No Dejaré Que Vuelvas Ahí.
003.
Pedri estaba por terminar su tercera clase del día, hasta que entra la directora a la sala.
El canario estaba recogiendo sus cosas cuando escucha su nombre.
Directora: Pedro González, lo vienen a retirar.
El menor asintió y su cabeza comenzó a pasar muchos tipos de escenarios, su madre no lo retira solo por retirarlo.
Pablo.
Pablo.
Pablo.
Pablo.
Es lo único que decía su mente.
Se apresuró a salir, pero antes de poder cruzar la puerta, un brazo lo tira nuevamente adentro.
X: ¿Que pasa? ¿Te querías liberar de nuestras tareas?
Pedri.
Permiso, necesito salir.
X: Primero haz nuestra tarea.
Pedri.
Necesito salir, por favor.
X: Eres el nuevo, tienes que hacer nuestra tarea.
El chico empujó el delgado cuerpo del canario.
Pedri se golpeó su cadera con la esquina de una mesa.
X: ¡Harás nuestra tarea porque nosotros lo decimos!
El de pelo rubio le agarró las manos y las puso en la espalda del canario.
El otro le pegaba en el estómago.
En sus brazos venía Pablo.
Pedri al verlo se tapó el estómago con su mochila.
Los niños se pusieron a ambos lados de Pedri y lo pellizcaron por la espalda.
Ferrán.
¿Que me estaban haciendo?
Dijo Ferrán, un amigo de Fer.
Nicolás: Estábamos jugando.
Dijo Nicolás, mientras pellizcaba a Pedri.
Se fueron los cuatro a dirección.
Pablo miraba en silencio a Pedri y él chico miraba el suelo.
De tanto miedo que tenía el chico, no se percato de que él menor tenía ropa nueva y un tete azul, algo que puso triste a Pablo.
Al llegar donde su madre, Rosy se sorprendió ya que Pablo venía en los brazos de Fer y no al lado de Pedri.
En silencio fueron al auto y se subieron.
Rosy.
¿Que tal tu día, Pedri?
Pablo se inclinó para poder ver al chico, ya que en medio de ellos iba Ferrán.
El menor escupió su chupete para llamar la atención de su Pepi, pero él muchacho ni se movió.
Ferrán al ver lo que quería Pablo, agarró el chupete, lo limpio y lo acomodó en la silla.
Le comenzó a hacer cariño y Pablo lo miraba con un poco de miedo.
Ferrán.
No, no. No soy malo, soy amigo de Fer.
Pedri.
Ferrán, no le gusta que le hagan cariño en la cara.
Dijo Pedri alejando la mano de la cara al menor.
Ferrán.
Oh, lo siento, Pablo.
El menor volvió a inclinarse para poder ver al chico.
Pero nuevamente Pedri estaba mirando a la nada.
Pablo se cansó de insistir y se conformó con que Ferrán le contará historias, historias que no eran para nada buenas comparándolas con las de su Pepi.
Llegaron a casa y Ferrán se encargó de bajar a Pablo y sus juguetes, Fer se encargó de bajar algunas bolsas y Pedri solo bajo cabizbajo y recibía lo que su madre le daba.
Al entrar dejaron las bolsas en la entrada y Pedri solo dijo que iría a su habitación a estudiar.
Pablo pataleo para que Ferrán le bajará, pero no consiguió nada.
Ambos muchachos fueron y se sentaron en las sillas altas, Pablo sentado en las piernas de Ferrán, su nuevo amigo.
Rosy.
¿Saben que le pasa a Pedri?
Pablo dijo unas palabras.
Gavi.
Ellos hacer a Pepi, mismo que a mí.
Rosy abrió su boca sorprendida y los chicos confirmaron.
Al bajar fue en busca de su peluche, el cual no sabía dónde estaba.
Rosy.
Pepi está en la lavadora, para que esté limpio.
Pablo solo asintió, no podía perder tiempo reclamando.
Subió a su ritmo los escalones y llegó a esa puerta color blanco con un balón colgando.
Golpeó con sus pies, generando un fuerte ruido.
Pedri.
Pablo, quiero estar solo, ve con Fer y su amigo a jugar.
Gavi.
No encontré a Pepi, dicen que está en una lavadora. Pero puedes abrazarme a mí, Ferrán dijo que era suave.
Dijo desde dentro mientras se dirigía a la puerta.
El canario abrió la puerta y abrazó el pequeño cuerpo.
Pedri.
Ferrán no puede decir eso, porque eres mío.
Dijo abrazando a su Pepi, inocente.
El niño rió, olvidando todo lo que pasaba en la escuela.
Caminaron juntos a la cama y se recostaron en ella.
Pedri miraba al techo mientras le daba 'cosquillitas' a Pablo y el pequeño apoyaba su cabeza en el pecho del mayor y su mano dibujaba círculos en su brazo estirado.
El pequeño se separa rápido del mayor asustado.
Pedri.
Tranquilo, es papá, no te hará nada.
Dejó un beso en su sien y bajaron juntos.
Al llegar abajo el papá canario esperaba a Pablo con los brazos abiertos.
El pequeño corrió lo más que pudo y con sus pequeños brazos rodeó el cuello de mayor.
Y en ese momento Pedri se dio cuenta de lo que llevaba puesto el pequeño, no era ropa de él.
Abrió la boca y se acercó a su madre.
Pedri.
¿Cuando le compraste ropa?
Rosy.
Hoy, por eso quería llamar tu atención.
Pedri.
Lo siento, estuve ocupado.
Rosy.
Esos chicos te pegan.
Rosy.
Pablo me dijo, junto a tu hermano y Ferrán.
Rosy.
Si, Pablo te vio, junto a los chicos.
Pedri.
No fue nada. Solo me estaban diciendo... ¡diciendo que tenemos exámen! Si, eso.
Pedri.
Ve campeón, yo te iré a buscar luego.
El pequeño hizo caso y fue donde el mayor de los hermanos.
Pedro confesó todo lo que le hacían en la escuela, soltando lágrimas de vez en cuando, pero no porque me doliera el daño que le hicieron, porque su Pablo lo había visto...
Luego de calmarse, cumplió con lo dicho y fue a buscar a Pablo.
Rosy.
Pedri, mañana nos devolvemos a Tenerife.
El chico solo asintió, quiero volver a casa, con sus amigos, familia. Y mostrarle a todo el mundo que Pablo estaba con él.
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