Mientras touji y su amigo entraban al bosque verdoso, miraban a las hermosas aves que pasaban por encima de ellos, pero touji notó algo inusual, parecía que algo los había asustado, el ambiente se ponía cada vez más intenso para ellos en cada momento que caminaban.
—¿Qué es lo que pasa aquí touji? ¿Hay algo que te preocupe?—preguntó makoto mientras fijaba su mirada en el camino.
—No es nada makoto, sigamos por el camino—respondió touji mientras pensaba que era lo que los perseguía.
El ambiente se puso misterioso mientras ellos continuaban caminando, él silencio interrumpía pues eran los únicos que se encontraban en el bosque.
Pronto había caído la noche y aún seguían dentro, ambos estaban cansados de tanto caminar que decidieron parar para descansar del largo viaje que habían recorrido y decidieron continuar al día siguiente.
—¿Te parece si pasamos la noche aquí y continuamos mañana por la mañana?—preguntó makoto sintiéndose exhausto.
—Busquemos algunas ramas y así no pasaremos tanto frío—sugerí respondiendo.
Touji y makoto se separaron y cada uno buscaría las ramas para hacer la fogata, mientras touji buscaba por las partes que eran iluminadas por la luz de la luna escuchaba una voz hipnotizante llamando su nombre.
—Touji.
Giro su cabeza lentamente pero no encontró nada, solo podía mirar los árboles tambalearse y la luz que era reflejada por la luna.
Los árboles comenzaron a moverse de forma extraña, ¿pero cómo era ésto posible?, touji notó rápidamente que el viento era muy leve como para hacerlas mover, los arbustos que miraba sin parpadear emitían un ruido extraño, se quedó por un segundo pensando que era lo que hacía el pequeño ruido, se acercó y al mirar, un pequeño ciervo saltó por encima de él.
—Que buen susto me has dado pequeño—susurró touji mientras miraba como se alejaba asustado.
La luz de la luna era tan intensa que incluso touji podía mirar completamente el bosque a su alrededor, un ruido en el cielo llamó su atención, podía observar las aves que habían quedado en el bosque.
—Vaya, pensé que ya no habían aves—dijo touji y al terminar de hablar escuchó una risa llamando su atención.
—¿Tú eres touji?, es un placer conocerte en persona—preguntó una voz sarcástica.
—¿Quién eres? ¿Y cómo sabes mí nombre?—gritó touji girando su cabeza rápidamente.
El sonido de una flecha dirigiéndose a él llamó su atención, no sabía de donde lo atacaría, en el momento que le pegaría el viento sopló a su favor, la flecha que se dirígia a él con intenciones de matarlo se había incrustado en el árbol a su derecha, touji parpadeó al mirar la suerte que había tenido en ese instante, apenas sentía su saliva tragar.
—Fallé por unos cuantos milímetros—dijo una voz acercándose a él por la espalda.
—Si que has tenido suerte—dijo otra voz clara.
Un demonio se acercaba lentamente buscando su flecha, touji miró de reojo al demonio de pies a cabeza notando que era diferente a koji, pero sabía que no venía sólo al escuchar las voces momentos antes, cuando parpadeó dos demonios salieron de aquel lugar de donde la luz de la luna no reflejaba.
Touji miró al primer demonio que vestía intimidante, en sus hombros poseía unos cráneos como si fueran de ángeles, el segundo tenía sus alas resplandecientes como el amanecer que veía cada mañana, y el tercero era una mujer que en su rostro se notaba odio.
—Mi nombre es akimitsu y soy el primer demonio de la guerra—dijo mientras empuñaba de nuevo su flecha.
—Soy minoru y soy el tercer demonio de la muerte—dijo suavemente.
—Soy naomi y soy el cuarto demonio de la tentación, nosotros somos los generales de asmodeo—dijo con tanta arrogancia.
—Quiere decir que ustedes son los compañeros de koji, respondan de una vez—respondió touji con una voz temblorosa.
—Ese traidor no las pagará con su vida por traicionarnos y yo misma me encargaré de matarlo—dijo naomi empuñando sus manos.
Los generales de asmodeo intentaban asesinar a touji y así poder aprovecharse de él, una vez que lograran su objetivo se encargarían de arrebatarle su poder, para lograrlo necesitarían sus espadas para que el poder de touji no se perdiera entre sus manos.
—Espada kuroboros ven ante mí—dijo levemente akimitsu alzando su mano para empuñarla.
Los demonios que lo acompañaban miraban como akimitsu llamaba su arma al campo de batalla, ellos decidieron tomarle la ventaja a touji.
Minoru entonaba una melodía que no se podía entender en el idioma humano lo que le hacía difícil de comprender y al final entonó abaddon.
Naomi se elevaba en los cielos invocando a xylara, se rodeó de relámpagos y su espada apareció ante ella.
Los demonios miraban fríamente a touji cada uno apuntando su espada imponiendo inferioridad.
Akimitsu se acercó lentamente mostrando el filo de su espada el orgullo de él.
—¿Sabes lo poderosa que es mí espada?—preguntó akimitsu mirando el filo de la espada en ambos lados.
—No lo sé—respondió touji en voz baja.
Akimitsu sonrió con una mirada afilada.
—Basta con el filo para destruir la tierra por completo.
Minoru sonreía mientras se acercaba sigiloso a touji.
—Mi espada es abaddon y el poder que posee es el apocalipsis.
Finalmente llegó el turno de naomi.
—Mi espada es lilithia y su poder es la seduccion y es la más rara de todas—dijo con un acento mediocre.
Los demonios mientras empuñabán sus espadas decidían quien sería el primero en atacarlo, no dudaron en atacarlo los tres al mismo tiempo, al punto de herirlo un ruido los detuvo, giraron lentamente y miraron a makoto acercarse.
—¿Te parecen bien las ramas que traje?—preguntó makoto tirando cada una al mirar a los demonios.
Touji pensó en aprovechar la distracción para evadirlos y salir corriendo junto a su amigo, pero naomi fue astuta dirigiendose a makoto para atacarlo, touji sabía que tenía que proteger a su amigo del peligro que corría en ese momento, de pronto una sensación familiar recorrió su cuerpo cambiandolo de personalidad.
—¡No lastimarás a mí amigo y no le harás ningún daño!—gritó touji sujetando el filo de la espada como si fuera una simple rama para él.
—Intentas detenerme sujetando la espada, ¡eres un insignificante humano!—sonrió naomi al decirle lo débil que era para ella.
Touji en cada momento sentía un poder que recorría dentro de él, no podía explicar la fuerza que poseía, aunque era difícil de controlar, sin previo aviso sujeto la otra mano de naomi.
—¿Quieres soltar mí mano?, acaso deseas morir ahora mismo—dijo naomi con un tono de advertencia de lo que podía sucederle.
Touji pasó por alto la advertencia de naomi que incluso apretó aún más fuerte su mano hasta el punto de romperlo.
Akimitsu y minoru no se quedarían de brazos cruzados al ver a su compañera que perdía lentamente con touji, incluso harían lo que fuera por derrotarlo así fuera atacarlo por la espalda.
—Muere—gritaron ambos moviéndose con una agilidad impresionante.
En ese momento había vuelto a la normalidad y no recordaba lo sucedido, sólo le quedaba cerrar sus ojos y aceptar su muerte, aquella luz que había visto antes apareció repentinamente.
Al intentar abrir los ojos miró la silueta de un arcángel, no podía creer lo que miraba.
—¿En verdad eres un arcángel?—preguntó touji dudando en el momento.
—Estoy feliz de verlo joven sora—dijo el arcángel en voz no tan baja,mientras deteniá las espadas como si no fueran nada.
—¿Quién eres? ¿Y por qué me llamas sora?—preguntó touji.
El arcángel sólo lo miró y sonrió.
—Mi nombre es taro uno de los cuatro arcángeles que existen y estoy aquí para salvarlo—respondió taro a su pregunta sin dudar.
—¿Hay más cómo usted?—preguntó touji retrocediendo un pasó atrás.
Taro no dejaba de reír al escuchar las sinceras palabras de touji.
—Tal vez no recuerdes pero en tú otra vida fuiste un ángel amable—respondió taro tirando las espadas de sus enemigos.
—Aun no logro entender—respondió touji teniendo muchas preguntas en su mente.
—Es pronto para saberlo—argumentó taro a sus dudas.
—¿Acaso ese arcángel es..? a pesar de que es ciego posee una fuerza mayor a nosotros, es mejor retirarnos por el momento—sugirió naomi temblando por dentro.
Los demonios al ver que se trataba de taro y no tener ninguna oportunidad con él, se elevaron y con una luz brillante desaparecieron.
—No le hicieron ningún daño, ¿Se encuentra bien?—preguntó taro sintiendo un alivio en su corazón.
Touji respondió asintiendo con la cabeza.
—Mi amigo se ha desmayado.
Touji sabía en el fondo que aún tenía muchas dudas de su existencia.
—¿Quién soy realmente?...¿Y quién es sora?—se preguntó touji a él mismo.
Taro respondería a cada pregunta de touji pero debía ser paciente al saber la verdad, debía cumplir con su misión como el ángel de la reencarnación.
Mientras taro se retiraba touji encendió la fogata y en el instante makoto despertó.
—¿En donde estan los demonios? ¿Quién es él?—preguntó makoto intentado levantarse.
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