Capítulo 5 La selva

Narra Mabel

Después de haber pasado varias horas sin descansar me detuve, y por un tiempo no podía pensar muy bien, sin saber qué hacer dije: "estoy pérdida", di varias vueltas tratando de orientarme, pero no pude, la cabeza me daba vueltas y estaba desorientada. En él chocó, casi todos los pueblos quedan, en medio de la selva húmeda tropical y ya era casi de noche.

Debía buscar donde pasar la noche, hay muchos animales peligrosos que podrían matarme, me subí a un árbol que no era para nada cómodo, pero que tampoco tenía frutas y era poco probable que llegarán animales, a mi mente llegó una pregunta: ¿y las serpientes? Ni modo me tendré que arriesgar.

Al subirme al árbol me di cuenta que no dormiría nada, me estaba quedando dormida al escuchar la melodía que producen los animales como grillos, ranas, chicharras entre otros.

Era hermosa, pero esa melodía fue interrumpida por ese horrible sonido que producen los monos en medio de la oscuridad, por un buen rato me quede pasmada del miedo, siempre le he tenido miedo a ese sonido.

Mi padre siempre me decía que no tuviera miedo ya que ellos estaban lejos en medio de la selva, pero ahora yo también estaba en medio de la selva y no podía saber con exactitud a que distancia estaban de mí.

La noche se hizo eterna, cuando los monos dejaron de aullar me quedé dormida, fue como abrir y cerrar los ojos, así lo sentí.

Me desperté con el sonido de un trapiche, esta vez me sobresalte tanto que casi me caigo del árbol, la primera vez que escuché uno en mi vida salí corriendo, este lo tenía a pocos metros, me tranquilice porque sabía que este no era un animal sino el sonido que produce la fricción de varios árboles cuando está venteando mucho.

Los dos sonidos a los cuales le tenía más miedo los había escuchado en menos de ocho horas, baje del árbol y abrí el bolso que mi hermano me había entregado, pero solo había papeles, ni siquiera me tomé la molestia de leerlos, no había nada que pudiera comer o tomar y ya tenía mucha hambre, el estómago me crugia.

Cerré los ojos antes de continuar y recordé que en la escuela nos decían que si algún día nos perdíamos en la selva, una de las formas de salir de ella, era buscar las fuentes hídricas, como ríos y quebradas, las quebradas van a los ríos y estos a su vez pasan por algún pueblo.

Me puse en marcha, pero ahora el problema era que no encontraba ni quebradas ni ríos, encontré un palo de Churima, había tantas que algunas estaban a mi alcance, me comí varias y guardé algunas en mi bolso para comerlas después.

La sed que tenía era terrible, ya mi cuerpo sentía la deshidratación, así que debía concentrarme para tratar de escuchar una fuente de agua, así fuera muy pequeña porque si no la encontraba iba a morir deshidratada.

El cantar de las aves y el sonido que producían algunos animales no me permitían escuchar muy bien, por un momento logré escuchar algo, inicié a correr con la fuerza que me quedaba hacia dónde provenía el sonido y por fin llegué a una pequeña quebrada, dije de inmediato... muchas gracias Dios... Solté algunas lágrimas mientras contemplaba el cielo, en manera de agradecimiento al creador.

Miré hacia todos lados buscando una hoja apropiada para tomar el agua y encontré una de platanillo, bebí agua hasta saciarme, miré hacia arriba de la quebrada y vi un pequeño árbol de miel quemada, tomé unas cuantas y las eché al bolso, luego cogí otras para ir comiendo en el camino, me darían fuerzas para soportar la travesía.

Caminé quebrada abajo por mucho tiempo, hasta qué por fin encontré el río. Me alegré muchísimo, ya que había más posibilidad de encontrar civilización.

Caminé por la playa poco tiempo, ya que encontré un balso el cual utilicé como medio de transporte, me subí en el y balsié rio abajo hasta llegar a una comunidad indígena, muy contenta salude a los niños, pero ellos solo se reían al verme.