Labios Color Carmesí

La investigación del viejo no fue tarea sencilla, si bien era capaz de escurrirme en la base de datos del clan Konan, la labor de no ser detectado fue la primera barrera que tuve que derribar, no obstante, el encontrar la información requerida respecto al posicionamiento fue cosa aparte, pues no había registro alguno.

La ofensa de mi clan había sido suficiente como para que tomaran medidas más arcaicas, después de todo, éramos conocidos por la corrupción informática. Para mi suerte, debían cometer el error de no advertir sobre estas medidas a los demás invitados, familias igual de corruptas a las cuales estuve indagando por años con la intención de arrastrarlos junto con los Miwra, esto me permitió conocer la ubicación y el itinerario.

Observo el reloj de la pantalla, el cual marcaba las 6 am. Había pasado toda la noche realizando la investigación, después de todo, si pretendía proponérmele ese día, debía aprovecharme de la organización del jefe antes de arrebatarle el puesto. La mansión se torna repentinamente agitada; los pasos apresurados en el pasillo llaman mi atención, sin embargo, elijo ignorarlos.

Repaso minuciosamente cada uno de los movimientos que Laila había dado a nivel bancario durante las últimas 24 horas, pues el clan no sobrevivía solo por servir a los fines de la mafia, también recibían recompensa monetaria y eso era algo de lo cual la Durga se encargaba.

–¿Crees que le pagué demasiado a mi guardaespaldas?

Suelta esa hipnótica voz tras mi espalda. Volteo rápidamente y, por propensión, le apunto con el arma, encontrándola tanto a ella como a Iker de pie, observando lo que hacía.

– Lo siento cariño, debí avisarte que vendría a visitarte.

Su personalidad calmada y sin un solo atisbo de temor provoca que la obsesión que estaba desarrollando por ella se acrescente, fastidiándome.

– ¿Cómo fuiste capaz de traerla? – Le pregunto con evidente enfado a Iker, quien parece disfrutar de la situación.

–Fue ella quien ingresó por sí misma al recinto, yo tan solo la atraje hasta aquí – Explica con ironía, saliendo de la habitación y dejándonos solos.

–Tu amigo me agrada. No dijo una sola palabra, tan solo me atrajo como si fuese un pequeño gato hasta su amo.

Le secunda ella, pasando su mano por sobre mi hombro, tan cerca que podía sentir su perfume.

– Vine porque quería ver a mi futuro esposo.

Sus palabras hacen que me hierva la sangre, pues sabía que había venido para saldar cuentas con el viejo y para asegurarse de que no me habían asesinado en el proceso. La tomo de la muñeca, la empujo contra la pared a un lado de la puerta y le apunto en la cien con la pistola.

– Si pretendes hacer una alianza deberías pensar más en la persona a la que pretendes utilizar – Le susurro entre dientes.

Por primera vez desde que la conocí parece expresar sorpresa o culpabilidad ante sus propias acciones, pues su mirada se suaviza y su personalidad burlona se aplaca momentáneamente.

– Jamás escogería a alguien que no supiera como defenderse, y mucho menos escogería como esposo a alguien para usarlo y desecharlo – Expresa, observándome con una mirada suave.

Instantáneamente, viene a mí la sonrisa de Lilith, una niña a la cual amé incondicionalmente en mi infancia. Siento un gran impulso por sacarla del peligro que rondaba esta mansión, sin embargo, me trago las emociones enfocando mis sentidos a la pistola que tengo sobre su cien.

– Muy bien, entonces seré más astuto… puedes seguir haciendo las cosas a tu forma, yo encontraré la manera de seguirte.

Afirmo, sintiendo como el parecido con Lilith me hace más blando ante esta mujer. Laila me sonríe y retira el arma para después desaparecer sin decirme una sola palabra. Me acomodo nuevamente sobre la silla, exhausto con todo lo que estaba sucediendo; centro nuevamente la mirada en los movimientos bancarios, sin embargo, su comentario ronda en mi mente como el aleteo contante de un ave, sus palabras nunca eran por azar, si tomaba eso en cuenta, el pago para su guardaespaldas era algo a lo cual debía prestar atención.

Observo las cifras, ciertamente era una ganancia mayor a la regular, no obstante, esta cifra se repetía contables veces dentro de los gastos, no solo sería su guardaespaldas, serían otros veinte a cargo de protegerla exclusivamente a ella, eso significaría un monitoreo detallado de cada espacio de la mansión de los Konan, incluyendo cada hueco por el cual se pueda colar cualquier rata, y para eso necesitarían de cámaras de vigilancia y franco tiradores.

Suelto finalmente un suspiro; por más minuciosidad que los Konan tengan con su información digital, no había manera de que se mantuvieran alejados de la tecnología y, para su mala suerte, este malnacido sabía cómo infiltrarse a cualquier lugar.

Ciertamente era una fortuna para ellos que su próxima jefa tenga siempre un pie adelante que el resto, de lo contario, el viejo hubiese logrado llevar a cabo su plan.

Imprimo la información requerida, omitiendo el acceso a los micrófonos y teléfonos de los guardaespaldas, después de todo, no le podía dar toda la mano al viejo o se tomaría el brazo. Me encamino directo a la oficina del jefe, no obstante, el alboroto alrededor y la emoción de los hombres de Piero me daban a entender que Laila aún seguía rondando por el lugar.

–Es una pena que esa mujer sea la futura esposa del jefe. Es una mujer maldita.

El comentario viene de parte de uno de los más jóvenes del clan. Ciertamente en otras circunstancias habría dejado pasar su estupidez y arrogancia, pero aun si se trataba por compromiso o contrato, no era capaz de dejar pasar esta injuria.

Le tomo por la solapa del esmoquin y lo levanto a la altura de mis ojos. Siento como poco a poco el enojo se apodera de mi cuerpo y un impulso por golpearlo se asoma.

– Esa mujer maldita a la que profanas con tu estupidez es la Durga de los Konan, una mujer tan poderosa que te aplastaría con solo chasquear los dedos. Si quieres conservar tu vida, será mejor que me permitas cortarte la lengua, ¿qué te parece?

Mi intervención llama la atención de los presentes, en especial la de Einar, quien no mueve un solo músculo por detenerme, dándome a entender que estaba de acuerdo con mi propuesta.

–¿Quién se cree?, Usted tan solo es un pobre peón del jefe Pier.

Suelta con esfuerzo, pues apenas si podía tocar el suelo con la punta de sus pies. Su actitud provoca que un lado de mí, que jamás había logrado surgir, emerja tranquilamente, obligándome a sonreír con naturalidad, tal cual Laila hacía.

– Soy el pobre peón del diablo.

Mi respuesta claramente no hacía alusión a Pier Miwra, hacía referencia a esos labios color carmesí que me sonreían satisfactoriamente desde la puerta del despacho.

–Ya es suficiente – Me detiene el viejo, ordenándole con señas a sus hombres separarnos. – Ahora mismo la Durga de los Konan volverá a su residencia, espero muestren el respeto característico del clan Miwra.

Rezonga, permitiéndole el paso a Laila, quien evita mi mirada tanto como le es posible. Los presentes nos inclinamos ante su paso, acción que hacía parte de la etiqueta de la mafia ante la mujer más poderosa de este podrido mundo.

En cuanto deja la residencia, vuelvo a levantar la mirada, encontrándome con el rostro imperturbable del jefe, quien estira su mano a la espera del reporte con los datos que me había pedido.

No dudo ni un segundo en entregarle el sobre con los papeles y seguirlo nuevamente a su oficina. El lugar desprendía el olor del embriagador perfume de Laila y, para mi mala suerte, no era el único en notarlo, pues el anciano parecía extasiado con la fragancia.

–Eres muy competente, aunque algo revoltoso, más de lo que recordaba – Suelta finalmente, distrayéndome de los recuerdos que ese olor me traía. – Según esto los Konan tendrán una extrema vigilancia durante el posicionamiento como era de esperarse, sin embargo, bajo nuestras manos tenemos los datos personales de los francotiradores.

Detalla, observando la información que había realizado por el bien de ella.

–Si logramos volver a nuestro favor a esos hombres, tendremos una entrada limpia a la residencia, sin alertar a los hombres de Konan, sin embargo, llegar hasta el interior de la mansión será una barrera aún más alta; si encuentra en la página tres, puede observar claramente los planos de la mansión y la distribución de la seguridad.

Intervengo, guiando el plan de forma fluida. – Si ingresa por la parte superior se encontrará con más problemas, si bien estas zonas no están resguardadas, sí encontrará a los tres clanes que nos secundan en jerarquía hospedándose y, a menos de que quiera enemistarse con estas familias, lo mejor será no acceder por esta zona.

Me detengo, a la espera de alguna reacción por su parte, sin embargo, su mirada me da a entender que sospechaba de mi involucramiento en tan detallada explicación.

– Hasta el momento no habías abierto la boca respecto a cualquier negocio del clan, ¿por qué ahora?

Me interroga, dejando de lado los papeles. Le observo detenidamente, sabía que si cometía un solo error todo se iría al carajo.

– El bienestar del clan Miwra es mi bienestar. Hasta el momento no me había encontrado con una situación tan importante como la unificación de dos familias de la mafia tan poderosas como lo son ustedes, así que no deseo quedarme de brazos cruzados cuando soy de utilidad.

Respondo, regulando tanto como puedo las expresiones de mi rostro y cualquier signo que me delate. El anciano me observa por unos segundos hasta que finalmente elige creer en mis intenciones.

– Si es realmente ese tu propósito, entonces espero me digas cuál es la mejor forma de obligarla a aceptar un matrimonio por el bien de su clan.

Finalmente, entiendo la razón por la cual desea infiltrarse ese día, dándome una nueva luz entre tanta incertidumbre, después de todo, necesitaba manipular a este hombre para que cumpliera en mi lugar todos los pasos tediosos de una infiltración.

– Deberá montar una distracción lo suficientemente grande como para que todos se desplacen y le permitan una entrada sin crear conflicto con las otras familias.

Resuelvo, señalando el ala oeste, la cual, al parecer era destinada a los registros de los cuales el clan Konan deseaba deshacerse, sería como matar dos pájaros de un tiro.

– Si detonamos un par de bombas por esta zona no dudarán en dirigirse allí, incluyendo a los invitados. En ese momento deberá aprovechar para ingresar. Lo demás lo dejaré en sus manos.

El viejo Piero medita mi propuesta. Dentro de esos archivos existía información que le incumbía y destruir el lugar sería contraproducente, no obstante, si su plan era unir familias, no tendría realmente de lo cual preocuparse. Finalmente, decide aceptar mi propuesta, regalándome un apretón de manos como sello de nuestra complicidad.

Dejo el despacho, exhausto por lo agitado de la tarde, no obstante, el rostro sonriente de Iker lleva consigo buenas noticias. Salimos de la mansión, lejos de los halcones que asechan por los pasillos.

– No tengo idea de qué pretendes con esto, pero conseguí reemplazarlo cuando montaste ese alboroto frente a la oficina del jefe – Comparte, entregándome la bala cubierta por la sangre de Laila.

–Será una sorpresa…- Mascullo, sosteniendo ese primer contrato que sellamos. – Por el momento tendremos que mantenernos a raya, el viejo no confía en tu palabra, sin embargo, yo te dejaré la baraja abierta, si decides traicionarme sabrás cuál es tu final.

Sentencio, entregándole una USB con la copia de los planos de la mansión Konan. Iker asiente, dándome a entender que también se estaba jugando el todo por el todo al pasarse a nuestro bando.

– Estudia bien la información que te acabo de entregar, porque ambos entraremos en el campo de batalla dentro de poco.

En cuanto le doy las últimas indicaciones me alejo de él y de la mansión. La ciudad a esa hora parecía cundida de delincuentes menores por donde quiera que observe; a pesar de ser una zona bastante popular por las riquezas que le rodeaban, era el hogar de asesinos renombrados y conocidos, de los cuales ni la misma policía parecía atreverse a tocar.

Por esa misma razón, los clanes utilizaban emblemas bordados en los botones de la ropa, de tal forma que se les reconociese y no se atravesasen en su camino, misma razón por la cual yo hacía uso de esta, después de todo, estas personas no merecían verse envueltos con la mafia independientemente de sus intenciones, por lo menos no todos ellos.

–Joven, por favor, no haga esto – Ruega una mujer, quien protege a su hijo tras su espalda del arma de un delincuente – No tengo nada de valor que ofrecerle, pero le prometo que volveré con dinero.

Sus súplicas resuenan en mi mente; palabras similares a las que mi padre utilizó con ese hombre. Por mucho que deteste meterme en medio del orden natural de esta sociedad, no podía ignorar a esas personas, por lo que desarmo sin advertencia al delincuente y lo empujo lejos, interponiéndome entre él y la mujer.

–¡No te metas en esto!

Suelta el atacante. Claramente, su desesperación era mayor que su raciocino, obligándome a mantenerme al margen.

– Solo quiero al niño, si me lo entregan no tendrán más problemas.

–Lo siento mucho, pero el clan Miwra no se involucra en el tráfico de menores, si desea llevarse a este niño, tendrá que pasar por encima de killian Inagawa.

Enfatizo, esperanzado con que recuerde mi nombre para futuras referencias. El joven observa detalladamente el esmoquin, encontrando rápidamente el símbolo de la mafia impreso sobre los botones.

Sube su mirada hasta mi rostro y con una mueca sale corriendo, ocultándose rápidamente.

– Por favor regrese a su casa, este no es un buen lugar para los menores como él.

Observo, permitiéndole el paso a la mujer y su hijo, quienes huyen hacia la estación de metro. La situación me recuerda nuevamente a Lilith. Si bien esa pequeña había desaparecido de cualquier registro, aún tenía la esperanza de que se encontrase con vida, sana y salva.

No importaba cuanto la buscase en las bases de datos del estado, siempre perdía cualquier pista o rastro que hubiese existido sobre ella. Su caso se convirtió en uno de los más polémicos a nivel mundial, pues tras su desaparición jamás fue hallada.

La ansiedad comienza a recorrer mi pecho, pidiéndome a gritos que tome una gran bocanada de nicotina; no me resisto a la tentación y enciendo el primer cigarrillo. El humo que recorre mis pulmones hace que arda por dentro… o bien podría ser la desesperación que el caso de Lilith me provoca, pues había jurado ofrecerle toda mi vida a su disposición.

Tal vez sea esta impotencia la razón por la cual estoy embelesado con Laila, la razón por la cual mi mente no para de recordar su mirada y su olor, obsesionándome con que sus planes se cumplan aun si eso me cuesta todos estos años de esfuerzo en el clan Miwra.

Inhalo otra bocanada de humo y lo dejo escapar impaciente al notar como mi memoria olfativa me juega una mala pasada. Si bien detestaba cualquier olor dulce, el perfume de esa mujer no salía de mi memoria, era como tener esa aura dominante rondando por todos lados.

No resisto más y lanzo el cigarrillo al pavimento. Por alguna razón, la mezcla de olores entre mis recuerdos y la realidad me hace detestar el sabor de la nicotina.

–Es interesante verlo rechazar algo que ni en el reformatorio lograron quitarle.

Suelta una voz ronca tras de mí. Río ante el comentario, después de todo, esta persona había sido uno de mis vigilantes durante mi época de “preso”.

– Con un solo movimiento logró hacerme dejar ese maldito vicio – Expongo, lanzándole la caja de cigarrillos – Será mejor que no los desaproveches, Kendrick.

Como era de esperarse, los recibe con una sonrisa y sin rechistar. – Me intriga la persona que logró tal hazaña – Indaga, entregándome con cautela un alargado estuche negro. – Será mejor que tenga cuidado con esto joven Kilian, si lo descubren no habrá forma de escapar.

Su advertencia hace que una risilla fastidiosa resuene en mi mente. Claramente, sabía el juego al cual me estaba ateniendo, pero por alguna razón me emocionaba ver la reacción que tendrían todos si descubrían lo que Kendrick me estaba entregando ahora mismo, en especial, su reacción.

Recibo el embalaje, sorprendido por su peso, pues si bien no era pesado, tampoco era lo que imaginaba que sería.

– Agradezco tu colaboración y te será recompensado prontamente – Afirmo, sacando de mi bolsillo un fajo de billetes.

–Me gustaría saber para qué necesitas algo como eso – Indaga, contando los billetes con cautela.

–Lo sabrás pronto – Respondo – Así que ten mucho cuidado con la información que manejas.

Puedo observar la confusión en su rostro. Kendrick había sido uno de mis mayores aliados desde muchos años atrás, sin embargo, no podía entregar del todo mi confianza solo por ello. Con esta advertencia le doy a entender que tengo un ojo sobre él, lo que significaría que su traición le sería más problemático que beneficioso.

Regreso a la mansión de los Miwra, no sin antes asegurarme de entregarle el estuche a Iker, quien se escabulle entre los puntos ciegos de la mansión, permitiéndome ingresar por la puerta principal, donde me revisan de pies a cabeza, medida que les sería de utilidad de no ser porque conozco cada rincón de ese lugar.

La noche pasa más rápido de lo que me gustaría, pues tan pronto en cuanto se dan las 5 am en punto, el ajetreo de los hombres de Piero hace que me desconcentre. La base de datos frente a mi izquierda se mezcla momentáneamente con las imágenes de la mansión Konan a mi derecha.

El no dormir por días me estaba cobrando finalmente un precio alto. No puedo evitar que la mirada se me nuble momentáneamente. Los parpados me pesan más de lo que me gusta admitir, y estoy a punto de ceder al sueño, de no ser porque una alarma ocupa la totalidad de las pantallas y despliega sin ordenarle una conversación telefónica entre los hombres de Konan, habría claudicado.

Si bien confiaba en el control de la Durga por sobre sus subordinados, no podía confiar en el poder del aun jefe de los Konan y mucho menos de las facciones que se unían a esta familia. Desde hace treinta años, los Konan crearon diferentes accesos entre familias para crear cimientos más fuertes a medida que crecían, lo que originó que diferentes facciones se acoplaran dentro de los movimientos internos de esta familia.

Es como tener dos copas frente a ti y saber que una de ellas podía estar envenenada. Al final del recorrido solo quedaba arriesgarse a confiar en la suerte o bien, hacerlos beber de ambas copas y, para eso, mi poder era absoluto.

El acceder a su tecnología era una de las libertades de los Konan sobre las facciones, y ahora que había logrado acceder a esta, era capaz de escabullirme sin problemas. Su conversación parece una combinación de números a simple vista inentendibles, sin embargo, cada respuesta y espacio contenía un patrón similar. Comprendo rápidamente que se trata de un código basado en numeración, una forma bastante astuta de hacerle perder el tiempo a alguien con poca experiencia, sin embargo, tratar con estas codificaciones de mensajes no era ninguna novedad para alguien que las utilizaba constantemente para no ser descubierto.

La encriptación de mensajes basados en numeración tiene comúnmente 27 números, correspondientes al abecedario, sin embargo, entre sus mensajes el mayor número era el 103, si no me equivocaba y estas personas no eran más listas de lo que estaba suponiendo, estaban tomando los números desde el 23, aun así, entre estos menajes, había numeraciones perdidas, provocando que las frases no tuviesen sentido.

Suelto una risilla al darme cuenta de su juego. Si bien habían hecho un movimiento astuto, usar los números de tres en tres sería confuso incluso para ellos, y es un crédito que debía otorgarles.

...“La Durga estará dentro de las primeras 3 horas y media de la tarde sin vigilancia dentro de una zona libre de armamento”...

Encuentro esto un poco entretenido y, por primera vez en mucho tiempo, siento que me divierto. Me escabullo entre la conversación y confirmo el movimiento, tanto con ellos como con Laila, quien recibe mi mensaje, y con una sonrisa llena de satisfacción, asiente mirando directo a la cámara de vigilancia a su izquierda, dándome a entender que sabía perfectamente que la estaba observando desde hace mucho tiempo.

La hora de encuentro se da más pronto de lo que imaginé, por lo que habilito las cámaras de seguridad y el audio de los teléfonos de ambos para monitorear sus movimientos. Efectivamente, uno de ellos se dirigía con cautela hasta Laila, quien le recibe con total tranquilidad.

–¿Qué le trae tan pronto a esta zona a un miembro de la facción Cairel?

Su voz ingresa a mis oídos, embriagándome de una sensación que no sabía que necesitaba.

–He venido a entregarle un mensaje de la familia Cairel…

Responde acercándose a Laila, quien no da un solo paso para desviar su trayectoria. Si bien confiaba en mi intervención oportuna, no podía entender cómo era capaz de no reaccionar ante el peligro. Apago las luces del lugar, dejándolo en total penumbra. Por el monitor puedo apreciar cómo la electricidad de un Taser ilumina la habitación para caer estrepitosamente y perderse en la penumbra.

Habilito el acceso a los parlantes del lugar e intercedo encendiendo el proyector de la sala. – Es interesante ver cómo una familia con tan poco poder acude a un movimiento tan arriesgado…

Suelto con una voz robótica, al tiempo que proyecto el estado financiero de las dos facciones que estaban involucradas.

– Si creen que no tienen que perder más que sus vidas, están muy equivocados. Bajo el poder de La Durga se encuentra el corazón de sus más lucrativos negocios, la distribución de drogas y la venta de esclavos … ah, es verdad, se suponía que estos negocios eran un secreto, ¿no es así?, me disculpo.

Desde ese ángulo puedo apreciar cómo Laila mantiene el rostro de aquel hombre sobre la alfombra, permitiéndole observar de alguna forma la lona blanca.

–Maldita oportunista, esos negocios le pertenecen a la familia Cairel y los Turina, ¡no tienen ningún derecho a meterse en ellos!

Masculla, aun intentando deshacerse del agarre de la Durga – ¡Es por sus tratos y secretismos que las facciones ocultan información como esta!

Laila le observa en silencio hasta que termina de hablar y, con una voz imperturbable, responde ante la acusación.

– No es por los movimientos de la familia Konan, es por la inutilidad de las facciones como la suya que se les ha ocultado información. Ni siquiera ustedes cederían estos negocios a un adicto a la droga… nosotros no cederemos nuestro imperio a unos adictos al dinero, con falta de visión y una mentalidad pobre – Suelta, sacando una pistola de su cintura.

–Antes de que continúe con esto, me gustaría preguntarle a Laila Konan, ¿desea entregarle la ubicación y los movimientos bancarios al FBI o desea conservarlos?

Suelto, dispuesto a hacer lo que ella pida. Por laguna razón puedo escuchar un suspiro burlón envuelto por un olor dulce.

– Entrégales hasta el último esclavo a la policía junto con cada ganancia que provenga de estos dos negocios y de ambas familias… lo restante ingrésalo a la cuenta de la familia Konan.

Ordena, observando el rostro desencajado de su enemigo, para después dispararle en la cabeza. Enciendo nuevamente las luces y apago el monitor.

– Se suponía que ese lugar era libre de armas – Sopeso, intentando conocer las medidas de seguridad de la mansión.

-Cariño – Señala, volteando a ver la cámara y permitiéndome apreciar ese rostro manipulador – Soy la Durga, nada está prohibido para mí.

Su respuesta me devuelve la energía que estaba necesitando. Esa clase de confianza y poder es más que única, es embriagadora y me impulsa a seguirla sin rechistar palabra alguna. No se me permite replicar su comentario pues es ella quien me detiene rápidamente.

–Alguien viene.

Comunica, escondiéndose tras la puerta y apuntando con su arma. No tengo más opción que guardar silencio, pues si bien podía ver el grupo de hombres que se acercaban, ya era demasiado tarde para lanzar cualquier advertencia, tan solo me queda observar con la respiración agitada la escena.

No tardaron en ingresar y en sacar sus cuchillos en cuanto notaron el cuerpo de aquel hombre en el alfombrado, lo que me daba a entender que estas eran precisamente las personas que Laila estaba esperando desde un inicio.

–Lamento que tengan que encontrar este desorden – Se disculpa cortésmente, bajando el arma – Sin embargo, esto estuvo fuera de nuestro control, ¿no es así, Señorita Ámbar Turina?

Observo la presencia de aquella joven con sorpresa, si mi memoria no falla, ella era la descendiente más joven en tomar el mando de una de las familias de la mafia con mayor poder político, incluso más joven de lo que era Laila.

–No entiendo a lo que se refiere Durga – La enfrenta, con evidente temor en su voz.

La mirada imperturbable de Laila provoca que Ámbar no sea capaz de sostener esa aparente inocencia, pues rápidamente comienza a temblar. Puedo comprender esa sensación, no solo por haberla experimentado, sino porque su único aliado había caído allí mismo sin oportunidad de defenderse.

Laila ríe al escuchar su respuesta, pues sabía perfectamente que habían sido los Turina quienes habían manipulado las cuerdas de ese títere.

– La facción Turina se declara inocente, que sorpresa …

Sentencia la Durga, acercándose lentamente hasta su presa.

– ¿Podría explicarme por qué es usted la única con una pistola en este recinto?, por lo que veo, los demás ingresaron con los cuchillos de defensa personal, pero la señorita parece estar preparada para otra clase de amenaza.

Las miradas acusatorias se posan sobre la joven, quien con una mirada de odio le devuelve el señalamiento.

- Lo mismo puedo decir de la Durga, ¿acaso usted sabía que sería confrontada por los Cairel o es esto un complot para desacreditar a las facciones?

Su movimiento es astuto, lo que me arranca una sonrisa, después de todo, había sido mi intervención lo que la llevó a este momento. Laila me lanza una mirada por la cámara esquinera, disfrutando del secretismo.

– ¿Usted está insinuando que La Durga de la familia Konan había planeado esto desde un inicio?, es usted increíble, tanto que lamento que esta sea nuestra última conversación, así que le daré una última oportunidad de comprobar su inocencia.

La reta, volteando a ver al jefe de la facción Bailey. – Tome el teléfono del difunto Cairel – Ordena, guiando la acción con su arma.

El hombre obedece, y sin asco, toma el teléfono oculto en el interior del esmoquin. Puedo ver el rostro inerte de su víctima, al igual que lo hace Ámbar, provocando que aparte su mirada rápidamente. Laila observa su reacción y, sin embargo, opta por seguir con el interrogatorio.

El señor Bailey le entrega el teléfono, algo escéptico por lo que ella deseaba realizar.

– Durga, siento entrometerme, pero este teléfono tiene una clave de bloqueo y no cuenta con huella ni desbloqueo facial…

Declara, esperando su respuesta y/o siguiente orden. Laila se le iluminan los ojos mientras contiene la risa.

– Eso no es ningún problema.

Responde, encendiendo el teléfono, el cual desbloqueo desde el teclado de mi monitor. No pierdo el tiempo y le habilito la aplicación por la cual se estaban comunicando. La Durga no se lo piensa dos veces y le muestra la pantalla del aparato a la joven Turina.

– Si encuentro esto mismo dentro de su teléfono, la enviaré junto con su compañero, por el contrario, si no es así, y yo estoy equivocada, usted tiene permitido dispararme y no me moveré, ¿qué le parece mi oferta?

Su apuesta provoca que una alarma se encienda en mi cabeza, claramente se estaba jugando el todo por el todo al confiar en mi información. Me estaba entregando su cabeza sin dudarlo. Su presa la observa con la respiración agitada y sin embargo le entrega el teléfono. Sabía que se había asegurado de eliminar la aplicación, así como cualquier rastro que los trajera directamente hacia ella, a diferencia de su cómplice, quien confiaba lo suficiente en su capacidad como para no preocuparse por detalles “superfluos”.

Ingreso rápidamente al teléfono y reescribo el código, permitiendo que la aplicación vuelva a su sitio, así como las conversaciones.

– Vaya, parece que debo tener muy buena suerte – Suelta Laila, estirando su brazo y apuntando a la frente de Ámbar.

– No debiste traicionar a la familia Konan – Sentencia, dejándole ver la pantalla del teléfono – Por más códigos y encriptaciones que hagas, esto no parece más que un juego de niños.

Los presentes se apartan del lugar, esperando no manchar sus ropas con la sangre.

– Esto es imposible – Masculla con las lágrimas rogando por salir – Usted está jugando con toda la mafia.

Señala la joven con los ojos rojos y una mirada de odio tal que se imprime en mi mente con gran facilidad.

Laila no le da mayor oportunidad para que exprese sus sospechas y le dispara sin apartar su mirada. La sangre logra salpicarle el rostro y las ropas.

– Si hay alguien más que desee expresar su oposición contra mí espero que lo haga ahora – Masculla, observando al grupo a su lado.

Ninguno de ellos se atreve a decir palabra alguna, por el contrario, inclinan su cabeza frente a La Durga, recodándome como toda la mansión Miwra se inclinó ante su presencia. Me reclino contra el espaldar de la silla, tomando finalmente un respiro de todo lo ocurrido; si bien me había permitido despertarme nuevamente, el escenario tampoco era el más agradable. Deshabilito los audios y las bocinas, desconectándome del todo de la reunión que estaban llevando en la sala. Si ella había decidido confiar en mí, yo no tenía duda alguna ahora sobre su alianza.

Más populares

Comments

&-miss chan-&

&-miss chan-&

porfa no tardes en subir los cap

2025-06-14

2

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play