Estrella Portugal es una mujer de 47 años a quien no se le ha apagado la belleza; es elegante, sofisticada, siempre dueña del lugar donde pisaba y la más importante ejecutiva del Conglomerado Portugal, conocida en el mundo empresarial internacional como la reina Midas de los negocios, todo lo que ella dirige lo convierte en éxito, aunque en el fondo eso sea un rasgo intrínseco de la mayoría de los Portugal.
...Estrella Portugal...
Tiene dos hijos, Alex de 26 años y Camila de 19 años, aunque a ambos los criaron con los mismos principios, los dos son muy diferentes, mientras el mayor siempre ha sido centrado y responsable, la menor no ha tenido idea alguna de qué hacer con su vida; y ahora se ha convertido en el desafío más grande de Estrella.
Mientras su hija, está sedada durmiendo en la cama del hospital, Estrella mira por la ventana, a la ciudad que nunca duerme, mira su reloj y sabe perfectamente que Edward debe estar surcando los cielos, alejándose de ella, y las lágrimas brotan de sus ojos sin poder evitarlo, se preguntaba si acaso se había atrevido a soñar demasiado; y en su mente, el recuerdo de la primera provocación, ronda sin cesar.
...*** Hace siete meses ***...
La casa de Estrella Portugal no parecía un hogar, sino una escenografía diseñada para una película elegante y silenciosa. Cada objeto tenía un propósito estético. El mármol negro del recibidor contrastaba con la calidez de las luces tenues.
Edward llegó puntual. Demasiado puntual, pensó al mirar su reloj mientras se paraba frente a la puerta, respiró hondo antes de tocar el timbre; algo más fuerte que él lo había obligado a aceptar esa invitación, no era un niño para no saber que esa mujer le atraía, pero como la primera polilla que se acerca a la luz para morir, él asistía a lo que fue la chispa inicial de la aventura.
Fue ella misma quien abrió. Llevaba un vestido color vino, sin escotes pronunciados, pero ceñido al cuerpo con una precisión peligrosa, que marcaba las curvas que la edad no se había atrevido a borrar. El cabello suelto, más informal que de costumbre, y un perfume que parecía más una caricia que un aroma.
- "Hola", dijo Estrella con voz suave.
- "Hola", repitió él, sin poder evitar mirarla con más detenimiento de lo debido.
- "Pasa, será una cena para dos. Camila apenas llegó de viaje, se fue con unas amigas, no me dió tiempo de decirle. No hay nadie más esta noche", comentó Estrella.
Edward sintió el primer golpe en el estómago. No era por el vino que aún no se servía. Era por la certeza de estar caminando en un terreno delgado, inclinado, donde cualquier paso podía llevarlo al borde del deseo.
La mesa estaba servida con sencillez. Una vela, platos blancos, sin lujos excesivos; pero ella, en esa atmósfera, lo era todo, su presencia era una delicia para sus ojos.
- "¿Cocinas tú?", preguntó Edward, tomando asiento.
- "Cuando la ocasión lo merece", respondió Estrella, sirviéndole un poco de vino. "Y esta lo merece", añadió con una sonrisa.
Durante los primeros minutos hablaron del trabajo, del centro de salud comunitario que Edward empezaría a supervisar en unas semanas. De las campañas médicas en barrios del Bronx. Estrella lo escuchaba atenta, con un respeto real por lo que hacía; había abandonado todo para dar un pequeño aporte a su fundación benéfica, aunque haya sido una casualidad y no hubiese sabido quien era la financista principal de Proyecto Esperanza.
- "No entiendo cómo un joven neurocirujano con futuro asegurado en cualquier clínica de lujo decide esto", dijo ella, mientras cortaba un trozo de salmón.
- "¿El qué? ¿Ayudar?", cuestionó Edward.
- "No", respondió ella. "Alejarse de todo. Renunciar a un futuro prometedor. No muchos lo hacen sin tener algo que los queme por dentro", añadió sin dejar de mirarlo.
- "Tal vez tengo más fuego del que puedo controlar", dijo Edward, sin evitar que eso sonara a una provocación.
Estrella lo miró sin responder. El silencio volvió, pero esta vez era otro: íntimo, peligrosamente deseoso. Cuando ella se puso de pie para llevar los platos a la cocina, Edward la siguió con la vista, y no por educación. Había una elegancia feroz en su manera de moverse, en cómo no pedía atención pero la dominaba toda; estaba electrizado por su presencia.
En la cocina, mientras ella lavaba copas, Edward se acercó.
- "Puedo ayudar", dijo él.
- "Estás invitado, no esclavizado", respondió ella con una sonrisa. Pero si insistes...".
Ella giró ligeramente, quedando demasiado y tentadoramente cerca. Edward tomó una copa, rozó su mano. Fue un segundo, pero hizo arder la piel como las brazas.
Estrella fue la primera en retirar la mirada.
- "¿Sabes qué es lo que más me inquieta de ti, Edward?, preguntó ella, tratando de no perder el poco control que tenía.
- "Sorpréndeme", dijo él.
- "Esa forma de mirarme. Como si ya supieras quién soy, pero igual quisieras descubrirlo todo desde cero. Como si no te diera miedo lo que encuentres", manifestó ella, tratando de descubrir si siente la misma provocación.
Edward bajó la copa. Había un calor en su garganta que no venía del vino.
- "¿Y sabes qué es lo que más me inquieta de ti?", preguntó Edward.
- "Dímelo", dijo ella como en un susurro.
- "Que no actúas como una mujer que se ofendería si lo descubriera, si me adentrara y descubriera todo de ti", manifestó Edward.
Hubo una pausa. El eco de esa frase pareció retumbar en el deseo refrenado de Estrella; quien volvió a hablar, muy despacio.
- "No deberíamos tener este tipo de charlas. Soy la madre del esposo de tu hermana. Tengo casi tu edad… más veinte", dijo como quien quiere sonar gracioso, pero termina siendo una tentación que no quiere que se aleje.
- "Y tú eres la mujer más viva que he conocido desde que salí del infierno", expresó Edward.
Estrella se tensó. No porque estuviera incómoda, sino porque acababa de comprender que no todo se podía disfrazar con educación, el deseo termina revelándose.
Y en la noche elegante, sin música, sin testigos, algo se había servido junto con la cena: el deseo, la curiosidad, la culpa, y una chispa que ni el juicio más estricto podría extinguir.
...*** Fin del recuerdo***...
- "Tengo sed", murmuró Camila.
Estrella corrió para ayudarla a beber un poco de agua; ella había estado viviendo un romance apasionado, sin saber que su hija estaba enamorada del hombre que renovó sus sentidos. Cuando lo descubrió, era muy tarde para echarse atrás, el problema era que Camila no estaba dispuesta a perderlo, aunque para ello, lastime a su madre y la obligara a elegir entre ella o él.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 68 Episodes
Comments
JZulay
revelador !!!!!
aunque francamente....Camila no es mujer para Safra......con lo que se ha descrito de ella, es una mujer superficial y caprichosa.
Quién sabe si, luego de esa dura experiencia, cambie . Pero estoy casi segura que Safra no la considera para pareja 🤔
2025-07-13
7
Beatriz Narváez campo
que pesar que madre e hija compartan el mismo gusto
2025-07-12
7
Olga Ortiz
muy interesante trama de la novela, esas edades en una relación aunque el amor sea verdadero al final pega
2025-07-25
4