El día más esperado

Un día que se grabó en mi mente para toda la vida sería la madrugada de un día 10 de abril.

Dormíamos cuando sentí algo extraño, me daba una sensación de risa y debilidad, me costaba mantenerme en pie, tenía muchos calambres sobre todo en el vientre y la parte baja de la espalda.

-Alejandro!, debemos ir al hospital.

Alejandro se levantó de un brinco y entre sus nervios y emoción, torpemente intentaba ayudarme a vestir, a tomar mi carnet y mis cosas personales, yo ya no podía mantenerme en pie ,esos "calambres" se transforman en dolor rápidamente y los nervios de Alejandro aumentaron más al punto que, cuando llamaba un automóvil se le resbalaba el teléfono de las manos.

Llegamos al hospital y mi atención fue inmediata, la doctora me sentó en una silla de ruedas y me dieron muchos paseos por el hospital.

Sentada en la silla sentía que el bebé saldría por mi ombligo.

Gracias a Dios por fin las vueltas en la silla terminaron cuando llegamos a una sala equipada para el parto, me revisaron y dijeron "está en 7 de dilatación, debemos ya ponerle anestesia", los dolores me suben calor a la cabeza, sentía que explotará en cualquier momento, los dolores eran cada vez más salvajes, hasta que llegó el anestesista, poniéndome en posición fetal, insertó una aguja en mi espalda y dejé de sentir desde la cintura hacia abajo

-Bendito sea el anestesista - dije sin pensar, casi en un suspiro, la doctora me miraba y reía ante mi comentario e hicieron pasar a Alejandro, que venía vestido con una bata, una gorra en su cabeza y en sus zapatos, tomo mi mano, él me daba fuerza para pujar cuando el doctor daba la orden, hice dos pujos y la sala rompió el silencio con un delicado llanto.

-es una niña- me dice la doctora quien limpia a la bebé y la pone en mi pecho para que nos sintamos mutuamente.

Era inevitable llorar con la cálida escena incluso Alejandro a quien le costaba mostrar sus sentimientos, ese día lloró.

Esos pequeños y delicados deditos, tomaron uno de mis grandes dedos y apretaban débilmente .

El olor de mi bebé recién nacido era acogedor, ella era tan mía y yo tan suya.

-llevaremos a el bebe para asearla y controlarla, luego la llevaremos a tu cuarto, el papá puede acompañarme mientras tanto- Dice la enfermera, retirando a la bebé de mis brazos.

Dicho esto Alejandro sigue a la doctora y a mí me atendieron otros doctores, para luego pasarme a otra sala donde había muchas madres con sus bebés recién nacidos.

Estaba agotada, no sé cuánto dormí.

Desperté con una suave caricia de Alejandro en mi rostro, habían llegado hace un tiempo y no quiso despertarme.

Alejandro se veía diferente con la niña en brazos, radiaba felicidad en su rostro, tenía un aura de protección cada vez que la miraba

-mírala, es un angelito tan lindo, tómala ella necesita sentirte. Alejando me coloca la beba en mis brazos con delicadeza

-Hola princesa, por fin nos conocermos mi vida, soy tu mamá- le susurré.

La pequeña se pegó a mi pecho, Alejandro y yo estábamos embriagados de amor.

Pasaron 3 días de hospitalización en los cuales mi única visita fue Alejandro, cuando llegamos a casa de mi abuela fue extraño, ella nos esperaba en el sillón.

Ansiosa se levantó de un brinco cuando bajamos del automóvil que nos llevaba a casa, ella miraba al bebé y me miraba con ganas de decirme algo y no tenía el valor de hacerlo

-Tómala, saluda a Anaís, tu bisnieta.

Ella la tomo como si fuera un delicado cristal a punto de romperse, no sabría describir su rostro, pero me hizo pensar "tal vez ella es así porque le hace falta amor".

Cuando entre a nuestra habitación, todo estaba cambiado, había una pequeña cuna junto a mi cama, un mueble con pañales, una pequeña tina y muchos artículos de bebé

-Ella me hizo trabajar mucho estos días, para cuando llegara "el pequeño angelito"- decia sonriendo Alejandro.

no pude evitar reír al imaginarme esa escena, jamás habría esperado eso. "Tal vez estos eran cambios buenos para ella" o eso quería creer

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