Hoy me había levantado temprano, dormí toda la tarde, ya que me tocaba el turno de noche, no quería llegar otra vez tarde, me bañé me organice y me prepare para irme al trabajo
Cuando estaba a punto de salir, mi celular empezó a timbrar, lo saqué de mi pantalón y vi quien era, conteste el teléfono y suspire.
—¿Hola?— pregunté
—Hola Jacob, ¿tienes un momento?—pregunto la voz de mi hermana a través del teléfono
—Tiene que ser rápido, tengo que ir a trabajar—respondí
—Bien, lleve a mamá al hospital, está muy enferma—dijo
Yo solté un suspiro, no era la primera vez que pasaba esto, mi madre tenía cáncer, y está en su etapa final.
—¿Crees que puedas darme dinero? Necesito pagarle al hospital—dijo mi hermana con la voz apagada.
—Escucha, ven hoy a dónde trabajo, te daré un poco de dinero, ¿si?—dije en un intento de hacer algo
—Si, está bien—dijo
—Okay, nos vemos más tarde—dije
Ella colgó, yo abrí la puerta de mi apartamento y me fui a trabajar, durante todo el camino, no pude pensar en más que en mi madre, cada vez estaba peor y yo no podía hacer mucho para ayudar y eso me llenaba de coraje y de tristeza.
Llegué al trabajo y el jefe, estaba ahí, mirándome como su me estuviera esperando.
—Buenas noches, jefe—dije mientras entraba y me instalaba.
—Bonitas horas de llegar—dijo mientras se cruzaba de brazos.
—Perdón es que recibí una llamada de mi hermana, mi madre está grave en el hosp-fui interrumpido por él.
—Tu madre anciana me importa un culo, te dije que vinieras a cubrir el turno de la mañana—dijo
Cuando dijo eso de mi madre, me dieron ganas de agarrar una taza de café caliente y metérsela dentro del ano.
—Pero no era mi responsabilidad cubrir ese turno, el mío es el nocturno—dije y caminé hacia el puesto de cajero.
Mi jefe me siguió de cerca ya iba a empezar otro de sus shows.
—No te voy a pagar—dijo
Yo lo miré con sorpresa e indignación, esto era ridículo
—¿cómo que no me va a pagar?—respondí
—Pues no, no cumpliste con tu deber, entonces vete a la mierda—dijo
Estaba tan furioso que ni siquieraa note que ya eran las nueve o seaa que ese cliente, estaba parado justo en frente de mi jefe y yo, esperando a que lo atendiéramos.
—¡Y tú y tu puta madre se pueden ir al carajo, no te voy a pagar este mes!—me grito el jefe.
—¡Pues lo voy a denunciar—le grite!
—¡Inténtentelo, quiero verlo!—dijo y me empujó con fuerza.
En ese momento, se escuchó un ruido fuerte, el cliente que siempre venía, golpeó el mostrador con fuerza, haciendo que todos los objetos saltarán, no me estaba mirando a mí, sino a mi jefe, con una mirada penetrante y sería, se podía notar una chispa de furia en su mirada.
—J-Jacob... Atiéndelo—dijo y luego se fue.
Me acerque lentamente y lo mire, su rostro paso de estar rojo cereza a estar pálido como la leche.
—¿Un capuchino verdad?— pregunté.
Él asintió.
—En un momento se lo llevó a la mesa—dije.
—Muchas gracias—dijo, aún con esa expresión sería en su mirada.
Yo solté un suspiro y luego me frote la frente, alguien entro, era mi hermana, tenía un vestido largo, y una chaqueta amarilla, con expresión de cansancio en su mirada.
—Hola, Jacob—dijo
—Ya te doy el dinero—dije mientras caminaba a mi maleta y sacaba el fajo de billetes que el cliente me había dado.
Camine hacia ella y le di el dinero, ella no lo podía creer, miró los billetes y luego a mí con expresión de sorpresa.
—¿Cómo conseguiste todo esto?—pregunto
—Eso no importa, ahora ve y paga todo lo que necesite mamá—dije
—Está bien—dijo mientras se guardaba el fajo y salía de la cafetería.
—Te amo—le dije, ella me sonrió y luego se fue completamente.
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Agarre el capuchino y se lo lleve al cliente, la cafetería ya había cerrado, y mi jefe se había ido, así que solo estábamos ese hombre y yo.
Puse el capuchino en la mesa y luego retire la bandeja, él me miró.
—¿No estoy molestando? La cafetería ya cerró—dijo con voz sería.
—Pues si, ya cerró, pero no es una molestia que usted esté aquí...—le dije con una sonrisa.
—¿Te puedo preguntar algo?—me dijo
Yo asentí inconscientemente.
—¿Quién era la chica a la que le diste el dinero que te regale?—pregunto.
—Mi hermana, señor—dije
—Mi nombre es Erick Andrews, no me digas señor—dijo
—Si, lo siento, Erick—dije.
La campana que indicaba que alguien había entrado sonó, y entraron tres hombres, vestidos de negro, mucho más altos que yo, los mire y me acerque con un poco de miedo.
—Lo siento, pero ya cerramos—dije
Se miraron entre ellos y luego parecían mirar a Erick, yo lo voltee a mirar, se levantó y se acomodó el traje que llevaba puesto.
—Llévenselo—dijo Erick mientras míraba su reloj
Los hombres camínaron con rapidez hacia mi, yo retrocedí, Pero sentí como las manos de Erick me agarraban la cintura con fuerza y me empujaba hacia ellos.
—¡No, déjenme!— grité.
Pero antes de poder hacer algo más, me pusieron un trapo en la cara y eso me volvió más débil, al punto de quedar inconsciente.
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