Estaba tan concentrada viendo la tumba de mi madre que no vi cuando llego Hugo
— Niña ya es hora de irnos.
— Quisiera quedarme un rato más, Hugo, tengo que contarle más cosas, necesito esto. — le digo
mirando a la tumba de mi madre.
— Le doy media hora, porque si demoramos más su abuelo se enojará – dice Hugo, veo como
se retira y entra al carro, yo solo quería estar con mi madre un rato antes de ir
a casa y estar sola de nuevo.
Solo quería decirle unas últimas palabras a mi madre – madre sabes que he estado
estudiando más el español, quiero aprender hablarlo muy bien, ya que
era tu lengua natal – mis lágrimas empezaron a salir – todo esto lo que hago es para poder recordarte más tiempo, tu recuerdo se está espumando de mi mente y yo no quiero eso madre – me limpie las lágrimas y dije las últimas palabras antes de irme – feliz cumpleaños madre – con esas
últimas palabras salgo de ahí para ir al carro, pero iba bien distraída, me tropecé con alguien cuando levanto la cabeza, veo a un hombre muy fornido con una mirada perdida y varios hombres de tras de el todos vestidos de negro al igual que él.
Yo me disculpé con él por haberlo hecho chocar,
pero me sorprendió que él me hablara – ¿se encuentra bien? – me dice tomándome la
mano, yo lo miro desconfiada, pero respondo.
— Sí, estoy bien
— ¿Qué hace una niña solo en un lugar como este? – cuando me pregunto eso yo me sentí
incómoda por la manera de haberlo dicho.
— Visitando a mi madre – respondo con ironía
— Ya lo veo – lo vi volteando a la tumba que estaba detrás de mí, la cual era de mi madre, lo que me hizo sentir miedo.
— Tengo que irme – le dije algo nerviosa, ni siquiera le di la oportunidad de despedirse
cuando yo me marche.
Salí asustada, cuando entre al coche Hugo me vio y solo prendió el carro y arranco para después
de unos minutos de haber salido del panteón me preguntará.
— ¿Quién era esa persona, Asya? - cuando lo
pregunta noto algo de enojo en su hablará y solo me limité a responder.
— Nadie, un desconocido que solo iba a ver una tumba me imaginó – le respondo
— No te dijo nada – él me preguntó, pero esta vez no estaba molesto, sino preocupado
— No, Hugo, no me dijo nada, solo pregunto si estaba bien, fue todo, tranquilo – le digo con
tranquilidad y calma para que él se tranquilizará porque lo note alterado.
Él me mira algo inquieto —sabes que, si te llegan a
decir o hacer algo, puedes decirme, sí, no quiero que te lo guardes, así yo este
al otro lado del mundo, quiero que me marque y me lo digas, me digas quien te
lastimo o hizo llorar, siempre volaré hasta donde tú estés. — me mira y me lo
dice con amor y dulzura de padre, eso me hacía feliz saber que siempre podría contar
con el así no fuera mi padre.
— Siempre te diré todo por más mínimo que sea, sé que puedo confiar en ti y que siempre estarás
para mí – cuando lo digo veo por el retro visor que de sus ojos salen unas
gotas de lágrimas y se las limpia rápido para que no lo viera.
Cuando llegamos a casa él se baja primero y me abre la puerta, pero cuando
él lo hace esta vez yo solo lo abrasé – gracias por siempre escucharme – le doy
un beso en la mejía y camino a mi habitación.
Cuando estoy en mi habitación entro al baño cerrando la puerta, cuando la cierro lo
primero que hago es quitarme la blusa, lentamente voy desabrochando botón por botón
hasta llegar al final y sacar la blusa, cuando lo hago prosigo con el brasier, me
bajo los dos tirantes al mismo tiempo y le doy vuelta de atrás hasta enfrente
para poder desabrocharlo, una vez que lo desabroche seguí con la falda primero
desabroche el boto y después baje el zíper de ella, una vez hecho me bajo el calzón.
Cuando termino agarro todo y lo echo
al cesto de la ropa sucia, camine a la regadera y abro la llave derecha del agua
helada para entrar en el agua lentamente, cuando estoy metida por completo me
echo champú y lo enjuago hasta quitármelo todo, una vez que lo quito sigo con
el enjuague, yaqué lo quito salgo del baño y me envuelvo en una toalla para
salir y buscar un pijama.
Cuando estoy frente al closet lo primero que hago es abrir un cajón y sacar
un calzón color rosa, dejé caer la toalla al suelo y me puse el calzón para después
buscar una blusa grande color negro y ponérmela, ya que me la puse entre a la
cama y me arropé toda quedándome dormida.
Por la maña siguiente me desperté escuchando unos toquidos en mi puerta
solo grite - pase - y me volví a tapar toda, cuando lo hago, solo sentí que me
jalaron la cobija y me levanté de golpe viendo a soledad enfrente de mí.
— Arriba, arriba – yo solo veo como va a abrir las cortinas, así que yo solo jalo la
cobija y me vuelvo tapar, cuando siento que salta encima de mí – niña dormilona
despierta – para después volver a jalarme la cobija.
— Por favor déjame dormir – le digo haciéndole puchero
— No, sé que ayer fue un día muy duro para ti, así que vamos al parque a que te
despejes— la miro indignada
— No, sabes que ayer solo lloré, porque nadie se acordó del cumpleaños de mi madre –
le digo sentándome
— Lo sé, Hugo me dijo que estabas triste y como buena amiga viene a despertarte – yo solo
la miro y me da flojera salir, ella trae siempre mucha energía cuando me
acuerdo de algo que había escuchado hace días atrás – soledad – ella me mira – ¿te puedo contar algo? – ella solo acierta y yo hablo – Arturo hizo tratado con los Hernández.
— ¡Que! – dice soledad con un suspiro grande – pero como que hicieron un tratado con
los Hernández, que les pasa.
— Lo sé, después de saber que ellos solo traicionaron y ensuciaron el nombre de mi madre
— Pero ellos desde que tu madre murió no han tenido ninguna compra o negocios y los Hernández
sí, lo sabes bien, a lo mejor por eso lo hicieron, mis padres han investigado y
hay cosas que les parecen muy extrañas, no sé ¿por qué no me quieren contar?, cuáles
son, pero dicen que solo te están mintiendo.
— Mintiendo en que – dice Asya.
Cuando ella iba a hablar entro Hugo con el desayuno
— buenos días, chicas, como no bajaban, tuve que subir a traerles el desayuno.
— Gracias, Hugo, ¿vuele bien rico que es? – le digo con un apetito muy grande
— Pues me tome la libertad de cocinarle su comida favorita, caldo de albóndigas
— Muchas gracias Hugo
Tomo los platos de comida, le doy el suyo a soledad y agarro el mío cuando Hugo
dejo la comida, salió de la recámara y yo me dispuse a comer cuando terminamos
de comer soledad me dijo.
— Qué rico cocina Hugo
— Lo sé, él siempre cocina riquísimo, pero solo lo hace cuando Arturo se va de viaje
— Lo noté, bueno, bajaré y dejaré los platos en la cocina y tú te alistas para salir, te
espero en cinco minutos abajo.
Cuando ella sale yo me levanto de la cama porque si no lo hago ella subirá y
me sacará como estoy vestida, solo camino al ropero y saco un pantalón y unos
tenis una vez lista salgo y bajo las escaleras, ya que estoy en la sala veo a soledad
que estaba esperándome sentada tomándose un vaso de agua.
— Al fin – Dice soledad haciendo una expresión de alivio
Cuando ya estábamos en el parque nos pusimos a jugar y correr, el tiempo
paso demasiado rápido y cayó la noche nos acostamos en el césped de aquel
parque a mirar las estrellas asta que me quede dormida.
Me desperté sin saber dónde estaba mirando alrededor y el parque había desaparecido
todo alrededor estaba solo empecé a temblar y a sudar cuando en eso escucho una
voz dándome cuanta de que estaba amarrada a un árbol.
— Mira, mira, pero mira, quién está aquí - una voz llena de ironía y satisfacción habla
En eso arrastra a mi madre hasta a mí y le apunta con un arma en la cabeza
— Te gusta ver sufrir a las personas, no —dice él. Él me ve y solo le dispara
Cuando él dispara yo empecé a gritarle a mi madre haciendo que me levantara
de aquel sueño gritando madre, mi amiga se asustó y solo me abrazo tocándome la
espalda de arriba abajo para tranquilizarme.
— Tranquila, tranquila, solo fue un sueño, solo fue un sueño – dice barias veces hasta que
me logra calmar.
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