T1 E5

*Una hora después, Gina sale del cuarto de Antonella con una expresión de alivio. Lorenzo y Pablo estaban sentados afuera del cuarto, muy preocupados*

Gina: Ya está, chicos, cálmense. El médico dijo que solo fue un golpe, ella se va a poner bien.

Pablo: (se cruza de brazos, abatido) ¿Cómo pudo pasar esto?

Gina: (murmura despacio, con ternura) Tranquilo, Pablo, ya está.

Pablo: (baja la cabeza, culpable) No, Gina, no está nada. Me siento muy culpable.

Gina: (frunce el ceño) ¿Por qué?

Lorenzo: (lo mira a los ojos, sereno) Papá, Antonella se sintió mal, por eso se fue. La culpa no es tuya ni de ella.

Pablo: (mientras evita la mirada) Pero yo tendría que haberme dado cuenta de que se sentía mal, y haberla acompañado.

Gina: No vale la pena que te eches culpas, Pablo. La culpa es de quien sea que haya entrado a robar. Mirá, hasta eso podría ser culpa mía, porque la ventana de la cocina y del cuarto de Antonella quedaron abiertas y me olvidé cerrarlas.

Pablo: (su voz se quiebra) Yo prometí que iba a cuidarla y no iba a dejar que le pasara nada. Ni siquiera pasó una semana y ya rompí esa promesa.

Lorenzo: Pero papá, ¿Vos cómo lo podrías haber sabido? Ella no le dijo nada a nadie de que se sentía mal. Ni siquiera a mí, y eso que le pregunté.

Pablo: Le pudo haber pasado algo peor que esto. Eso sí que no me lo iba a perdonar.

Gina: (lo mira, seria) Mirá, Pablo. Vos venís haciendo un trabajo excelente con Antonella. Y se nota que ella ya te agarró cariño por eso. Se nota cómo sonríe, cómo está con vos. El primer día que vino no sonreía así.

Lorenzo: (asiente, animado) Eso es verdad, fijate que ahora ella te quiere acompañar a todas partes, por ejemplo.

Gina: Entonces no te sientas culpable por esto que pasó hoy. No es que le fallaste o algo así por no haberla cuidado. Estoy segura de que ella agradece tu forma de ser con ella, y todo lo que hiciste por ella.

Pablo: (baja la mirada, triste) Yo solo no quiero que vuelva a pasarle las cosas que le pasaban antes, quiero que ella sea feliz acá, que pueda tener una vida diferente.

Gina: (acaricia su brazo con suavidad) Y lo estás logrando, Pablo. No sientas que retrocediste solo por esto. Antonella es demasiado afortunada al haberte cruzado.

Pablo: (la mira de reojo, sonriendo) ¿En serio lo pensás así?

Gina: (asiente rápido, entusiasmada) ¡Ay, pero claro!

*Gina le apoya la mano en el hombro y le da un apretón reconfortante*

Gina: Vos sabés que no soy muy demostrativa, pero vos sos un gran hombre, Pablo. Una gran persona.

Pablo: (sonríe con cariño) Ay, Gina, me vas a hacer emocionar...

Gina: (se sonroja, incómoda) Bueno, no nos pongamos sentimentales, eh. Ya aguantaste mucho estrés por hoy. ¿Por qué no nos vamos a acostar?

Pablo: ¿Y Antonella?

Gina: Mañana hablás con ella. Dijo el médico que la dejemos descansar.

Pablo: (suspira, aliviado) Bueno, vamos entonces.

Lorenzo: (murmurando, molesto) Uff, al fin me voy a sacar esta corbata que me está ahogando desde hoy...

*Cada uno se fue a su respectivo cuarto*

~Al día siguiente, a las 9 de la mañana~

*Antonella despertó lentamente, sintiéndose desorientada. Se sentó en la cama, llevándose una mano a la cabeza para aliviar el dolor*

Antonella: (sonríe, confusa) Ay... ¿qué pasó? ¿En qué momento me quedé dormida?

*Se tocó la cabeza, tratando de recordar*

Antonella: (cierra los ojos, fatigada) Solo sé que ese no fue un sueño tan reparador...

*Se levantó de la cama, todavía sosteniéndose la cabeza, y se cambió de ropa. Minutos después, bajó las escaleras hasta el comedor*

*Al llegar, vio a su familia desayunando, sus rostros mostraban una mezcla de preocupación y estrés. Sin embargo, Antonella sonrió y se acercó a ellos*

Antonella: ¡Hola!

Pablo: (voltea a verla, aliviado) ¡Antonella, hola!

Gina: ¿Cómo te sentís, nena? ¿Te duele mucho la cabeza?

Antonella: (ríe, juguetona) ¿Cómo sabías? Sí, me duele un poquito... "questo è tutto"...

Lorenzo: (finge sorpresa, irónico) Uy, se le desconfiguró el idioma. ¿Habrá que llevarla a un hospital?

Pablo: (lo interrumpe, serio) Lorenzo, no es hora de chistes, dejala tranquila. Ella habla así.

Gina: (frunce el ceño, inquieta) ¿No te acordás de lo que pasó ayer, nena?

Pablo: ¿No te acordás que nos intentaron robar?

*Antonella frunció el ceño, tratando de recordar. Después de unos segundos, sus ojos se abrieron con sorpresa*

Antonella: ¡Ah, claro! ¡Sí, me acuerdo!

Lorenzo: ¿Y por qué te desmayaste?

Antonella: (mientras se frota la sien) No sé... yo me acuerdo que al entrar, había alguien hurgando en toda la casa, entonces yo quise pelear con él, y... no sé si me caí para atrás o qué pasó...

Gina: (abre los ojos, alarmada) ¿Cómo que peleaste con él?

Pablo: (frunce el ceño, alterado) ¡Antonella, eso fue muy riesgoso!

Lorenzo: ¿Y si te hacía algo peor? ¡No tenés ni idea de quién es la persona que entró!

Antonella: (habla rápido, atropellándose) No sé, yo no quería que les robaran, y como intentaron forzar la caja fuerte, yo no quería que...

Lorenzo: (lo interrumpe, pensativo) Pará, pará, ¿qué dijiste? ¿La caja fuerte?

Antonella: (asiente, inseguro) Sí, la caja fuerte. Igual creo que no consiguió abrirla. ¿Por?

Lorenzo: (lo mira de reojo, sorprendido) La caja fuerte... papá, ¿te podés dar cuenta?

Pablo: (lo mira fijo, sin comprender) ¿De qué?

Lorenzo: Esa persona hurgó toda la casa, sin embargo no robó nada, pero intentó forzar la caja fuerte.

Pablo: ¿A qué querés llegar?

Lorenzo: (alza la voz, desesperado) ¡A que es evidente quién entró y para qué!

Pablo: Explicate mejor...

Lorenzo: (señaló, tenso) ¡Ahí adentro está la fórmula! ¡En los cajones hay plata, pero eso no lo robaron! ¡Date cuenta!

Pablo: ¿Decís que entraron para robarse la fórmula? ¿Y quién, según vos?

Lorenzo: (asiente, sin titubear) ¿Querés un nombre? Con gusto te lo doy. Mariano Santana.

*Antonella se quedó escuchando atentamente, sorprendida por la acusación*

Pablo: (rueda los ojos, fastidiado) Lorenzo, cortala, dejá en paz a ese chico.

Lorenzo: (alza la voz, irritado) ¡No lo dejo en paz! ¡Es obvio que él entró a robar! ¿Cómo era la persona, Antonella?

Antonella: (se acomoda el cabello, inquieta) Ehh... era un hombre, por su contextura, pero no tengo idea de su cara ni apariencia, estaba disfrazado.

Pablo: ¿Ves? No tenés cómo saber quién fue.

Lorenzo: (tensa la mandíbula, enojado) ¡Papá, dale! ¡No necesito que me diga la descripción para saber que fue él! ¡Porque yo lo conozco! ¡Quiere vengarse de nosotros y quedarse con lo que nos pertenece, que es la fórmula de todos nuestros vinos!

Pablo: (chasquea la lengua, molesto) Lorenzo, basta. No podés acusar a ese chico de todo lo que nos pasa. Él no es nuestro único enemigo.

Lorenzo: Pero es un conocido de seguro. ¿O por qué entraron justo anoche? ¡Porque sabían que estábamos en el casamiento de Giuliana!

Pablo: Más de medio pueblo sabía del casamiento de Giuliana. Dejá de hacer tantas teorías.

Lorenzo: (se cruza de brazos, fastidiado) ¡Sabés que tengo razón!

Pablo: ¿Sabés qué pasa? Que después te quejás de que él nos acusa de ladrones, y es lo primero que estás haciendo vos.

Lorenzo: (levanta la voz, harto) ¡A ver! Si no fue él, ¿quién fue? ¡Pensalo así!

Pablo: Ya te dije, cualquiera. Pero si ni siquiera sabemos, no podés solo acusarlo porque se te dio la gana.

Lorenzo: Yo tengo motivos. Y más vale que tengas razón y que él no haya sido, porque sino, lo voy a denunciar.

*Los ojos de Antonella se llenan de sorpresa y preocupación*

Pablo: (lo mira a los ojos, sereno) Lorenzo, intentá relajarte. Ya está. Lo que pasó, pasó. Por suerte no se robaron nada, y Antonella está bien.

*Antonella se fue de allí*

Lorenzo: Papá, ¿vas a dejarla salir de nuevo después de lo que pasó ayer?

Pablo: Dejala, Lorenzo, yo confío en que va a poder cuidarse sola...

Lorenzo: Vos tenés demasiada confianza, ese es el problema.

*Lorenzo se fue corriendo de allí, dejando a Pablo con preocupación y frustración*

~Por otro lado, en la cafetería~

*Había ocho personas sentadas, tomando y comiendo. Antonella entró, algo indecisa pero con una sonrisa en el rostro, y se dirigió hacia Mariano, quien estaba limpiando la mesada*

*Mariano levantó la vista y sonrió al verla*

Mariano: (se acerca, con cariño) ¡Antonella!

Antonella: (sonríe) Hola, Mariano.

Mariano: ¿Cómo andás? Ayer fui al festejo de la boda de Giuli y no estabas ahí.

Antonella: (se muerde las uñas, nerviosa) Ahh, sí, es que... tenía cosas que hacer, por eso... me hubiera encantado ir...

Mariano: (desvía la mirada, pensando) Yo tampoco pude ir mucho tiempo, solo fui a dejarle un regalito y me tuve que ir.

*Antonella se comportaba de manera normal, pero de repente sus expresiones cambiaron, mostrando confusión y desconcierto*

Mariano: ¿Qué pasa, Nella? ¿Por qué te pusiste así?

Antonella: (retrocede, nervioso) Mariano... ¿qué te pasó en el cuello?

*Mariano se tocó una raspadura en el cuello, algo incómodo*

Mariano: Ah, ¿acá? El otro día me caí de la bici, qué raro que recién ahora lo veas...

Antonella: (frunce el ceño, dudoso) ¿Pero cómo hiciste para caerte de la bici y lastimarte el cuello?

Mariano: Ay, no sabés, la verdad fue una caída horrible. También me lastimé el brazo, y en la cabeza, pero no pasó a mayores...

Antonella: (sonríe con inocencia) Qué raro que no se te aflojó el cuerito...

*Mariano la miró con confusión, intentando entender el chiste*

Antonella: (ríe, nerviosa) Chiste, chiste... Che, Mariano... ¿y qué hiciste anoche?

Mariano: (pensando unos segundos) Anoche fui al festejo de Giuli, como ya te dije, le dejé el regalito y me fui a casa de un familiar. Como a la 1 de la madrugada me acosté.

Antonella: (se rasca la nuca, ansiosa) Ah, entiendo... y Mariano...

Mariano: (asiente rápido) Decime, Antonella...

*Antonella se acerca un poco a él*

Antonella: (se toca el cuello, preocupada) Vos... ¿vos serías capaz de... no sé, lastimar a alguien o... lastimarme a mí...?

Mariano: (abre los ojos, triste) ¿Qué?

Antonella: O sea, en un hipotético caso...

*Mariano se acerca a ella, acariciando su mejilla con tristeza*

Mariano: Antonella... ¿cómo decís eso? ¿De verdad pensás que yo podría llegar a lastimarte?

*Antonella se pone nerviosa, y empieza a parpadear muy rápido. Entonces Mariano toma su mano*

Mariano: (buscando su mirada) Decime... ¿vos me ves capaz?

Antonella: (titubeando) Ehh... n-no...

*Segundos después, recupera la compostura, haciéndose la tonta*

Antonella: Es decir... NO. Pienso que no, quiero creer que no... no...

*Mariano sonríe, un poco más aliviado, mientras Antonella agacha la cabeza, pensativa*

*Segundos después*

Mariano: (ladea la cabeza, curioso) ¿Y sabés algo, Antonella? Ahora que lo pienso bien, no me contaste de vos. Llegaste muy de repente y no sé nada...

Antonella: (se acaricia el antebrazo, nerviosa) Ehh... yo...

Mariano: (sonríe) Contame un poquito, de tu vida y eso... Me interesa saber...

Antonella: (ríe nerviosa) Ehh... no sé... ¿qué podría contarte?

Mariano: Por ejemplo, cuál es tu apellido...

Antonella: (duda unos segundos) Sant... Vazquez, Vazquez es mi apellido, ¿y el tuyo?

Mariano: (asiente y sonríe) Santana.

*Antonella se sorprendió, sus ojos se agrandaron por un momento*

Antonella: Entiendo...

Mariano: ¿Y con quién vivís? Me acuerdo que me dijiste que te mudaste.

Antonella: (sonríe, nerviosa) Ehh... vivo con... Con mis padres, ¿con quién más?

*Entonces, Malena llega al lugar y se dirige hacia ellos con una sonrisa sarcástica*

Malena: (la mira fijo, burlona) Bueno, bueno, nos volvemos a cruzar al parecer, ¿no?

Antonella: (frunce el ceño, irónica) Ehh, ¿sí?

Malena: Veo que siempre que yo llego estás tonteando con Mariano...

Mariano: Malena, ¿qué decís? No seas pesada...

Malena: (fuerza una sonrisa) ¿No vas a un colegio o algo, chini? Digo, yo te veo edad de 15 años por ahí.

Antonella: (endureciendo la mirada) ¿Sabés que no? Tengo 17 y en enero cumplo 18.

Malena: (la mira, con desprecio) Disculpame, por lo petiza parecía eso...

Antonella: (se acerca un paso, desafiante) ¿Tenés algún problema conmigo?

Malena: Ay, era un chiste, 0 sentido del humor, eh. ¿No vas a la escuela? Bueno, de todas formas tampoco me sorprendería, ¿sabés leer, escribir, y todo eso? ¿Sumar, restar, multiplicar...?

*Antonella hizo una sonrisa irónica mientras apretaba los labios, claramente furiosa*

Antonella: ¿Sabés que sí? Y también me enseñaron a echarle aceite al perno para que se ablande...

Malena: (alza las cejas, confusa) ¿Cómo? No te estaría entendiendo, sweetie...

*Entonces, Antonella abrió una botella de agua helada y le tiró el agua en la ropa y el pelo a Malena. Mariano reaccionó muy sorprendido, mientras Malena se quedó congelada, sorprendida y furiosa*

Malena: (gritando con furia) ¿¡Qué hacés, turra!?

*Malena y Antonella comenzaron a pelear, empujándose y gritándose. Mariano intentó desesperadamente separarlas*

Mariano: (poniéndose en el medio) ¡Chicas, basta!

*Mariano agarró a Malena por los hombros mientras Antonella los miraba con indiferencia*

Mariano: ¡Calmense, por Dios! ¿Qué es este papelón?

Malena: (la señala, enfurecida) ¡Mirá lo que me hizo esta chinita ordinaria, Mariano! ¡Es una indecente!

Antonella: (sonríe, irónica) Ay, ¿qué pasa? ¿No te gusta jugar tu propio juego? Seguí siendo así de turra, clasista y discriminadora, total no te vas a ligar ni a un trébol de 4 hojas...

*Antonella se fue de allí, enojada. Malena intentó perseguirla, pero Mariano la agarró con firmeza*

Mariano: ¡Pará, Malena, pará!

Malena: (alza la voz, furiosa) ¿¡No ves lo que me hizo!? ¿¡Por qué a ella no le decís nada!?

Mariano: Estuvo mal, lo admito, pero vos empezaste.

Malena: (mirándose, protestando) Ay, me arruinó la ropa... esa ordinaria sin clase...

Mariano: (la mira, serio) Malena, no podés ir por la vida provocando a la gente y esperar que no te respondan. Te estás metiendo con Antonella desde el momento uno, es normal que se enoje.

Malena: (frunce el ceño, dolida) Pero Mariano... ¿te ponés de su lado?

Mariano: (suspira, frustrado) Basta, Malena. No me pongo de ningún lado. Tenés que aprender a dejar de meterte con los demás. Y a dejar de ser tan clasista...

*Malena lo miró con resentimiento y decepción en sus ojos*

~Rato más tarde, en casa de los Montero~

*Giuliana estaba sentada en un sillón mirando la televisión. Ella estaba distraída por el ir y venir de su marido, César, quien no paraba de moverse de un lado al otro, claramente ocupado*

Giuliana: (lo mira, sonriendo) Amor, ¿no querés venir conmigo?

César: (niega con la cabeza, apurado) No, Giuli, ojalá, pero el trabajo no da tregua...

*César pasó a su lado y Giuliana lo tomó de la mano, intentando detenerlo*

Giuliana: (sonríe, suplicante) Dale...

*Ella se acercó a darle un beso en el cuello, pero al hacerlo, notó unos rasguños. Sus ojos se llenaron de preocupación mientras César se ponía visiblemente nervioso*

Giuliana: ¿Y esto, mi amor? ¿Qué te pasó acá?

César: (desvía la mirada y titubea) Ehh... nada, me picó un mosquito mientras dormía, me rasqué y me quedó así, nada más...

Giuliana: (frunce el ceño, dudosa) ¿Seguro?

César: (fingiendo una sonrisa) Ay, sí, amor, sabés que no te miento.

Giuliana: (asiente, volviendo a sonreír) Bueno... ¿seguro que no querés venir?

César: No, amor, perdoname. El trabajo es muy importante, es primordial...

Giuliana: (agacha la mirada, resignada) Entiendo...

*César se despidió con un beso rápido en la mejilla y se dirigió al despacho de Marco. Giuliana lo observó mientras se alejaba, con tristeza*

~Por otro lado, en la calle~

*Antonella caminaba rumbo a su casa, con el ceño fruncido y los puños apretados de enojo*

*De repente, su teléfono sonó y ella, algo sorprendida, decidió atender*

Antonella: ¿Hola?

"Giuliana: (entusiasmada) ¡Hola, Anto!"

Antonella: (sonríe apenas) Ah... ¿Giuliana?

"Giuliana: ¡Claro! ¿Querés venir un rato a mi casa?"

Antonella: (titubea, indecisa) ¿A tu casa?

"Giuliana: Sí, para que estemos un ratito juntas, veamos unas pelis..."

Antonella: Pero te acabás de casar... ¿estás segura de que no querés estar con tu esposo, mejor?

"Giuliana: Nah, Anto, ni te preocupes. César está más ocupado resolviendo negocios y números que en la pareja. Así que vení si querés, no hay ningún drama."

Antonella: (asiente, emocionada) Copado, dale. Me va a venir bien hablar un poco con vos...

"Giuliana: ¡Bueno, dale! ¡Te espero, Anto!"

Antonella: Chau, Giuli...

*Antonella cortó la llamada y guardó el teléfono en su bolsillo*

~En casa de los Santander~

*Pablo estaba sentado en su despacho, pensativo, con los codos apoyados en el escritorio y las manos entrelazadas frente a su rostro. De repente, su teléfono sonó, rompiendo el silencio. Pablo suspiró y atendió la llamada*

Pablo: ¿Hola?

"Chiara: (voz alegre) ¡Hola, Pablo!"

Pablo: (sonríe al instante) Chiara, hola...

"Chiara: ¿Cómo andás? Te llamaba porque ayer te fuiste así de la nada, ¿pasó algo?"

Pablo: (exhala, agobiado) Ahh, no, nada. Es que Antonella se sintió mal y se había ido, y yo también me fui.

"Chiara: Ahh, claro... ¿Y Antonella cómo está ahora?"

Pablo: No sé, diría que bien.

"Chiara: ¿Y vos, cómo andás?"

Pablo: (mueve la cabeza, dudando) También, diría que bien...

"Chiara: ¿Bien? ¿O dirías que bien?"

Pablo: (suspira profundo) Sí, qué sé yo. Ando medio estresado con lo que pasó ayer.

"Chiara: (curiosa) ¿Qué pasó ayer?"

Pablo: (desvía la mirada, pensativo) Se ve que por la noche, cuando nos fuimos al festejo, entraron a robar a la casa.

"Chiara: (alarmada) ¿Qué? ¿En serio? No te lo puedo creer, Pablo. ¿Y están todos bien?"

Pablo: Ahora sí, ayer no tanto. Antonella se volvió antes, entonces ella vio que nos robaban y se ve que la lastimaron.

"Chiara: Ay, Pablo, no lo puedo creer... ¿Antonella está bien, igual?"

Pablo: (asiente, relajado) Sí, sí, ahora sí. Por suerte está bien y no se robaron nada.

"Chiara: Qué bueno eso... me alegro que estén bien. ¿Quién habrá sido capaz de tal cosa? No suelen pasar estas cosas en el pueblo..."

Pablo: (sacude la cabeza, dudando) No sé, la verdad. Lorenzo está convencido de que fue ese chico... Mariano...

"Chiara: Ah, ¿el amigo de Giuli? ¿Mariano Santana?"

Pablo: Sí, ese. Pero no sé, yo no lo creo capaz de tal cosa. A ver, tiene su carácter y sus cosas pero... de ahí a robar y lastimar, no lo veo factible...

"Chiara: Y la verdad es que no sé, Marco y vos lo conocen mejor que yo. Parece ser un chico inocente..."

Pablo: (asiente, preocupado) Para mí lo es, espero.

"Chiara: Pero si es así, tené muchísimo cuidado con Antonella."

Pablo: (frunce el ceño, confuso) ¿Por qué lo decís?

"Chiara: Mirá, no soy chusma, pero esa chica está yendo a su cafetería a visitarlo casi todos los días... Giuli me lo dijo."

Pablo: (parpadea rápido, sorprendido) ¿Qué? ¿Estás segura?

"Chiara: Sí, lo estoy, y si llega a ser como Lorenzo piensa, tengan mucho cuidado...no quisiéramos que le pase nada a Antonella."

Pablo: Bueno, gracias por avisarme, lo vamos a tener en cuenta...

*Pablo colgó la llamada y se quedó pensativo y alarmado, con el ceño fruncido*

~En casa de los Montero~

*Marco y César estaban sentados en el elegante salón, disfrutando de un whisky mientras discutían asuntos de negocios*

Marco: ¿Y, yerno? ¿Cómo te sentís siendo un Montero ahora?

César: (sonríe, satisfecho) Me siento mejor que nunca... y mire, ya estoy preparado para terminar el asunto de la finca de los Orlani.

Marco: (asiente con aprobación) Perfecto. No cabe duda de que ellos nos van a ayudar mucho para nuestra producción. La verdad, me sorprendiste. Sigo sin creer lo bien que manejaste esa compra. ¡A buen precio, y en tiempo récord encima!

César: (sonríe, orgulloso) Esa es mi especialidad... y por cierto, ¿ya tenés la plata? Acordate que quieren todo en efectivo, no en cheque ni nada de eso.

Marco: ¡Pero por supuesto! ¿Por quién me tomás? Mirá, acá tengo un enorme y muy jugoso maletín para ellos.

*Marco se inclinó hacia un lado del sillón y sacó un maletín negro, sólido y pesado. Lo colocó sobre la mesa y lo empujó hacia César*

Marco: (guiña un ojo, sonriendo) Deciles que se lo queden. Cortesía de la casa. Vos me entendés...

*César tomó el maletín con una sonrisa cómplice. Los dos hombres se levantaron y se estrecharon las manos, sellando el trato*

Marco: (sonríe, determinado) Vamos a hacer grandes cosas juntos, César.

César: No tengo dudas, Marco. Esto es solo el comienzo.

*Dos horas después, Antonella y Giuliana estaban sentadas en el patio, disfrutando del sol de la tarde mientras charlaban*

Antonella: (la mira de reojo, sonriendo) ¿Cómo va todo por acá, señorita casada?

Giuliana: (exhala) Uff, la verdad que bien, hasta ahora.

Antonella: (mueve la cabeza, divertida) ¿Y? ¿Estás más calmada? ¿Esperando por la aclamada Luna de Miel?

Giuliana: La verdad es que ya lo tengo planeado, solo resta esperar a que mi papá y César terminen con los negocios.

Antonella: (la mira con atención) ¿Y por dónde va a ser?

Giuliana: Si logramos irnos de viaje, va a ser seguramente a Roma, en Italia.

Antonella: (inclina la cabeza, sonriendo) Wow... dicen que es un lugar muy hermoso... mi padre adoptivo era de Florencia...

Giuliana: (abre los ojos, emocionada) ¿En serio? ¡Re cool! ¡Más a futuro, podemos ir nosotras dos!

Antonella: (entorna los ojos) ¿Vos decís?

Giuliana: ¡Claro! Por ahí, de vacaciones de verano o algo.

Antonella: (la mira, con cariño) Suena lindo, Giuli...

Giuliana: Es lindo, y con tu compañía estoy segura que lo será aún más.

Antonella: (ríe, con ternura) Gracias por eso, sos muy linda.

Giuliana: (frunce las cejas, confusa) No hay de qué... Che, Anto, ¿qué te pasó?

Antonella: (la mira, confusa) ¿Por qué?

Giuliana: (haciendo gestos con las manos) No sé, te veo un poco desarreglada, algo despeinada... ¿o siempre sos así?

Antonella: (ríe, nerviosa) Ah, no es nada, es un pequeño altercado que tuve con... con una chica, en la cafetería de Mariano...

Giuliana: (alza las cejas, sonriendo) Ah, a ver si adivino... hablás de Malena, ¿verdad?

Antonella: Sí, ¿la conocés?

Giuliana: Sí que la conozco. No tiene muy lindas actitudes, antes éramos amigas pero por algo que pasó ya no lo somos más.

Antonella: (se inclina hacia ella) ¿Puedo saber por qué? De curiosa, nada más...

Giuliana: (baja un poco la voz) Ella y yo fuimos amigas desde chicas, tendríamos, no sé, 8 años. Y hasta hace 2 años atrás, éramos muy unidas. Yo nunca tuve tanta suerte con los chicos, aunque ahora lo veas. Y había un chico que estaba enamorado de mí, era todo color de rosas, ¿y sabés qué hizo Malena, de tan buena amiga que es? Lo besó, estando conmigo.

Antonella: (arquea las cejas, impactada) ¿Qué? Ay, no, qué feo... qué turra...

Giuliana: (desvía la mirada, pensativa) Sí, ella era tan buena persona. Después no entiendo qué fue lo que le pasó, es como que cambió de forma tan abismal...

Antonella: Sí, yo te juro que no entiendo por qué es tan mala, tan cruel conmigo, si yo no le hice nada.

Giuliana: Porque está celosa de vos. Seguramente porque Mariano pasa más tiempo con vos que con ella.

Antonella: (la mira, confusa) ¿Cómo sabes eso?

Giuliana: Mariano me cuenta. Ella es una persona demasiado celosa. Lo mejor que podés hacer es no hacerle caso. Ella es así, le encanta ser el centro de todo siempre.

Antonella: Voy a intentar hacerte caso, aunque a veces soy muy impulsiva y me dejo llevar... pero voy a intentarlo...

Giuliana: Sí, es lo que te conviene...

*Ellas dos se abrazaron suavemente con ternura y cariño*

~En la cafetería~

*Mariano estaba limpiando la mesada. El lugar estaba vacío, y el silencio reinaba en el ambiente. De repente, las puertas se abrieron bruscamente y César entró tambaleándose, visiblemente ebrio*

César: (voz arrastrada) ¡Eh, Santana! ¿Cómo andamos?

*Mariano se dio vuelta y lo miró, muy confundido*

Mariano: ¿César? ¿Qué hacés acá? ¿Y en este estado?

César: (tono alto y sin control) ¡Nada que te importe, traeme una cerveza!

Mariano: (lo mira con desdén) No puedo venderte una cerveza. Esto es una cafetería, si querés cerveza, andá a un bar.

César: (señala las estanterías, riendo) ¡Dale, no te hagas el vivo! ¡Algo debes tener por acá!

Mariano: (lo interrumpe, alterado) ¡No, no tengo nada con alcohol acá! Y deberías aflojarle un poco, ¿no te parece demasiado ya?

César: (grita, amenazante) ¿¡Cuál hay!? ¡Me acabo de casar, y también acabo de cerrar un muy buen negocio! ¡Me parece que tengo derecho a festejar!

Mariano: (alza las cejas, desdeñoso) En lugar de estar "festejando", ¿no deberías estar en tu luna de miel, vos?

César: (se ríe fuerte, como un chiste) ¿¡Luna de miel!? ¡No me hagas reír! ¡En los negocios no hay lugar para Luna de Miel! ¡Pero claro! ¿¡Qué sabrás vos de negocios!? ¡Sos un simple mozo de cafetería! ¡De una cafetería horrible!

Mariano: (niega, mirándolo de arriba a abajo) Qué mal por Giuliana, eh. Es una lástima que se haya casado con un adicto al trabajo. Ah, y que por lo visto, también es un adicto al alcohol.

César: (lo señala, acusador) ¡Pero escuchame una cosa! ¿¡Qué te pensás, que sos mejor que yo!? ¡Si sos un chorro, un ladrón!

*Mariano se enfureció al escuchar eso, su rostro se tensó y dio un paso hacia adelante*

Mariano: (voz baja y amenazante) Perdón, ¿qué me querés decir?

César: Lo que digo, lo digo. Ladrón, ratero. Sos tan poca cosa, Santana, ni en mil años vas a estar a nuestro nivel, así dejes la sangre en ello...

Mariano: (sacude la cabeza, enfurecido) Sí, ¿sabés qué? Te vas de acá, ahora.

César: ¿O sino qué?

Mariano: (señala la puerta, furioso) ¡Fuera de mi vista, ya! ¡Porque sino te voy a sacar yo a patadas!

César: (mirándolo, burlón) Wow, qué lindo sos cuando te enojás...

Mariano: (golpea la mesada, fuera de sí) ¡¡Fuera, te dije!!

*Entonces, César se tambaleó hacia la puerta, muy enojado, y salió de la cafetería. Mariano, aún temblando de rabia, se apoyó en la mesada y soltó un suspiro profundo para calmarse*

*De repente, su mirada se posó en un maletín que César había olvidado en una de las mesas. Mariano frunció el ceño, intrigado y preocupado a la vez. Se acercó al maletín y lo examinó, preguntándose qué podría contener*

~Después de una hora, en casa de Chiara~

*Antonella y Giuliana estaban sentadas en el sillón, charlando animadamente. Marco y Chiara estaban en otro lado de la casa, Chiara limpiando algunas cosas de la mesa*

*César entró abruptamente en la habitación, visiblemente preocupado*

César: (grita, desesperado) ¡No puede ser, no puede ser!

*Giuliana se levantó de inmediato y fue hacia él, angustiada*

Giuliana: César, ¿qué pasa? ¿Qué...?

César: (respira con dificultad, ansioso) ¡Perdí el maletín con la plata de los Giordano!

*Marco, al escuchar esto, se acercó rápidamente, enojado y asustado*

Marco: (gritando) ¿¡Cómo que lo perdiste!?

César: (tiembla, nervioso) ¡El maletín, Marco, el maletín con la plata!

Marco: (aprieta los puños, furioso) ¿¡Lo perdiste o te lo robaron!?

César: (mira al vacío, desesperado) ¡Me lo robaron, no me di cuenta cuando pasó!

*Antonella, observando la situación, notó unos rasguños en el cuello de César y frunció el ceño, viéndolo con atención y confusión*

Marco: (aprieta los dientes, frustrado) ¡No puede ser! ¿¡Y ahora qué vamos a hacer!? ¡Decime! ¿¡Tenés una idea de cuánta plata había ahí!?

César: ¡Ya sé, yo tengo un amigo policía, nos puede respaldar la denuncia! Me lo debe por los favores que le hice...

*De repente, alguien tocó la puerta de la casa, interrumpiendo la tensión. Todos voltearon hacia la puerta, confusos*

Marco: ¿Quién es? ¿Estamos esperando a alguien?

*Marco abrió la puerta y se encontró con Mariano, que traía el maletín en la mano*

Marco: (frunce el ceño con desdén) ¿Santana? ¿Qué hacés vos acá?

Mariano: (asiente, irónico) Hola para vos también.

*Mariano entró en la casa, dejando a todos confundidos y a Antonella sorprendida*

Mariano: [colocando el maletín en el sillón] Me parece que esto es tuyo, César.

César: (lo señala, acusador) ¡El maletín con la plata! ¿¡Qué hacías vos con él!?

Mariano: (se cruza de brazos, molesto) ¿Qué, no te acordás? ¿Cuando entraste ebrio a mi cafetería para provocarme? Bueno, te lo olvidaste y acá está. Así que no me mires como si yo hubiera hecho algo.

César: (mirándolo, furioso) ¡Ladrón! Seguro te robaste algo.

Giuliana: (alzando la voz, indignada) ¡César! ¿Podés tener un poco más de gratitud? ¡Encima que te vino a traer el maletín!

César: No confío en él, lo voy a contar después.

Mariano: (asiente, enojado) Sí, sí, hacé lo que quieras, contalo si querés.

Giuliana: ¡No va a ser necesario, porque Mariano es un hombre honesto y jamás haría algo así!

Mariano: (mira a Giuliana, apenas sonriendo) No te preocupes, Giuliana. Dejá que piense lo que quiera. Yo la plata no la necesito robar, podría haberlo robado y no lo hice.

*Mariano se giró para irse, pero antes desvió su mirada hacia los presentes*

Mariano: (saludando con la mano) Me voy, ya no tengo nada que hacer acá. Chau, Giuliana. Chau, Antonella...

Giuliana: (asiente, seria) Chau, Mariano.

Antonella: (lo saluda, nerviosa) Chau...

*Mariano salió de la casa, y Marco se acercó a César, mirándolo con desdén y decepción, al igual que Giuliana*

Marco: Pero qué decepción. Quiero que sea la última vez que te embriagas, y más teniendo estas cosas encima.

César: (agacha la cabeza, avergonzado) Está bien, perdón...

~Más tarde, en casa de los Santander~

*Antonella regresaba a la casa. Al entrar, se dirigió al living*

Antonella: [exclama, entusiasmada] ¡Hola a todos!

*Lorenzo estaba enojado y frustrado, mientras Pablo mantenía una expresión neutral. Gina estaba en la cocina lavando los platos, pero observaba la situación con preocupación*

Antonella: (mira a todos, nerviosa) ¿Pasa algo?

Lorenzo: (se levanta de la silla, mirándola fijo) ¡Te estábamos esperando!

Pablo: (alzando una mano rápidamente) Lorenzo, te calmás, por favor. Hola, Antonella. Tenemos que hablar.

Antonella: (frotándose la nariz, inseguro) ¿Qué pasó? ¿Hice algo?

Lorenzo: ¡Sí, hiciste!

Pablo: (interrumpiendo) No, no hiciste.

Antonella: (entrecierra los ojos, perpleja) No estaría comprendiendo del todo...

Pablo: (la mira seriamente) Antonella, te quiero preguntar algo.

Antonella: (parpadea rápido, ansioso) Sí, decime.

Pablo: ¿Vos te hablás con el chico este... Mariano Santana?

Antonella: (titubeando) Ehh... yo...

Lorenzo: (la interrumpe, impaciente) ¿Te hablás sí o no con él?

Pablo: (levanta la voz, harto) Lorenzo, ¿querés parar?

Antonella: (se frota los brazos, tenso) No conozco ningún Mariano Santana, no sé de qué hablan...

Pablo: (mirándola, con paciencia) Antonella...

Lorenzo: (alza la voz, irritado) ¡Decí la verdad, no mientas! ¡Chiara le dijo a él, que vos vas la mayoría de los días a su cafetería!

Antonella: (da un paso atrás, cautelosa) ¡No sé por qué Chiara les dijo eso!

Pablo: (mirándola con cariño) Antonella, no tengas miedo, ¿sí? No necesitás mentir... podés decir la verdad.

Antonella: (frotándose la nariz, nerviosa) Yo... yo más bien... ¡bueno, está bien! ¡Sí, me hablo con él, es mi amigo!

Lorenzo: (agita la cabeza, indignado) ¡Yo no te lo puedo creer!

Pablo: (cierra los ojos con fuerza, irritado) Lorenzo, calmate.

Lorenzo: (aprieta la mandíbula, furioso) ¡Seguro que ahora también venís de estar con él! ¿Verdad? ¡Y estoy seguro que esos días que volvías tarde es porque estabas con él!

Antonella: (da un paso brusco hacia adelante, molesta) ¡Exactamente! ¿Y cuál es el problema?

Lorenzo: (arqueando las cejas, enojado) ¡El problema es que no podés ser amiga de una persona como él!

Pablo: (alzó la voz, molesto) Lorenzo, te dije que no la corrieras con eso. Ella no sabe nuestra historia.

Lorenzo: ¡Bueno, que la sepa, entonces! ¡Tu amiguito es una muy mala persona! ¡Y un ladrón! ¿Te dijo él eso?

Antonella: (niega con la cabeza, confiada) Yo no creo que sea ningún ladrón.

Lorenzo: (mirándola, incrédulo) ¿Vos sabés más que nosotros? ¡Lo conocemos desde que es chiquito! ¡Es una persona que se la pasa ensuciando nuestro nombre, por todo el pueblo!

Antonella: (alzando los hombros, frustrada) ¿Entonces, qué? ¿No puedo hablar con él? No es justo.

Lorenzo: ¡Entonces le querés hablar a alguien que se la pasa ensuciando a tu familia!

Antonella: ¿Lo ves? Por esto no les quería contar nada... yo ya sabía de esto. Ya sabía que se tenían algo, el otro día los escuché hablar y él también me dijo algo. ¿Y sabés por qué no les quería contar? ¡Porque sabía que ibas a reaccionar así, todo histérico!

Lorenzo: (exclamando, desesperado) ¿¡Y cómo querés que reaccione!? ¡Lo peor es que lo sabías de antes pero no te importó! ¡Seguro él te contó muchas mentiras que te creíste! ¿¡O no!?

Antonella: (lo interrumpe, dolida) ¡Ya basta, Lorenzo! ¡En serio! ¡Sé que no me querés, desde el primer día que llegué me mirás con rechazo, y lo entendía! ¡Pero ya me parece demasiado que ahora también quieras meterme en tus mambos!

Lorenzo: (gestualizando con las manos) ¡Vos sos parte de nuestra familia ahora, por lo tanto, esos "mambos" te incumben!

Antonella: (alzando las manos) ¡Bueno, entonces si me incumben tanto, dejame que te cuente algo! ¡Él no es ningún ladrón! ¡El acto que acabo de presenciar de él no es el de ningún ladrón!

Lorenzo: (sonríe, irónico) ¿Ah, sí? ¿Ahora qué mentira te contó, eh?

Antonella: (señala hacia un costado) ¡No me contó nada, yo lo vi! ¡Lo vi devolver un maletín lleno de plata! ¡Un ladrón no hace eso! ¿¡No te parece!?

Lorenzo: ¡Ah, claro! ¿Y qué pasa con que nos difame? ¡Eso tampoco te importa por lo que veo!

Pablo: (interviniendo, cansado) ¡A ver, basta!

Antonella: (apenas alzando la voz, frustrada) ¡Lorenzo, basta, me tenés harta! ¡Yo tengo el derecho de hablar con quien quiera!

Lorenzo: Entonces se nota el compromiso que le tenés a la familia.

Antonella: (cruzándose de brazos) ¡Bueno! ¿Y qué querés que haga, entonces? ¿Tengo que dejarle de hablar para seguir tu capricho de la familia?

Lorenzo: ¡No es ningún capricho! ¡Con todo lo que papá hizo con vos hasta ahora, lo mínimo me parece eso! ¡Es una cuestión de códigos, no sé si lo entendés!

Pablo: (lo interrumpe, frustrado) Lorenzo, ya está...

Antonella: (sonríe, dolida) ¿Ahora me corres con eso, en serio? ¿Sabés algo? ¡Él podrá ser un ladrón, podrá ser lo que quieras, pero no me rechaza como vos!

Lorenzo: ¿Yo te rechazo? ¿Me hablás en serio? ¡Si no quiero que hables con él, es porque no quiero que él te haga nada! ¡No seas ingenua, él no es quien vos te pensás que es!

Antonella: ¡Me estás tratando de traidora solo por ser su amiga! ¡Y yo no soy tonta, no me trates como si lo fuera!

Lorenzo: ¿En serio te pensás que Mariano sería tu amigo porque sí? ¡Si se acercó a vos es porque sabe que sos de nuestra familia!

Antonella: (alza las cejas, atónita) O sea, ¿me está usando? ¿Nunca podría ser amigo mío?

Lorenzo: ¡Y no, Antonella! ¿Te pensás que él sería amigo de alguien como vos? ¡No seas ingenua!

Antonella: (sus ojos se llenan de lágrimas) Copado, qué lindo saber que, no puedo tener amigos por como soy, sino que la gente me usa...

Lorenzo: Sabés bien que no quise decir eso. Vos me entendiste...

Antonella: (dando un paso atrás, ofendida) Sí, ¿sabés qué? Te entendí perfectamente. Y quedate discutiendo con el aire si querés, yo no voy a perder mi tiempo tratando de hacer entrar en razón a un burro tísico que lo único que se puede esperar de él es una patada.

*Antonella se dio vuelta y se dirigió rápidamente a su cuarto, cerrando la puerta de un portazo*

Lorenzo: (gritando hacia las escaleras) ¿Qué me quisiste decir? ¡Volvé acá, nena!

Pablo: Lorenzo, en serio...

Lorenzo: ¡Me tiene harto! ¿Quién se cree?

Pablo: (cansado) Lorenzo...

Lorenzo: (gesticulando) ¡Cree que puede tirar una de sus frasesitas e irse así como si nada!

Pablo: (subiendo un poco la voz) Lorenzo...

Lorenzo: ¡Es una turra sin códigos, eso es lo que es!

Pablo: (lo interrumpe de un golpe) ¡Lorenzo, basta! ¡Me cansaste! Traté de una y mil formas hacerte entender que tenés que familiarizarte con ella, pero seguís negado y terco cual mula. Y te recuerdo que su tío soy yo, y ella está a mi cargo, yo la puedo cuidar perfectamente, ¿o acaso me estás diciendo inepto?

*Lorenzo se quedó en silencio, y bajó la mirada, triste*

Lorenzo: Yo lo hago por su bien...

Pablo: Lo sé, y también entiendo que quieras protegerla, pero cuestionate un poco las formas, porque estás siendo un descortés y desconsiderado total.

*Pablo se fue de la habitación, dejando a Lorenzo solo con sus pensamientos. Lorenzo, frustrado, se dirigió al galpón*

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