Le escribo estas palabras a mi dama de oro, que la noche nunca es tan larga como el amanecer que pasé contigo. Señora del oriente, vestidos finos de seda azul y lirios en sus cabellos negros. Oh señora mía, me tiene a sus pies a todas horas, en cada pensamiento, sueño y tarea.
Mi dama de noche y compañera de día, mi amiga y confidente. Este corazón nunca tuvo dueño y se creía indomable para la nación; las señoritas deseaban poseerlo mientras que los caballeros estaban muertos de envidia.
Quién hubiese creido que ese accidente nos uniría como compañeros de guerra.
Tu voz llena de autoridad en el campo de batalla aún me deja embelesado, la forma única de usar esa espada de hierro, de cuerpo débil a la vista pero fuerte como roca en la acción.
Mi dama de oro, gracias por aceptar nuestra unión eterna. Señorita de ojos verdes cual pasto, la voz de un ángel que escucharé en las puertas del más allá.
Piel de terciopelo de la más fina calidad, pero de palabras severas que ponen a los hombres cual niños regañados por su madre, oh mi señora si me ha retado. Me río cada vez que recuerdo, dura para que quede grabada que lo que una vez hicimos estaba mal, donde jamás se debería volver a repetir. Mi dama sí que era estricta ahora que lo pienso con calma.
Señora mía, han pasado años, años de buenos y malos momentos. Años de soledad y miedo, de milagros y herencia.
Nadie me dijo que la vida daba tantas vueltas, nadie creía que yo encontraría la felicidad en una mujer sin criterios y educación. Pues ahora me les río en sus tumbas con el típico "te lo dije", fui feliz en todo momento, esa sonrisa me impedía irme lejos; abandonar el nido fue imposible desde el segundo que sus rosados labios dijeron " Te amo".
Mi señora del oriente, con costumbres distintas que enamoran, oh señora mía, cuánta falta me hace en esta vida.
Hace mucho que me dejó, su pérdida cala en el alma incluso hoy. Las pinturas no te hacen justicia, no retratan esa belleza que yo vi, los pintores lo lamentan; sin embargo les respondo que no importa, que el mejor recuerdo me lo llevaré yo.
Los retoños se volvieron árboles fuertes, que crean sus propias raices así como también historias, hay amaneceres en que me piden que les relate sobre aquella mujer fuerte con capa negra. La que montaba a caballo en medio de la noche para hacerle compañia a la luna, y yo cual joven enamorado les digo con lujo de detalle cómo fue que el oro no resistió y te rindió homenaje en un cuadro ancestral.
Señora mia, mi cómplice en los momentos más bajos y crueles. Quien me ayudó a sostener una espada cuando mi cuerpo se negaba, corazón enardecido por un poco de tu atención.
Dama del oriente, cuánta falta me haces. Pero ya no lloro, porque creo que nuestra amiga la luna me llevará contigo esta noche.
Tengo grabada tu sonrisa bajo mis parpados, así no tendré miedo del sueño eterno.
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