Todo a su alrededor estaba oscuro, como si una terrible soledad lo estuviera empujando cada vez más al abismo. Lo único que recordaba era ver como su padre le rebanaba la cabeza a su madre, mientras estaba intentaba que una columna no los aplastara. Después de eso, terminó perdiendo la conciencia tras ver como un soldado intentaba matarlo asfixiándolo.
—¡Mami!—gritó mientras perseguía la ilusión de su progenitora—¡No me dejes!
Aquella mujer, que siempre fue dulce con él, la cual poseía el mismo cabello largo y rubio que su hermana, pero los ojos rojos como el rubí, ahora caminaba frente a él sin siquiera mirarlo.
Siendo que lo único que veía era su cuerpo irradiando luz, entre todo ese mar de oscuridad, cuando lentamente fue desapareciendo hasta no ver nada, no pudo evitar llorar. Estaba solo y perdido en lo que parecía un cruel sueño repetitivo del vil recordatorio de que era un huérfano sin casa.
—Lo siento—dijo entre lágrimas, escondiendo con vergüenza su rostro entre sus manos—Somnus será un buen niño, Somnus dejará de ser débil, por favor, mami, vuelve.
Su pequeña mente no podía entender que mal había hecho para que su madre hubiera sido asesinada de esa manera tan cruel. Si bien era cierto que como príncipe mayor era uno de los destinados a heredar la corona de su padre, su hermana menor era mucho más fuerte tanto física como mental, y ni para decir respecto a sus cualidades mágicas.
Por más que intentara entrenar, no llegaba al nivel que su padre le pedía. Por eso siempre se avergonzó de él, torturando a su madre por dar a luz a un hijo “defectuoso”. Si el emperador no fuera tan machista, hubiera permitido a Nix entrar en la línea de sucesión; sin embargo, tenía la vaga esperanza que los hijos de sus otras dos esposas fueran dignos para el puesto.
—Es inútil—escuchó la voz de un hombre—ella ya ha cruzado el río del más allá, su alma ha sido reclamada por las campanas de Caronte.
Volteó su pequeño cuerpo para observar el hombre que estaba frente de él, quien tenía un parecido a su padre. Aterrado, intentó retroceder, pensando que se trataba de ese cruel hombre quien venía para acabar con el trabajo.
—Tranquilo, no tienes porque retroceder—dijo con la voz baja—estás en el vestíbulo del mundo de los sueños, un espacio etéreo en el que el ser humano yace antes de soñar. El emperador no puede llegar hasta estos dominios, de no ser que el dios Hipnos así lo quiere y créeme que este lo que menos desea es colaborar con él.
—¿Quién eres tú?—preguntó aun con desconfianza.
Somnus se quedó sin habla ante aquella pregunta, ya que era muy extraño decir que él era su vida pasada. Aunque deseaba decirle todo, el dios le advirtió, así como a Nix, no contar nada de lo ocurrido a sus vidas actuales.
“Solo te permito reunirte con tú yo actual, para que le adviertas lo que te diré; sin embargo, no puedes mencionar nada del pasado”
Tras quedar varios segundos en silencio, recordando que la razón por la que estaba allí era por la decisión que Selene había tomado de dejar de dormir, desvió un poco aquella respuesta.
—Solo soy un amigo—respondió con amargura—he venido a decirte que cuando despiertes, te encontrarás con una mujer de nombre Selene. Esta mujer será la única que podrá ayudarlos no solo a vengar la muerte de su madre, sino a sacar del trono al tirano del emperador Abelardo. Sin embargo, ella sufre de un dolor tan intenso que ha dejado de dormir, así como de soñar. Por lo que una vez te vuelvas fuerte, deberás protegerla.
—¡Espera!—gritó.
Sin embargo, aquel extraño hombre se fue de la misma forma que llegó, de manera rápida y silenciosa. No entendía muy bien aquel mensaje, ni siquiera sabía donde había llegado a parar después de que casi fuera asesinado. Siendo él un príncipe débil, buscado por su padre para matarlo, ¿Cómo podría llegar a proteger a otra persona?
Poco a poco, pese al dolor que tenía en todo su cuerpo, fue abriendo sus ojos gracias a la luz que se lograba filtrar en la habitación. Lo que podía ver, pese a su visión borrosa, era un lugar pequeño, muy diferente a su habitación en el palacio, pero cálido y bien cómodo. Al otro lado de la habitación se encontraba su hermana, aun en sueño profundo.
Llevando sus manos a su cuello, notó que este estaba más abultado de lo normal. Por lo que, intentando ver que era lo que tenía, se levantó rumbo a un pequeño espejo ubicado en un tocador. Cada paso que daba, respiraba con mayor dificultad, no solo el frío del piso lo lastimaba, sino que sentía como si caminara por encima de vidrios.
Cuando llegó al tocador, tuvo que apoyarse firmemente en este y sentarse en la silla que estaba al frente suyo. Ya con la línea de visión más clara, pudo notar que aquel bulto en realidad era su cuello hinchado quien era cruelmente adornado con las marcas de las manos de aquel soldado que intentó asfixiarlo.
Aquella imagen explicaba porque cuando intentaba tragar le dolía igual o peor de cuando tuvo su último resfriado, haciendo que su cuerpo se helara aun más por el terror que tenía.
—¿Somnus?—escuchó la voz de su hermana.
Con delicadeza caminó hasta su cama y subió, acostándose a su lado. El cuerpo de su hermana, estaba igual de herido que el de ella. Aunque no tenían heridas de quemadura mayores gracias a su madre, su piel seguía roja por el maltrato. Así mismo, debido al humo que inhalaron, les costaba un poco respirar.
—¿Dónde estamos?—preguntó con su rubio cabello pegado a su rostro.
Nix podía observar que su hermano, al igual que ella, estaba demasiado pálido y cansado. Por lo que después de preguntarle aquello, se acostó a su lado, intentando mantener sus ojos abierto.
—No lo sé—habló mientras se cobijaba con la manta de su hermana—solo sé que mamá murió.
Al ver como su hermano estaba por llorar, lo abrazó. Se suponía que el hombre debía ser el fuerte, el hombre no debía llorar, el hombre era quien debía proteger. Aquello era lo que su padre le había enseñado de primera mano; sin embargo, por alguna extraña razón tanto su fuerza como su actitud era mucho más fuerte que la de Somnus, por lo que decidida a vengarse, asumiría hasta donde pudiera el rol de líder.
—No llores—dijo decidida—yo misma le rebanaré la cabeza al emperador, como él lo hizo con nuestra madre. Yo le quitaré su corona y veré como se retorcerá antes de morir, puesto que una mujer será quien le robe su trono
Somnus asintió ante las palabras de Nix, quedando ambos dormidos de inmediato. Su cuerpo se encontraba tan débil, que no había pasado veinte minutos desde que despertó cuando pedía dormir de nuevo.
Estando de nuevo en sueño profundo, la puerta se abrió. Jacob había llegado con algunas hadas, ya que ellas, debido a su afinidad con los niños, lo estaban ayudando a tratar las heridas de los dos príncipes; sin embargo, se sorprendió al ver como ambos infantes estaban durmiendo en la misma cama.
—¿Cuándo despertaron?—preguntó la mayor de las tres hadas.
Ella, junto con sus compañeras, había sido enviada por la reina a auxiliar en lo posible a Jacob. Estuvieron cuando él se quedó solo tantos años en el refugio; sin embargo, cuando se enteraron de lo sucedido quedaron sorprendidas al ver el estado de la señora Selene. Debido a que ella tenía una larga historia de compañerismo con su amada reina, les dolía ver el estado tan demacrado de la antigua princesa.
Aunque sus cuerpos eran del tamaño de una mano, y sus vestimentas se asemejaran a flores, su cabello era blanco como la nieve y su piel morena, por lo que debido a su semejanza con el cabello muchas bromeaban con que eran las hermanas perdidas de Selene. No obstante, gracias al enorme cariño que le tenían, estaban dispuestas a servir como enfermeras de los hijos del tirano emperador.
—Iré a avisarle a la señora que ya despertaron los príncipes—dijo Jacob antes de dejar solas a las hadas.
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Comments
Regina Gomez Duque
tiene buena ortografía así es más fácil leer.excelente trama
2023-11-06
5
Linupe
buena trama, buena redacción y poco o nada de "horrores" ortográficos 👍
2023-08-16
0
Juliet
buena trama
2023-07-23
1