Sebastián Spencer se encontraba en su lujosa oficina, rodeado de planos y maquetas que hablaban de su talento como arquitecto. El sol de la tarde se filtraba a través de las amplias ventanas, iluminando el espacio con una cálida luz dorada. Vestido impecablemente con un traje negro a medida y una camisa blanca, Sebastián estaba sentado detrás de su elegante escritorio de caoba, absolutamente concentrado en su trabajo.
De repente, y tal como acostumbraba hacer, Nicolás, su mejor amigo y socio, entró en la oficina con una sonrisa en el rostro, su traje a medida perfectamente ajustado y su cabello perfectamente peinado.
-¿Cómo va todo, Sebas?- indagó sin perder la sonrisa.
Sebastián levantó la vista de los planos y le dirigió una mirada inquisitiva a su amigo, de inmediato su rostro lleno de seriedad cambió y una sonrisa se dibujó en él.
-Estoy muy bien, ¿y tú?¿todo bien? ¿qué tal ha estado tu fin de semana?- indagó.
-Pues... ¿qué te voy a decir?- respondió el rubio, acomodándose en una de las sillas frente al escritorio-¡Tuve un fin semana excelente!- exclamó y tal como Sebastián esperaba el joven abogado comenzó su relato en el cual le contó desde que desayunó y hasta a quien se comió.
Las ocurrencias de Nicolás siempre le sacaban a Sebastián una sonrisa, su amigo era lejos el mejor hombre que había conocido, joven, buen mozo y un abogado exitoso, ¿su único defecto?. Desde que su última relación larga se acabó se convirtió en un mujeriego empedernido, si bien Sebas (como le llamaba su amigo) no estaba de acuerdo con eso, comprendía el porque Nicolás se comportaba así, entonces no le reprochaba, ni opinaba al respecto.
-Nico- le dijo luego de escucharlo con atención- necesito tu opinión sobre algo importante.
-Tú dirás- replicó el muchacho poniéndose en modo abogado.
-¿Crees realmente conveniente la posible sociedad entre nuestra empresa y Luciano Reyes el dueño de casinos que quiere entrar en el negocio de la hostelería?- preguntó Sebastián.
Nicolás se recostó contra el respaldo de la silla ejecutiva, quedándose pensativo por un momento antes de responder.
-Sé que puede parecer arriesgado, pero creo que es una oportunidad que no podemos dejar pasar. Ese hombre tiene los recursos y la influencia necesarios para llevar nuestro trabajo a un nivel completamente nuevo.- afirmó su amigo.
Sebastián asintió, reflexionando sobre las palabras de su amigo. La idea de asociarse con un magnate de los casinos era emocionante, pero también llenaba de dudas su mente.
-Entiendo lo que dices, Nico. Pero no puedo evitar preocuparme por la integridad de nuestro trabajo. No quiero que nuestra visión se vea comprometida por intereses comerciales.
Nicolás se acercó al escritorio de Sebastián y puso una mano reconfortante sobre su hombro.
-Confía en mí, Sebas. Podemos manejar esto juntos. Esta es nuestra oportunidad de brillar aún más en el mundo de la arquitectura.
Sebastián sonrió, sintiéndose renovado por la confianza de su amigo.
-Tienes razón, Nico. Es hora de dar el siguiente paso en nuestra carrera.
Con la determinación reflejada en sus ojos, Sebastián y Nicolás se dispusieron a enfrentar los desafíos que les esperaban, listos para escribir juntos un nuevo capítulo en sus vidas profesionales.
Por su parte, Luciano Reyes, el empresario cuya trayectoria se dedicaba al área de el entretenimiento y los juegos de azar, estaba decidido a incursionar en la industria hotelera.
El hombre se encontraba en su imponente oficina, rodeado de lujo y poder. Sentado frente a un elegante escritorio de roble oscuro, revisaba informes financieros mientras su mano derecha, Antonio, permanecía de pie frente a él, con una expresión seria en el rostro, esperando por las órdenes de su jefe.
- Antonio, necesito tu opinión sincera sobre esta posible sociedad con Sebastián Spencer. ¿Crees que es una jugada inteligente?
Antonio frunció el ceño, ponderando cuidadosamente sus palabras antes de responder.
-Señor Reyes, hay riesgos involucrados, eso es innegable. Pero la oportunidad de expandir horizontes y aumentar su influencia en el mercado es demasiado tentadora para ignorarla.
Luciano asintió, reconociendo la validez de los argumentos de Antonio.
-Entiendo lo que dices. Pero no podemos permitirnos cometer errores en este negocio. Necesito estar seguro de que esta asociación beneficiará a ambas partes.
Antes de que Antonio pudiera responder, el teléfono de Luciano sonó, interrumpiendo su conversación. Luciano levantó una ceja y tomó la llamada.
-Aquí Luciano Reyes, ¿Quién habla?- preguntó atendiendo la llamada entrante a su móvil.
Del otro lado de la línea, la voz de Nicolás, el amigo y socio de Sebastián, resonó con determinación.
-Buenas tardes señor Reyes- respondió Nicolás con seriedad- Soy el abogado del señor Spencer- explicó, Luciano alzó una ceja y ladeó la cabeza ante la sorpresiva llamada- he hablado con el señor Spencer y estamos de acuerdo en aceptar la sociedad propuesta por usted. ¿Podemos reunirnos para discutir los detalles?
Luciano sonrió satisfecho, sintiendo que las piezas del rompecabezas comenzaban a encajar.
-Por supuesto. ¿Qué tal si nos encontramos mañana por la tarde? Discutiremos los términos y estableceremos un plan de acción- respondió, mientras que su asistente lo observaba con atención.
- Me parece muy bien, ¿Está de acuerdo en que la reunión sea en la oficina del señor Spencer?- indagó Nicolas, ante lo cuál Luciano aceptó y luego ambos colgaron, con la certeza de que un nuevo capítulo se estaba escribiendo en sus vidas profesionales.
Luciano se volvió hacia Antonio, con una chispa de emoción en sus ojos.
-Parece que finalmente estamos en el camino hacia la grandeza, Antonio. Prepárate, porque vamos a cambiar el juego en la industria hotelera.- dijo y luego le explicó a su asistente lo que ocurriría al día siguiente.
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