Dayana salió del aeropuerto y llamó a un taxi, mientras esperaba a que el taxi llegase, Dayana repasaba una y otra vez la extraña mirada de aquel hombre en el avión. No podía explicar por qué, pero la mirada de él la había hecho sentir incómoda y, al mismo tiempo, intrigada.
Mientras esperaba, Dayana se encontró recordando detalles de la mirada de él: la intensidad de sus ojos, la forma en que su mirada parecía penetrar en su alma. Se sintió un poco estúpida por estar pensando en eso, pero no podía evitarlo.
Finalmente, el taxi llegó y Dayana se subió al vehículo. Mientras el taxi se ponía en marcha, Dayana se acomodó en el asiento y miró hacia la ventanilla, perdida en sus pensamientos. La mirada de aquel hombre seguía resonando en su mente, y no sabía por qué.
" quizás es solo el choc" pensó tratando de convencer se a si misma. El taxi llegó a la dirección indicada
Dayana se quedó en silencio mientras el taxi se detenía frente al hospital privado. Miró hacia la fachada del edificio y sintió un escalofrío. Sabía que este lugar era conocido por ser uno de los más exclusivos y seguros de Corea, donde solo las personas más importantes y peligrosas podían recibir atención médica.
El taxi se detuvo y el conductor se volvió hacia ella. -¿Esto es donde querías ir, señorita?- preguntó.
Dayana asintió y pagó el viaje. Luego, se bajó del taxi y miró hacia el hospital. Sabía que iba a pasar un tiempo aquí, completando sus estudios y haciendo prácticas. Pero también sabía que este lugar era más que un hospital. Era un lugar donde la seguridad y la discreción eran fundamentales.
Dayana respiró profundamente y se dirigió hacia la entrada del hospital. Sabía que su vida estaba a punto de cambiar de manera drástica. Y no solo por sus estudios y prácticas. También por la gente que iba a conocer aquí. Gente que tenía secretos y poder. Gente que podría cambiar su vida para siempre.
Dayana tocó el timbre y una mujer de mediana edad, con un uniforme de enfermera, abrió la puerta. La mujer la miró con una sonrisa amable y dijo: -Bienvenida, señorita. Soy la enfermera Kim. Por favor, sígame-
Dayana siguió a la enfermera Kim a través de un pasillo largo y bien iluminado. La enfermera Kim comenzó a explicarle las reglas del hospital mientras caminaban.
-Señorita, es importante que sepa que este hospital es muy exclusivo y tenemos reglas muy estrictas. La seguridad es nuestra prioridad número uno. Por favor, asegúrese de llevar siempre su tarjeta de identificación y de no salir del hospital sin permiso-
Dayana asintió, escuchando atentamente mientras la enfermera Kim continuaba explicando las reglas.
-Mañana, se le entregará el uniforme del hospital y se le presentará al personal. Por ahora, por favor, póngase cómoda en su habitación. Si necesita algo, no dude en llamarnos-
La enfermera Kim se detuvo frente a una puerta y la abrió. -Esta es su habitación, señorita. Espero que se sienta cómoda aquí-
Dayana entró en la habitación y se sorprendió al ver lo lujosa que era. Había una cama grande y cómoda, un escritorio y una silla, y una gran ventana que daba a un jardín hermoso.
Dayana miraba sorprendida a su alrededor apreciando la decoración de la habitación- señorita - llamó su atención la enfermera
- ¿si?- respondió Dayana mirando a la enfermera sacar algo de uno de sus bolsillos
- estas son las reglas del hospital - le tendió un papel - lealas con tasación, por favor - Dayana tomó el papel entre sus manos y asintió. la enfermera se hacerco a la puerta y Despidiéndose salió de la habitación
Dayana se quedó sola en la habitación, mirando el papel que la enfermera Kim le había dado. Lo desplegó y comenzó a leer las reglas del hospital. Mientras leía, se dio cuenta de que las reglas eran muy estrictas
1.No hablar con los clientes.
No mirarlos a los ojos.
No mirarlos mal.
No contestarles.
No salir sin permiso.
No llevar ni recibir visitas al hospital.
No usar maquillaje.
No decir groserías.
y que se esperaba que los pacientes y el personal las siguieran al pie de la letra.
Después de leer las reglas, Dayana se sentó en la cama y miró a su alrededor. La habitación era muy lujosa y cómoda, y se sentía agradecida de tener un lugar tan agradable para quedarse.
Dayana se levantó de la cama y se metió al baño, después de una larga y relajante ducha se puso cómoda y se acostó a dormir, mañana la esperaba un día muy largo.
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