Pronto se llegó el día tan esperado, Margarita se veía hermosa en ese vestido morado con aplicaciones de flores lilas wue hacían contraste. Su cabello había sido recogido en medio chongo en lo más alto de la cabeza, llevaba una pulsera de oro que le había regalado un tío lejano, que solo vino a la fiesta y se iría tan pronto acabara esta.
Este tío también le había regalado unos aretes y el anillo, como él tenía su propio negocio pues no le era difícil, hacerse de algunas cosas valiosas.
Esto es para que luzcas tu hermosa figura, y tu cara también, le decía don Augusto, él era un tío excepcional, y aunque no lo veía seguido para Margarita era como un segundo padre, en el cual podía confiar.
Él también había contribuido para que la fiesta fuera posible, no pagó todo porque don Guillermo no quiso, pero él estaba dispuesto a todo para que su sobrina fuera feliz.
Gracias tío... Margarita le dio un beso en la mejilla... ¿Te quedarás con nosotros, verdad?
Sabes que no puedo dejar solo el negocio, hay asuntos que solo yo puedo resolver.
Bueno tío, pero sí bailarás el vals conmigo, ¿verdad?
Eso sí, claro que bailaré contigo...
En eso se acercó don Guillermo, el padre de Margarita... Hijita, ¿ya estás lista?, es hora de irnos a la iglesia...
Don Augusto los llevó en su coche del año, iba Margarita, sus padres y su hermana.
Mientras que en otro lugar Aarón se arreglaba, quería ser el primero en bailar con Margarita, él creía que ya estaba en edad para tener novio, así que nuevamente le hablaría de su amor...
Este chico de 22 años ansiaba con el alma andar con Margarita, pero antes era por amor, ahora era por demostrarle que él era muy hombre, ninguna mujer lo había despreciado, y ella no será la primera.
Roberto también asistiría a la fiesta, él era todo un caballero, y sabría esperarla hasta que fuera el momento adecuado... No sabía nada de Aarón...
Roberto era muy agraciado, empezaba a tomarle sabor a los negocios de su padre, y poco a poco se iba ganando su confianza, todo marchaba bien, Roberto mandó a hacer una auditoría, quería ver que todo estuviera en orden, dejó a alguien de su entera confianza al frente del negocio mientras él se arreglaba para la fiesta que sería dentro de varias horas.
En la iglesia ya esperaban a Margarita... La iglesia había sido adornada con flores moradas y lilas para la ocasión, el cubre reclinatorio era lila con una banda morada, toda la iglesia lucía en todo su esplendor, se veía hermosa, en la entrada habían puesto un arco con globos morados y lilas, eso sí, la alfombra era roja, ya que es no se podía cambiar.
Afuera de la iglesia había un jardín con una enorme variedad de flores, todas hermosas, y a un lado del jardín había una fuente tradicional donde el agua que manaba era muy cristalina, pero no era potable.
Todo preparado para la hermosa quinceañera. Margarita vio con agrado todas las cosas que se habían preparado para la ocasión, le estaría eternamente agradecida a sus vecinos y a sus padres por el esfuerzo tan grande que hicieron para que esta fiesta se realizara...
Cuando Margarita entró a la iglesia sonó la marcha de Aída, mientras ella entraba del brazo de su padre, por un lado, y del otro lado iba su madre, doña Consuelo.
Todo iba a pedir de boca, la celebración tomó su curso, el sacerdote daba la Homilía, la iglesia estaba llena de gente, todos apoyando a la hermosa chica que cumplía sus XV años.
Al terminar la misa todos se fueron al lugar donde iba a ser la recepción, pero antes de eso Margarita se tomó fotos con todo el que quisiera.
Estuvo como 15 minutos tomándose fotos, después de eso todos enfilaron hacia el salón de la recepción. Este salón también estaba perfectamente adornado, los músicos ya estaban acomodados y listos para tocar en cuanto Margarita entrara por esa puerta.
Los invitados ya estaban llegando, no eran muchos, pero sí lograron que no se viera solo el salón.
Bueno, hija, hemos llegado, disfruta tu fiesta, tú y yo entraremos juntos bailando el vals, y después tu chambelán bailará con tu madre, y luego hacemos el intercambio, ¿lista?
Sí, papá... Se le notaba la felicidad en su rostro, ese fue el día más feliz de su vida, Margarita lo guardaría en el fondo de su corazón.
Cuando los amigos de ella la vieron entrar del brazo de su padre, empezaron a tocar el vals, ellos se movían suavemente el compás de la música, Consuelo entró del brazo de Nicolás, el chambelán de honor, un chico de 16 años que estudiaba con ella en la prepa.
Varios minutos después intercambiaron las parejas, la música cambió y todos se pararon a bailar, Margarita tiró de la falda y se quedó en un hermoso tutú morado, y así estuvo bailando con sus amigos...
Roberto se acercó a ella y la invitó a bailar, cosa que ella no desaprovechó, el tipo era muy atractivo...
Aarón la veía, estaba un poco apartado, y decidió ponerle fin a todo eso, Margarita era para él y no dejaría que nadie se la arrebatara.
¿Bailamos Margarita?, en la cara de Aarón se veía una mezcla de celos y arrogancia...
Roberto contestó: ¿No ves que está bailando conmigo?, apártate.
Aarón no se iba a dar por vencido... ahora es mi turno, vamos Margarita.
Margarita intervino: No voy a bailar contigo Aarón, déjame en paz...
Ya oíste a la señorita, así que ahuecando el ala...
Pues no me voy a ir hasta que me concedas una pieza... Aarón no quitaba el dedo del renglón, acostumbrado a hacer todo lo que quería.
Don Augusto y Don Guillermo, fueron a ver qué estaba pasando.
Aarón, ¿pues qué tienes, cuál es el motivo del pleito? Don Guillermo hizo la pregunta...
Discúlpeme, solo fue un mal entendido, me voy... Aarón se fue, no quería que lo vieran mal, ya vería la manera de vengarse de todos.
Aquí no pasa nada, que siga la fiesta...
Todo continuó hasta las doce de la noche, don Augusto cargó todos los regalos de Margarita y se llevó a toda la familia, los invitados ya se habian ido...
Roberto les ayudó a subir todo a la camioneta y se despidió, buenas noches, yo me llamo Roberto, y mi amigo Carlos, gusto en ayudarlos, hasta pronto princesa, y al darle la mano le dejó una tarjeta, llámame...
Ya cuando estaban en su casa Margarita hablaba con sus padres... gracias papá y mamá, la fiesta estuvo fenomenal, los amo...
De nada hija, era menos de lo que te mereces, Consuelo la abrazó y don Guillermo se unió al abrazo.
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