Gadiel se puso tenso, no esperaba que le pidiera algo como eso, sintió su rostro caliente, aunque su hombría estaba alborotada con la idea; pero a pesar de que ella se lo estaba pidiendo, él no se podía imaginar lastimándola cada noche, no quería hacerle ningún daño, eso simplemente no era algo que le gustara, solo quería hacerla feliz, el amor que le tenía era tan grande, tan especial, de esos amores que pocos se miran en un matrimonio y más en esos tiempos.
Fue un silencio bastante incómodo, donde no se atrevía a verla a la cara, miraba al suelo, tratando de que ese mal momento pasara; pero ella no pensaba olvidarlo, tenía ese deseo y estaba dispuesta hacer todo lo posible para tener a su hijo en sus brazos, en ese momento se arma de más valor y le dice. – Gadiel, no es tan malo, solamente tenemos que hacerlo diario, a mí me gusta estar entre tus brazos, hacer el amor contigo, me encanta; dime a ti, ¿no te gusta? ¿Te lastimo de alguna manera?, por favor dímelo, somos esposos, me gustaría que nuestra confianza llegara hasta para poder hablar de estas cosas sin ningún temor.
Amor, escúchame, estamos solos, nadie lo sabría, rompamos las reglas por una vez en nuestra vida, olvidemos lo que la gente diría si supieran que hablamos de esto en privado, por qué al fin de cuentas nadie lo va a saber y yo necesito saber ¿qué es lo que sientes? ¿Por qué no podemos disfrutar más de nuestra intimidad?, si al fin de cuenta nadie se daría cuenta, solo lo sabríamos tú y yo, que tiene de malo ser algo rebelde, en lo que nuestros padres nos enseñaron.
Yo solo quiero disfrutar un poco más de mi esposo, disfrutar de este amor que me das en ese momento y me voy a escuchar vulgar, pero quiero disfrutar de mi hombre, de su cuerpo, no solo de su respeto, de sus buenas pláticas, sino que también de nuestra intimidad.
Gadiel voltea haberla sorprendido, inseguro le dice. – Perla, mi amor como puedes pedirme algo así, si eso solo te lastima, mi padre me dijo que ese acto que a mí me hace sentir lo mejor, para las mujeres es todo lo contrario, a ti te causa dolor, te escucho grita y tus gestos que haces creo que son de dolor, por lo mucho que te lastimo; yo no puedo con eso, no puedo hacerte ese daño cada noche, solo para satisfacer mis necesidades, perdóname, pero no puedo.
Gadiel se levantó de la cama y pensó en salir de ahí, alejarse un poco de ella, para apaciguar esa vergüenza que le provoco en el momento de expresar todo eso en voz alta, pero en ese momento que él empezaba a caminar para alejarse de ella, toma su mano y la escucha decir, con una voz tan dulce y a la vez avergonzada. – Gadiel, tú estás equivocado, hacer el amor contigo no es causa de dolor, sino todo lo contrario, si grito es por el placer tan desbordado que me haces sentir, mis gestos son porque me haces sentir cosas tan buenas que no podría describirlas con palabras.
Yo trato de decirte, que disfruto esos momentos contigo, que me hacen sentir una mujer y me gusta hacer el amor contigo, quiero más noches contigo, que me toques diario, porque eso me gusta, es lo que más disfruto del día.
Gadiel se quedó sorprendido con eso, al voltear a verla, ella mordía sus labios, la podía ver ansiosa por su respuesta, su mano que aún seguía sosteniendo su brazo, estaba temblando, en ese momento supo, que ella estaba igual que él, totalmente avergonzada por haberle dicho esas palabras; pero a pesar de toda esa vergüenza que los invadía, era más fuerte el deseo de tenerse, de disfrutarse y ahora las cosas se aclararon, Gadiel sabía que su esposa disfrutaba al igual que él, lo único que lo limitaba de poder disfrutarla cada noche.
Gadiel no respondió ni una sola palabra, fueron sus actos los que le respondieron, él la beso con mucha pasión, la desnudo tan rápido como pudo y en ese momento se entregaron a su pasión; ella correspondió a sus besos y fue más abierta con él, dejo sus caricias en su cuerpo, tocándolo tanto como quiso, mientras que Gadiel le hacía el amor como nunca, se entregó completamente en esa pasión y esta vez sin ningún miedo o pensamiento negativo la hizo suya, dándole todo eso que tenía guardado, que tantas veces deseo entregárselo, sin ningún límite.
Esa noche se entregaron a su amor, hicieron lo que nunca se imaginaron hacer, uniéndose más, como pareja, haciendo más fuerte su amor, su relación de pareja; esa noche durmieron abrazados, completamente desnudos, no hubo más vergüenza entre ellos, en su recámara no había moral que valiera, ni etiqueta que les importara seguir, solo importaba ese amor y esa pasión que los embriagaba.
Eran las 8:30 cuando despertaron, era la primera vez que se quedaba dormidos hasta tarde, eso les gusto, Gadiel no fue a trabajar, no dejo que Perla se levantara de la cama, él mismo hizo preparo el desayuno y la comida del día, hizo que su esposa se la pasara en su cama completamente desnuda, no la quería ver vestida, quería disfrutarla como nunca; desde ese día los dos disfrutaban de sus noches, de su gran momento a solas y cada noche la hacían como si fuera su primera vez juntos, ella se fue haciendo más abierta a él, lo seducía cada noche con su hermoso cuerpo, era delgada, tenía un cuerpo perfecto todo en su lugar y bastante llamativo, su piel era morena clara, sus ojos grande color verde, su cabello era largo de color negro como el carbón, no era alta apenas media 1.56.
Perla le llegaba al pecho, algo que le encantaba a Gadiel, porque podía sostenerla en sus brazos sin ningún problema, para él su esposa era perfecta; su matrimonio paso a un nivel mucho más agradable, sus días eran cada vez más felices, para ellos simplemente ya no les importaba nada más, que su amor y siempre estar unidos.
Perla, yo no pensó en un hijo, solo pensó que, si su destino era ser madre, llegaría cuando menos lo pensara, solo se concentró en ese mor que su esposo le daba cada día, era feliz y ya no ocupaba nada más en su vida.
Dos meses pasaron cuando se dio cuenta de que estaba embarazada y ese momento solo hizo que su felicidad aumentara.
Gadiel se sentía el hombre más afortunado del mundo y desde ese día no se separó de su esposa, cuidándola, minándola como nadie en ese tiempo lo haría por su mujer.
Los síntomas los tuvo él, mareos, vómitos, raros antojos de comer tierra, fueron meses donde sufrió todos los síntomas, hasta las ganas de estar dormido; pero a pesar de todo eso lo disfruto, porque su mujer se la paso tranquilo, con un ánimo alegre, se podría decir que fue el embarazo más deseado del mundo.
Rápido pasaron los nueve meses y estaban ya contando cada día, para que su hijo naciera, pasaron tres días después de los 9 meses, ese día se la paso lloviendo, fue un día frío, húmedo, que no dejo salir a nadie de sus casas; pero lo peor de todo eso, era que el doctor tuvo que ir a una hacienda que quedaba a una hora del pueblo, atender al hacendado, todos en el pueblo sabía que cuando el doctor se iba a esa hacienda era para durar días, mismos que el pueblo se quedaba sin doctor.
Gadiel solo rogaba porque su hijo no naciera en esos días, que esperara a que volviera; pero nadie puede controlar esos momentos tan especiales y llegan cuando menos lo esperas, era una noche realmente tenebrosa, los rayos en el cielo no dejaban de retumbar, llovía tan fuerte que apenas se podía ver la calle, en ese momento los dolores de parto empezaron, la fuente se rompió, su bebé estaba por nacer.
Gadiel se puso tenso cuando escucho el primer grito de su esposa por la primera contratación, sabía que no había doctor, para él no había nadie que pudiera ayudar a su esposa, estaba tan desesperado, que solo podía pensar en las peores cosas, la muerte de su esposa e hijo, la muerte de su hijo o la muerte de su esposa, esas ideas lo estaban atormentando y él no podía aceptar nada de eso.
Perla estaba sentada tratando de soportar el dolor, en ese momento Gadiel cae de rodillas enfrente de ella, llorando por la desesperación, gritando tan desconsoladamente. - ¿Qué hago? ¿Cómo te ayudo?, no quiero que te pase nada, no puedo perderte.
Perla miraba a su esposo tan mal, tan afligido, que se sintió mal por él, no sabía cómo consolarlo, esos dolores tan fuertes que le daban no la estaban dejando pensar y por un momento se hizo un silencio, donde solo los rayos del cielo se escuchaban haciendo ese momento más terrorífico.
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Updated 162 Episodes
Comments
Olga Ortiz
pobre hombre, está desesperado de ver a su amor sufriendo
2024-09-08
0
Marín
/Smile//Proud//Whimper/
2024-04-19
4
castillo achique
la bruja es la solución. mujer sabia. que va poder con estoy más.. 😂😂😂
2024-04-03
3