Capítulo 2: Sebastian Foxx.

...Due:...

...Sebastian Fox....

Siento como alguien me mueve suavemente e intenta despertarme. ¿Pero quién demonios se atreve a  ponerle fin a mi preciado mi sueño? Le ignoro olímpicamente e intento volver a dormir. ¡Pero esta persona no se rendía fácilmente! Continúo moviéndome, le propino un manotazo a su mano y vuelvo a sumirme en mi relajante sueño.

—¡Venga Alice! —refunfuñan—, Cariño despierta —la voz se suaviza y ahora habla delicadamente.

¡Joder! ¿Acaso uno no puede dormir en paz?

Parece que no.

¡Carajo!

Froto mis ojos, intentando ahuyentar el sueño y los abro con dificultad. Me toma un momento acostumbrarme a la nueva iluminación. ¿Quién abrió las benditas cortinas? No me toma mucho tiempo deducir quien ha sido. ¡Mi adorable madre! ¡¿En serio?!

Se encuentra frente a mí, con una gran sonrisa en el rostro. ¿Y a esta que le sucede? Venga, aquí hay gato encerrado y lo más seguro que algo va a pedir. Estupendo. 

—¿Qué quieres? —pregunté con mi común mal humor matutino, porque despertarme a esta hora, logra que la Alice gruñona aparezca. 

—Vístete, que nos vamos de compras al pueblo, cariño —ordena sin mas, sin siquiera preguntarme si quiero ir. Ya lo da por hecho, que la conozco bien.

—¡Ni en tus más retorcidos sueños! —chille y me cubrí con las mantas hasta la cabeza.

¡Estaba de broma! No pensaba malgastar mi mañana de domingo yendo de compras, por supuesto que no.

—¡Oh, vamos cielo! Será divertido y de paso conocerás un poco más el pueblo —intenta persuadirme. ¿Pero saben? ¡No funcionará! No caeré en su trampa, jamás.

—¡No iré! ¡Y no hay nada que puedas decir que logre que te acompañe y que salga de mi preciada cama! —espete, aún escondida debajo de las mantas.

—Que lástima que no quieras ir, escuché que hoy habría una linda feria de esas que tanto te gustan —puedo jurar que ha hecho un puchero—. Entonces me tocará disfrutar yo sola —habla en un tono de fingida decepción.

Me quito las mantas de encima y la miro con el ceño fruncido, no podía fiarme por completo.

—¿No me estarás mintiendo para que vaya contigo? —inquiero y achine mis ojos, con mi desconfianza a flor de piel.

—¿Me crees capaz de una cosa así? —pregunta indignada y fingiendo que una lágrimita imaginaria se le escapa.

—Sí, te creo capaz de eso y más —me límite a contestar.

La veo llevar una mano a su pecho y fingir que le ha dolido mi comentario.

—¡Auch! Me lastimas, cariño. No puedo creer que pienses eso de mí —se vuelve a  limpiar una lágrima inexistente—. Vale, basta de dramas. Levántate, te esperaré abajo —me sonríe y desaparece de mi vista, dando por zanjada la conversación.

Suelto un bufido y a regañadientes me levanto de la cama. Esta mujer sabe como chantajearme, conoce mis más profundas debilidades. Y las utiliza en mi contra, por algo es mi madre. Demonios.

Tomo una toalla limpia del armario y ropa interior. Me adentro en el baño y me doy la ducha más relajante del mundo.

Una vez acabo, salgo del baño y elijo que ropa ponerme. Optó por unos vaqueros negros, rotos en las rodillas y una remera de una de mis bandas favoritas: Three Days Grace.

Seco mi cabello y luego hago una trenza con él. Agarro mi móvil y bajo por una manzana, ese sería mi desayuno.

Mamá me esta esperando en la sala, al verme se apresuró a salir y encender el auto. Joder, teme que de un paso al costado. No puedo evitar reír por lo bajo.

(...)

Llevamos dos horas en este infierno, mamá no ha dejado de entrar a cada tienda de ropa que hay y que llama su atención. Como si en Manhattan no hubiese comprado la ropa suficiente. ¡Alguien ayúdeme, por favo! Sí, me gusta salir de compras de vez en cuando, ¡pero no arrasar con cada bendita tienda! Suelto un suspiro cargado de frustración, me gustaría estar en la sala, disfrutando el aire acondicionado. 

Aprovecho una distracción de mi madre y me dispongo a recorrer el resto de tiendas del centro comercial. Observo si hay alguna tienda de discos, amaría comprarme alguno nuevo o una tienda de libros, ya me he leído -y releído- todos los que tengo y nunca viene mal comprar uno más. El olor a libro nuevo era de mis aromas preferidos en todo el mundo, se los juro. De todos modos caí en las mentiras de mi madre, no había ninguna feria de libros, como menciono. Jodida mentirosa.

Siento mi móvil vibrar y lo sacó del bolsillo trasero de mis vaqueros. Pude apreciar que se trataba de un mensaje y cuando me disponía a abrirlo y leerlo, choque contra el cuerpo de alguien. Lo extraño fue que no me encontrase en el suelo, sino en los brazos de otra persona. Levanté mi vista y quedé idiotizada -embobada- por unos ojos verdes aceituna, demasiado hermosos. ¡Carajo!

Esos preciosos ojos me observaron de una manera muy intensa, su cabello negro azabache se encontraba revuelto de una manera muy tierna. Era mucho más alto que yo -bueno cualquiera es más alto que mi persona-.

Abrí la boca para decir algo, pero al no saber que decir la volví a cerrar. Pareciese como si me hubiese olvidado como se habla, joder. El tiempo parece detenerse y nos quedamos viendo, como si no hubiese nadie mas a nuestro alrededor.

—Lo siento —me disculpe, una vez que salí de aquel trance y me ruborice al instante.

—No tienes porque disculparte —su voz era una melodía para mis oídos, demasiado varonil. Os lo juro.

Luego que aquellas palabras abandonan sus labios,  apartó sus brazos de mí, una especie de frío recorrió mi espina dorsal y me lamente que se alejara. ¿Qué sucede conmigo?Esto no era normal.

—¿Eres nueva en el pueblo, cierto? —una sonrisa se expandió en su rostro, ¿algo así podía ser mi cosa favorita en el mundo? Por que les aseguro que sí, que podía.

—¿Tanto se nota? —me rasque la nuca, en un gesto de nervios.

Venga ya, nunca me había abrumado tanto la presencia de un chico, como lo está haciendo en este momento.

—Tienes apariencia de forastera, ya sabes todos en el pueblo nos conocemos y sabemos cuando alguien no es de por aquí —explicó divertido y sin borrar su sonrisa.

—Entiendo, soy Alice Flemming, por cierto —me presenté.

—Sebastian Foxx, un gusto conocerte Alice la forastera —sonríe mostrando sus perfectos  dientes en el proceso y yo no puedo creer que me haya puesto un apodo. Que recién nos conocemos, eh.

Ya, pero tú no te quedas atrás, que apenas le has conocido y hasta sin aliento te dejó.

—¿Ahora seré Alice la forastera? —eleve una de mis cejas divertida, ignorando a mi consciencia.

—Creo que sí, pequeña —asintió, divertido.

Bien, me ha puesto dos motes en menos de un minuto. Y entiendo que me diga pequeña, lo soy. ¡Joder!

—¡Alice! —escucho la voz de mi madre llamarme, ya noto mi ausencia.

—Debo irme Sebastian, fue un placer conocerte —me despedí y caminé hacia mi madre. Quien me sonreía muy alegre, debe creer que ya tiene yerno. Que le conozco.

—El placer es mío, pequeña —le escuché decir y una sonrisa se apoderó de mi rostro.

Algo me decía que no sería la última vez que le vería y por muy loco que eso sonará la idea me agradaba.

(...)

Más populares

Comments

Omirsa Benites de Salcedo

Omirsa Benites de Salcedo

Una pequeña pregunta escritora, porque no has descubierto a la protagonista???, no me la puedo imaginar lo único que es pequeña

2023-02-10

2

Omirsa Benites de Salcedo

Omirsa Benites de Salcedo

Menos mal que no me gustaba el pueblo, esto se está poniendo muyyyyyy bueno

2023-02-10

0

Marylu Garza

Marylu Garza

Creo que ya le encontró el encanto al pequeño pueblo🤔

2023-02-05

3

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play