Arrepentimiento.
Gara bajó las escaleras de la mansión con el rostro desencajado, los labios temblando de indignación y los ojos humedecidos por la rabia contenida. La dulzura que siempre la caracterizaba parecía haber quedado atrás, reemplazada por un fuego que no solía mostrar.
—¿Cómo se atreve?— pensaba mientras cruzaba el amplio vestíbulo. —¿Cómo puede tratarme así, después de todo lo que he hecho con cariño?—
Su corazón palpitaba con fuerza. Apenas cruzó la puerta principal, respiró hondo para evitar que las lágrimas cayeran. Subió a su auto, cerró la puerta con brusquedad y apoyó la frente en el volante.
—No puede ser… —susurró, con un hilo de voz quebrada.
Giró la llave y encendió el motor. No miró atrás, no se permitió dudar. Pisó el acelerador y se marchó, dejando tras de sí el eco de sus neumáticos sobre el camino empedrado.
En el interior de la mansión, Don Ulises había permanecido en el gran salón, sentado en su sillón favorito. Había decidido darle privacidad a su nieto y a Gara, convencido de que la conversación sería un paso más hacia lo que tanto deseaba: la unión de ambos.
Pero el silencio se prolongó más de lo esperado. Una inquietud comenzó a invadirle el pecho hasta que, finalmente, uno de los empleados entró con un gesto nervioso.
—Señor… —titubeó, ajustándose los guantes blancos—. Debo informarle algo.
—Habla —ordenó Ulises, erguido en su asiento.
—La señorita Gara… se marchó hace una hora. Parecía un poco… enojada—
Las palabras fueron como una chispa cayendo en pólvora. Ulises se levantó de golpe, con una energía que desmentía su edad, y con un movimiento brusco tomó al empleado por el cuello de la chaqueta.
—¿Qué dices? —bramó con voz temblorosa de furia.
—Q-que… que la señorita Gara… se marchó, señor… —balbuceó el hombre, aterrorizado.
Los ojos de Ulises parecían llamear. Lo soltó de inmediato, empujándolo hacia atrás, y se apoyó con fuerza en su bastón.
—¡Inútiles! —exclamó, antes de girarse hacia las escaleras.
El bastón golpeaba con un ritmo violento contra los escalones de mármol, resonando como un tambor de guerra en la mansión. Subía con rapidez, cada golpe marcando el compás de la ira que lo consumía.
Leoncio, en su habitación, había sentido el eco de esos pasos. Sabía que su abuelo estaba por llegar y que nada bueno traería consigo. Su corazón, aunque acostumbrado a la dureza, latía más rápido.
—Seguro Gara le contó todo… me va a recriminar. Mejor que lo haga de una vez—, pensó, con una amargura que lo empujaba a fingir indiferencia.
La puerta se abrió de golpe, con una violencia que hizo vibrar las paredes. El aire en la habitación se volvió tenso al instante.
Leoncio fue el primero en hablar, con un tono de aparente desinterés:
—Si vienes a preguntar por qué se marchó enojada… pues no entiendo qué podría hacer aquí—
Su voz era fría, distante, como si realmente no le importara. Pero en el fondo, cada palabra era un escudo contra la herida de sentirse rechazado.
Ulises no dudó. Avanzó con pasos firmes y, sin decir palabra, lo tomó por la camisa.
—¿Qué le has hecho? ¿Qué le dijiste? —rugió, con los ojos desorbitados.
Leoncio, sorprendido, tensó los hombros pero no se dejó intimidar. Al contrario, su voz salió tranquila, casi desafiante.
—La eché de mi habitación. Es mejor que no vuelva.—
No había terminado de pronunciar la última palabra cuando el sonido seco de una bofetada llenó el cuarto. La cabeza de Leoncio giró ligeramente por el impacto.
Un silencio helado se extendió.
Leoncio apretó los dientes, y su ceño se frunció con rabia.
—¡Abuelo! —gritó, con el rostro enrojecido tanto por el golpe como por la ira.
Ulises se dejó caer en la silla junto al escritorio, respirando con dificultad, pero con el rostro encendido.
—Le debes una disculpa —dijo con firmeza, golpeando el bastón contra el suelo—. Gara no merece tu mal humor—
Leoncio bufó, caminando de un lado a otro de la habitación, palpando los muebles con las manos como solía hacerlo.
—¿Y por qué habría de disculparme? ¡Me ha rechazado! ¿Y crees que querré tenerla cerca después de eso?—
Ulises lo observaba con atención, su ira comenzando a transformarse en incredulidad.
—¿Te ha dicho, acaso, que no quiere casarse contigo? —preguntó, clavando la mirada en su nieto.
Leoncio se detuvo. Su respiración se agitó.
—Te lo dijo a ti, me imagino. No necesito escucharlo de ella —respondió, dejándose caer al borde de la cama.
Un silencio pesado los envolvió. Ulises se llevó las manos a la frente, sacudiendo la cabeza.
—Dios mío, lo estúpido que has sido… —murmuró, con dolor en su voz.
Leoncio giró su rostro hacia él, aunque sus ojos ciegos no podían ver nada.
—¿Qué quieres decir?—
Ulises se inclinó hacia adelante, cada palabra cargada de reproche.
—Leoncio, ella no me dio respuesta. Nos interrumpieron. ¡Nunca dijo que no!—
La respiración de Leoncio se detuvo por un instante.
—¿Cómo que no…?—
—Lo único que me confesó fue que no era pura. —Ulises lo dijo despacio, para que cada palabra pesara en la conciencia de su nieto—. Eso no fue un rechazo, Leoncio. Eso fue un acto de sinceridad, de humildad. Estaba disculpándose contigo, con nosotros. ¡Y tú, imbécil, la echaste!—
El corazón de Leoncio dio un vuelco.
—¿Qué… qué dijiste?—
—Que ella no dijo que no. Cuando yo le aseguré que eso de la pureza no importaba, estaba a punto de responderme. ¡Y entonces la interrumpieron! —Ulises se puso de pie, temblando de coraje—. ¡Y tú la recibes con insultos y desdén!—
Las manos de Leoncio temblaron. Sintió un dolor punzante en el pecho, como si una daga lo atravesara.
—No… no puede ser… —murmuró, llevándose las manos al rostro—. Yo… yo la traté como si fuera una cualquiera…
—¡Y no lo es! —gritó Ulises, golpeando el suelo con el bastón.
El silencio se instaló nuevamente, pero esta vez estaba cargado de culpa.
Leoncio, con la voz quebrada, susurró:
—Abuelo… ¿cómo arreglo esto?— debía admitir que no tenía ninguna experiencia con las mujeres.
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Comments
mariela
Leoncio realmente eres inexperto en cuestiones del amor definitivamente tratarla mal por pensar mal de Gara que te habría rechazado y por eso tu abuelo no había ido a verte te mereces esa bofetada para que aterrices.
2025-08-30
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🌺 Diglass 🇵🇦🤗🌺
te anticipaste a lo acontecido,pero no te preocupes todo se puede arreglar
2025-09-15
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patry
es que te lo merece 😔🙈 la verdad
2025-08-30
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