Se detuvo en la orilla de la playa y no pudo contener la risa. ¿Qué mujer tan imprudente como para intentar hacerle un espectáculo? (Risa) No obstante, esto es verdaderamente épico. Se despojó de su vestimenta y se adentró en el agua, sintiéndose libre en ese instante; sin embargo, los momentos agradables no perduran eternamente, y sintió unas manos que la rodeaban por la cintura.
Racet se dirigía a su hogar, pero al mirar por la ventana de su automóvil, observó a Arianne estacionarse y dirigirse directamente a la playa. Le indicó a su conductor que se detuviera. Se acercó a ella, aunque mantuvo una considerable distancia al observar cómo ella se desnudaba, quedando únicamente en una exquisita lencería. Su manzana de Adán se movía de manera peculiar; era extraño experimentar tales sentimientos hacia una mujer.
Imitando su acción, al ver que ella ingresaba al agua, él también se despojó de su ropa y trató de alcanzarla.
—¡Ah! —gritó aterrorizada, recordando lo que había experimentado en su pasado. Aunque no lo mostrara, siempre se encontraba dominada por el miedo.
—No grites, no te haré daño.
—¿Cómo te atreves? ¡No me toques! — En ese instante, experimentó un grave ataque de pánico, reviviendo todo lo que había sufrido en el pasado.
Al observarla en ese estado, él se sintió extraño; era evidente que ella estaba diferente.
—Espera, tranquila, soy yo.
Ella abrió los ojos y se dio cuenta de que no se encontraba en aquella bodega donde había padecido tanto. Se calmó y, sin pronunciar palabra, abandonó la playa.
—Oye, me debes una explicación sobre por qué me propinaste esa bofetada. Nadie me toca, y si lo hace, no queda con vida.
Ella lo miró con desdén. —Te lo mereces por no saber hacer las cosas correctamente. No me importa con quién salgas, pero no permitiré que ellas me toquen.
—Sin embargo, no tenías por qué desquitarte conmigo. Nadie se va sin que yo le dé su merecido —sus ojos recorrieron su figura.
Esto hizo que Arianne se percatara de que no llevaba ropa, sino que estaba en ropa interior.
—¡Bastardo, deja de mirarme! Estás loco.
—Tú vas a ser mi esposa; no veo nada de malo en observar lo que me voy a comer más adelante.
—Bufó., Ella se agachó para recoger su ropa y se la puso lo más rápido que pudo, sin siquiera dirigirle una mirada a él.
Al percatarse de que ella se alejaba, él la detuvo y le dijo: —Espera, sé que no es mi deber entrometerme, pero hace un momento te veías muy alterada. ¿Sucede algo?
—Nada que te importe, así que aléjate de mí— respondió ella.
Él la atrajo hacia sí y le dijo: —No te irás sin pagar por la bofetada que me diste— presionándola contra su torso esculpido por los dioses y la besó.
Ella se apartó lo más rápido posible al sentir ese roce, experimentando únicamente asco y miedo; comenzó a llorar y a temblar.
—No, no, no— repetía mientras corría hacia su moto y aceleraba hacia su destino.
Arianne llegó a su hogar con un nudo en la garganta y se dirigió de inmediato a su baño. No deseaba que nadie la viera en tal estado; anhelaba olvidar su pasado y no quería continuar viviendo esta pesadilla. Había creído que podría haberlo superado, sin embargo, el pasado siempre encontraba la manera de irrumpir en su presente.
Llenó la bañera y se sumergió por completo, deseando no ver a nadie en esos momentos. Quería borrar esos recuerdos y eliminar las marcas que su cuerpo había sufrido. "¡Maldición! Debes ser fuerte; te vas a casar y tendrás que mantener relaciones con él. Debes dejar atrás el pasado", se dijo a sí misma.
Después de permanecer una hora en el baño, salió y se acostó en su cama. Tomó un sedante con la esperanza de poder dormir sin preocupaciones.
Mientras tanto, Racet se atormentaba por la razón que lo llevó a besarla. En el instante en que la vio desnudándose en la playa, le pareció sumamente atractiva. En el momento en que ella experimentó un ataque de pánico, deseó abrazarla y nunca soltarla. Sin embargo, sabía que su relación era meramente de negocios; no podía permitirse enamorarse, no, por supuesto que no.
Mañana me dirigiré a hablar con ella, con la intención de ganarme su confianza y así descubrir las razones detrás de su comportamiento tan peculiar.
Eran las tres de la tarde y Adrianne aún no se había despertado. Su madre, preocupada, fue a llamarla, pero no obtuvo respuesta. Era inusual que su hija no estuviera despierta y que no hubiera ido a trabajar. Decidió buscar la llave de repuesto y entró en la habitación, donde la encontró durmiendo. Sin embargo, la inquietud de que su hija no estuviera simplemente en un profundo sueño cruzó por su mente.
Se acercó y la movió con movimientos bruscos. —Adrianne, despierta—exclamó, alarmándose al notar que su hija no reaccionaba. Salió corriendo hacia el despacho de su esposo.
—Querido, nuestra Adrianne no despierta— informó con urgencia.
—¿Qué? —respondió él, sorprendido.
Ambos se apresuraron hacia la habitación de su hija menor, donde confirmaron que ella seguía sin despertar. Llamaron al médico para averiguar qué le sucedía, conscientes de que estaba viva, pero con un pulso notablemente débil.
Cuando Racet se acercaba a la casa de los Ybarra, observó a un hombre mayor caminando rápidamente, cuya apariencia sugería que era un médico.
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Comments
Nelly Marisa Duarte
Autora no estás dramatizando demasiado? y si hubiera sufrido un episodio traumático por qué no se trató con especialistas?? he conocido mujeres violentadas que salieron adelante con menos recursos y ayuda que ella
2023-12-30
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Aidee Morales
me gusta mucho esta novela
2022-12-07
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Tatis Zurley
yo no entiendo qué tiene que ver la ortografía con una buena historia del principio al final nadie es perfecto una de camino va mejorando Yo me pregunto esas personas qué se creen con el derecho de juzgar serán perfectas no tendrán errores para uno poder juzgar hay que conocer y el que sea perfecto Pues que tire La primera piedra
2022-08-25
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