¿Que pasaría si un día despiertas en tu novela favorita?¿Y no solo eso sino que despiertas siendo la villana?
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Capítulo 11
En el Ducado Cortés, ya se encontraban todos en la entrada de la mansión esperando a su madre para ir a la capital. Estaban todos muy ansiosos por probar ese pastel que les prometió su hermana. Cuando la duquesa se terminó de alistar, fue a encontrarse con sus hijos y luego subieron al carruaje y se dirigieron a la capital.
***
Por otro lado los príncipes después de desayunar se dirigieron al campo de entrenamiento, luego de estar entrenando por más de dos horas, tomaron un pequeño descanso.
— ¿Hermano que es esa cara que tienes? Desdé que terminamos de desayunar con nuestros padres que no deja de sonreír y en el entrenamiento de hoy estuviste más distraído que nunca.
— No es nada Sebastián, es solo que... no nada...
— Dime que es.
— A ti no te puedo mentir, me puso feliz saber que la señorita Elizabeth no quiera comprometerse con nadie todavía.
— ¿Y eso a ti en que te afecta? Ella es libre de elegir si se quiere comprometer o no. Aparte es una señorita muy bella, es más, si no hubiera sido tu prometida, hasta yo mismo la cortejaria.
Sebastián se divertía con los gestos de la cara de su hermano, sabía que estaba celoso quería provocarlo, pero no esperaba verlo así.
Erick se acercó peligrosamente a Sebastián lo tomó del cuello de su ropa y de forma intimidante habló.
—¿Que acabas de decir? Escúchame bien Sebastián, tu a partir de ahora no la miras, no le hablas, no la saludas. ¿Queda claro? Ella es mía y ni tú, ni nadie me la va a quitar.
Sebastián estaba impactado por la reacción de su hermano, él solo le estaba haciendo una broma y casi lo golpea. Se soltó de su agarré y le contesto.
— ¿Pero que demonios te pasa? Solo te estaba molestando, jamás me interesó la señorita Elizabeth de esa manera. Ay hermano, que mal que estas, porque que yo sepa tú compromiso con ella ya se acabó, ella es libre de elegir a un nuevo prometido y tú no lo puedes impedir.
Erick miro a su hermano un poco más relajado pero aún con el seño fruncido respondió
— No sé, no sé que me pasa. Pero pienso en ella en cada momento, no logro concentrarme en nada. Desde que me dijo que no sentía nada por mí, pienso en ella noche y día, siento que me voy a volver loco.
— Ay Hermano tu si que eres un idiota, estás enamorado de ella. Pero ahora la pregunta aquí es ¿que vas hacer? Tenes que solucionar esto antes de que aparezca alguien que si la valore y te la arrebate de tu lado. Ahora lo que yo no entiendo es ¿por qué si sentías algo por ella la tratabas con tanta indiferencia y hostilidad?
— Es que yo nunca quise este compromiso, y al ver que ella parecía estar feliz con que nos obligarán a casa sin amor, me molestaba, me había convencido de que ella solo quería el puesto de emperatriz, pero con el paso de los años la ví crecer y convertirse en la mujer hermosa que es hoy y me cautivó. Juré no dejarme engañar por ella, así que decidí alejarme y tratar de alejarla de mí, pero ahora que lo conseguí siento un vacío en el pecho que no me deja respirar. No sé que hacer hermano.
Sebastián se mantenía en silencio porque él sabía todo lo que le costó a su hermano decir esas palabras. Erick era muy poco expresivo y que se confesara de esa manera con el era un gran avance.
Después de un breve silencio Sebastián volvió a hablar.
— Conquistala... ella no te recuerda , eso quiere decir que no recuerda lo idiota que fuiste .
— ¿Tú crees que funcione? No estoy muy seguro de que ella me quiera ver .
—:En tres semanas volvemos al instituto, aprovechar con la excusa de que quieres ayudarla a qué se vuelva a adaptar. Con intentar no pierdes nada.
— Tienes razón, espero que me dé la oportunidad de acercarme.
***
Mientras tanto la duquesa con sus hijos recorrían la capital, los nobles que la veían pasar la saludaban cortésmente y se preguntaban ¿quiénes eran esos niños que la acompañaba? .
Compraron muchas cosas, juguetes, libros y ropa más sencilla como para todos los días. También compraron una gran cantidad de ropa y juguetes para los niños del orfanato, pero esto sería enviado directamente desde las tiendas con una carta diciendo que la donación provenía del Ducado Cortés. Caminaron por horas hasta quedar agotados, fue entonces que la duquesa les ofreció ir a un restaurante que quedaba cerca de donde estaban.
— ¿Niños quieren comer algo antes de regresar?
— Ay madre hasta que pon fin escuchaste el gruñir de mi estómago, estoy que me desmayo del hambre.
— Ja,ja,ja Elizabeth tu si que te pasas, ¿por qué no solo me dijiste que tenías hambre?.
—Es que te veía tan feliz comprando que no quería arruinar tu salida.
Mía— Mami hada yo también tengo hambre.
— << Y yo...>> — Dijeron todos los demás al mismo tiempo. La duquesa solo sonrió y se encaminaron a un restaurante.
Al llegar allí les dieron una mesa junto a una ventana, y Elizabeth se encargó de hacer los pedidos de las comidas de sus hermanos y de ella y la duquesa eligió la suya .
Luego de un rato se acercó un mesero con sus platillos era fideos con estofado.
Elizabeth ya se había acostumbrado a cortarle los alimentos a sus hermanos, así que se levantó de su asiento y cortó la carne, y un poco los fideos de sus hermanos para que no batallarán con su comida. Lizbeth al ver lo que hacía su hija también se dispuso a cortar los alimentos de los demás niños.
Este detalle no pasó desapercibido por todos lo nobles que se encontraban en aquel restaurante.Todos quedaron sorprendidos por como Elizabeth trataba a esos niños plebeyos y mucho más por qué estaba compartiendo mesa con ellos, cuando era bien sabido por todo el imperio que elizabeth era clasistas, arrogante y narcisista.
Mientras que los nobles no daban crédito de lo que veían, la duquesa y sus hijos eran ajenos a esto ellos estaban disfrutando de su almuerzo en familia, hasta que por la puerta del restaurante entro el duque Stefan y se acercó hasta su familia.
— Creo que llegue justo.
— Claro Cariño recién empezamos, pero no me habías dicho que nos alcanzabas, sino te hubiera pedido junto con nosotros.
— Es que termine muy rápido mi trabajo y supuse que comerían aquí, así que decidí alcanzarlos. Ya me estoy acostumbrando a comer en familia.
Mía— Ven papi siéntate aquí conmigo.
Al duque se le expandió la felicidad en su cara al oír como Mía lo llamaba, cada que los niños le decían papá hacía que su corazón latiera fuerte.
Stefan sin perder tiempo se sentó en el lugar de Mía y ella en su regazo. La duquesa por su parte ya había pedido la comida de su esposo y estaban esperando a que se la trajeran. Mientras tanto Mía cada tanto le daba de su comida no sin antes soplarla para que el duque no se quedará.
Mientras que ellos disfrutaban felices su almuerzo ajenos a todas las habladurías de la gente del lugar, muchos nobles estaban totalmente atentos a ellos. Empezaron a murmurar y a preguntase quiénes eran esos niños que por las ropas tan sencillas y la falta de etiqueta se le notaba de lejos que no eran más que un montón de plebeyos. Otros ya empezaban a idear planes de acercarse con sus hijos para poder hacerse cercanos de los duques y así también poder hacer negocios con el duque , quién era dueño de dos minas de oro y una de diamante. Además también estaba en el negoció agrícola y ganadero, sin contar que tenía tres viñedos que producían el mejor vino del imperio. La familia Cortés tenía una historia de como trecientos años, dónde por generaciones amasaron fortunas y cada vez su patrimonio crecía más.
Es por eso que todos estaban interesados en acercarse a esa familia, pero el duque era un hombre muy frío y poco cortes, nadie se explicaba como era tan cercano al emperador siendo un hombre con un carácter como el de él. La duquesa, por otra parte, era una mujer amable, pero al igual que el duque se mantenían fuera de los circulos sociales, todos decían que era porque se creía mucho al igual que su hija ,y por último estaba Elizabeth que como ya había comentado la tenían en el peor concepto. Mientras que ellos seguían murmurar y creando suposiciones de quienes podían se los niños, la Familia Cortés pago la cuenta y salieron del lugar .
— Es la última vez que venimos aquí. Podía sentir las miradas de todo el mundo.
— Ignóralos cariño, es solo que nunca salimos, y también se deben estar preguntando quiénes son los niños.
—Si tienes razón. Sabes que, mejor vamos a presentarle los niños a Federico y Clariza. Hoy me llegó una carta de ella diciendo que iban a ir por la tarde al ducado, pero como no sabía a qué hora terminarían ustedes le dije que mejor iríamos nosotros en cuanto nos desocuparamos.
— Oh... está bien cariño, vamos entonces.
Y así se dirigieron todos al palacio, y aunque a Elizabeth no le agradaba mucho la idea de tener que verle la cara al principito, no podía hacer nada, sus familias eran muy amigas y era obvio que en algún momento se lo iba atener que encontrar .