Apryl miró una vez más el sobre antes de abrirlo y ver su interior.
Tomó la navaja, raspó el papel y leyó la carta en su interior con cierto temor. Le dió una rápida leída al extenso párrafo hasta llegar al punto que más le interesaba. Enseguida sus ojos se acuaron y tuvo la necesidad de gritar y saltar como una loca pero se cubrió rápidamente la boca con la mano antes de que algún ruido se escapara.
Había sido admitida a la Universidad Northwestern de Illinois en Chicago, con una beca completa y todo.
No podía creerlo aún, era algo irreal...
Sintió la necesidad de decirle a su madre, pero recordó que no debía decirle. Nadie podía saber de sus planes de huída. Mucho menos su padre. Por lo que no dudó ni un segundo en estrujar la hoja después de leerla y ocultarla dentro del bolsillo de sus pantaloncillos cortos.
—¡¿Ha llegado el correo, Apryl?! —gritó su madre desde la cocina.
—¡Si! —respondió Apryl igualmente con un grito. Agarró las demás cartas y periódicos dentro del buzón y regresó a su hogar.
No era una casa muy grande ni muy majestuosa, pero había vivido ahí humildemente desde que tenía memoria. Era pequeña, de madera, con ventanas estrechas y pintadas de un color rojo mate que la asemejaba a un granero diminuto.
La tarde estaba fría y nublada. El tiempo no cambiaba mucho en ese lugar. Siempre estaba nublado o lloviendo, o nevando.
Desde lejos, vió a la señora Miller saludandola desde el portal de su casa que se encontraba a unos cuantos metros de la de ella, más pegada al bosque cuyos árboles de pino parecían rozar el cielo. Apryl sonrió y le devolvió el saludo igual.
Notó la penetrante mirada de Asford, el beta de la manada y segundo al mando de su padre. Todo su cuerpo se tensó al verlo. Estaba sentado en su porche encima de un sillón y no dejaba de observarla con sus intensos ojos cobrizos y un cigarrillo en su boca. Una extraña mirada que no supo reconocer su significado.
Siempre había sido así. Nunca hablaba con ella, pero siempre la miraba de esa forma, como si quisiera devorarla. Eso la incomodaba ya que no sabía si quería devorarla en el sentido literal de la palabra (después de todo era un hombre lobo) o devorarla de... otras formas.
Quitándose esos estúpidos pensamientos de la cabeza, levantó su mano derecha y lo saludó con cordialidad. Como hija del alfa de la manada, debía tratar de tener una buena relación con todos los miembros de la manada y en especial con su difícil Beta, el cual ni siquiera se dignaba en responderle el saludo.
Las casas estaban distribuidas de forma irregular en el terreno y todas eran pequeñas y de madera, como la de Apryl.
No había mucha sofisticación y todos se conocían en aquel lugar.
Los Atsinas habían habitado estas tierras desde antes de que los invasores llegaran. Era una pequeña pero fuerte tribu que había resistido los tiempos de guerra. Una de las pocas tribus que habían aguantado contra el hombre blanco en "El último mejor lugar".
Cuando Apryl entró a su casa, un repentino mareo la hizo tropezar, provocando que cayera de rodillas en el suelo, soltando las cartas en sus manos y regandolas por todo el suelo de madera.
—¿Qué ocurre? —preguntó su madre preocupada al verla en ese estado.
Salió de la cocina de inmediato, dejando lo que estaba haciendo, y se dirigió a su hija a gran velocidad.
—Solo fué un mareo. No te preocupes —contestó Apryl evitando que se alterara— Solo necesito desayunar, eso es todo.
Lena, su madre, asintió aceptando la justificación de su hija y la ayudó a levantarse para ambas dirigirse al comedor.
🍁🍁🍁
Apryl entró a su cuarto y cerró la puerta con fuerza. Sacó la carta del bolsillo de su short y decidió quemarla, solo por si acaso. No quería que su padre sospechara de sus planes. Ni siquiera un poco.
Se quitó el short desgarrado y la blusa blanca que llevaba puesta y se puso un par de pantalones de mezclilla azul oscuro, un pulóver azul cielo y un par de botines negros. Peinó su corto cabello negro por encima de los hombros y se puso algo de maquillaje, aunque no mucho.
Estaba a punto de ponerse una chaqueta pero una repentina ola de calor la inundó de pies a cabeza y decidió dejarla de lado.
Algo muy extraño, considerando que la mañana estaba fría.
No le prestó mucha atención a aquello y continuó arreglándose.
Era el cumpleaños de su mejor amiga y no podía parecer una andrajosa en el lugar al que irían.
La puerta de su habitación se abrió repentinamente y un chico enorme, de piel oscura como la de ella, cabello negro y ojos pardos, entró a su habitación como un vendaval y se tiró en su cama, amenazando con romperla.
—¡Jem! —chilló molesta, dejando caer en el proceso su delineador de ojos— ¡Cuantas veces te voy a decir que toques primero!
Jem se acomodó en la cama como si fuera la suya, colocando sus fuertes brazos detrás de su cabeza y entrelazando sus piernas torneadas y peludas encima del colchón. Iba sin camisa y vestía solamente unos pantalones rotos y un par de deportivas.
—Soy tu hermano gemelo, Apryl —se justificó él con un encogimiento de hombros— Lo tuyo es mío y lo mío es tuyo. Así son las cosas....—Apryl agarró una almohada de su cama y se lo lanzó a su hermano pero este la agarró en el aire sin problema alguno y sin siquiera inmutarse encima de la cama. Rechinó los dientes molesta y decidió ignorarlo— Soy un hombre lobo querida, de nada sirve que me lances cosas.
—Cállate —gruñó ella a la vez que miraba su reflejo en el espejo mientras se peinaba el cabello— Ni siquiera eres un hombre lobo aún.
—Pero lo seré. Y lo más importante, esta noche es luna llena ¿sabes?
—Pero yo te veo bastante bien. ¿No dicen que en el día de la primera transformación, todo el día te lo pasas con malestares, dolores de cabeza, mareos y esas cosas?
La sonrisa confiada de su hermano titubeó por unos segundos y Apryl se sintió culpable. Ese era un tema bastante sensible para él. Ser el único chico de su generación que aún no se ha transformado y encima de eso el hijo primogénito del todopoderoso alfa de la manada, no es algo fácil.
—Tengo 18 años ya Apryl. Este tiene que ser el día... Tiene que serlo.
Apryl soltó el cepillo y se sentó en la cama al lado de su hermano.
—Y lo será Jem... lo será. Los espíritus escucharán tu plegarias.
Jem sonrió.
—Todavía recuerdo cuando eras pequeña lo mucho que querías poder convertirte en lobo como papá y lo mucho que lloraste cuando mamá te dijo que eso no sería posible.
Apryl asintió con la cabeza, recordando aquellos momentos pasados. Era verdad que sufrió bastante en el pasado con eso, pero ahora, al entender la realidad, las cosas son diferentes.
Las mujeres no podían transformarse en lobo. Nadie sabía el porqué, pero los hombres usaban eso mucho como justificación para decir que el sexo femenino es el sexo más débil. El abuso y la discriminación predominaba mucho, no solo en la tribu, si no también en las demás manadas del mundo, y todas son constantemente limitadas.
Muchas de ellas ni siquiera podían ir a la escuela, mucho menos trabajar o tener una vida independiente.
En el caso de Apryl, solo pudo asistir a la escuela gracias a lo mucho que su madre le rogó a su padre. Si fuera por él, Apryl continuaría sin saber leer o escribir.
Por eso él no podía enterarse de sus planes de escaparse de la manada para irse a la universidad y estudiar literatura inglesa.
—Pero ya superé eso. Ahora tengo nuevos objetivos.
Jem frunció el espacio entre sus cejas.
—¿Qué objetivos? No me digas que todavía sigues con ese absurdo sueño de ser universitaria.
—No, por supuesto que no —dijo Apryl a la defensiva.
En ese mismo instante el característico sonido del claxon de la camioneta de Emory, su mejor amiga, se escuchó desde afuera y Apryl se levantó como un resorte de la cama con una sonrisa llena de emoción en sus labios.
—Ya está aquí —tomó rápidamente su mochila y se dispuso a salir de la habitación, pero se detuvo en seco, se dió la vuelta y corriendo le da un rápido beso en la mejilla a su hermano.
Este sonríe y le comentó como si fuera un hermano celoso.
—Ten cuidado y no vuelvas muy tarde ¿entendido?
—Si señor —respondió ella para salir de él y desapareció de la habitación como si de un ciclón se tratase.
Su madre con cara de preocupación se interpuso entre ella y la puerta principal de la casa y con los brazos cruzados le manifiestó con rectitud:
—Recuerda volver antes de las 10:00 de la noche. Si tu padre se entera que te dejé salir...
—No te preocupes ¿ok? —la interrumpió— Volveré temprano. Te lo prometo.
Lena sonrió y descruzó sus brazos.
—Ven acá mi niña, abraza a tu madre.
Apryl sin dudarlo corrió a los brazos de su madre y la envolvió con fuerza.
—No soy una mala madre ¿verdad? ¿Por ser tan complaciente contigo?
—No mami. Eres la mejor madre del mundo y te quiero mucho con toda mi alma.
La sonrisa de Lena se extendió aún más por sus labios y sus ojos brillaron encantados con las palabras de su hija.
—Yo también te quiero mucho mi hermosa niña. Nunca pongas en duda eso.
Apryl asintió con la cabeza y luego de segundos que parecieron minisegundos ambas se separaron y Lena se apartó de la puerta para que su hija pudiese salir.
—Te quiero mamá.
—Y yo más.
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Comments
Rose
creo q se va a transformar es otra 🤔🤔
2024-03-01
0
pera
que no se da cuenta de sus malestares pero es entendible que no piense mucho en ello ya que le dijieron que no podía convertirse en lobo
2023-12-11
1
Irma Ruelas
😍😍😍😍🫣🤔
2023-07-22
1