ATADO A LA SANGRE Capítulo 4

Los ojos de Sylren brillaban con un rojo profundo, antiguo y dominante. Una energía salvaje, oscura, imposible de clasificar.

Kaelvhar sintió que su voluntad se disolvía ante esa mirada. Sus rodillas cedieron, como si estuviera frente a un dios. O algo peor.

Kaelvhar/Rey Vampiro

¿Qué… eres tú? __susurró, sin aliento__

Pero el hechizo se rompió tan repentinamente como comenzó. Desde la espesura, se oyó un crujido.

Rheven, su guardia de confianza, irrumpió en la escena, alarmado.

Sylren apenas parpadeó, y sus ojos volvieron al gris tormentoso de siempre. Ya no había fuego. Ya no había control.

Pero tampoco hubo miedo.

Silbó corto y fuerte. Su caballo emergió de la niebla, como si lo hubiese estado esperando.

Sylren/Príncipe °3

¡Vamos! __Ordenó con frialdad __

Montó con agilidad y desapareció entre los árboles, dejando tras de sí el olor de la sangre, el barro… y la duda.

Kaelvhar se puso en pie, la furia vibrando en su pecho como un tambor de guerra.

Observó su propia mano temblorosa, aún marcada por una fuerza que no entendía.

Kaelvhar/Rey Vampiro

Eso no es una divinidad. __escupió, con voz gutural__ Es algo mucho más poderoso… y prohibido. Y si no puedo matarlo… Lo vigilaré. Lo estudiaré y descubriré como acabar con él. Porque no habrá nadie en este mundo ni dios, ni monstruo más fuerte que yo.

Kaelvhar con ayuda de su guardia logró mover un poco más y rápidamente los dos desaparecieron del lugar.

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Con Sylren...

Sylren llegó al palacio sin ser visto, cubierto por su propia sangre y el peso de un secreto que ni él comprendía. Cabalgó directo a los establos traseros, dejó al corcel en silencio y subió por los pasillos desiertos hasta su habitación.

...

Cerró la puerta con seguro. La respiración aún agitada. La herida en su cuello ardía… o al menos eso creía.

Sylren/Príncipe °3

Necesito limpiar la herida pronto...

Encendió una lámpara, se miró en el espejo y retiró la prenda ensangrentada. Tomó un paño, el frasco con alcohol y lo destapó, decidido a limpiar la herida.

Pero…

No había herida.

Solo quedaba una línea rojiza que se desvanecía frente a sus ojos.

Sylren/Príncipe °3

No… __murmuró retrocediendo, pálido__ ¿Qué…?

Se acercó al espejo, sus dedos temblorosos buscando explicación, entonces lo vio.

Sus ojos, eran rojos. No un rojo cualquiera… sino uno profundo, sobrenatural, como el del vampiro que lo atacó.

Sylren/Príncipe °3

Esto es un mal sueño… no puede… __jadeó nervioso __

Buscando escapar del miedo, tomó una daga de su escritorio y, sin pensarlo, cortó la misma zona en su mano donde la anterior herida había cicatrizado.

El dolor fue inmediato. La sangre brotó de nuevo. Se apoyó en la pared, temblando.

Sylren/Príncipe °3

¡Agh!... Bien… bien, duele… esta sí es real. __susurró, aliviado de que al menos eso aún funcionara como en los humanos__

Se dejó caer en la silla, tomó un vendaje y empezó a limpiar y vendar la mano, apretando los dientes por el ardor.

Sylren/Príncipe °3

Fue una alucinación… estoy agotado, eso es todo… __se dijo, casi rogando creérselo__ Algo me debe haber hecho ese maldito vampiro...

Pero, mientras envolvía su mano con tela, no pudo evitar mirar de reojo el espejo…

Y allí volvió el reflejo de unos ojos que no deberían ser suyos.

...

El miedo le carcomía el pecho. Sylren observó sus ojos rojos una vez más en el espejo y, con un grito de frustración, lanzó la daga con fuerza.

El cristal se rompió en mil fragmentos que se desparramaron por el suelo con un estruendo seco.

Sylren/Príncipe °3

¡Maldita sea! __jadeó__

Segundos después, un golpe en la puerta.

Sirviente

¿Su Alteza? ¿Está bien?

Un sirviente entró sin esperar respuesta. Al ver los vidrios esparcidos, palideció.

Sirviente

Déjeme limpiar, por favor. Podría lastimarse. __dijo, inclinándose con apuro__

Sylren no respondió. Se hizo a un lado, aún respirando con dificultad, y se quedó en silencio detrás de él, observando cómo el joven recogía los restos.

Entonces, un leve quejido.

Sirviente

Auch… __Se había cortado la mano__ Qué torpe soy…

El aroma a sangre fue súbito, como una oleada invisible que lo golpeó. El corazón de Sylren se aceleró. Un cosquilleo extraño le recorrió la columna.

Su visión pareció enfocarse únicamente en el cuello expuesto del muchacho que, ajeno al peligro, seguía de espaldas.

Sus pupilas se dilataron. El rojo regresó mucho más intenso y hambriento.

Sylren/Príncipe °3

No… __murmuró, llevándose la mano a los labios y forzando la vista a otro lado__

Retrocedió torpemente hasta sentarse en la cama, como si al hacerlo pudiera enterrar aquella sensación.

Sirviente

¿Está todo en orden, Alteza? __preguntó, levantándose__

Sylren/Príncipe °3

Sí… puedes irte. Solo… necesito dormir. __respondió, sin mirarlo__

Sirviente

Cómo desee, me retiro.

Cuando la puerta se cerró, Sylren exhaló con fuerza. Se dejó caer en la cama, con la mirada en el techo.

Sylren/Príncipe °3

Estoy cansado… solo fue eso… nada más… __susurró, aunque sabía que lo que sintió… no era ninguna alucinación y más después de que un vampiro lo mordiera pues había unas sospechas desde que eran niños que si un vampiro mordía a un humano lo convertía en uno y esa leyenda les causaba terror a todos__

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Al día siguiente...

El campo de entrenamiento ardía bajo el sol del mediodía. El sudor corría por la frente de los jóvenes príncipes mientras los caballos resoplaban inquietos, ajustándose a la rigidez del adiestramiento.

Sylren permanecía montado en su corcel negro, recto y en silencio, con la mirada baja, intentando ignorar los susurros que lo rodeaban.

Kaiven/Príncipe heredero-Humanos

¿Así que te mordió un vampiro? __se burló desde su montura, girando en círculos a su alrededor__ ¿No deberías estar en una celda? ¿O colgado en la torre como los demás?

Alenya/Princesa -Humanos

Shhh, no lo molestes. __añadió falsa preocupación__ Quizá ya no debería estar aquí... imagina que nos muerde a nosotros y terminamos asándonos en fuego sagrado.

Sylren no respondió. Sus dedos se cerraron con fuerza sobre las riendas, pero su rostro se mantuvo impasible.

Cualquier muestra de emoción sería leña para el fuego. Ya lo conocía.

No pasó mucho tiempo qué...

Un sonido seco, brutal, irrumpió desde la espesura cercana.

Kaiven/Príncipe heredero-Humanos

¡¿Qué es eso?!...

Los entrenadores apenas tuvieron tiempo de girar antes de que un Warg emergiera del bosque. Era más grande de lo normal.

Capitán 1/Humano

¡Atrás! ¡Todos, atrás! __gritó__

Pero era demasiado tarde.

El Warg avanzó lentamente, con el hocico bajo y los músculos tensos. Su sola presencia bastó para desatar el caos.

Los caballos relincharon como locos, giraron sobre sus patas y lanzaron a sus jinetes al suelo uno por uno. Algunos huyeron entre chillidos, otros simplemente cayeron fulminados por el terror.

Todos, excepto uno.

...

El caballo de Sylren permanecía quieto, sin un solo temblor en las patas. Sus ojos no mostraban temor, ni siquiera inquietud.

Era como si algo invisible lo protegiera... o como si supiera, con certeza, que debía quedarse junto a su jinete.

Y Sylren… tampoco se movió.

Sylren/Príncipe °3

(Parece que está vez no me libraré de la muerte.) __Entrecierra ligeramente sus ojos__

La bestia avanzó rápidamente hacia él.

Todo parecía perdido y los gritos de los guardias no tardaron en oírse.

Pero entonces la bestia apenas se topó con la mirada del menor se detuvo en seco.

Su respiración era densa, vibrante, pero sus ojos... sus ojos parecían entender.

Con un gruñido apenas audible, el Warg bajó la cabeza. Una reverencia animal. Luego, dio media vuelta sin mirar a nadie más, y regresó por donde vino, dejando un silencio fúnebre tras su partida.

Los entrenadores, que se habían acercado corriendo con espadas en mano, no supieron si felicitar a Sylren o temerle.

Nadie dijo nada. Nadie se atrevió.