Owen
Nunca se me ocurrió encontrar una familia en la grabación de la serie. Charlie y Jeremy son como hermanos que están conmigo las 24 horas del día y Madi ¿quién no querría a Madison en su vida? Tengo hermanas y mejores amigas, tengo a chicas que se han convertido en parte importante de mi vida, pero Madison, la quiero en mi vida por siempre.
Abrazo a la chica por mero impulso y porque lo siento. Sus manos rodean mi espalda con gratitud, creo que y espero que Danielle y Sirah me perdonen Madison es casi mi hermana. Estoy seguro de que ellas también la aceptarían en el grupo sin poner ni un pero.
—Muy bien, siéntense.
Charlie está muy autoritario últimamente. Me siento en el suelo de madera extrañando la suave alfombra verde de la habitación de Sirah y esa sensación de calidez que te rodea al entrar a su habitación.
Los espacios entre grabación que tenemos sirven para conocernos bastante y son muy divertidos, pero son esos pequeños momentos que creamos los fines de semana los que más disfruto, son espontáneos, divertidos y llenos de anécdotas que intento grabar por completo para contar en casa y asumo que voy a extrañarlos en un par de meses que todo termine. Es como lo que extraño de casa cuando no estoy y lo que extraño de grabar. Que difícil es el ser humano queriendo lo que no tiene en lugar de disfrutar lo que tiene.
—¿Te molestaría salir de tus pensamientos Owen? Llevamos hablándote por diez minutos. —Jeremy agita su mano cerca de mi cara. —¿Qué es lo que te está pasando estos días?
—¿De qué hablas?
—Quizá de que sueles ser más... —Madi mueve sus manos al no encontrar la palabra. Atolondrado diría Sirah. —Y estos días estás mucho más tranquilo, como en un mundo diferente.
—Solo he estado pensando mucho.
—Extrañoooo. —Madison se burla. —Oigan hablando de sus vidas. ¿Les molesta si le pregunto más sobre su vida en casa?
—Por supuesto que no Madi, puedes preguntarnos lo que quieras.
Jeremy le pasa un vaso de helado a Madison mientras responde con cariño casi palpable en la voz, creo que todos nos sentimos igual respecto al amor que le tenemos a la chica. El más protector es Charlie.
Escucho por al menos una hora sobre la vida de Jeremy y los planes que tiene con Carolynn, la música y otros proyectos. No se me había ocurrido que al separarnos dejaríamos de tener las conversaciones diarias que nos han traído hasta acá. Todos hablamos de lo que haremos al salir y en algún punto la conversación se ha tornado para hablar sobre temas más personales.
—Sí mi primer novia fue tal vez una chica del jardín de niños. No teníamos más de cinco años.
—¡Charlie! Ni siquiera te habían cambiando los pañales. —Todos explotamos de risa con las palabras de Madi.
—Bueno, fue la primera. Todos tuvimos novia y novio a esa edad.
—Yo no. —Responde Madi.
—Yo tampoco. —Le digo convencido.
—Bien tu turno Owen ¿cuál ha sido el mejor beso que has tenido? —Madison tiene una cara de romántica empedernida al escuchar la pregunta de Jeremy.
No me toma mucho tiempo pensarlo porque es algo de lo que he sido consciente por más tiempo del que me gustaría aceptar.
—Fue con Sirah, hace algunos años. —Quisiera revivir el momento con ella y solo con ella, las otras niñas que besé ese día no. —Madi ahora tú.
—No, no, por favor necesitamos más de eso. —Reclama ella. —Dame romance.
—No hay romance Madi. Sirah y yo hemos sido amigos por mucho tiempo y solo sucedió.
—Bueno también has sido amigo de Danielle por mucho tiempo ¿no? —Asiento sin verle mucho sentido a la pregunta. —¿Y has besado a Danielle?
—Bueno no, pero... —He desatado el bombardeo de preguntas con una respuesta mal planeada. Son mis amigos, no debería planear mis respuestas, nunca lo hago.
—¿Incluso cuando era ella la que gustaba de ti? —Quiero meterle un puño en la boca a Charlie para que se calle.
—Besarla sin corresponderle habría sido cruel. —Me defiendo lo mejor que puedo.
—¿Entonces le correspondías a Sirah? —Madison de nuevo con su fanatismo por el amor, me recuerda a las chicas que viven en Oklahoma y que se hacen llamar mis amigas. Las chicas de las que hablo justo ahora.
—Están sacando de contexto todo, las cosas no... —Dudo porque no sé que rayos decir. —Nosotros solo estábamos... —Gruño con frustración, realmente me han atrapado y no sé como salir de aquí. —¿Alguien quiere más helado? Puedo ir a comprar más.
—Ya cuéntanos no te hagas del rogar.
—Pero prometan que no dirán nada fuera de lugar.
—¿Qué podríamos decir? —La mirada que le doy a Jeremy lo deja callado.
—Bien, fue el fin de semana que llegué de grabar mi primer serie definitivamente y una amiga de Danielle nos había invitado a una fiesta. O había invitado a Danie, pero todos sabían que nosotros íbamos en un lindo paquete.
Había besado esa noche a cinco chicas y no, no había sido porque me hubiera parecido una buena idea, creo que todo había estado planeado. El juego de pasar la carta con la boca me estaba aburriendo y después de ver como todas dejaban caer su carta decidí que había tenido suficiente. No dije nada solo me fui de ahí. Danielle y Sirah habían dejado el juego cuando me vieron alejarme, siempre como mis amigas que me acompañaban en todo.
La casa de Bella era enorme y tenía un patio trasero mucho más grande que mi casa, ahí tenía una casa del árbol que de rústica tenía lo que yo de tranquilo y ahí fue donde los tres habíamos terminado escondidos, las canciones que escuchábamos en las bocinas eran las más de moda. Rather be sonó y Danielle y Sirah la cantaban con singular alegría, yo solo las escuchaba, una a cada lado mío. Estábamos teniendo un típico momento nuestro.
Al finalizar la canción se hizo el silencio entre nosotros, solo veíamos sombras por las luces que colgaban en el jardín y la proyección de los autos que pasaban por detrás de nosotros. Hacía demasiado frío y no había nada que nos tapara, los tres nos juntamos para darnos un poco de calor. Eso nos llevó a hablar con susurros.
—Escuché que Bri te preguntaba si querías jugar a los siete minutos en el paraíso. —La voz de Danie resonó con coraje en la oscuridad. —¿Te hizo sentir incómoda?
—No estoy segura de cómo me sentí. —Sirah suspiró aliviada de no estar ahí. —Creo que nunca lo esperé, quiero decir Bri es el chico más popular y es mayor.
—¿Fue cuando estaba en la cocina? —Ambas asintieron con un sonido suave. —Sirah... —Comencé a cuestionar si realmente estaba bien.
Fue la primera vez que vi a Sirah dudar de algo que sintiera, no sabía si era por el hecho de que Bri nunca le hubiera hablado o que en realidad no había sido tan simple como lo estaba haciendo ver.
El teléfono de Danie comenzó a sonar interrumpiendo nuestra conversación. La mamá de Danie nunca ha sido muy paciente como su hija y cuando le decía que ya había llegado Danie siempre salía corriendo para que no tuviera que esperar tanto. No es que se molestara, pero Danielle entendía que esperar era una tortura para ella.
—¿No quieren que los llevemos? —Preguntó por última vez antes de bajar de la casa.
—No Danie, no te preocupes. Estaremos bien. —Sir la abrazo y dejó un beso en su mejilla. —Nos vemos mañana. Te juro que estará todo bien. —Añadió cuando ella dudó en bajar.
Danielle desapareció en la noche oscura y quedamos Sirah y yo, respirando en silencio y pegándonos más para evitar el frío.
—¿Sirah? —Dije en un susurro que ella contestó igual. —¿Quieres hablar de lo que ocurrió con Bri?
Bri es el hermano mayor de Bella, que estaba ahí para hacernos compañía y ser nuestro chaperon. Tenía 16 en ese momento y creo que tenía novia y estaba convencido de que era el chico mas guapo del planeta tierra.
—No, no quiero. —Su brazo pasó por mi espalda y quedamos fundidos en un abrazo.
—De acuerdo, pero si cambias de opinión...
—Lo sé. Solo, no ahora ¿sí? —La abracé y entonces descubrí que olía a sandía. —Me agrada estar aquí, tal vez deberíamos tener una casa del árbol para nosotros.
—Ni siquiera tenemos un árbol. —Hizo un sonido inconforme. —Podemos conseguir columpios.
—Me gustaría bastante.
Acaricié su cabello por un largo rato, mientras ella trazaba pequeñas figuras en mi brazo. Best day of my life sonaba en las bocinas de Bella con fuerza, la vibración del sonido se sentía en el piso de la casa, mientras yo tarareaba la letra y con mi pie marcaba el ritmo. Sirah disfrutaba del momento y movía la cabeza al ritmo de la canción, seguía haciendo círculos en la piel de mi brazo. Sentí como tomaba aire para hablar.
—¿Owen? ¿Has disfrutado la noche? —Su voz sonaba temerosa, no de preguntar sino de recibir una respuesta. Yo me sentía igual de decir algo que no sintiera.
—Mi estrella de Andrómeda puedo decir con seguridad que lo mejor de esta noche es este momento. —Sirah es la estrella más brillante de la constelación de Andrómeda, ella se llama así por eso y creo que es una de las miles de cosas de ella que me encanta. —Cambiaría toda la noche por haberme quedado en casa para hablar contigo.
—Pero has besado a las chicas más lindas. —Dijo con una voz ahogada.
—Sirah, ni cien besos de ellas se compararían con una mirada tuya.
Incluso en la oscuridad pude ver como sus ojos verde claro chocaban con los míos, tenían un brillo diferente al de todos los días y en algún momento de nuestra conversación su mano se había enredado con la mía. Lo sabía, sabía que no era del todo amigable estar diciendo esas cosas, pero me sentía diferente ese día. Sus mejillas estaban rojas y yo no sabía distinguir si era por el frío o por lo que acababa de decir, incluso yo sentía mi cara caliente y fría la mismo tiempo.
Esa fue la primera vez que sentí lo que eran las mariposas en el estómago. Sus largas pestañas chocaban con sus mejillas cada vez que parpadeaba y sus labios tenían un brillante y atractivo olor a sandía igual, sabía que era ese aroma porque muchas veces la acompañé a comprar su brillo labial.
—¿Y entonces? —Desde entonces Sirah sabía cómo conseguir que me quedara sin palabras y comunicarse conmigo con unas pocas.
—Podría hacerlo. —Los dos sabíamos a qué me refería. En una conversación de limones podría hablar de pronto del polo norte y ella lo entendería. Siempre ha sido así y siempre lo será. —¿Te molestaría si lo hiciera? —Llevé uno de sus mechones rubios detrás de su oreja.
—No. —Respondió decidida. —Quiero que lo hagas.
Relamí mis labios y me preparé mentalmente para hacer lo que había hecho con otras cinco chicas más que en ese momento parecía innecesario y digno del olvido, porque estaba a punto de hacerlo con alguien que me importaba. Besarla se convirtió en lo único que circulaba en mi cabeza. Iba a besar a Sirah, nunca me había emocionado tanto por un beso.
Ella tomó mi mejilla con su mano fría, me acarició y sonrió. Lo juro, ella me sonrió incluso con los ojos antes de plantar sus labios en los míos con gentileza. Dentro de mí estaban lloviendo estrellas. Sirah tiene los labios carnosos y suaves y siempre los lleva ligeramente entreabiertos. Y en ese momento yo no sabía que había deseado encajar los míos con los de ella por tanto tiempo, la edad que tenía no me dejaba razonar lo que ahora razono, pero lo deseaba más que cualquier cosa en ese momento.
Besarla era mi única prioridad. El beso que estábamos teniendo era rítmico, con la sutileza necesaria para hacerte creer que aún es inocente. Podría jurar que mi alma estaba bailando con la suya, Sirah me había dado el beso del que hablaban los adultos cuando pensaban que no escuchábamos.
Al finalizar sonrió, relamió su labio inferior y lo capturó con sus dientes superiores. No perdí detalle de ella por el resto del tiempo que estuvimos en las alturas, escuchando canciones que hacían retumbar la casa y besándola un rato más.
Termino la historia y a la primera que veo es a Madison con la mano en la boca.
—Eso fue maravilloso. —Dice la chica con alegría.
Lo fue, de verdad que lo fue. Estoy consternado y no puedo hablar.
—Bien hay que seguir. —Charlie dice salvándome el trasero.
Jeremy también capta la situación y comienza a hablar de algo completamente diferente dejando que el resto de la noche me dedique a calmar mis pensamientos.
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