Hospital central...
—¿Aún estás aquí, amiga? ¿Por qué no te has ido a la casa? —pregunta Bianca al ver a Victoria dormida sobre su escritorio.
—Amiga, la operación de Sofi fue muy difícil, quise quedarme para ver cómo evolucionaba, pero el cansancio me ganó y me quedé dormida - responde Victoria.
—Lo sé, amiga, pero todo salió muy bien. Sofi ya está en su habitación con su familia, hiciste un excelente trabajo —le responde Bianca.
—Gracias a Dios, todo salió bien. Voy a pasar a saludar a mi paciente y voy a casa, dormiré un poco, tengo turno en la noche —responde Victoria con una sonrisa.
Descansa, nos vemos en casa en la tarde, ok —le dice Bianca saliendo del consultorio.
Narrador...
Bianca deja sola a Victoria, quien aún no sale del asombro de todo lo ocurrido en la noche anterior, donde en plena cirugía casi pierde a su paciente de 4 años.
Su amor por los niños comenzó desde muy pequeña. Al crecer en un orfanato rodeado de enfermedades, miseria y muerte, se puso como objetivo ser una cirujana pediatra muy famosa y con su esfuerzo pudo conseguirlo.
La sola sonrisa de los pequeños era su paga suficiente para continuar luchando por su profesión. Es una de las mejores cirujanas pediátricas del país y su historia ha servido de motivación para niños y jóvenes que quieren salir adelante.
—Bueno, mi Sofi, yo te veo muy bien, cuídate mucho, mi amor, en la noche paso a visitarte otro rato - dice Victoria al ver la sonrisa en el rostro de la pequeña niña.—
-Muchas gracias Victoria, gracias por todo lo que hiciste por mi niña, espero que Dios y la vida sepan recompensarte- le dice la madre de Sofi dandole un abrazo.
—No me agradezcas, solo cumplí con mi trabajo. Pasa a la farmacia del hospital, allí dejé autorizados todos los tratamientos para que la recuperación de la niña sea favorable y prométeme que la vas a cuidar mucho —le responde Victoria.
La querida doctora sale de la habitación de la pequeña con una sonrisa por su deber cumplido. Otra larga noche de turno en el hospital terminaba, con lo que Victoria no contaba era que ese día su vida cambiaría por completo.
Antes de llegar a casa, Victoria decidió pasar por el supermercado a comprar algunas cosas para preparar la cena. En todo momento sus pasos eran seguidos por unos hombres dispersos por diferentes secciones de aquel lugar.
Victoria no se percataba de esta situación, ella solo quería terminar con las compras para volver a casa a descansar.
—Es usted la doctora Victoria San Román - escucha Victoria a su espalda mientras guardaba sus compras en el auto.
—Si lo soy, ¿quién es us…? —dice volteando a ver a quien le hablaba.
La mirada de aquel hombre con voz gruesa la dejo totalmente muda, nunca habia visto una persona asi.
—Necesito que me acompañe, señorita, no quiero armar ningún escándalo, mis hombres están por todas partes, hagamos esto por las buenas, por favor - responde el hombre guapo con mirada intimidante.
—Y a usted, ¿quién le dijo que yo lo iba a acompañar? ¿Acaso cree que estoy loca? No podrá intimidarme con sus matones —responde Victoria mirándolo a los ojos.
—Esto es muy sencillo, doctora, suba al auto y no tendremos ningún problema. Se lo estoy pidiendo por las buenas, no me haga usar la fuerza - responde el hombre perdiendo la paciencia.
—Auxilio, ayuda, me quieren secuestrar, ayuda — empieza a gritar Victoria sin temor alguno.
-Auxilio, este hombre me quiere hacer daño- grita Victoria perdiendo el control.
—No quería llegar a esto - respondió aquel hombre muy molesto llevandola cargada hasta su auto.
Victoria gritaba y pataleaba intentando zafarse del agarre del fuerte hombre, lo golpeaba y continuaba gritando, pero parecía que nadie escuchaba sus gritos de auxilio. Intentó de mil formas que aquel hombre no la subiera a su auto, pero fue imposible.
Uno de los guardas de seguridad del lugar se percató de lo que estaba sucediendo. Al llegar el auto a la salida del parqueadero, dijo al conductor:
—Buenas tardes, señor, hay algún problema con la señorita—.
—Oficial, buenas tardes, para nada solo estoy tratando de resolver un problema con mi esposa - responde el hombre de ojos oscuros apuntando a la doctora con un arma sin ser visto.
—Es verdad lo que dice el señor, ¿se encuentra usted bien, señorita?—pregunta nuevamente el guarda.
—Sí, señor, solo estoy solucionando un problema con este idiota - responde la doctora algo nerviosa.
El auto sale de inmediato de aquel lugar, a la distancia lo seguían dos camionetas más, en este auto solo viajaban la doctora y el hombre de ojos oscuros.
—¿Qué es lo que quiere de mí?—pregunta la doctora muy molesta.
—Cállese, doctora, no haga las cosas más difíciles, ya suficiente tuve con sus gritos en el supermercado - responde el hombre muy molesto.
Victoria empieza a mirar a su alrededor, observa los seguros de las puertas, los vidrios eran totalmente polarizados, no tenía escapatoria.
—No pierda su tiempo, doctora, de este auto no podrá salir y es mejor que guarde silencio. El viaje es largo y no quiero escuchar su molesta voz —replica el hombre de ojos oscuros mirando fijamente el camino.
—Eres un maldito desgraciado, los sabías, le dice la doctora muy molesta.
—Si lo sé - responde aquel hombre con mucha seriedad.
Victoria no podía creer lo que estaba sucediendo, no entendía por qué este hombre estaba cometiendo esta locura, a su mente venían miles de ideas del porqué le estaba sucediendo todo esto, sabía que si le hacía perder el control del auto perdería la vida, el silencio del viaje la estaba matando, no tuvo otra opción más que intentar dormir.
Horas después…
Mansión Ortega
—Hijo, por fin regresas —dice Dalila al ver bajar a Jarek del auto.
—Arregla una habitación, tenemos invitados - responde Jarek dirigiéndose hacia la doctora.
—Despierte, señorita, el viaje ha terminado - le dice con frialdad.
—¿Qué es este lugar?, ¿A dónde me trajiste?, ¿Qué significa todo esto?—pregunta Victoria alterándose un poco.
—Es mejor que se calme, doctora, desde este momento es usted mi prisionera. Si quiere salir viva de este lugar, es mejor que no arme ningún escándalo, me entendió— dice Jarek muy molesto.
Victoria sale del auto y le pega una cachetada.
—Eres un maldito, imbécil— le grita muy molesta.
Los hombres de Jarek sacan sus armas y le apuntan a la doctora, ella solo mira a los ojos de su captor sin mostrarle miedo alguno.
—Es mejor que no se atreva a volver a ponerme un dedo encima o no respondo - dice Jarek con sus ojos aún más tenebrosos sujetando a la doctora del brazo.
—¿Qué está sucediendo acá? Bajen esas armas de inmediato — dice la abuela algo molesta.
Los hombres obedecen la orden de la abuela; Jarek le dice:
—Es la persona de la que te había hablado - suelta a la doctora y entra a casa.
—Te he dicho que esta no es manera de tratar a nuestros invitados Jerek- le grita la abuela algo molesta.
—Ven, linda, yo te acompañaré a tu habitación -le dice a la doctora con una sonrisa.
- Y ustedes que hacen ahí vayan a trabajar - les grita a los hombres entrando con Victoria a la casa.
Poco a poco vamos decubriendo quién lleva los pantalones en esta familia.
Espero que la historia esté siendo de su agrado.
Muchas gracias por leer y por sus comentarios.
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Comments
Tere Jimenez
muy buena la abuela pone el orden
2025-09-30
0
mariela
La Martina que es la abuela es la que lleva la batuta y Jareck que poco delicado y hasta cavernícola el tenía que hablar con ella y plantear lo del niño no secuestrarla.
2024-05-24
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