No pude dormir, pensando en el beso que le robe, tenía los ojos cerrados pero mi corazón latía como loco.
En la mañana, me quedé dormida hasta tarde, Nana no intento despertarme.
Cuando baje escuché a mi nana explicando como preparar el té y el fuego.
Me acerque y una joven muy delgada estaba encendiendo el fuego. Ella tenía el cabello negro.
Ella ya estaba aquí, pensé. Mi corazón se partió al saber que el fue temprano a buscar a la chica.
Tal vez nuestro beso no significo nada para el y si quiere que me marche.
- Buen día nana, dije entrando a la cocina.
Tomé un plato y me serví un poco de avena.
- Buen día señorita, decía nana colocando un tapete y limpiando la mesa.
- Esta bien nana puedo hacerlo sola, dije sonriendo. Mejor termina de enseñar, antes de que nos marchemos.
Termine mi avena y subí a mi habitación, abrí una pequeña maleta, acomode mi ropa y guardaba mis libros.
Nana subió y me miró.
- ¿Nos iremos, Carolina?, pregunto asombrada.
- Si, nana. Es hora de ir a casa, sonreí.
Aunque por dentro lloraba al saber que no podría verlo más y que mi corazón late tan rápido por el.
Nana, hizo su maleta y bajo la mía.
Me coloque mi sombrero y me senté bajo el pequeño pino, donde leía mis novelas.
Nana había ido al establo a pedirle a Juan que nos preparara los caballos.
- ¿Pensé que te quedarías?, después de lo de anoche, dijo el detrás de mi.
- Lo mejor es que regrese a mi hogar.
El se sentó frente a mi.
- Dime Carolina, tengo una oportunidad de algún día invitarte a salir, dijo buscando mi mirada pero yo no podía verlo, sentía vergüenza por besarlo anoche.
El tomo mi menton y me quitó mi sombrero.
Yo estaba ruborizada.
- ¿Dime Carolina?, tengo oportunidad, a pesar de que no soy bueno leyendo, ni sumando.
- Yo podría enseñarte, dije sonriendo.
- Entonces eso significa que tengo oportunidad de ser tu pretendiente.
- Si, Rafael, dije sonriendo.
- No quisiera que te fueras, pero entiendo que odias este lugar.
- Ven a vivir conmigo, dije desesperada.
- No se vería bien que sin casarnos, yo llegara a tu hogar.
- ¿Quieres casarte conmigo?, dije sonriendo
- Quién no iba a querer casarse con una mujer tan hermosa.
- Por favor visítame todos los días.
- Voy a vender algunas cosas para comprarte el anillo que mereces.
- No quiero un anillo, ni una boda elegante, solo quiero ser feliz.
- Te mereces una boda elegante y un anillo lindo, quiero hacerte feliz.
- No voy a soportar no verte todos los días.
- Ni yo, pero eres libre y no quiero que la gente piense que tú y yo teníamos algo cuando estabas casada con el.
- No me importa lo que otros piensen, nadie sabe el infierno que tú y yo vivimos.
El acaricio mi mejilla y colocó mi sombrero.
- Todos los días voy a ir a visitarte para que me enseñes a leer, dijo sonriendo.
Tomó mi mano y nos levantamos.
Me subio al caballo, mientras me cargaba yo me sentía en las nubes.
- No me hagas esperar mucho Rafael, le dije sonriendo.
- Te juro que serás mía pronto, dijo en voz baja.
El se acercó a mi nana, le dio instrucciones y nos dirigimos a la casa de mi padre.
Las lágrimas salían por mi rostro, una parte de mi estaba feliz de dejar ese horrible lugar y por otro estaba triste de dejar al hombre que amo ahí.
Al llegar a la casa de mi padre, los empleados que habían sido despedidos fueron contratados, ellos tomaron los caballos y nana los saludaba.
- Pensé que no iba a ver nadie, le dije a nana asombrado.
- Rafael fue a hablar con el notario para que arreglará todo para tu llegada. Desde ayer comenzaron a trabajar.
Subí a mi habitación, mi casa era más grande y la luz entraba por todas las enormes ventanas.
Me sentía tan feliz de estar en mi hogar, pero también me sentía triste de dejar a Rafael.
Nana y yo comiamos solas, la mesa era enorme, después llegó el notario, se sentó a comer.
- Señorita, los bienes de su difunto esposo serán suyos en poco tiempo, cuando usted cumpla la mayoría de edad, por el momento están a cargo de el joven Rafael.
- Entiendo.
- Ahora que es usted viuda, muchos hombres van a querer pretenderla, ya en el pueblo se habla que la van a invitar a los bailes de primavera, decia el tipo sonriendo.
- Ahora no estoy para asistir a fiestas, mi esposo tiene poco de fallecido, tengo que guardar al menos un año más, para pensar en una relación, dije enojada.
Mi Nana también estaba enojada y recogía su plato.
- Será mejor que se marche señor ya nos informó lo que le importaba a mi ama, así que marchese, decía nana enojada.
- Pero es usted joven y ya tiene un año y medio de muerto su esposo, todos saben que en unos meses usted ya podría casarse de nuevo, gritaba el hombre que mi nana empujaba a la salida.
Me quedé sentada pensando.
Ahora entendía la razón por la que Rafael, no me detuvo, me imagino que en el pueblo todos hablan de mi y quién será mi próximo esposo.
Pero ese será mi Rafael, pensaba mientras recordaba como me levantaba con sus brazos.
En la mañana me arregle y tome el desayuno.
- Nana ¿sabes si Rafael vendrá hoy a verme?, le dije levantando mi plato.
- Deja ahí, decía nana quitándome el plato de la mano.
- Yo puedo nana.
- Ya se que puedes, pero ahora eres la señora de la casa.
- ¿No sabes si Rafael va a visitarme?
- No se.
- Y si yo voy, son dos horas en caballo. Le diré a chucho que prepare mi caballo.
- No, eso se va a ver mal niña, decía nana deteniéndo mi cuerpo.
- Me importa un carajo lo que la gente piense de mi, nana. Dije enojada.
- Tan temprano y molestando a nana, dijo Rafael, saliendo del establo. El había dejado su cabello ahí.
- ¿Por qué nadie me dijo que ya habías llegado?, dije enojada.
- Por qué no le dije a nadie, dijo Rafael acercándose a mi.
- Hola, dijo dándome un beso en la mejilla.
Yo solo sonreí como tonta.
- Vengo por mis clases de lectura, dijo el alejándose de mi.
Le tome de la mano y entramos a la casa, lo lleve a la biblioteca.
- Toma asiento, dije nerviosa.
El dejo su sombrero en una repisa y se sentó frente al escritorio.
Yo tomé un libro y lo abrí.
- Este habla sobre la gramática, nos va ayudar, empezaremos desde lo básico.
- Si, decía el atento.
Yo me acercaba a el y el me miraba sonríendo.
- Puedes poner atención, dije nerviosa.
- Eso intento, pero mi maestra, me encanta.
Nos miramos y acercamos nuestros labios.
- No debería besar a mi profesora.
- Rafael por favor, dije pidiendo con la mirada que me besara.
El me besó, fue un beso tan dulce y tierno, mi corazón latía tan rápido y mis labios se movían al ritmo que el me ponía, nos separamos. Lo abrace con fuerza.
- Te amo Carolina, dijo abrazándome también.
- Te amo Rafael, le contesté acariciando su rostro.
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Comments
Rocio Raymundo
luchen con todas sus fuerzas si se aman que no un obstáculo los separe
2025-03-22
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