Capítulo 4: Génesis y el Éxodo a Buenos Aires

​El Testamento

​Leopold arrastró su cuerpo tembloroso por la cocina hasta el sótano, siguiendo las instrucciones de la carta de Diego. Tras mover la pesada estantería de vinos y teclear la clave LÉO-1109, una puerta de acero se abrió con un silbido hidráulico.

​El laboratorio secreto de Diego no se parecía a nada en el mundo exterior. Era un búnker pequeño, hermético y de alta tecnología, con paneles táctiles que emitían una luz blanca y fría. En el centro, había una única terminal de computadora, protegida dentro de una bóveda.

​Con un doloroso nudo en el estómago, Leopold encendió la terminal e insertó la memoria USB etiquetada como "Génesis". Se abrió un único archivo de video.

​Al hacer clic en reproducir, el rostro de su padre llenó la pantalla. Diego se veía tranquilo, casi sereno, con una pesada convicción en sus ojos.

​“Leopold. Hijo. Si ves esto, significa que he fallado en mi intento de controlar la activación, o que fui neutralizado. Lo siento por la devastación, por Marcus, y especialmente por Emily. Lo que viste fue un efecto secundario catastrófico, pero necesario.”

​“Tienes que entender algo: el Proyecto Babel no es el fin del mundo. Es el siguiente paso. La humanidad estaba estancada, oxidada, condenada a la autodestrucción lenta. El agente Babel es la mutación forzada que permitirá a una fracción de la población evolucionar y sobrevivir al colapso climático y biológico que se avecina. Las criaturas oscuras que ves, son la primera, la más violenta, manifestación de esa evolución.”

​“Yo no quería que fueras uno de ellos. Te amo demasiado. Hice todo lo que estuvo a mi alcance para que tú fueras el punto de control. El único individuo en esta zona que conserva el genoma humano puro. Eres mi testigo, mi medida, la semilla de la normalidad en un mundo de monstruos.”

​“Ahora, tienes una misión. Las respuestas completas, todos los archivos de planificación del Proyecto Babel, y los agentes de contención están ocultos en un lugar seguro: la casa de tu madre en Buenos Aires. El sótano allí es el verdadero corazón del proyecto, el repositorio central.”

​“Soy el único que conocía esta ubicación, y ahora tú eres el segundo. La Organización detrás de Babel, aquellos que financiaron el proyecto y que ahora ven el caos como un medio para sus propios fines, vendrán por ti. Necesitan esa información, y te verán como una amenaza o una herramienta. Eres el hombre más peligroso y buscado del planeta. Sobrevive, ve al sur. Y encuentra las respuestas.”

​El video terminó, dejando a Leopold en un silencio ensordecedor. No era un monstruo. Era un objetivo. Un camino se abrió ante él, marcado con sangre y fuego.

​El Nuevo Cazador

​Mientras Leopold procesaba la confesión, el mundo exterior caía en la locura total. El agente Babel, propagado por el aire y el impacto de la explosión, transformaba rápidamente a los habitantes de Woodhaven. Las calles se llenaron de sombras oscuras: criaturas antropomórficas con piel tensa y negra, ojos que ardían como carbones al rojo vivo y bocas desproporcionadas llenas de colmillos dentados.

​Las últimas unidades de la policía y la Guardia Nacional, confundidas e impotentes ante la rápida mutación de sus propios compañeros, fueron rápidamente abatidas. Sus armas eran ineficaces contra el frenesí y la resistencia inhumana de las criaturas.

​Dos días después, Leopold salió del búnker. Se había alimentado de las reservas de emergencia, se había lavado la sangre y había encontrado el equipo que su padre había dejado: un uniforme negro de materiales ligeros y resistentes, una daga de obsidiana perfectamente equilibrada y afilada, y una capa con capucha de color rojo oscuro para confundir la visión de las criaturas en la noche y el bosque.

​Ya no era Leopold, el estudiante. Era un fantasma, un superviviente.

​Avanzaba por el borde del bosque, usando la daga para despachar a las criaturas más lentas y dispersas que se cruzaban en su camino. Ya no sentía el miedo paralizante, solo una furia fría que se enfocaba en la supervivencia. Cada monstruo que caía era una pequeña venganza por Marcus y por Emily.

​El Omen

​Mientras se preparaba para cruzar un arroyo, sintió una repentina presencia. Se giró, la daga lista.

​No era un monstruo. Era un pájaro. Pero no un pájaro común. Era un ave de presa, posiblemente un búho o un halcón, pero con un plumaje de un intenso color naranja metálico, totalmente antinatural. Sus ojos eran claros, brillantes y curiosos, sin rastro de la locura roja de las otras criaturas. Era una nueva especie. La prueba viva y hermosa de la "evolución forzada" de Babel.

​El pájaro se posó tranquilamente en el antebrazo extendido de Leopold, mirándolo fijamente. Sus ojos parecían entender.

​En ese momento, Leopold comprendió que el plan de su padre iba más allá de la destrucción. Había una promesa de algo nuevo, aunque horrible. El pájaro, un superviviente mutado y no asesino, era su guía silenciosa.

​Con un grito seco, el pájaro se elevó y voló hacia el sur, hacia el horizonte.

​Leopold envainó la daga, sintiendo el peso de su destino. El camino era largo, peligroso, y lleno de enemigos desconocidos. Su misión era clara, su fe en su padre estaba rota, pero su voluntad de vivir era inquebrantable.

​Buenos Aires.

El éxodo había comenzado.

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