No soy digno

Nana me dijo que el padre de Guillermo era un hombre malo, que el había maltratado a mi tía cuando vivieron juntos que no la amo nunca, que solo se casó con ella por venganza.

- ¿De que quería vengarse?, pregunté intrigada.

- De que tú padre y tú madre se casaron.

Ahí fue donde ella me contó, sobre ese hombre y mi mamá.

Me contó que cuando mi madre cumplió 18, su hermano la chantajeo para qué aceptará casarse con mi padre, que mi madre le decía que mi padre le gustaba pero que una parte de ella estaba atada al corazón de Bavol, que no quería casarse con mi padre pero no tenía otra opción mi tío le debía mucho dinero al padre de mi padre.

Mi tío comenzó a beber y perdió la cabeza al perder a su esposa en el parto.

El odiaba a su propio hijo y le dijo a mi madre que si no se casaba con mi padre iba a matar a Bavol.

Mi tío ya sabía que para mí madre el era muy importante.

Mi madre acepto, ella no quería que Bavol muriera, pero Bavol no lo entendió, para el fue una traición, cuando se enteró que mi madre iba a casarse se marchó del pueblo, mi madre quedó destrozada, pero con el amor que mi padre le demostraba ella fue olvidando a Bavol, estaba feliz junto a mi padre. Mi nana también fue contratada por la familia de mi padre, pues mi tío odiaba que ella estuviera escondiendo a su pequeño hijo de el. Mi tío era un alcohólico que golpeaba a su pequeño hijo de cinco años.

Después de varios años, regreso el famoso Bavol, dice mi nana que regreso muy cambiado que era un hombre con trajes elegantes y muy educado, que al mirarlo parecía hijo de algún millonario de la india.

Cuando miró a mi madre ella se emocionó tanto que los celos de mi padre se volvieron incontrolables, pero mi madre le decía que no sintiera celos y que ella solo sentía un cariño por Bavol.

Así que en ese momento solo pensé que eran celos lo que sentía mi padre, aún no sabía lo que ese hombre había sido capaz de hacer.

La noche llegó, yo me había quedado dormida sobre mi libro.

Tuve un sueño que me hizo sonreír, yo bailaba con Rafael.

Baje a la cocina, nana preparaba la cena, escuché que Juan se quejaba de lo caro que cobraban las sirvientas, que Rafael había encontrado a una chica como de mi edad que ella estaba dispuesta a trabajar por poco dinero, pero que necesitaba que su madre firmara un permiso por qué aún no cumplía los 18 años.

De pronto sentí un escalofrío en mi cuerpo, solo de imaginar que otra chica entrara a esta casa y que Rafael la viera con otros ojos.

Me salí de ahí, sentía que no podía respirar, necesitaba aire fresco.

- ¿Estás bien?, preguntó Rafael.

- Si estoy bien, le dije enojada, solo al escuchar su voz sentía ganas de reclamarle y decirle que no era justo tener a una menor trabajando pero mi argumento solo sonaría como celos incontrolables, así que entre de nuevo a la casa.

Nos sentamos a cenar, yo ya me sentía más tranquila, pues había subido unos minutos a mi habitación a gritar en mi almohada, no quería sentir esto por el.

Mientras el silencio en la mesa reinaba, yo no miraba a nadie.

- Entonces, ¿mañana vas a traer a la joven?, le pregunto mi nana.

Yo seguía mirandomi cena.

- Si, la verdad es que no quería contratarla pero me dijo que su familia necesita el dinero y que su hermano está enfermo.

- Pero el que va terminar enseñándole todo voy a ser yo, decía enojado Juan.

- Si como me enseñaste a mi, dije en voz alta, pensé que solo lo había pensado, pero la carcajada de nana me hizo alzar la mirada.

Juan golpeó la mesa.

- Rafael no dejes que está bruja, se burle de mi.

Rafael, le dio unas palmadas en la espalda a Juan.

- Tranquilo amigo, ya pronto se va a ir.

- ¡Si!, ¡pronto me voy a largar de este horrible y asqueroso lugar!, le grite a Rafael en la cara.

Subí enojada a mi habitación.

Mi nana subió después, yo estaba llorando aferrada a mi almohada.

- A veces no entiendo por qué eres tan grosera con Rafael, el no es una persona mala.

Yo mire con mis ojos llorosos a nana.

- Me gusta, nana. Me tape la boca.

Nana sonrió y se sentó en la cama.

- Por qué no intentas pedirle disculpas y mostrarte como eres en realidad.

- Caprichosa, odiosa, fastidiosa, soy una joven rota Nana.

- Lo sé niña, pero eres viuda y el soltero. Esta en la cocina fumando, creo que el también siente cosas por ti, dile que te disculpe.

Baje las escaleras todo se encontraba oscuro, mi vela solo iluminaba poco.

Entre a la cocina el fumaba su pipa y tenía la puerta de la cocina abierta miraba la luna y la estrellas sentado en los escalones de la cocina.

Me acerque y el se levantó, me miró enojado.

- ¿que haces aquí?, ¡ahora que me vas a gritar!, ¡que cierre la puerta o que deje de fumar!, decía enojado.

- Lo siento, no quería gritarte en la cara, dije mirando la luz de mi vela.

- Siempre me tratas como basura Carolina y te juro que no te contesto por qué quiero que te quites de la cabeza que soy mala persona, no soy como el, pero tampoco podía odiarlo el era como mi padre, me dio un techo un hogar, me cuido cuando mi padre quería golpearme, me salvó muchas veces de la muerte, mi padre era un hombre alcohólico que quería terminar con mi vida por qué yo terminé con la mujer que amaba, pero yo no tenía la culpa de la muerte de mi madre, siempre quise que el me diera un abrazo, jamás lo recibí. Pero Bavol siempre me abrazaba cuando me sentía triste, muchas veces le pedí que no te maltratara, pero decía que odiaba mirar tu rostro pues miraba el de tu padre. No se que sucedió en su pasado para que el odiara tanto a tu familia, pero yo solo quería agradarle a el, por qué el era mi familia. Jamás quise que te hiciera daño, pero tú fuiste la tonta que acepto casarse con el idiota de Guillermo, juntos se burlaban de mi, como no iba a estar de acuerdo con que bavol te bajara los humos de niña caprichosa, si tú te reís de mi todo el tiempo, decía enojado.

Me sentía tan mal, el tenía razon. Guillermo y yo nos burlamos de el, por no saber leer.

- Perdoname, me arrodille ante el, me sentía tan infeliz que solo había odio en mi corazón, actuaba de esa manera por qué era la única manera de sentirme feliz haciendo daño a los que me rodeaban, pero tienes razón no tenía derecho de actuar así.

El me miró y me tomó de los brazos, no te arrodilles, yo no soy digno de que tú te arrodilles ante mi.

Nos miramos a los ojos y nuestra respiración estaba agitada.

Lo bese rápido y me aleje de él corriendo.

Subí agitada a la habitación, nana me miró asombrada.

- Todo está bien, ya lo arreglé, dije apagando la vela y acostándome a dormir.

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