Rachel tomó una profunda bocanada de aire, intentando a toda costa lograr la calma que tanto anhelaba. Sabía que Castiel estaba simplemente disfrutando de la situación, sin preocuparse por el impacto que podía tener en ella, y eso solo aumentaba su incomodidad. A pesar de su esfuerzo por tranquilizarse y liberar la tensión acumulada, no podía evitar sentir una leve inquietud que la acompañaba en ese momento. La mezcla de emociones la envolvía, y era difícil para ella deshacerse de esa tensión que la oprimía con cada latido de su corazón.
_ Castiel, debes saber que Evand y yo hemos llegado a un acuerdo _ contestó Rachel, con el esfuerzo visible de mantener la calma en su tono de voz _. No hay nada más que eso, sin segundas intenciones ni complicaciones adicionales.
Evand, quien había permanecido en silencio observando todo lo que sucedía a su alrededor, sintió la necesidad de intervenir en la situación. Su mirada, atenta y contemplativa, había captado cada pequeño detalle, cada gesto y susurro de los presentes. Después de una breve pausa para sopesar sus palabras, finalmente decidió que era momento de alzar la voz y contribuir al diálogo que se estaba desarrollando.
_ Castiel, creo que ya hemos llegado al límite _ expresó con una sonrisa que apenas lograba disimular su incomodidad _. Este no es ni el momento ni el lugar adecuado para hacer este tipo de chistes.
Castiel alzó las manos con un gesto claro de rendición, mostrando sus palmas hacia adelante como un signo de que no tenía intención de luchar ni de oponer resistencia. Su postura denotaba una aceptación total de la situación, como si estuviera entregándose a la voluntad de los demás, dispuesto a acatar cualquier decisión que se tomara en ese momento.
_ Está bien, está bien. Solo quería observar tu reacción, Rachel. No quiero que te lo tomes de forma negativa.
Rachel asintió con la cabeza, aunque una punzada de incomodidad la invadió. La fiesta seguía su curso, pero la atmósfera estaba cargada de tensión, casi como si se pudiera cortar con un cuchillo. En medio de risas y conversaciones animadas, la mente de Rachel no podía escapar de lo que había pronunciado Castiel. Se preguntaba si, en el fondo, había alguna verdad en sus palabras, incluso si solo había sido una broma. Esta inquietud la mantenía en un estado de alerta, sumergida en sus propios pensamientos mientras intentaba participar en la celebración que la rodeaba.
La jugada ya había concluido y Rachel se encontraba en la comodidad de su hogar, reclinada sobre el sofá, disfrutando de un momento de tranquilidad. Sin embargo, su paz se vio interrumpida por un insistente sonido proveniente de la puerta. Intrigada, se levantó de su posición y comenzó a caminar hacia la entrada. Al girar la manija, se encontró frente a Patrick Pemberton, un conocido de su entorno profesional.
_ Buenas tardes, Rachel. Te pido disculpas por la intromisión, pero he llegado hasta aquí con el objetivo de informarte que hay una persona interesada en adquirir una parte de tus acciones.
_ Buenas tardes, Patrick. Comprendo la situación, pero me gustaría saber en qué lugar se encuentra esa persona en este momento.
Patrick exhaló un suspiro profundo, casi como si intentara deshacerse de la carga que llevaban sus pensamientos. Se detuvo por un momento, cerrando los ojos brevemente, como si buscara claridad en medio de la confusión que lo abrumaba. Al abrirlos de nuevo, se recompuso y retomó la tarea que tenía entre manos, decidido a no dejar que sus inquietudes lo distrajeran más.
_ En este momento, el señor se encuentra en su empresa, aguardando en la sala de juntas.
Una vez que Patrick se retiró, Rachel sintió la necesidad de apresurarse a alistarse y se encaminó rápidamente hacia el lugar donde se llevaría a cabo la reunión. Al llegar, cruzó la puerta de la sala de juntas y se encontró con la figura del enigmático inversionista que la esperaba. Sin embargo, al verlo de espaldas, su corazón comenzó a latir con fuerza. Se trataba de Mateu Carpenters Soffici, alguien que había marcado de manera significativa su vida en el pasado, dejando una impresión indeleble en sus recuerdos y emociones.
Mateu se volvió y, con una sonrisa cordial que reflejaba amabilidad, la saludó con un gesto de cortesía. Rachel, al ver esa escena, se sintió completamente sorprendida y sin palabras. Seis años atrás, él había tenido un lugar muy significativo en su vida y en su corazón, llegando a transformarse en su amor imposible, ese con el que siempre había soñado. Sin embargo, el recuerdo de Mateu no solo evocaba momentos felices; también estaba impregnado de un profundo sentimiento de tristeza, ya que su presencia había sido la causa de mucho sufrimiento y desilusión en su vida. La mezcla de nostalgia y melancolía la invadió al enfrentarse a aquel fantasma del pasado.
_ Esto no puede estar sucediendo... No es posible que seas tú. ¿Cómo es que tenías que ser tú en este momento? _ dijo, mientras sus manos comenzaban a temblar incontrolablemente, llenas de ansiedad y decepción.
_ ¿Qué te sucede, Rachel? ¿No sientes la emoción de volver a verme? _ preguntó, mientras una sonrisa asimétrica se dibujaba en su rostro, revelando una mezcla de curiosidad y juego.
Rachel se incorporó de un brinco, su corazón latiendo con fuerza, y salió disparada de la sala de juntas como si una corriente eléctrica la hubiese impulsado. Nunca en su vida habría imaginado que cruzaría sus caminos nuevamente, y mucho menos en una situación tan inesperada y tensa como la que estaba viviendo en ese momento. La sorpresa y la confusión se mezclaban en su mente, creando un torbellino de emociones que la llevó a actuar de manera casi instintiva.
Mientras ella corría desconsoladamente, con lágrimas fluyendo de sus ojos, abandonó apresuradamente la sala de juntas. En su afán de escapar, se encontró de frente con Patrick, quien, al ver su estado, se mostró alarmado y la detuvo con delicadeza. Su preocupación era evidente mientras intentaba comprender lo que había sucedido.
_ ¿Qué ocurrió, señorita? ¿Por qué está llorando? _ preguntó Patrick, mostrando una profunda preocupación en su rostro.
No obstante, Rachel lo ignoró por completo, logrando zafarse de su agarre con una determinación desesperada. Los sollozos brotaban de sus ojos sin cesar mientras se lanzaba a la carrera, buscando la libertad que parecía tan lejana. Con el corazón desbocado, corrió hacia su coche, subió presurosamente y encendió el motor. El vehículo rugió al arrancar y, acelerando a fondo, se alejó con rapidez, dejando atrás lo que había vivido, mientras las lágrimas continuaban fluyendo como un torrente incontrolable. Tras varios minutos de angustiante trayecto lleno de emociones desgarradoras, por fin llegó a la tranquilidad de su hogar.
Evand se encontraba en la sala disfrutando de una taza de café cuando, de repente, vio a Rachel entrar llorando. Alarmado por su estado, no dudó ni un instante en seguirla, con la esperanza de poder ofrecerle algo de consuelo. Rachel, entre sollozos, comenzó a abrirse sobre su situación, revelando que Mateu había sido tanto su amor como su mayor sufrimiento. Con nostalgia y dolor, recordó un instante crucial de su pasado, cuando había tomado la decisión de confesarle sus sentimientos a Mateu. Sin embargo, aquel momento había terminado en desastre; Mateu la había lastimado de una manera profunda y significativa. Ahora, inesperadamente, Mateu había regresado.
La pregunta retumbaba con intensidad en su cabeza: ¿qué había llevado a Mateu a decidir volver a formar parte de su vida? ¿Cuáles podrían ser sus verdaderas intenciones, escondidas tras una fachada de aparente sinceridad? Rachel se sentía como si estuviera atrapada en un torbellino de emociones contradictorias, mientras su corazón se enfrentaba a una intensa lucha interna. Por un lado, aún albergaba un profundo odio hacia él, el cual parecía no desvanecerse; por otro lado, había un resentimiento que había ido acumulándose en su interior con el tiempo.
Cada vez que traía a su mente los momentos del pasado que había compartido con él, una sensación intensa y abrumadora la invadía. Era como si cada recuerdo viniera acompañado de una ola de emociones contradictorias: la nostalgia por los instantes felices y la tristeza por lo que había sido, junto a una incertidumbre sobre lo que podría haber sido. Sus pensamientos se entrelazaban, creando un torbellino en su interior que la mantenía atrapada entre la dulzura del pasado y el dolor del presente.
_ Mateu _, dijo ella, levantándose de un salto mientras las lágrimas continuaban fluyendo por sus mejillas. _ Mateu ha vuelto...
_ ¿Y quién es esa persona? _ preguntó Evand, sin poder recordar quién era.
_ Él fue la persona que arruinó por completo mi vida...
...<
...6 Años Atras...
_ Querida amiga, ¿estás completamente convencida de que quieres proceder con esto? _ preguntó Lissa, que mostraba una clara expresión de inquietud en su rostro.
Sus cejas se fruncieron y sus ojos reflejaban preocupación, como si dudara de la decisión que su amiga estaba a punto de tomar.
_ Sí, he tomado la decisión de abrirme y confesarle a Mateu lo que siento por él. Hoy será el día en que le diré, sin reservas, cuánto lo amo _ afirmó con una firmeza contagiosa en su voz.
_ No estoy del todo segura _, confesó Lissa, mientras fijaba su mirada en su amiga Rachel. Su expresión reflejaba una creciente inquietud. _ Mateu no parece ser alguien en quien se pueda confiar _ continuó, dejando entrever la ansiedad que la invadía. _ Te sugiero que seas cautelosa, que mantengas el silencio y evites revelar cualquier información personal sobre ti _, aconsejó Lissa, con un tono de voz firme que subrayaba la seriedad de su preocupación.
En ese momento, Rachel se sentía completamente resuelta. Anhelaba confesarle a Mateu, mirándolo a los ojos, cuánto lo amaba. Sin embargo, lissa había notado que su amiga, había intentado declarar su amor por él en numerosas ocasiones, sin que él prestara atención a sus palabras.
Mientras que Rachel, se encontraba atrapada en sus pensamientos mientras esperaba que sonara el timbre, que marcaría el final de su espera y la oportunidad perfecta para abrir su corazón. Sin embargo, cuando finalmente el sonido resonó, se dio cuenta de que había cometido un gravísimo error al no darse cuenta antes de que sus sentimientos eran más complicados de lo que había imaginado.
Rachel, sintiéndose nerviosa pero con una determinación firme en su interior, se aproximó a Mateu. Su corazón latía con fuerza, y su mente revivía las mil y una razones que la habían llevado a este momento. Anhelaba abrir su corazón y revelarle lo que sentía, algo que había mantenido oculto en lo más profundo de su ser durante un tiempo considerable. La tensión en el aire era palpable, y aunque sus manos temblaban levemente, sabía que había llegado la hora de dar ese importante paso.
_ ¿Mateu? _ inició Rachel con un tono de voz un poco nervioso, sintiendo cómo el corazón le latía con fuerza. _ Hay algo que he guardado en mi interior y que siempre he querido compartir contigo. Me gustas de verdad, y me encantaría que aceptaras ser mi novio.
En ese instante, Mateu no pudo contenerse y comenzó a mofarse de ella, lanzando comentarios despectivos que la ridiculizaban ante la mirada de todos los presentes. Su actitud despreciativa hizo que se sintiera profundamente avergonzada y menospreciada en medio de la multitud.
_ ¿Yo te gusto? _ Se rió a carcajadas, su risa resonando con desdén. _ Eres realmente poco agraciada, un auténtico adefesio. No puedes dejar de lado todas esas pecas que cubren tu rostro y esos dientes torcidos que apenas logran alinearse. Y ni hablar de esos brackets que llevas puestos, junto con esos gruesos lentes que usan tus ojos. Eres, sin lugar a dudas, una completa desgracia.
Ámbar, una amiga íntima de Mateu, se incorporó a las carcajadas que inundaban el entorno y al ambiente humorístico y burlón que había surgido entre los miembros del grupo. Su risa, vibrante y contagiosa, se entrelazaba con los comentarios ingeniosos y divertidos que todos estaban intercambiando, lo que contribuyó a generar una atmósfera de camaradería y complicidad que hacía que el momento resultara aún más doloroso y embarazoso para Rachel.
_ La chica poco agraciada está intentando acercarse a mi Mateu _ comentó con un tono lleno de desprecio _. No te hagas falsas esperanzas, Rachel. No eres digna de él; no tienes lo que se necesita para estar a su altura.
Mateu levantó la voz y, con un tono burlón, proclamó: _ ¡Escuchen, todos, a la fea le gusto yo! _ Sus palabras reverberaron en el ambiente, fusionando una sensación de sorpresa y burla, mientras las pronunciaba a todo pulmón.
La exclamación captó la atención de quienes lo rodeaban, generando una mezcla de reacciones entre risas y miradas atónitas. Su tono juguetón y provocador hacía que la situación se tornara aún más intensa, como si estuviera disfrutando de la incomodidad que su comentario podía provocar.
_ La fea. _ Repitió Rachel, sintiendo que su corazón se desgarraba en mil pedazos.
La joven, a quien todos consideraban poco agraciada, estaba atravesando un momento de profundo dolor. Rachel experimentó una sensación abrumadora, como si su corazón se estuviera rompiendo en mil fragmentos, cada uno simbolizando una herida que la atravesaba. La tristeza la envolvía, y cada latido parecía intensificar ese desgarrador sufrimiento emocional, dejándola sin aliento y llena de desconsuelo.
Ámbar dirigió su mirada hacia Mateu y, con voz despectiva, comentó: _ La chica poco agraciada desea estar a mi lado, junto a mi querido Mateu. _ Exclamó _ No te engañes, no tienes las cualidades necesarias para estar con alguien tan apuesto como él.
_ Lamento tener que expresarte esto de esta forma, pero la realidad es que no ocupas un lugar significativo en mi vida. Lo mejor para ti sería que tomaras distancia y buscaras un nuevo rumbo, ya que no cuentas con la belleza que considero necesaria para estar a mi lado, _ afirmó Mateu, alzando la voz con firmeza. _ De ninguna manera estaré contigo.
_ ¡Escucha, idiota! No te atrevas a hablar así de mi hermana _ intervino Henry, su voz resonando con autoridad y determinación.
_ Lo siento por decirte esto, Henry, pero tu hermana nunca debió haber llegado a este mundo _, exclamó Mateu con una expresión seria en su rostro. Luego, volviendo su mirada hacia el grupo, añadió con una voz alta y llena de intención: _ ¡Oh no, chicos!
_ Sí, eso es verdad _ respondieron todos al unísono, alzando la voz con una certeza inquebrantable.
Henry agredió físicamente a Mateu, dejándolo con lesiones graves. Como consecuencia de esta acción violenta, Henry fue sancionado con una suspensión de cinco días. Sin embargo, en un giro inquietante de los acontecimientos, las autoridades escolares decidieron no tomar ninguna medida contra Mateu, dejándolo sin ninguna repercusión por lo ocurrido, como si nada hubiese sucedido.
Tras transcurrir dos días, Evand decidió dirigirse a la casa de Henry con el propósito de buscarlo. Sin embargo, Mateu también estaba en la misma búsqueda de Henry. Cuando se encontraron, Mateu aprovechó la ocasión para disculparse por lo ocurrido, y Henry, en un gesto de grandeza, aceptó sus disculpas y lo perdonó. A pesar de este acto de reconciliación, Evand no podía dejar de sentir desconfianza hacia Mateu, lo que generaba un ambiente tenso entre ellos.
Mateu propuso que jugaran a las traes, y todos estuvieron de acuerdo con la idea. Evand, entusiasmado, le comentó a Henry que iba a escalar hasta el tejado para intentar localizar a los otros chicos que estaban jugando. Antes de irse, le pidió a Henry que se quedara en su lugar y no se moviera mientras él iba a buscar una silla que le ayudara a subir. Sin embargo, en ese instante, Henry vio la oportunidad y decidió treparse él mismo al tejado. Cuando Evand regresó con la silla, se dio cuenta de que Henry ya había tomado la iniciativa de subir. Esto desató una confrontación entre ellos, iniciando así una pelea.
_ ¡Henry, por favor, bájate de ahí de inmediato! _ imploró Evand, su rostro reflejando una profunda preocupación.
_ Evand, no te angusties tanto por mí, tengo la intención de hacerlo por mi cuenta, _ expresó Henry mientras una sonrisa iluminaba su rostro. _ Quiero que sepas que he tenido la oportunidad de encontrar a Mateu y Jefferson.
Al pronunciar esas palabras, Henry se distrajo y, en un descuido, perdió el equilibrio, lo que provocó que cayera y se golpeara fuertemente la cabeza. De inmediato, fue trasladado al hospital para recibir atención médica. Pasaron tres días de tratamiento y observación, y finalmente, el médico, tras realizar las evaluaciones pertinentes, anunció que Henry se encontraba en buen estado de salud. Justo en ese momento, Mateu hizo su entrada en el lugar.
_ ¿Qué estás haciendo aquí?_ preguntó Rachel con un tono de voz cargado de indignación, mientras sus ojos brillaban intensamente, revelando una compleja mezcla de sorpresa y desagrado.
Su rostro estaba tensado, con los labios apretados y las cejas fruncidas, lo que mostraba de manera evidente la profunda irritación que la invadía en ese instante.
_ Vine a visitar a mi amigo, _ respondió Mateu, manteniendo su mirada fija en un punto distante, sin prestar atención a lo que ella decía.
La indiferencia en su tono y la falta de contacto visual dejaban entrever que su mente estaba en otro lugar, ajena a la conversación que se desarrollaba en ese instante.
_ Y aun así te atreves a aparecer aquí, a pesar de que toda esta situación es fruto de tu irresponsabilidad _ le confesó, mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas _. ¿Acaso no sientes remordimiento en tu conciencia? No puedo permitir que vuelvas a reunirte con mi hermano.
_ Rachel, no puedes impedirme hacer nada _ sonrió Mateu con confianza _. Doctor, me gustaría que me informara sobre el estado de Henry.
En ese preciso momento, el doctor se acercó a los padres de Rachel, llevando una expresión en su rostro que no resultaba especialmente reconfortante ni amable. Su semblante denotaba una mezcla de seriedad y preocupación, como si estuviera enfrentando una situación difícil que le impedía mostrarles una sonrisa tranquilizadora.
_ Señores, lamento tener que comunicarles una noticia desafortunada, _ dijo el doctor con un rostro grave y serio. Su tono de voz era solemne, y las palabras parecían pesar en el aire.
La atmósfera se volvió tensa, y todos en la sala contuvieron el aliento, esperando escuchar lo que venía a continuación.
_ ¿Qué ocurre, doctor?
_ Con tristeza, informamos que el paciente Henry ha perdido la vida.
_¡No! ¡No puede ser que él haya muerto!_ exclamó Rachel, su voz llena de desesperación y angustia.
Sus ojos se abrieron con sorpresa y su corazón latía con fuerza, como si se negaran a aceptar la cruel realidad. La incredulidad la envolvía, cada palabra parecía un eco de su dolor y su mente corría a mil por hora, tratando de encontrar alguna explicación, un destello de esperanza en medio de la oscuridad que la rodeaba.
_ Ahora sí, Rachel, eres solo mía, _ susurró Mateu con una voz suave y profunda.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 60 Episodes
Comments
Voltus 5/Yari P ᵈᵉ ᴹᵃʳⁱᵒ
Las pecas son bien bonitas, no sé que le pasa al loco ese.
2021-03-24
7
Voltus 5/Yari P ᵈᵉ ᴹᵃʳⁱᵒ
Que rayos vió Rachel en ese maldito. ¿Por qué se le confesó? Y que no me venga a decir porque era guapo, que eso no me convence.
Rachel, muy lista no eras, o sí?
2021-03-24
2
Lissa
hola nueva seguidora
2021-03-01
1