que no queremos. Además, te espero para la cena y es mejor que bajes.- me advierte antes de irse.

Antes quería oponerme y dificultar su propósito, pero con esta nueva información toda cambia, dejándome como único camino seguir su voluntad.

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Me siento como una simple muñeca, la cual se encuentra enjaulada en su casa Barbie esperando que la atienda su dueño.

- Este color le queda fantástico, el señor quedará fascinado al verla con este vestido.- Habla Fernanda.

Por lo que me ha contado es su nana, la cual ha estado con él desde su infancia, me aconseja que no tome literalmente las palabras de Marc y que en la medida de lo posible no trate de llevarle la contraria.

- ¿Qué te parece este collar de rubí?, ¿no está lindo y elegantes?.- se emociona al mostrarme la joyería.

- Me da igual.- le contesto sin ganas.

No puedo olvidar que ella tiene una estrecha relación con la persona que me obliga a estar aquí, así que no debo bajar la guardia en su presencia.

- No digas eso, mírate lo bella que estás, es algo de halagar y contemplar.- intenta subirme el ánimo.

Pasan alrededor de media hora, en la cual está me peina, maquilla y relata gran parte de su vida, no sé si lo hace porque quiere acercarse a mí o ver mi reacción ante tal situación.

- Estás perfecta, nunca había visto tal belleza natural ya sé por qué mi niño fijo los ojos en ti.- asegura.

Su última frase queda resonando en mi cabeza, lo último que creo es que ese imbécil haya decidido raptarme por eso, debo de investigar si quiero saber la razón. No obstante un sonido en la puerta me saca de mis pensamientos.

- Señora Fernanda, el señor las está esperando.- avisa una persona de la puerta exterior, la cual no se atreve a pasar.

- Ya escuchaste Eli, bajemos antes que se enoje.- me anima a salir.

Sin decir palabra alguna acato su orden y empiezo a salir de la habitación, de inmediato me sorprende la vista, es una mansión muy bien decorada, con acabados en oro y con demasiado cristal, ha simple vista se ve lo elegante y cara que debe ser; deambulamos por varios pasillos hasta llegar a un enorme salón, donde se encuentra él sentado en un enorme comedor, sin querer nuestras miradas se conectan y puedo observar como su azul se intensifican, sin poder mantener mi vista decido apartarla.

- Tomen asiento. - ordena.

Rápidamente, me desplazo hacia unas sillas lejos de él y cuando tengo planeado sentarme este lo impide.

- Tu Elizabeth, te sentaras aquí.- señala una silla junto a él.

Al instante siento como mi estómago se revuelve, pero me obligo a mantener la compostura.

- No me obligues decirlo dos veces Isa.- me advierte al no notar reacción de mi parte.

Sin tener de otra, lentamente me acerco y tomo el asiento que me designó.