Y el... ¡¿Quién es?!

Un pequeño dolor se alojó en su corazón, los recuerdos agolpaban su cerebro, cada momento, cada palabra, cada detalle, a ella le dolía el alma.

Lidya: No quiero verlo.

Gareth: Sabes que no se irá. Solo habla con el, tu puedes.

Lidya: Ja! Que fácil se escucha.

Gareth: Ja ja ja. Bien nena, me voy.

Lidya: Una cosa más, ahí una llamada perdida, por favor atiende la.

Gareth: Oh! Vaya, ha pasado tiempo.

Lidya mira a Gareth algo melancólica

Lidya: Solo hazlo. ¿Quieres?

Gareth abraza a Lidya y le da un beso en la frente.

Gareth: Me voy! El contrato prematrimonial está listo, Leticia lo traerá en cuanto termines. Todo está listo. Se fuerte.

Gareth sale por la puerta principal, cierra, espera unos segundo recargado en ella solo para escuchar como un vaso golpea esta.

Lidya: ¡Pedazo de imbecil!

Sora: ¿Que hiciste?

Gareth: ¡¿Yo?! Nada, por supuesto. Ja ja ja

Entra Sora a la habitación, riendo.

Sora: Hey nena! Si sigues así nos vas a dejar sin cristalería.

Lidya: Viste lo que hizo.

Sora: ¿Qué?

Lidya: ¿Por dónde crees que entro?.

Sora: Oh! Ja ja ja. Es un imbecil.

Las dos amigas revisaron aquel tumulto de documentos, Sora esperaba impaciente, sin embargo le daba su tiempo, pues sabía que la mujer frente a ella necesitaba una excusa para huir de aquella visita.

Finalmente la mujer suspiro hondo y pronunció palabra.

Lidya: Dile que entre.

Sora: ¿Estás bien?

Lidya: Si. No es lo peor que he vivido.

Sora: Esa es mi niña.

Lidya: Oye!

Sora: ¿Si?

Lidya: Por favor, no te alejes demasiado.

Sora abraza a su amiga.

Sora: No me iré, solo estaré lo suficientemente lejos como para no matarlo.

Las dos ríen. Sora sale y algo disgustada le pide al invitado que pase a la oficina principal.

Hace ya un tiempo que el no pisaba ese lugar, se sentía raro, un aura de melancolía recorría el lugar, el ya no era el mismo, perdió todo, con ella se fue todo.

Alejandro Ruíz por primera vez en su vida toca una puerta, una puerta que esperaba no abrir nunca más, del otro lado le autoriza y el ingresa.

Alejandro Ruíz: Hola. ¿Cómo estás?

Lidya: Bien, gracias. Toma asiento.

Alejandro: Gracias!

Lidya: Y bien.

Alejandro: Quiero decir...

Un silencio incómodo se apoderó del ambiente, así que la chica optó por hablar.

Lidya: Los ingresos del último ciclo son acordes a lo planeado, las dos partes tiene lo acordado.

Alejandro: Por favor...

Lidya: El contrato expira en dos meses. No veo una necesidad empresarial, para reanudar lo. ¿Esta de acuerdo Sr. Ruíz?

Alejandro: No tengo opción, ¿cierto?

Lidya: en dos meses... En dos meses es necesario firmar el acuerdo de término. ¿Podría contar con su presencia?

Alejandro: Ha! Si. No te preocupes, ahí estaré.

Lidya: Bien, entonces le pediré a mi equipo que organice la conferencia.

Alejandro: Realmente aprecio que entienda mi situación Srta. Montalvo

Lidya: Ni que lo diga.

Alejandro: Bien me retiro.

Camino a la puerta de aquella inmensa oficina el solo quería pensar en algo que lo detuviera, una excusa, algo para volver hacia ella, pero, no había nada... ya no había nada, inmerso en sus pensamientos miro aquella perilla con tristeza y dolor, y en ese momento solo sintió un pequeño jalón, alguien lo detenía, una pequeña mano se apoderó de su manga derecha y el por un momento suspiro aliviado.

Lidya: Por favor, no volteé... Solo quiero devolver esto.

Su tacto se sobresaltó, ya había olvidado aquel objeto.

Alejandro: No hace falta. Es tuyo.

Lidya: ¡Yo no tengo derecho.! Por favor...

Al escuchar aquellas palabras sintió un golpe en el corazón, no esperaba escucharla así, ella siempre fue una mujer fuerte, nunca se permitía ser débil frente a los demás, siempre fue enigmática, siempre le había causado intriga, ¿quién era?, ¿Por qué era tan altanera?, ¿Con que derecho se apoderaba del pensamiento de los demás?, ¿Porqué?, ¿Porqué?, ¿Porqué?.

La mente de aquel hombre solo pensaba en cuando la conoció, su olor, la primera vez que la vio desnuda, y no hablamos del físico, si no del alma, la primera vez que esa mujer le abrió su corazón, cuando el entendió quién era ella y las maravillas que ofrecía. El oírla llorar, el pensar en sus ojos inundados de lágrimas, le rompían el corazón. Pero algo interrumpió...

La puerta se abrió, e ingresó un hombre desconocido, lo había mirado ya en varias ocasiones, pero nunca tuvieron la oportunidad de presentarse el uno con el otro, sabían quien era, pero solo por rumores.

Lidya terminó de poner el anillo de compromiso en la mano de Alejandro y de inmediato se volteó, estaba en una situación vergonzosa, y alguien la vio, lo que era peor el la veía en esa situación.

Leonardo: Buenas tardes! Sr. Ruíz ¿Cierto?

Alejandro simple y sencillamente tomo el anillo, no era momento para jugar a quien se quedaría con que, ese momento era bochornoso.

Alejandro: Buenas tardes. Sr. Álvarez. Un gusto conocerlo.

Leonardo: El gusto es mío. Escuche que es gran amigo de la familia.

Alejandro: Oh, vaya! Si,nos conocemos ya hace tiempo.

Leonardo: Sabe, eh oído grandes cosas de usted. ¿Por qué no nos reunimos para tomar un café? Seria genial, cierto. ¡Querida!

Alejandro: ¿Querida?

Lidya: Así es, amigo, el es Leonardo Álvarez. Mi prometido.

Alejandro sintió un nudo en la garganta, ¿Cuando?, ¿Cómo?...

Alejandro: Felicidades.

Leonardo: Felicidades a ti también, es genial vas a ser padre. (Toma de la cintura a Lidya y la acerca a su pecho) Mi amor, nos ha ganado, ja ja ja, tenemos que aplicarnos.

Lidya: Ja ja ja! Así es cariño.

Alejandro: Oh vaya! Gracias. Me tengo que ir, Srta. Montalvo la dejo en las mejores manos.

Lidya: Hasta pronto.

Leonardo: Adiós.

La puerta se cerró y el hombre solo continuó su camino hizo una llamada y se dirigió a su coche, sentía demasiadas cosas y solo quería apaciguar su mente. En la oficina el ambiente no era mejor, la incomoda situación los había dejado a los dos muy desconcertados, el aún la mantenía e sus brazos y ella no podía pensar con claridad.

Leonardo: Y bien, el ¿quién es?

Lidya al escuchar aquellas palabras reaccionó de golpe, se alejó del hombre y se dignó a contestar.

Lidya: Alejandro Ruíz.

Leonardo: Por favor, contesta con la verdad.

Ella solo lo miró con aquellos ojos cafés quebradizos a punto de emanar una lágrima, ella comprendía la situación, así que por primera vez fue honesta con el.

Lidya: Mi pasado...

Leonardo: No quise entro meterme, pero aún ahí personas en el edificio ¿sabes?, eso nos deja en una situación incómoda. Realmente no quise interrumpir.

Lidya: No te preocupes. Entiendo. ¿Que se te ofrecía?

Leonardo: Nos tenemos que ir.

Lidya: Ah?!

Leonardo: Es cosa de mi abuelo, organizó una cena para presentarte, con los amigos. ¿Podrías acompañarme?

Ella realmente no quería ir, sin embargo llegaron a su mente las palabras de su familia, así que solo se limitó a sonreír

Lidya: Por supuesto. Pero, ¿me darías tiempo de cambiarme?

Leonardo: De camino.

En ese momento vino a su memoria algo que su abuelo le había mencionado. El anillo, tenía que entregarle a su futura esposa el anillo familiar, pero la existencia de aquel anillo de compromiso hacia eso algo difícil.

Leonardo: Una pregunta

Lidya: Dime

Leonardo: ¿Es muy especial ese anillo?

Lidya: ¿Qué anillo?

El hombre miró su mano, ¿Que carajos había pasado con el anillo? hace un momento en la sala de reuniones lo tenía puesto.

Leonardo: Olvídalo. ¿Nos vamos?

Lidya: Si, claro.

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