Después del sobresalto que tuvo por el encuentro con Joaquín y siguiendo los consejos de su madre Rita decidió no pasar más por enfrente de la casa de los Ariany y al regreso tomaba por la calle principal, a él le extraño no verla y cambio de táctica y armándose dé paciencia puso en marcha el nuevo plan.
Esa tarde noche al llegar a su casa se encontró con un gran ramo de rosas con una nota en la que se leía... Mi querida niña, te ruego me perdones por el "susto" que te di ayer, no fue mi intención, espero que te agraden las rosas, con ellas te envió un trocito de mi corazón y en cada una de ellas deposite un beso como si fuera en los labios de la más bella y dulce de las mujeres y esa eres tu Rita Sapina.
Al leer la nota pensó que cursi y a la vez le agradó el pedido de disculpas y ni que hablar, las rosas, aspiro su aroma y su corazón latió veloz, su madre que hacía rato la miraba,
Ana: ¿quién te mando esas rosas y porque?
Rita: no se a lo mejor son de Diego dijo en un intento de evitar que se las tire.
Ana: no mientas y la nota que traían debe decir quien las mandó y no me mientas que no soy tonta, espero no sean de quien creo.
Rita: si mami las envió él, para disculparse porque ayer intento hablarme y yo salí prácticamente corriendo.
Ana: ¿y qué quería decirte?, ojo ya te hablé bien claro, que no nos enteremos de que andas de conversaciones con él.
Rita: por favor mamá ya te dije que no le conteste, por qué dudas de mí, nunca te di motivos, ya basta me tienen cansada con sus sospechas y desconfianza, él las mandó yo no se las pedí, que mande todo lo que quiera, yo no quiero nada con él, ya no pasó por su casa y salir tengo que salir, no pretenderán encerrarme para que no me lo cruce.
Ana: nadie te quiere encerrar, solo intentamos evitarte malos momentos, ya te dije no es buena persona.
Rita: ay mamita confía en mí y dejando el ramo sobre la mesa abrazo a su madre y la besó, la soltó, tomó nuevamente el ramo y se retiró a su cuarto y antes de colocarlas en un florero beso una por una y suspirando se dijo mi amor platónico.
Los días corrían y cada día, él le enviaba las rosas o cajas de bombones y siempre acompañadas de la infaltable nota con frases cariñosas y hasta tiernas, ella con cada regalo se sentía un poquito más atraída hacia él, no le enviaba respuesta, ni agradecimiento, aun así las esperaba cada tarde ansiosamente, dejo de hacer las caminatas que tanto le gustaban, no quería encontrarse con él, siente que no va a poder negarse a hablarle, teme flaquear y ceder, no sabe, tampoco entiende por qué tiene esa mezcla de sensaciones hacia él, hace una semana o un poco más que ya las rosas y los bombones han dejado de llegar y eso la angustiaba, ¿será que ya no le interesó más?, se preguntaba, y se respondía a sí misma y si hasta cuando iba a esperar una respuesta, por un lado, mejor, ahora puedo retomar mis caminatas, en todo ese tiempo Diego no perdió oportunidad para insistir con las invitaciones a salir, a ella la apenaba un poco verse obligada a negarse, pero él no le gusta, no es su tipo y solo lo trata porque es amigo de su hermano, si no lo fuera no lo trataría en absoluto, le resulta pesado y más de una vez ha tenido que frenarlo por querer besarla o abrazarla, es bastante atrevido y mano larga.
La razón por la que Joaquín no le enviaba regalos, fue porque estuvo varios días lejos del pueblo, había viajado a una ciudad vecina acompañando a su padre por unos negocios, ya devuelta y como todo ese tiempo ella permaneció en su mente, apenas llegó tomo la decisión de buscarla, tenía que hablar con ella, así tal vez lograra quitarla de su mente.
Esa tarde estaba gris y unos oscuros nubarrones anunciaban lluvia, ella dudó entre salir o no, al final optó por hacerlo, al llegar al lugar donde acostumbra a sentarse pensó en continuar, pero se veía tan hermoso el cielo tormentoso, el río corría impetuoso y se acomodó sobre la roca, no habían pasado más de cinco minutos cuando comenzó a caer una persistente llovizna que la obligó a rápidamente emprender el regreso, iba a tomar la calle principal, más por ahí se hacía más largo el camino, así que tomó por la calle que pasa enfrente de la casona Ariany, iba casi corriendo cuando pasó frente a la casa, él que como de costumbre miraba por la ventana con la esperanza de verla pasar, la vio y tomó un paraguas, de dos en dos bajo los escalones y como una luz salió de la casa llamándola a los gritos, ella dudó unos segundo entre parar y esperarlo o en salir corriendo y continuó caminando sin mirar atrás, él entonces corrió hasta alcanzarla.
Joaquín: hola Rita dijo cubriéndola con el paraguas, déjame acompañarte, ya veo que estás mojada, así por lo menos no te empapas, y sus ojos no podían apartarse del busto de chica que su blusa mojada y casi transparente por esa razón dejaba ver.
Rita: no, no gracias, no quiero hablar, ni que me vean con usted.
Joaquín: permíteme hablar contigo mientras te acompaño, no soy un cuco ni te voy a hacer nada, te lo juro.
Rita: no creo tengamos nada de que hablar, no tenemos nada, absolutamente nada en común, decía esto aunque en realidad estaba encantada con que él la acompañara, le parecía muy atento y muy amable el que la cubriera con el paraguas y ese temblor que la recorría al sentir su proximidad le gustaba, no sabe por qué, lo que sí sabe que no es de frío.
Joaquín: entonces no hablemos solo caminemos juntos, así en silencio, ella lo miro y solo esbozó una sonrisa, él se acercó un poco más casi hasta quedar pegado a su brazo, ella, no se separó, sin darse cuenta habían aminorado el paso y lentamente sin importar la lluvia caminaron hasta la esquina de su vivienda, en ese momento ella reaccionó y mirándolo a los ojos le pidió que regresara.
Rita: por favor váyase, no quiero que mis padres me vean con usted, ellos no quieren que se me acerque siquiera, gracias por acompañarme.
Joaquín: está bien, aquí te dejo, gracias por dejar que te acompañe, hasta mañana mi niña
Rita: hasta mañana y no soy su niña y corriendo llegó a la casa, mientras abría el portón volvió la vista hacia él y le hizo adiós con la mano, él respondió agitando la suya y le gritó hasta mañana mi niña, mientras reía con ganas.
Ya dentro, corrió a su dormitorio, tomó ropa seca y se metió en el baño, se duchó, se vistió, secó su cabello y volvió al comedor donde estaba su familia esperándola para cenar, tomó asiento y la voz ronca del padre sonó: hijita como se te ocurre salir con esta lluvia, yo entiendo que te guste caminar, pero un día que no lo hagas no te afecta en nada.
Rita: si lo sé papi, creí que no llovería.
Mientras comían continuaron los cuatro charlando y poniéndose al día con lo acontecido.
Esa noche Rita prácticamente no durmió, cerraba los ojos y lo veía a él, su cara mojada y ese mechón de pelo que le caía sobre la frente y se estremecía y le parecía oler su perfume y la inquietaba, en sus oídos sonaba su voz y se repetía, no, no puede ser ¿por qué me pasa esto? Y unas ganas irrefrenables de estar como hacía unas horas junto a él y se imaginaba besándolo y su piel ardía y las horas pasaron ya amanecía cuando por fin logro conciliar el sueño
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Comments
quelir68
mu has gracias
2022-12-05
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Maria Elizabeth Flores Gonzalez
¡me gusta tu trabajo! felicitaciones 🥳
2022-12-05
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