— Padre, ¿me has mandado a llamar? -
Padre de Adrianne, conocido como Álvarez: — Mi querida hija, por favor, toma asiento.
Una vez que Adrianne se acomodó en la silla, asintió con la cabeza, indicando a su padre que continuara, deseando comprender el propósito de dicha reunión y la razón por la cual había interrumpido su entrenamiento.
— Bien, como te mencionaba, sé que no es fácil para ti dar este paso tan significativo como lo es el matrimonio. Sin embargo, mi querida Adrianne, ha llegado el momento de que dejes el nido y comiences a forjar tu propia vida.
— Padre, puedo construir mi propia vida en soledad. Entiendo que lo dices con la intención de suavizar la situación y soy consciente de que no Tengo muchas opciones. No obstante, deseo que me prometas algo, por favor.
— Expón tus sugerencias y, si están dentro de mis posibilidades, me comprometo a cumplirlas.
—Ustedes desean unir las familias Evans e Ybarra, y entiendo que esto responde a su interés en un beneficio mutuo. Sin embargo, debo expresar que, en caso de contraer matrimonio y tener un hijo, procederé a solicitar el divorcio de inmediato. ¿Cuál es su opinión al respecto?
Al escuchar estas palabras, el padre de Adrianne se mostró visiblemente molesto. Él, más que nadie, comprendía que para una joven, el matrimonio a menudo cerraba las puertas a futuras oportunidades de casarse nuevamente. Sin dudarlo, respondió: —No, y no; esa condición no es objeto de discusión. Sabes que cuando una mujer es utilizada, los hombres no la valoran de la misma manera.
—Padre, no tengo intención de discutir. No me importa permanecer soltera por el resto de mi vida; si dependiera de mí, nunca me casaría y no permitiría que nadie Me tocara. Lo que estoy haciendo, lo hago por ti.
Ella sentía que la ira le provocaba que los ojos se le enrojecieran. Se levantó indignada y, antes de marcharse, declaró:—Si no se cumplen esas condiciones, no me casaré.
Su padre observaba la figura de su hija alejarse, consciente como pocos del sufrimiento que había experimentado. Sabía que el trauma que había vivido dejaría cicatrices que jamás sanarían; un profundo pesar invadió su corazón. La única opción que le quedaba era entablar un acuerdo con la familia Evans. Era consciente de que tal propuesta no sería bien recibida, pero si su hija lograba proporcionarle un heredero, tal vez ellos aceptarían dicha condición. Con un suspiro, dirigió su mirada hacia la puerta.
Al día siguiente, el Sr. Ybarra se dirigió a la fortaleza de los Evans. Al llegar, solicitó a los sirvientes que informaran al Sr. Evans de su presencia. Se acomodó en un sillón, aguardando la oportunidad de mantener una breve conversación con Jarol.
—Jarol: Es un placer verlo por aquí.
Álvarez se levantó, ajustó su vestiMenta y le tendió la mano: —El placer es mío.
—Jarol: ¿Qué le trae por aquí?
—Álvarez: No deseo tomar mucho de su tiempo, así que iré directo al punto. Mi hija ha accedido a contraer matrimonio; los ojos de Jarol se iluminaron, pero Álvarez le advirtió: —No celebres aún, ella ha aceptado bajo una condición.
—Jarol: ¿Cuál es esa condición?
Álvarez suspiró y, sin más opción, reveló la noticia: —Se casará y, tras engendrar un heredero, se divorciará de su hijo.
La propuesta no pareció perturbar a Jarol, ya que su objetivo era la unión de ambas familias, y consideraba que la llegada de un heredero era más que aceptable, por lo que accedió.
—Jarol: Informaré a mi hijo sobre las condiciones y espero organizar la boda lo antes posible. Además, es fundamental que se conozcan antes de la fecha del enlace. Ah, y una cosa más: deberán estar casados durante un año, ya que eso sería lo más sensato.
Al señor Álvarez le agradó la idea; pensó que, en el transcurso de un año, su hija podría enamorarse del joven Racet, lo que podría evitar el divorcio.
—Excelente. Se estrecharon la mano y cada uno regresó a sus ocupaciones.
Al enterarse de que su padre había regresado, Adrianne se dirigió rápidamente a su despacho y, sin saludar, exclamó: —¿Qué has dicho acerca de mi propuesta?
—Álvarez respondió: Ellos han aceptado, pero...
A Adrianne no le agradaba en absoluto ese "pero" y replicó: —¿Pero qué? ¿Qué más desean?
Álvarez le instó a ser paciente. —Tendrán que conocerse un poco antes de la boda y deberán estarán casados durante un año.
—Adrianne resopló; un año no le parecía un gran sacrificio y se dio la vuelta para continuar con sus actividades.
—He oído que has aceptado casarte; pensé que nunca lo harías— comentó Marcos.
—Adrianne respondió: Al parecer, los rumores se propagan rápidamente, hermanito. Además, ¿qué otra opción me queda si no es aceptar? A ustedes también los obligaron a lo mismo.
—Marcos asintió. Lo sé, y no nos va mal. Con el tiempo lo entenderás; no es tan malo como parece.
—Adrianne replicó: Claro... sí, eso lo dices ahora, pero te recuerdo que cuando padre te habló sobre tu matrimonio, estabas que echabas fuego.
—Marcos: Recuerda que soy mayor; no intentes burlarte de mí, o de lo contrario, enfrentarás graves consecuencias.
—Adrianne: Bufó y giró los ojos, consciente de que ninguno de sus hermanos se atrevería a enfrentarse a ella en una pelea. No era por presumir, pero se había convertido en una experta en defensa personal.
—Marcos: Cambiando de tema, ¿ya le has informado a Yuli y Jorge, nuestros dos hermanos, sobre tu aceptación del pedido de nuestro padre?
—Adrianne: Si tú lo sabes, ¿crees que ellos no lo habrán descubierto a estas alturas? Y deja de distraerme; ve a tu casa a brindarle cariño a tu esposa. Vete, adiós.
—Marcos: Solo podía reír ante la audacia que había adquirido su hermana; se atrevía a echarlo de la casa de sus padres. Quería darle una lección, pero sabía que no podía competir en un duelo con su hermana menor. Con ellos, ella era amigable y a menudo reía, pero poseía un aura fría que resultaba intimidante.
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Comments
Ester Ayala
buen comienzoooo
2024-06-05
0
Yuranzi Vasquez
me va gustando
2024-05-12
0
Rosalinda Quintanilla
buen inicio ella tiene su carácter, que le habrá pasado ?
2023-11-11
0