Era el día en el que iba a conocer a su socio, se había despertado temprano y había ido a gastar un poco de energía en la cinta de correr.
Tenía una sensación extraña, no podía deducir si era una sensación buena o mala, no lo conocía, pero su padre había hablado bien y como bien sabía, Renato había ayudado a levantar la empresa. Lo que le hacía un poco de ruido era el hecho que había intentado casarlo con su hermana, eso era algo que le resonaba y lo dejaba intranquilo. Lo otro que le resonaba era que su padre había sido amigo de su madre, no sabía que esperar de eso.
Cuando salió del gimnasio, Laura lo estaba esperando en la cocina con un desayuno preparado.
- Hola amor – Laura sonreía - ¿estás bien?
- ¿Qué haces tan temprano levantada? – estaba sorprendido
- Cuando saliste de la cama me desperté – lo abrazaba aunque estuviera sudado – no quise molestarte así que vine a preparar el desayuno… ¿quieres bañarte primero?
- Si tú te bañas conmigo… - la abrazaba más fuerte – luego desayunamos
- Pero Corina podría despertarse… - dijo sonrojada
- Tazz nos va a avisar si eso ocurre… - sonreía seductoramente mientras la estiraba suavemente de la mano – necesito mi dosis de opio para enfrentar el día que me espera…
- Yo también necesito mi dosis para poder esperarte todo el día… - se reían mientras comenzaban a desnudarse apresurados
Hicieron el amor bajo la ducha hasta que se sintieron saciados uno del otro, cada caricia era una nueva sensación que se sumaba a todo lo que representaban el uno para el otro.
Leandro amaba la manera tierna de las caricias de Laura, no importaba lo vehemente que estuvieran sus caricias, ella siempre respondía con la ternura a flor de piel, mientras el empujaba con fuerza, ella lo besaba delicadamente, mientras él la apretaba con fuerza para tenerla más cerca, ella le susurraba palabras de amor contra su aliento.
Esa manera de ser de ella, lo desarmaba completamente, lo doblegaba a hacer lo que ella quisiera en absolutamente todo. Esa aparente sumisión de ella era la herramienta más efectiva para conquistarlo y aunque se sentía completamente conquistado, no le apenaba reconocerlo.
- Te amo Leandro – le dijo Laura mientras lo aferraba con fuerza para que aún no saliera de ella – eres y siempre serás el amor de mi vida.
- Gracias por amarme así Laura – hundía la cabeza en el cuello de Laura, mientras ella lo abrazaba con fuerza y aún tenia las piernas alrededor de la cadera de Leandro – voy a morir el día que no quieras seguir haciéndolo, sé que hay hombres mucho mejores que yo para una mujer como tú, pero te aseguro que ninguno de ellos podrá jamás amarte tanto como lo hago yo.
Laura le tomó el rostro con ambas manos y lo besó apasionadamente.
***
Leandro ingresaba al edificio y se dirigía al ascensor privado, cuando encontró al guardia de seguridad, que ahora sabía que le había ayudado a Laura a llegar a sus oficinas.
- Hola Walter, hace poco me enteré que ayudaste a Laura a llegar a mi oficina usando el ascensor privado – Walter primero enrojeció y luego quedó pálido a punto de desmayarse – quiero agradecerte… - y le pasó la mano – hoy tengo a mi mujer y a mi hija gracias a que hiciste mal tu trabajo…
- Lo siento señor – estaba confundido – la señorita Laura… la señora… me pidió que la ayudara…y no pude negarme…
- Créeme que sé que Laura puede conseguir lo que sea – riendo le palmeó el hombro – pero ese ascensor es solo para la familia… nadie más… sin importar la excusa que quieran darte.
- Si señor – dijo ruborizado
- No te apenes Walter– volvió a pasarle la mano – fue lo mejor que me hubiera podido pasar, pero ya estoy casado y no quiero tener problemas con Laura si cree que hago entrar mujeres por ese ascensor… ¿me entiendes?
- Perfectamente señor – sonreía con complicidad – ella es fantástica… disculpe señor – dijo ruborizándose
- Si… lo es – dijo asombrado por el coraje de Walter – Todavía no puedo creer que me dijo que sí.
Le palmeó nuevamente el hombro y se dirigió a los ascensores, mientras que esperaba se observó en el espejo del vestíbulo… se había puesto un traje azul oscuro y una camisa blanca sin corbata, le sentaba bien, tenía puesto unas mancuernas que Laura le había obsequiado mientras desayunaban: “las mancuernas tienen la letra L y C… Laura y Corina, las únicas mujeres que tenemos permiso para tocarlo señor Leandro Gazzo Toniolo”, había dicho Laura antes de besarlo apasionadamente.
Verla celosa era gracioso, ¿Qué pasó con eso de acepto ser la segunda o tercera…? Ella era un completo huracán y lo había puesto todo literalmente patas arriba en su vida, pero no podía imaginar la vida sin ella.
Llegó al ascensor y casi sin darse cuenta, había llegado al piso, se volvía a abrir la puerta y se encontraba con Claudia que ya estaba de pie junto a su escritorio para recibirlo
- Buenos días Señor – dijo formalmente - ¿Le puedo servir un café? su padre ya se encuentra en la oficina esperándolo.
- Buenos días, si me gustaría un capuchino sin azúcar si puede ser – y mirando a su alrededor por si alguien lo escuchaba agregó - ¿Ya llegó el Señor Renato Marino?
- No señor, pero aún es temprano para la reunión.
- Bien – contestó con una sonrisa - ¿Papá esta solo? – y como Claudia asintió, sonrió y se giró hacia la puerta, pero antes de entrar dijo – Gracias Claudia.
- De nada Señor…
Claudia estaba sorprendida, cuando comenzó a ser su secretaria en el otro cargo, era un hombre totalmente distinto, siempre amable pero taciturno, triste, jamás había recibido la visita de nadie, salvo esa vez del escándalo del ascensor, pero ella nunca había visto a esa chica. Sabía que se había casado y tenía una hija, por eso había dejado de ir a las oficinas y su padre lo reemplazaba en todo.
Ahora estaba a punto de hacerse cargo de la empresa, por eso la estaban entrenando a ella en el nuevo puesto. Ansiaba poder estar a la altura de lo que esperaban de ella.
Cuando Leandro entró a la oficina, Mauricio levantó la vista de los papeles que estaba leyendo y sonrió ampliamente…
- Hola hijo, ¿Cómo te sientes? – y como estaba nervioso siguió haciendo preguntas - ¿Cómo están las chicas? ¿Van a venir a vernos?
- Hola papá – y riendo agregó – no sé qué responderte primero… estoy bien, mis mujeres están bien y no, no van a venir… Laura prefiere que me acomode primero, porque voy a estar ocupado…
- Pero pueden venir a verme a mi… - dijo sonriendo ampliamente – son dos de mis tres mujeres favoritas…
- Tú tienes la tuya… - Leandro reía a carcajadas – yo no comparto las mías absolutamente con nadie…
- Me parece bien hijo – Mauricio reía a carcajadas – Laura es del tipo de mujer que son muy difíciles de encontrar, espero que siempre tengas eso presente.
- ¿Por qué lo dices? – quedó intrigado
- Porque en este puesto vas a tener muchísimas ofertas y tentaciones – dijo palmeándole la espalda – y si no tienes bien en claro que es lo que quieres de tu vida, podrías confundirte
- ¿Lo dices por experiencia? – también reía
- Si – sonreía en complicidad – pero ninguna fue tan tentadora como tu madre.
Ninguno de los dos pudo evitar la tristeza en la mirada al recordarla.
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