¿Acaso te pongo nerviosa?

En una majestuosa mansión situada en la ciudad de Halens, residían Rachel y Evand. Sus vidas estaban unidas por un convenio matrimonial, un lazo que, a pesar de su formalidad, no lograba ocultar las tensiones subyacentes que existían entre ellos. Sus personalidades se enfrentaban con la fuerza de olas golpeando un barco en medio de una tempestad, generando constantes conflictos que oscurecían el ambiente del hogar.

Cada día, la mansión se llenaba de un rígido conjunto de normas, que funcionaban como los cimientos esenciales sobre los cuales se edificaba su singular relación. Estas reglas no solo definían cómo convivían entre sí, sino que también desnudaban la complejidad de los vínculos que se establecían en aquel espacio. Ya fuera a través de silenciosos acuerdos o de estipulaciones explícitas, cada norma tenía un peso significativo y un propósito claro, contribuyendo así a la dinámica única que caracterizaba su vida juntos.

Las rigurosas normas establecidas no solo contribuían a mantener un cierto nivel de orden, sino que, de forma fascinante, también revelaban las tensiones y los deseos profundos que se encontraban ocultos en el trasfondo. Estas pautas, al parecer funcionales, servían como un espejo de las luchas internas y las aspiraciones reprimidas que pululaban entre los individuos, sugiriendo que, más allá de la apariencia de control y estructura, había un laberinto de emociones y ambiciones que clamaban por salir a la luz.

Rachel, con su cabello de un profundo tono mamey y ojos que irradiaban una intensa determinación, se presentaba como una mujer de un carácter indomable. Desde su infancia, había estado inmersa en un mundo de lujo y riqueza, donde cada capricho era satisfecho y donde había aprendido a que todo se realizara conforme a sus deseos. Desde la más temprana edad, había estado rodeada de comodidades y de una vida llena de privilegios, lo que forjó en ella una personalidad fuerte y decidida.

Por otro lado, Evand era un hombre de carácter introspectivo, y su manera de ser se diferenciaba marcadamente de la de Rachel. Su mirada, intensa y penetrante, daba la impresión de que guardaba mucho más de lo que revelaba. Cada vez que se encontraba en compañía de los demás, se notaba que estaba sumido en pensamientos profundos, como si explorara constantemente los recovecos de su propia mente. Este rasgo de su personalidad lo llevaba a observar a las personas y las situaciones con un nivel de atención que parecía casi filosófico.

La tercera regla se presentaba de forma muy clara y directa en su contenido, pero a la vez, su forma de exponerse emanaba una autoritaria contundencia. Se comunicaba de tal modo que no ofrecía la menor posibilidad de malentendidos o incertidumbres. A pesar de que su redacción era sencilla, conseguía imponer un considerable respeto y resultaba complicado pasarla por alto. Esta norma transmitía una sensación profunda de obligación, como si llevar a cabo lo que establecía fuera no solo esencial, sino también una responsabilidad ineludible.

_ No te atrevas a dirigirme la palabra _ordenó Evand con un tono firme y autoritario, dejando claro que no iba a tolerar ninguna interrupción. Su voz resonaba con intensidad, subrayando la seriedad de su advertencia y exigiendo respeto absoluto en ese instante.

Evand logró hacer que Rachel sintiera una frialdad que se asemejaba a la agudeza y a la penetración del filo de un cuchillo. A pesar de esta sensación helada que la rodeaba, Rachel no era de las personas que se quedaban calladas ante un trato tan despectivo. Cada vez que pronunciaba una palabra, esa acción se transformaba en un acto de rebeldía, en una sutil manifestación de resistencia contra una norma que consideraba absurda y opresora. Cada declaración suya se convertía en un pequeño pero significativo desafío a la injusticia que intentaba imponerle.

La cuarta regla emergió en un momento específico de la cena, en una atmósfera especial que se había creado a lo largo de la velada. Justo cuando ambos estaban sentados alrededor de la mesa, disfrutando de los deliciosos platillos que habían elaborado juntos, se produjo ese instante revelador. En medio de risas y charlas amenas, la esencia de esta cuarta norma se hizo evidente, como si hubiera estado latente en el aire, aguardando la oportunidad propicia para manifestarse en la calidez y la conexión que compartían en ese entorno. La alegría y la complicidad que flotaban alrededor de ellos sirvieron como telón de fondo perfecto para que esta regla se desvelara.

_Comportamiento impecable_, ordenó Evand con una firmeza que no admitía réplica, dejando en claro que no había espacio para excepciones de ninguna índole.

Su mirada era penetrante y su tono de voz transmitía la gravedad de lo que estaba pidiendo. La atmósfera a su alrededor se tornó densa, cargada de una tensión palpable, mientras Rachel ya presente se dio cuenta de que debía ajustarse a un estándar elevado. En ese momento, comprendió que cada una de sus acciones sería evaluada y que la disciplina no era simplemente una recomendación, sino un requisito fundamental.

Rachel efectuó un gesto de desprecio al girar los ojos, y fue en ese preciso momento cuando un trozo de sopa estuvo a punto de quedarse atascado en su garganta. En su interior, comenzó a brotar una inquietante pregunta que se iba perfilando en su mente, como una sombra que se tornaba más densa y amenazante con cada segundo que transcurría. La sensación de incomodidad crecía, y la pregunta, que aún no tenía forma definida, parecía pulsar con una intensidad creciente, atenazando su pecho y perturbando su concentración.

_ ¿Por qué no puedes comportarte tú? _ Sin embargo, decidió reprimir sus instintos y contener los pensamientos que bullían en su mente, evitando transformarlos en palabras que salieran de su boca. En ese instante exacto, se dio cuenta de que, en algunas situaciones, la capacidad de mantener la serenidad y el autocontrol resultaba ser mucho más valiosa que salir victorioso en una discusión o demostrar que su perspectiva era la más acertada.

La quinta regla se manifestó en el momento exacto en que sus pies tocaron el asfalto de la calle. Con una sonrisa deslumbrante que iluminaba su rostro, Evand hizo una sugerencia

_ Adoptemos la actitud de una pareja profundamente feliz.

Rachel asintió con la cabeza, aunque en lo más profundo de su ser, su corazón pulsaba con una intensidad que reflejaba la mentira en la que estaban viviendo. Mientras caminaban, sus manos entrelazadas, intercambiaban sonrisas con los vecinos, proyectando la imagen de una pareja ideal, de esas que todos admiran. Sin embargo, al cerrar la puerta de la casa y cruzar el umbral hacia la intimidad de su hogar, la atmósfera cambiaba drásticamente.

En ese espacio tan personal, volvían a transformarse en dos extraños, atrapados en una incomodidad profunda y una distancia casi tangible. Era como si la conexión y la complicidad que demostraban ante los demás se desvanecieran por completo, revelando la vulnerabilidad de su relación. La cercanía que solían compartir se esfumaba, dejándolos expuestos a la realidad de su situación. En ese momento, la atmósfera se volvía densa, cada palabra se sentía como un esfuerzo, y el silencio se convertía en un testigo incómodo de lo que una vez fue una unión fuerte.

La sensación de extrañeza se hacía cada vez más palpable, volviéndose notoria con cada momento que pasaba. Era como si, bajo la superficie de esas sonrisas que mostraban a todos, se escondiera una realidad diferente, una verdad oculta que contrastaba con la aparente alegría. La incomodidad se insinuaba en los gestos sutiles, en las miradas que evitaban el contacto y en las risas que sonaban un poco forzadas. Todo parecía indicar que había algo más, algo que permanecía en las sombras, esperando ser revelado.

Una noche, tras una acalorada discusión acerca de la temperatura del agua en la ducha, Rachel llegó a la conclusión de que era necesario imponer sus propias normas al respecto. La conversación había sido tensa, llena de malentendidos y diferentes enfoques sobre lo que cada uno consideraba cómodo y agradable. Harta de las discrepancias constantes y de la falta de acuerdo, Rachel se sintió inspirada a tomar la iniciativa y establecer directrices claras que evitaran futuros conflictos. Así, decidió que era hora de poner un orden en su rutina diaria, especialmente en lo que se refería al momento de ducharse, un espacio que consideraba esencial para su bienestar.

_ En nuestra casa, seguimos siendo fieles a nuestra verdadera esencia _, le comentó a Evand. _ No me gustaría que compartiéramos un baño cuando hay visitantes hospedándose aquí, y también me gustaría que respetaras mi necesidad de privacidad y que no entres en mi habitación.

Él la miró con una mezcla de incomodidad y curiosidad que se reflejaba claramente en sus ojos. Su expresión facial delataba una lucha interna; por un lado, había un evidente malestar que lo hacía sentirse fuera de lugar, mientras que, por otro lado, la intrigante presencia de ella capturaba su atención de manera involuntaria. Sus pupilas se dilataban ligeramente, como si cada pequeño movimiento que ella hacía despertara en él una necesidad imperiosa de entenderla mejor. Esa mirada revelaba una conexión contradictoria entre el deseo de alejarse y la necesidad de acercarse, creando un momento cargado de tensión y misterio.

_ ¿Qué ocurre? ¿No tienes ganas de pasar la noche conmigo?_ preguntó, dejando entrever un claro descontento en su tono. Luego, con un toque de ironía, añadió: _ O quizás soy yo quien te pone nerviosa.

Rachel, incapaz de reprimir sus emociones, permitió que una sonrisa irónica se dibujara en su rostro. Su expresión era un fiel reflejo de una amalgama de diversión y sarcasmo que se le hacía imposible ocultar. Esta sonrisa, que surgió casi sin que ella lo quisiera, iluminó sus ojos y provocó una chispa de burla sutil, evidenciando así su estado emocional y la complejidad de lo que estaba experimentando en ese instante. Era como si cada rasgo de su rostro hablara por ella, revelando la mezcla de sentimientos que la invadían, con humor y un toque de desprecio entrelazados en su expresión.

_ No tengo interés en compartir la cama contigo; eso no implica que me estés provocando nerviosismo en este momento, _ contestó ella, mientras mantenía su mirada fija en él con una firmeza resolutiva.

De este modo, en medio de un mar de reglas y desafíos que parecían intentar definir su relación, Rachel y Evand comenzaron a entrelazar una historia singular y memorable. En ocasiones, las normas que los rodeaban se desdibujaban en la oscuridad de la noche, permitiendo que sus corazones se buscaran y encontraran en un abrazo silencioso y pleno de complicidad. Quizás, en ese fascinante juego de contrastes y diferencias que los separaba, descubrirían la esencia que les permitiría comprenderse mutuamente y amarse genuinamente, más allá de los contratos que los ataban y de las apariencias que el mundo intentaba imponerles.

En la antigua mansión, cuyas paredes estaban cubiertas de enredaderas que ascendían con gracia por las ventanas, y donde las sombras se cernían misteriosamente, ocultando secretos de tiempos pasados, Rachel y Evand descubrieron que el amor no siempre se ajusta a un conjunto de normas preestablecidas. En su recorrido compartido, comprendieron que, a pesar de las complicaciones y los obstáculos que a menudo se interponían en su camino, el amor auténtico siempre encuentra la forma de manifestarse y florecer, incluso en los lugares más inesperados.

Los días transcurrieron uno tras otro, y Rachel y Evand persistieron en su compleja danza de normas y desafíos. En ocasiones, su interacción se asemejaba más a la actuación de dos personajes en una obra de teatro, donde cada uno asumía su papel con una pasión que iba más allá de lo que la realidad les imponía. Sin embargo, en otros instantes, algo mucho más profundo y significativo comenzaba a asomarse entre las fisuras de la fachada que ambos habían construido. Era como si, en medio de su juego de apariencias, emergieran destellos de emociones auténticas que desafiaban la superficie de su relación.

Era una tarde serena y soleada, en la que el aire estaba impregnado de una calma reconfortante. Mientras paseaban con paso pausado por los amplios y meticulosamente cuidados jardines que rodeaban la majestuosa mansión, se encontraban rodeados de un espectáculo vibrante de flores de colores intensos, que contrastaban hermosamente con el verde exuberante del césped. El suave murmullo del canto de los pájaros se entrelazaba con el crujido sutil de la grava bajo sus pies, creando una melodía natural que envolvía todo el entorno.

_ ¿Qué es lo que motiva realmente nuestras acciones?, _ inquirió, dirigiendo su mirada hacia Evand con una expresión que reflejaba una intensa curiosidad. _ ¿Por qué seguimos acatando estas pautas que a menudo parecen tan absurdas e ilógicas?.

Él la observó con atención y cuidado durante un extenso lapso de tiempo antes de atreverse a dar una respuesta. Su mirada se posó en ella, como si quisiera aprehender cada matiz, cada pequeña expresión que se dibujaba en su rostro, intentando entender lo que realmente pasaba por su mente o su corazón en ese instante. El ambiente a su alrededor se tornó silencioso y pesando, un silencio que parecía alargarse indefinidamente, tejido con una tensión palpable que unía sus pensamientos y sentimientos. Mientras tanto, él reflexionaba detenidamente sobre la mejor manera de expresar lo que quería transmitirle.

_ Porque así es como debe ser, _ pronunció Evand, con una voz suave y casi susurrante, como si temiera que sus palabras se perdieran en el aire antes de tener la oportunidad de ser escuchadas. _ Tus padres ya habían llegado a este acuerdo, continuó, y nosotros simplemente estamos aquí para respetar y honrar su decisión.

Un ligero gesto de descontento se dibujó en el rostro de Rachel; frunció el ceño, evidenciando claramente que las palabras de Evand la habían afectado de manera profunda. Su expresión revelaba la tensión interna que experimentaba ante la situación, mientras luchaba por entender la realidad que se le presentaba.

_ Sin embargo, ¿qué ocurrirá con nosotros? ¿Cuál será el destino de los sentimientos que realmente albergamos en nuestro interior? _ Evand apartó la mirada, intentando esquivar la profunda y penetrante observación que emanaba de sus ojos.

_ Los sentimientos no tienen cabida en este contrato _ respondió de forma abrupta y sin rodeos, dejando claro que cualquier expresión de emocionalidad carecía de importancia en el contexto de ese acuerdo.

Su tono firme y resoluto subrayaba con claridad que únicamente debían mantenerse los términos y condiciones estrictos que se habían estipulado, sin que existiera la más mínima opción de incorporar vínculos emocionales o factores personales en la evaluación de la situación. Este enfoque inflexible dejaba claro que no se aceptarían justificaciones ni adaptaciones que pudieran alejarse de las normas previamente definidas. La ausencia de cualquier margen de maniobra evidenciaba la postura rígida que se pretendía mantener, asegurando que todo se ajustara a lo acordado sin excepciones.

Sin embargo, esa noche, se produjo un giro inesperado en los acontecimientos. Rachel se encontraba en la habitación de Evand, inmersa en la contemplación de las sombras que danzaban y se entrelazaban en las paredes a su alrededor, generando un espectáculo casi hipnótico. Las luces parpadeantes, titilando con irregularidad, jugaban con las formas proyectadas, haciendo que las siluetas parecieran cobrar una vida propia, vibrando y moviéndose de maneras intrigantes. Mientras tanto, su mente se sumía en un océano de incertidumbre y curiosidad, navegando por pensamientos confusos y preguntas sin respuesta que la llenaban de inquietud y fascinado asombro.

_ ¿Por qué no me cuentas acerca de ti? _ preguntó.

Evand la observó con una mezcla de admiración y asombro, atónito por la valentía que ella había demostrado al desafiar una de las normas que él había establecido. Su audaz decisión de romper esa regla lo dejó impresionado, revelando un lado de ella que no había esperado.

_ ¿De mí? _ preguntó, con un ligero aire de curiosidad en su voz.

Rachel, al escuchar la pregunta, inclinó ligeramente la cabeza hacia adelante y asintió, afirmando con la mirada lo que se le había preguntado.

_ Sí, me refiero a ti. ¿Quién eres realmente? Porque ya no eres aquel joven amable y sonriente que conocí en mi infancia. _ Él soltó un profundo suspiro y se acomodó en el borde de la cama, sumido en sus pensamientos.

_ Mi vida ha estado constantemente influenciada por las expectativas _, comenzó Evand, con una voz que revelaba un trasfondo de frustración. _ Como heredero de esta mansión y una gran empresa, he tenido que aprender a sostener las apariencias, a seguir las estrictas reglas que se nos imponen. Pero, en el fondo de mi ser, siempre he anhelado algo diferente, algo que trascienda esas normas.

En ese momento, Rachel se acercó a él, con una expresión de comprensión en su rostro, como si pudiera sentir el peso de sus palabras y el profundo deseo de libertad que anidaba en su corazón.

_ ¿Qué es lo que deseas? _ preguntó Rachel, mientras dirigía su mirada profundamente hacia los ojos de él, intentando desentrañar los deseos ocultos detrás de su mirada.

_ Libertad. La capacidad de tomar mis propias decisiones, de seguir el rumbo que elija, de expresar mis sentimientos y de amar a quien desee sin ninguna limitación o imposición.

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Comments

Kenna

Kenna

jajajaja, qué inmaduro ese chico

2022-03-09

3

mikasa ackerman

mikasa ackerman

esta chida esta novela

2021-11-20

1

Lissa

Lissa

aaah, que emoción, que emoción, que emoción

2021-03-01

1

Total
Capítulos
1 El compromiso
2 No debes enamorarte de mí
3 ¿Acaso te pongo nerviosa?
4 ¿Rachel te gusta Evand?
5 Eres solo mía
6 No me decepciones.
7 ¡Mamá estás loca!
8 Lo que se oculta tras la fachada del malhumorado Evand.
9 Completamente mía
10 El Sórdido y Tenebroso Pasado de Rachel
11 No soy un instrumento que se pueda manipular.
12 El cumpleaños de Henry
13 La hermana gemela de Lissa.
14 Mi primo me hizo daño
15 Debería sentirse feliz de que su agresor haya muerto.
16 De Vital Importancia
17 Síndrome del Corazón Roto
18 Sin lugar a dudas
19 Anulemos el contrato
20 Una breve asistencia
21 Las confesiones
22 Un viaje a Zhou
23 Castiel Me utilizó Evand - Yo no Jugué con Lissa
24 Matías Prats
25 Evand es guapo y me gusta
26 me olvidó de que eres mi hermana
27 ¡HENRY!
28 !Henry No Está Muerto!
29 ¡Ella Era Mi Novia!
30 no ella no me dejó, tu me la quitaste
31 No te importó mi amistad en lo absoluto
32 Una obsesión
33 Fraude
34 La verdad
35 ¿Quien es Katherine?
36 Teatrito de feria
37 Un día tranquilo
38 ¿Evand, eres tú?
39 No soy Evand
40 Evandro regresó
41 Me gusta Rachel
42 Ella es mi prometida
43 Pequeños detalles
44 Conflictos internos
45 Confrontación silenciosa
46 Ella será mi esposa.
47 Marisol
48 La amenaza
49 Nostalgia y determinación
50 La invitación
51 La fiesta de despedida de soltero.
52 Decisión y lealtad
53 La confesión.
54 Sentimientos complicados
55 Contrato cancelado
56 La boda
57 Situación crítica
58 La boda: Continuación [Cuidados intensivos]
59 La recuperación [Luna de miel]
60 Sorpresa inesperada [Final]
Capítulos

Updated 60 Episodes

1
El compromiso
2
No debes enamorarte de mí
3
¿Acaso te pongo nerviosa?
4
¿Rachel te gusta Evand?
5
Eres solo mía
6
No me decepciones.
7
¡Mamá estás loca!
8
Lo que se oculta tras la fachada del malhumorado Evand.
9
Completamente mía
10
El Sórdido y Tenebroso Pasado de Rachel
11
No soy un instrumento que se pueda manipular.
12
El cumpleaños de Henry
13
La hermana gemela de Lissa.
14
Mi primo me hizo daño
15
Debería sentirse feliz de que su agresor haya muerto.
16
De Vital Importancia
17
Síndrome del Corazón Roto
18
Sin lugar a dudas
19
Anulemos el contrato
20
Una breve asistencia
21
Las confesiones
22
Un viaje a Zhou
23
Castiel Me utilizó Evand - Yo no Jugué con Lissa
24
Matías Prats
25
Evand es guapo y me gusta
26
me olvidó de que eres mi hermana
27
¡HENRY!
28
!Henry No Está Muerto!
29
¡Ella Era Mi Novia!
30
no ella no me dejó, tu me la quitaste
31
No te importó mi amistad en lo absoluto
32
Una obsesión
33
Fraude
34
La verdad
35
¿Quien es Katherine?
36
Teatrito de feria
37
Un día tranquilo
38
¿Evand, eres tú?
39
No soy Evand
40
Evandro regresó
41
Me gusta Rachel
42
Ella es mi prometida
43
Pequeños detalles
44
Conflictos internos
45
Confrontación silenciosa
46
Ella será mi esposa.
47
Marisol
48
La amenaza
49
Nostalgia y determinación
50
La invitación
51
La fiesta de despedida de soltero.
52
Decisión y lealtad
53
La confesión.
54
Sentimientos complicados
55
Contrato cancelado
56
La boda
57
Situación crítica
58
La boda: Continuación [Cuidados intensivos]
59
La recuperación [Luna de miel]
60
Sorpresa inesperada [Final]

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